Por Ana Catalina Castillo
El caracol es un animal curioso. Siempre se habla de su lentitud, pero poco se dice de la sorprendente energía que invierte para desplazarse. Avanzar supone para el caracol un gran esfuerzo físico de contracción y elongación. Y, además, es su propio hogar. Estas características, con toda su dimensión existencial, están presentes en Caracol, la obra codirigida por Ignacia Agüero y Juan Pablo Troncoso en cartelera por estos días en la plataforma de Matucana 100.
La obra, cuya puesta en escena está especialmente diseñada para el formato digital, nos presenta una historia cuasi distópica –porque así como vamos, no parece tan lejana– en la que tres mujeres tratan de buscar la salida a una vida sin sentido, que esclaviza con vacuidades. Para lograrlo, deciden aislarse del mundo de arriba; uno enajenado, materialista y contaminado para ver nacer un mundo nuevo. Así, refugiadas en un edificio caracol abandonado, se proponen cavar un pozo hasta encontrar el centro, una especie de axis mundi; por tanto, un sitio sagrado en torno al cual se mueven en círculos repitiendo como mantra: “el espiral nos salvará”.
Uno de los aspectos que llama la atención desde los primeros minutos de la obra es que pone en relieve el cuerpo como instrumento, lo que hace del movimiento una forma de protesta. Tal como el caracol, se contrae, se elonga, se arrastra pero igualmente se mueve. Por lo mismo, las actrices Ignacia Agüero (Z), Claudia Cabezas (X) y Alejandra Díaz (Y), están sometidas a un desplazamiento escénico que conmueve. Vemos el desgaste, escuchamos su respiración, sentimos la angustia de la toma de conciencia de los personajes que encarnan; entendemos sus dudas y contradicciones. Cabe destacar, además, que la teatralidad física armoniza con la palabra dramática, la que alcanza el vuelo poético sobre todo en los monólogos.
Durante la obra, que cuestiona la absurda forma de existencia en el mundo, escuchamos varias veces la palabra persistencia. “Abajo nosotros persistimos”, dice uno de los personajes. Y es que la persistencia tiene ese ingrediente de actuar con firmeza, con convicción. Esto se vuelve crucial en este mundo invertido, donde el infierno no es abajo sino arriba, pues la desidia de quienes lo habitan ha permitido que campeen la injusticia, la desigualdad y el maltrato humano y planetario, porque se olvidó que “la responsabilidad estaba en el ritmo, en el movimiento”.
Mucho se ha discutido sobre si las obras online constituyen o no teatro, ya que carecen de un elemento fundamental y característico: el convivio, la experiencia teatral que implica compartir con un propósito estético. Aun así, y al menos en este caso, la potencia de la dramaturgia y de la actuación es tal que la emoción surge aunque la acción dramática esté mediada por la pantalla. El propósito de interpelación, distintivo del género teatral, se consigue también.
A este último aspecto contribuye, ciertamente, el universo escénico creado por la diseñadora integral Laurene Lemaitre, porque tanto la iluminación como la escenografía y el vestuario funcionan de manera orgánica, acentuando la idea de círculo y espiral. La música, a cargo de Matías Robledo, dialoga tanto con la acción dramática como con el sonido incesante de una gota subterránea que resuena marcando el tiempo, el mismo que ya se nos acaba, por lo que no nos dará la oportunidad de volver el infierno a su sitio.
Título: Caracol
Co-dirección: Juan Pablo Troncoso e Ignacia Agüero
Dramaturgia: Juan Pablo Troncoso
Elenco: Ignacia Agüero, Claudia Cabezas, Alejandra Díaz
Música: Matías Robledo
Diseño integral: Laurene Lemaitre
Dirección audiovisual: Cristóbal Jurgens
Duración: 70 minutos
Temporada: Disponible hasta el 3 de octubre
Horarios: Miércoles a domingo 20.30 horas
Plataforma: Matucana 100
Entradas bajo sistema paga lo que puedas https://ticketplus.cl/events/caracol