Por Noelia Barrientos
Si del “mamá quiero ser artista” pasamos a un, no menos impactante, “Hijos soy trans”, la historia de los prejuicios infundados se mete en una batidora, al tiempo que ésta explota. Es lo que pensé en el primer capítulo de la serie de Amazon Prime Video, Transparent, cuando el padre de familia, exprofesor universitario y setentón, Mort Pfefferman, inaugura su jubilación comunicando a sus tres hijos, Sarah, Josh y Ali que era transexual, después de toda una vida devota dedicada a la familia y a cumplir los clichés impuestos (y autoimpuestos).
Y cuando parece que la familia se desmorona, porque qué otra cosa podría suceder sino, y que todos al unísono iban a crear un drama queen, o queer como sea, porque su vida había sido una farsa, arranca una trama que dibuja a modo de caricatura a color y con bastante brillantina, ese proceso único por el que Morty pasa a llamarse Maura, y sus hijos pasan de llamarle papá a mopa (término que reúne en una palabra el concepto de mamá y papá) y a referirse a él en femenino. Y todo esto al tiempo que ellos mismos pasan a cuestionarse su propia identidad sexual, algo especialmente marcado en la historia de la hija menor, Ali, entendiendo a través de las decisiones de su progenitor que no siempre el camino marcado es el que hay que seguir, y sobre todo, que nunca es tarde para tratar de ser tú mismo.
Es a partir de ese arranque excepcional de la serie, ahora sí lo entendemos trans-parent en que la esencia máxima de la familia Pfefferman empieza a completarse a modo de puzzle, con las nuevas amigas trans de Maura, a través de la fe devota judaica de toda la familia que les lleva a un viaje de autoconocimiento a Israel en la cuarta temporada, y de todas esas barreras que cada uno derriba para extirpar de su vida el término normal que, en todo caso, nunca puede achacarse a la esencia humana. Porque ¿qué es lo normal? Para algunos lo normal es aburrido, para otros un escondite de paz, para la mayoría es un término inconcluso y excluyente. La fórmula mágica para esta lección bilateral de tolerancia en la que todo el mundo juzga, pero nadie es derribado es Transparent, donde se juega continuamente con la experimentación de los límites, transformando estas cuatro temporadas con diez capítulos de media hora cada uno en caramelos de gominola, que se saborean sin hacerse preguntas.
En esta historia tampoco podemos olvidar el papel que juega la exmujer de Morty, Shelly que, en medio de una locura quién sabe si diagnosticada, es capaz de lidiar con que ahora haya dos madres en la familia, así como con la primera novia, y después con el primer novio de Maura, mostrando a través de un personaje tan histriónico como irreverente que se puede llegar a ser feliz, simplemente tratando de aceptar al otro como es, y no a través de lo que tú habías decidido que fuera. Es la ironía de Transparent, cuando la estética sugiere un musical estrambótico por venir, nos propone una historia loca, de una familia loca, cuyo valor más importante es la sencillez (no loca) pura que trae consigo la aceptación de la persona a la que quieres.
La serie que arrancó en el 2014, se ha erigido así como una de las ficciones que más han luchado por la representación del colectivo LGTB+, poniendo sobre la mesa complicaciones a veces absurdas a las que las personas trans son cometidas en su día a día, después de un proceso que se torna aún más complejo como es el aceptar y visibilizar ante el mundo lo que son, y que pasan desapercibidas para la mayoría de nosotros. ¿A qué baño tiene que ir una persona trans? ¿Quién tiene que cachearle en un aeropuerto? La ficción expone todas estas problemáticas con precaución, abriendo ante nosotros una conciencia necesaria para aprender a vivir (y convivir) en el mundo.
Todo demasiado bonito para ser verdad. La ironía de Transparent no está por tanto en el no musical de brillantina de una persona trans que sale del armario a los 70 años, sino en el actor que lo interpreta, Jeffrey Tambor, que fue acusado de acoso por su asistente y por la actriz Trace Lysette, ambas trans. Una toma falsa barata del movimiento #MeToo suponiendo su despido inmediato, y el cierre apurado de la exitosa trama que se ha convertido en la primera serie de Amazon en recibir premios (ganó cinco Emmys con su primera temporada, entre ellos uno para Tambor), además de ganarse tanto al público como a la crítica.
Es así como esta trama divina que no cayó en el cliché acaba convirtiéndose en uno, cuando a la cuarta temporada le sigue un final, ahora sí, en forma de musical en el que tratan de cerrarse las tramas y decir adiós a una de las series más revolucionarias de nuestra actualidad. Es la ironía del prejuicio, es el suicidio de esa realidad que supera al relato de su propia historia.
https://www.youtube.com/watch?v=c4-io9Wqmds&feature=youtu.be
Temporadas: 4
Autores: Jill Soloway, Faith Soloway, Our Lady J, Noah Harpster, MÁS
Premios: Premio Primetime Emmy al Mejor Actor Principal en una Serie de Comedia, MÁS
Dirección Jill Soloway
Nihsa Ganatra
Distribución Sony Pictures Television