Crítica de teatro “Antes de morir quiero conocer el cielo”: Unidas en torno a la memoria, buscando hacer justicia

Por Galia Bogolasky

Antes de morir quiero conocer el cielo es una obra escrita, dirigida y protagonizada sólo por mujeres, de la Compañía La Chueca, que reflexiona sobre la justicia y los afectos construidos entre disidencias sexuales y de género. Específicamente, ahonda en el universo de lesbianas y su sobrevivencia en una cultura homofóbica.

Basada en un caso real, el montaje se traslada a una pequeña ciudad donde una joven llamada María Magdalena, pero que le dicen Mirlo, es asesinada por ser lesbiana. La familia y su entorno social culpan a la tía de la fallecida, la licenciada Moya (Marcela Salinas), una mujer que siempre fue hostigada por su homosexualidad y que vive en un eterno duelo por no poder superar la muerte de su sobrina.

La obra se ubica 5 años después del asesinato de Mirlo, cuando aparece Clara (Coca Miranda), una vieja amiga que se había ido hace mucho tiempo, y empiezan a reconstruir los sucesos que llevaron al triste asesinato de Mirlo, sumado a todo el odio que recibió desde su propia familia, desde la madre de la adolescente muerta, hasta el pueblo entero.

La escenografía centrada en la precaria casa de la licenciada Moya tiene una ambientación que nos remonta a los años 80, desde el vestuario, el peinado, el maquillaje y hasta la música. Con esta puesta en escena realista, la obra nos sumerge en un ambiente hostil, de encierro, pues el mundo exterior es una constante amenaza.

A pesar de que la obra tiene reminiscencias a la época de los 80, la temática y la forma de abordarla podrían estar situadas en el Chile actual. Sin embargo, hay varios guiños que nos llevan a esa época que fue icónica, en cuanto a la moda y la música, pero al mismo tiempo, fue muy cruel para las minorías sexuales.

La cultura homofóbica imperante, sobre todo en un pueblo chico, lleva a estos personajes a defenderse y a protegerse de este ambiente durísimo, donde ser lesbianas era un crimen. En vez de que el Estado se hiciera cargo de condenar al asesino de Mirlo, lo que hace es condenar a estas mujeres por su condición sexual, y revictimizarlas constantemente.

La obra ahonda en las profundidades de la injusticia, tanto a nivel estatal como familiar, donde se juzga y reprime a las personas equivocadas, por falta de educación, cultura y una serie de falencias que tiene la sociedad y que eran, incluso, más rudas hace un par de décadas.

Las actuaciones están muy bien logradas, sobre todo Marcela Salinas, quien siempre destaca por actuaciones potentes. Coca Miranda interpreta a un gran personaje, lleno de capas, mucho humor y una destreza en el escenario en la que se ve imparable.

La dramaturga Rae del Cerro escribe un texto que es complejo en cuánto a la intensidad del drama que se relata, pero que choca constantemente con el tono de humor que se va insertando en momentos no tan apropiados. Es interesante insertar humor en el drama, ya que así es la vida misma, pero hay que tener ojo en la forma en que se hace, sobre todo en un tema tan duro como éste, puede herir susceptibilidades.

La propuesta de la directora Javiera Mendoza es interesante a nivel de contenido, pero se queda un poco en ese limbo de no definir bien el género de la obra. Hay momentos totalmente dramáticos, durísimos y entremedio surgen situaciones hilarantes, que a veces chocan, por lo que cuesta entender dónde nos situamos. Puede ser una tragicomedia, pero la sutileza del humor dentro del drama no se logra de manera fluida. Las escenas en tono de comedia funcionan bien, sin embargo, el drama de fondo nos hace sentir incómodos al reírnos en momentos que deberíamos estar llorando. Es así como a través de la puesta en escena, pasamos de una situación a otra, sobre todo al final, tránsito que se hace un poco intenso para el espectador en términos de  construcción dramática y movimientos en escena.

La primera mitad de la obra funciona muy bien en cuanto a construcción dramática, a pesar de que a veces queda un poco confusa la historia de quién es Mirlo. Al principio se da a entender que era la pareja de la licenciada Moya, luego entendemos que es la sobrina. La segunda mitad de la obra decae en ritmo, pues empieza a aparecer una gran cantidad de información, nuevos personajes y el engranaje se complejiza. De hecho, hay un par de escenas que parecen ser concluyentes, pero la obra sigue, lo que no es necesario.

La obra nos deja reflexionando sobre la mirada que tiene nuestra sociedad sobre los crímenes de odio, pensando en las comunidades LGBTIQ+, que constantemente han sido invisibilizadas. Lo que hace esta historia, es presentarnos a un grupo de mujeres que se unen en torno a la memoria y que juntas buscan hacer justicia.

Ficha técnica

Título: Antes de morir quiero conocer el cielo

Compañía: La Chueca

Dramaturgia: Rae del Cerro

Dirección: Javiera Mendoza

Elenco: Marcela Salinas, Carla Casali, Coca Miranda e Hitzka Nudelman

Diseño y producción de vestuario: Loreto Martínez

Realización de vestuario: Javiera Labbé

Realización de escenografía: Taller el Litre

Realización pelucas/maquillaje: Carla Casali

Diseño Sonoro y director de escena: Octavio O`Shee

Diseño escenografía e iluminación: Daniela Fresard

Fotografías: Fernanda Ruiz

Coreografía: Ymar Mercedes

Producción: Carmina Infante

Dirección/Producción Ejecutiva: Teresa Gómez

Agradecimientos: Horregias

Coordenadas

31 Mar al 9 abr. Vi y Sá— 21 h, Do— 19.30 h.

$6.000 Gral., $4.000 Personas mayores, $3.000 Estudiantes

 

 

 

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