Por Javiera Hojman
El Teatro UC está reestrenando la obra Lo crudo, lo cocido, lo podrido, después de que en 1978 fue censurada por su mensaje crítico y burlón contra la dictadura. No es sorprendente: en la obra hay una metáfora constante entre la cocina y la política, algunas veces extremadamente explícita, en que se ridiculiza al gobierno, en general, y a la figura de Pinochet, en particular. Incluso se rescatan anécdotas específicas, que hacen que la obra sea mucho más interesante para los espectadores que tienen una perspectiva más o menos clara de lo que ocurría en esa época. Fuera de contexto y sin entender el trasfondo político, la obra podría parecer un poco básica y confusa, pero si se consideran todos los elementos que rondaron su producción inicial, el guion se torna extremadamente inteligente.
La historia tiene lugar en un restaurant llamado Los Inmortales, muy exitoso y exclusivo en alguna época, pero actualmente en decadencia. Cuenta la historia de tres garzones: Efraín, Evaristo y Elías, que desarrollan su trabajo de acuerdo con Juramento de la Orden de la Garzonería Secreta. Junto a Eliana, la administradora del lugar, están lidiando con los cambios sociales de los últimos años, debido a los que ya no tienen clientes. Hay un círculo cómico y de burla en las actividades de los personajes, en el que los garzones practican una y otra vez cómo poner y retirar las cosas de la mesa y la administradora hace inventario de todo, desde las patas de las mesas hasta las tablas del suelo. Sus clientes antiguos, que eran políticos respetados, han perdido su reputación, y hay un juego constante entre la muerte metafórica y las insinuaciones de muertes reales y cadáveres escondidos en la sección de Reservados del restaurant.
En la obra existe una representación clara de “los antiguos años”, los valores pasados de moda y que ya no aplican en la actualidad. Los miembros de la Orden de Garzonería Secreta dicen tener más de 100 años trabajando, persiguen la decencia, buscan un público de elite y se oponen a los cambios. Hay toda una historia sobre el garzón que propone tener un equipo de música moderno, y cómo esto se lleva al ridículo tildándolo de pecado, de crimen, como una idea peligrosa que debe ser expiada. La metáfora es evidente, burda, pero cumple su función. Frases como “no aceptamos desertores, solo garzones”, “aquí no le abrimos la puerta a nadie”, y la confesión culposa de “he tenido pensamientos, incluso, ideas” son formas muy inteligentes de burlarse de la realidad.
Hay otros paralelos entre la comida y la política, que, sin embargo, no funcionan. La primera mitad de la obra es audaz, atrevida, pero de forma sutil e inteligente. Al contrario, la segunda mitad se vuelve excesivamente evidente y un poco grotesca, desaparece parte del cuidado por la sutileza en la dramaturgia, los diálogos se ponen un poco obvios, y se siente como si nos explicaran las bromas en vez de permitirnos disfrutarlas por nuestra cuenta.
En relación con la versión anterior de la puesta en escena, hay un cambio interesante que aparentemente se adapta a la modernidad: en el elenco original, son tres actores (los garzones) y una actriz (la secretaria), pero en esta versión uno de los personajes masculinos está representado por una mujer. Resulta curioso, porque el personaje sigue siendo hombre, Efraín, actúa como hombre y tiene gestos tradicionalmente masculinos. No queda claro si hay una especie de statement detrás de esta elección, o si es casual.
En general, la obra Lo crudo, lo cocido y lo podrido cumple con lo que promete. Es una obra inteligente, atractiva y provocadora, con buenas actuaciones, un sentido del humor muy cotidiano, y que apela especialmente a las personas que manejan el contexto en que fue escrita. Le da un plus importante el hecho que haya sido censurada previamente. Hay algunos elementos que quedan fuera, y que podrían haber sido mejor aprovechados ―como las menciones ambiguas y casuales de cadáveres de políticos antiguos en sectores del restaurant―, pero el resultado final es una obra entretenida, cómica y satírica que no decepciona.
Ficha técnica
Título original: Lo crudo, lo cocido, lo podrido
Director: Álvaro Viguera
Fechas: 4 de mayo – 3 de junio
Lugar: Teatro UC, Jorge Washington 26
Elenco: Mariana Muñoz, Marcela Salinas, Luis Cerda, Francisco Ossa
País: Chile