Crítica de Teatro “Jugar a la guerra”: La representación más allá del teatro

Por Ana Catalina Castillo

Jugar a la guerra, la tercera obra de la Cía. La Jeanette, se inspira libremente en un caso real: una actriz es contratada para impartir un taller de teatro para agentes encubiertos. Así de concreto, así de delirante y provocador. Lo más interesante es que la premisa ya contiene la dualidad entre verdad y simulacro; entre los límites de lo real y lo representado que aquí se extienden hasta una actividad no solo ligada al poder, sino también protegida por los estamentos que lo ejecutan.

La estructura teatral asimila las escenas con las sesiones del taller, donde nada será definitivo ni estático, lo que permite acentuar ese desdibuje de la frontera entre lo que es y lo que parece. Así mismo, remite a aquello que complejiza la forma de habitar un mundo sin reglas a escala humana. Esta dinámica resulta envolvente para el espectador y altamente exigente para el elenco, pues intercambia roles según cambian la escenas. Deviene en un conjunto de volúmenes que transitan el espacio, que lo ocupan en el sentido físico y psicológico, como herramienta potente que se hace parte del significante teatral.

En Jugar a la guerra se aprecia cómo la dramaturgia y dirección experimentada de Juan Pablo Troncoso equilibra la fuerza de la palabra con el uso del cuerpo, exigiéndoles a actores y actrices, rapidez, versatilidad, resistencia; características de un teatro físico que ya habíamos visto en la magnífica Caracol (2021), logrando que el ritmo no decaiga. Los movimientos de tensión y distensión dramática se enriquecen con notas de humor negro que alivian tanto como perturban, pues estamos frente a un texto agudo e inteligentemente mordaz.

La propuesta dramática se mueve entonces en dos ejes: en la concepción del teatro como arte de la representación y en el cómo se ejerce poder a través del simulacro. A nivel de representación, está el quehacer teatral como juego y ritual, se revive el concepto de convivio (y se concreta en la interacción con el público). Se atrapa al espectador desde el primer momento, incluso antes de constatar que la melodía de la taquillera Top Gun (la de los ochenta) –que se escucha desde que el público entra a la sala– será mentada en la pieza que está por comenzar. Estrategia altamente atingente, pues el tópico del “arte para las masas” entra en diálogo sutil con varios parlamentos en que se cuestionan los estatutos del arte y del teatro como parte de este.

La puesta en escena se complementa con visuales que suman acción dramática y también refuerzan la idea de que los simulacros ocurren en la escena y fuera de ella. De esta manera se enfatiza el juego y se instala la reflexión: cuándo y cuánto actuamos, de qué manera las redes de poder facilitan y estimulan este juego que puede llegar a la perversión en una mezcla loca de verdad y simulacro. En suma, ¿cuán a menudo jugamos a la guerra?

FICHA ARTÍSTICA:

Título: “Jugar a la guerra”

Dramaturgia y dirección: Juan Pablo Troncoso

Diseño integral: Manuela Mege

Elenco: Ignacia Agüero, Carlos Briones, Ricardo Montt, Constanza Muñoz, Valentina Nassar y Agustín Sanhueza

Diseño sonoro: Catalina Anguita 

Producción: Paulina Gómez

En GAM de miércoles a sábado hasta el 30 de julio. Edificio B, piso 2, Sala N1.

 

 

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