Crítica de teatro “Final de Partida”: Sobreviviendo a la miseria y la desolación

Crítica de teatro “Final de Partida”: Sobreviviendo a la miseria y la desolación

Por Galia Bogolasky

 

Final de Partida es la obra que abre la cartelera presencial del Centro GAM. El clásico de Samuel Beckett, invita a visitar un futuro postapocalíptico y a mirar dentro del refugio donde sobreviven los últimos seres humanos. Dirigida por Francisco Martínez Batarce, cuenta con las actuaciones de Willy Semler, Jaime McManus, Norma Ortíz y Regildo Castro.

La obra se sitúa años después del fin del mundo, en un refugio escondido y lejos de cualquier contacto con otros seres humanos. Pocos logran sobrevivir una especie de catástrofe, y tratan de salir de una situación compleja con lo poco que les queda. Son cuatro personajes, que sobreviven en este oscuro lugar; Hamm, un viejo ciego y parapléjico, su sirviente Clov, un hombre cojo que no puede sentarse y sus padres amputados de piernas y encerrados en basureros. Clov es el que lleva el peso dramático de la historia, y es interpretado de manera magistral por Jaime McManus, un hombre adorable y complejo al mismo tiempo, un tipo que se tiene que hacer cargo del cuidado del personaje al que Willy Semler le da vida, llamado Hamm. Es un tipo miserable, pero que sufre, ya que está postrado en un carro de supermercado, donde no se puede mover ni tampoco ver. El elenco lo completan los padres de Hamm, interpretados por Norma Ortíz y Regildo Castro, que han perdido sus extremidades inferiores y viven dentro de dos depósitos de basura contiguos, donde se asoman para interactuar, pero que no tienen mayor interacción en la obra.

Final de Partida es una obra que tiene un contexto postapocalíptico, donde los personajes viven en la miseria, no tienen casa ni lugar en el mundo, sobreviven, no viven, y no hay mucho que les queda por hacer. Ya no queda la esperanza de salir de ahí, ni tampoco hay mucho por lo que luchar, lo que genera una constante durante la obra que produce angustia y desesperación, sobre todo en el contexto de la pandemia y pobreza que uno puede ver en las calles, donde la atmósfera se asemeja mucho a lo que estamos viviendo hoy en día en nuestro país y en muchos lugares del mundo.

Los personajes no tienen motivaciones, y ese es un principio difícil de explorar en una dramaturgia, pero Beckett lo logra y esa sensación se transmite a través de la puesta en escena a cargo de Francisco Martínez. La obra es presentada de manera realista, con una ambientación que podría ser cualquier barrio pobre de nuestra ciudad, donde hay mucha basura y poca seguridad. Pero al mismo tiempo, la temática es abstracta y la historia se desarrolla a través de una narrativa que habita espacios desconocidos, sin un destino claro.

El abandono, la pobreza, el desprendimiento de lo material, de lo tangible, y el eterno espíritu de la sobrevivencia al aburrimiento, es la clave y el motor que articulan este montaje, algo que toma significancia en momentos en que venimos saliendo de meses de encierro y tenemos poca claridad sobre el futuro.

La rutina es lo que absorbe y consume a los personajes, tal como nos sucedió a todos en plena cuarentena, donde los días eran iguales y no había mucho por esperar. Esta obra plantea esa disyuntiva sobre querer esperar algo, pensar en un futuro promisorio o simplemente dejarse morir.

La obra, a momentos parece un completo delirio, pero a ratos te hace comprender el drama del aburrimiento, el drama que genera la rutina y el sinsentido de las vivencias en situaciones tan extremas como un mundo desconocido que no tiene ninguna lógica. La obra aborda temáticas tan sencillas como el aburrimiento y la insignificancia de las cosas, pero al mismo tiempo se hace cargo de problemáticas bien terribles que tienen que ver con el abandono y la miseria. Tiene que ver con la desintegración del ser humano en un mundo hostil y árido.

La relación entre los personajes Clov y Hamm es interesante ya que ambos están sumergidos en la misma desolación y abandono, pero Hamm tiene un poder sobre Clov del que está acostumbrado a abusar, y Clov simplemente sigue acatando, sabiendo que no obtendrá nada a cambio. El abuso de poder desde la miseria, en el contexto de humillaciones y maltratos resulta perturbador, sobre todo si pensamos que los personajes no tienen nada que ofrecer y no hay nada que entregar. Solo compañía, y eso es finalmente lo que los une y los hace seguir sobreviviendo juntos.

Final de Partida funciona perfecto en este contexto de inseguridad e incertidumbre, donde el juego se está reinterpretando constantemente y ninguna carta está echada.

 

Título: Final de partida

Dramaturgia: Samuel Beckett

Dirección y adaptación dramática: Francisco Martínez Batarce

Elenco: Willy Semler, Jaime McManus, Norma Ortíz, Regildo Castro

Diseño escenografía e iluminación: Rodrigo Ruíz

Realización escenográfica: Francisco Sandoval

Diseño vestuario e iluminación: Gabriela Torrejón

Asistente de vestuario: Vanina Vidal Vaccaro

Realización vestuario: Elizabeth Pérez, Bocca al Lupo

Diseño sonoro: Alejandro Miranda

Producción: Alessandra Massardo

Peluquería: Francis Le Coiffeur

Auspicia: SULO

Proyecto financiado por FONDART convocatoria 2020

Hasta el 15 Ago

Sá y Do, 18 h.

Paga lo que quieras

Elige tu opción de precio y aporta con ella a la obra.

$3.000, $4.000, $5.000 ó $6.000

 

Edificio B piso 2, Sala N1

Actividad presencial

 

– Para esta actividad se solicitará Pase de Movilidad.

– El uso de mascarilla es obligatorio en todo momento.

– La boletería estará abierta para compras presenciales 4 horas antes de cada función.

– Las personas harán ingreso por orden de llegada.

– Aforo máximo de la sala permitido por la autoridad sanitaria: 53 personas.

 

 

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