Por Ana Catalina Castillo
¿Cómo recordar a través del arte uno de los hechos más dolorosos vividos en Chile? ¿Cómo hacerlo sin nombrar a la bestia que los causó? ¿Cómo evitar la revictimización? Estas son algunas de las preguntas que buscaba responder el equipo multidisciplinario que logró dar forma a esta respetuosa y bella pieza escénica audiovisual.
Huantajaya: En memoria de las mujeres de Alto Hospicio forma parte de la decimocuarta versión del Festival de Teatro y Danza (FINTDAZ). La obra –a partir de una investigación del periodista y actor Gabriel Valenzuela– surge a propósito de los veinte años ya transcurridos desde la captura del autor de los horribles crímenes acaecidos en Alto Hospicio, como un acto de justicia para que las 14 mujeres asesinadas no sean olvidadas. Toma su nombre del pique minero abandonado donde fueron encontrados varios de los cuerpos de las víctimas.
La pieza está estructurada de manera episódica y evoca los hechos mediante un montaje que consigue insistir en el dolor y en el horror, con un tratamiento audiovisual que no los atenúa sino que los trasciende, alejándose de una posible victimización y sin dejar espacio para el morbo. La cuidada escenificación establece un contrapunto dramático con el material de archivo; fundamentalmente, con la revisión de la cobertura que le dio la prensa a los asesinatos en serie que por tres años sacudieron a Iquique y que renueva el impacto en el espectador al recordar la impresentable opinión de algunas autoridades de la época.
De breve pero potente duración, la obra insiste en que hay un lugar donde se permitió el horror: Chile; espacio que opera como una especie de mundo al revés en el que se traspasa la culpabilidad a las víctimas por prejuicios sociales, agudizados por la cultura patriarcal que normaliza poner en duda la dignidad y respetabilidad de la mujer. Así, el país aparece como un infernal territorio que sigue concibiendo el cuerpo femenino como vehículo de provocación.
Se plantea la idea de la narración como ritual de cierre y también como reivindicación del derecho de toda víctima “a ser llorada” a perpetuidad. De las mujeres violadas y asesinadas, se habla a través de sus cuerpos femeninos y, por tanto, de lo que implica habitar el mundo de ese modo.
En pueblos y ciudades, las animitas –que pertenecen al acervo cultural de nuestro país– recuerdan de manera silenciosa pero constante al transeúnte, a alguien que murió en algún lugar, estableciendo un hito que tiene como fin hacer evidente su ausencia. En el caso de esta obra, tal como explicó una de las actrices durante el conversatorio posterior al estreno, la diégesis quiere oficiar de animita, de recordatorio doloroso pero necesario del horror. Y lo logra sin nombrar al victimario, sino recordando los nombres de cada una de las mujeres muertas para que sean ellos los que resuenen en una infeliz memoria colectiva.
Ficha técnica
Título: HUANTAJAYA: En memoria de las mujeres de Alto Hospicio
Dirección: Gabriel Valenzuela Neira
Dramaturgia: Iván “Chino” Fernández
Elenco: Estefania Flores, Carol Henríquez
Diseño audiovisual: Daniel Caro, Jordi Marcel
Diseño sonoro: Cristián Trigo
Diseño artístico: Mauricio Andaúr
Agencia y productora multimedia “Rizomas”
Duración: 25 minutos
Disponible de manera gratuita en www.fintdaz.cl
Funciones por Zoom 28 y 29 de octubre