Por Magdalena Hermosilla
Bajo la dirección de Christian Zúñiga, dramaturgia del reconocido actor Álvaro Rudolphy y las interpretaciones de Álvaro Rudolphy, Marcela Del Valle y Gabriel Muñoz, la compañía teatral Solos pone en escena MATCH un intrigante melodrama con toques de comedia, lleno de incógnitas y giros inesperados, que se reestrena en el Teatro Mori de Vitacura.
La obra relata la historia de un hombre mayor llamado Francisco (interpretado por Rudolphy) que vive junto a Felipe (Gabriel Muñoz), su hijo adulto. Francisco está a la espera de la llegada de su primera cita, Isabel (Marcela del Valle) una mujer joven y hermosa a quien conoció por medio de una aplicación. Para que todo resulte como él lo espera deberá conseguir que su hijo salga del departamento para recibir a Isabel. Intimidad que le permitirá a Francisco entender los enigmas que tiene su match y que dejan perplejos tanto al protagonista como al espectador ante la verdad que les será revelada.
Probablemente la mayoría conozca a Rudolphy por su trabajo en televisión durante la era dorada de las teleseries chilenas (El señor de la Querencia, ¿Dónde está Elisa?, Aquelarre, Amores de Mercado, Somos los Carmona, Pituca sin lucas) Sin embargo, el actor se viene desempeñando como dramaturgo, director para teatro y cine la misma cantidad de años que ha sido actor. Podemos destacar obras como Échate mentolatum (1996), El virus (2006), Escape libre (2008), Envenenados (2016) y El velorio (2017), entre otras.
A su vez, Zúñiga tiene una trayectoria parecida, siendo también actor en televisión y teatro, en series como Mea Culpa, Vuelve temprano, Tira y más recientemente Juegos de poder. Esta gran pareja director-dramaturgo y con las excelentes interpretaciones de del Valle y Muñoz logran montar una historia interesante, entretenida, emotiva y dinámica que mantiene al espectador constantemente enganchado en el próximo giro de los eventos.
En relación a la propuesta argumentativa y la construcción e interpretación de los personajes, cabe decir que la obra hace un buen trabajo en tomar una premisa que podría ser muy simple y dotarla de giros y contragiros que enriquecen la narrativa y la hacen más entretenida a ojos del espectador.
Al principio es muy comédico, vemos los nervios de Francisco por su primera cita, la incomodidad de Isabel al conocerlo, la divertida relación padre-hijo entre Francisco y Felipe. Parece ser una obra ligera, chistosa y con la que nos identificamos en estas experiencias de las primeras citas en la era del internet.
Pero a medida que avanza la obra se nos van revelando una serie de eventos dramáticos que complejizan progresivamente tanto la trama como la construcción de estos personajes que podrían haber quedado en la unidimensionalidad. Además de darnos ciertas luces que la intención detrás de esta primera cita que no es lo que parece. Son revelaciones muy trágicas: abuso sexual, violación, violencia intra-familiar, intentos de suicidio, traumas de abandono, soledad y hasta pseudo-incesto. Poco a poco sentimos que toda la comedia del inicio no solo es entretenida, sino que necesaria para aligerar la densidad emocional que viene con cada giro y revelación en esta obra.
Esta relación comedia y drama que se va insertando de a poco durante el desarrollo de la obra, desconcierta y confunde al espectador de la misma forma en la que los personajes, en especial el protagonista, se sienten desconcertados y confundidos. Una suerte de teleserie condensada en 70 minutos y lo expreso en el mejor sentido posible.
La interpretación de Rudolphy es todo lo que uno esperaría de alguien con su trayectoria actoral; es realista, intrigante, divertida, cercana y distante todo al mismo tiempo. Nos incomoda cuando se pone a bailar o cuando intenta seducir a Isabel (en especial por la diferencia de edad entre ambos) hasta el punto que nos saca un par de risas nerviosas, pero, a la vez, nos sentimos identificados en su soledad, en su miedo al abandono, en su reacción de desconcierto a los arrebatos de Isabel, en su visible confusión y sospecha de que hay algo más ocurriendo. Una interpretación impecable.
De la misma forma, la interpretación de Marcela del Valle es misteriosa, a ratos inquietante, pero también tierna y cruda. La forma en la que nos va revelando de a poco más y más de su verdadera naturaleza, historia e intenciones nos hace sentir lástima por ella a pesar de su errática forma de actuar. Se va y vuelve del departamento sin explicaciones, llora e inmediatamente después se ríe y logra una expresión de su rabia e incomodidad visiblemente contenidas que es muy interesante de observar. Grita, pero no alza la voz. Esta característica que le brinda del Valle al personaje, en especial teniendo en cuenta lo mucho que Isabel esconde, es muy acertada. Parece estar reteniéndose constantemente de expresar lo que quiere decir. Además, difiere a la rabia e incomodidad explícita a la que recurre Rudolphy, que manifiesta su confusión y desconfianza hacia Isabel de forma mucho más abierta y fuerte. Esto genera un juego de lo escondido y lo mostrado que muy interesante de ver.
No puedo terminar esta idea sin también aplaudir la interpretación de Gabriel Muñoz, quien, en su dinámica de intercambiar una performatividad intensa y sutil, demuestra nuevamente su potencial como joven actor. Debo confesar que la revelación final de la obra sobre la relación entre Francisco e Isabel fue, más bien, una sospecha confirmada y no un desvelamiento inesperado. Después de todo, durante el transcurso de la obra tanto el diálogo como las acciones de ambos personajes van sembrando en nosotros estas sospechas. Sin embargo, la implicancia que tiene Felipe en esta dinámica sí fue una revelación mucho menos obvia, no habían sospechas de ello hasta casi el final de la obra y se transformó en uno de los giros menos esperados y más interesantes de la trama, y, en gran medida, siento que este acierto se debe a la brillante y sutil interpretación de Muñoz.
Ahora bien, las interpretaciones de los actores y la dramaturgia de Rudolphy logran llegar a buen término gracias, también, a las decisiones de dirección de Christian Zúñiga. En cuanto a los aspectos técnicos del diseño de producción, hay dos elementos de la puesta en escena que son interesantes de analizar y que logran potenciar la efectividad de la trama. Primero, el sobrencuadre del espacio escenográfico. Zúñiga toma una decisión poco común con la disposición del departamento en el que se desarrolla la obra: el departamento está delimitado por unas barras de madera en el piso dentro del mismo escenario. Reduciendo así, el espacio dramático y dejando una parte del escenario como territorio neutro. Se podría haber decidido que el espacio afuera del departamento estuviera tras los bastidores (como sería natural), fuera de la visión del espectador. En cambio, acá los actores nunca dejan de estar en el escenario, incluso cuando no están en el departamento, es decir, cuando no están actuando. Están sentados en unas sillas ubicadas al fondo izquierdo —en el espacio neutro— observando la obra mientras esperan su turno de intervenir. Esto es sumamente atingente a la trama, en especial teniendo en cuenta que siempre son del Valle y/o Muñoz quienes están sentados en estas sillas, pues son Isabel y Felipe los únicos que saben la verdad y que planearon juntos esta cita falsa para Francisco. Hay una complicidad entre ambos personajes, que no se explicita hasta el final de la obra, pero se evidencia en la forma en la que ambos observan a Francisco fuera de escena, mientras él intenta juntar las piezas de este rompecabezas para comprender lo que está ocurriendo realmente.
Hay solo un momento en el que esta delimitación construida se ignora: cuando Isabel rodea el sillón para seducir a Francisco. En este momento Isabel estaría, técnicamente, fuera del departamento, sin embargo, esta vez, no se toman en cuenta los límites. No podría decir con certeza si fue o no algo intencional o si fue más bien una decisión práctica, pero, aunque no haya sido intencional creo que es igualmente interesante, pues este momento desencadena la revelación de la verdad acerca de las intenciones de Isabel y el parentesco entre ambos. Es como si las barreras que separan la verdad de la mentira se desvanecieran una vez que se ignoran las barreras que separan el espacio dramático del resto del espacio escenográfico. Segundo, la ventana. Uno de los espacios de delimitación utilizados por Zúñiga, comprende un vacío que da hacia el público, una ventana. la única que existe en el departamento y por la cual se puede ver Santiago. La ventana nos permite a los espectadores ver cosas que los otros personajes dentro de la obra ignoran. Isabel y Francisco van hacia la ventana cuando se sienten incómodos, cuando temen que la situación no esté yendo de acuerdo a lo que planeaban, cuando revelan sus inseguridades. Son gestos y aprensiones que no se demuestran entre ellos, pero sí a nosotros. Nos hacen partícipes de estas emociones que, además, dan ciertas luces a la audiencia sobre que esta cita no es lo que parece ser.
Cuando hay experiencia de sobra en cómo hacer un buen melodrama, se nota. Álvaro Rudolphy, claramente, tiene muchos años de experiencia en ello y junto a las interesantes y muy acertadas decisiones de la dirección de Christian Zúñiga y las brillantes interpretaciones de Marcela del Valle y Gabriel Muñoz, no hay por donde perderse. En una época de las artes escénicas donde nos hemos movido tanto hacia lo experimental, lo performativo, lo sinestésico y lo abstracto, MATCH es una obra refrescante por su cualidad narrativa y dramática. Nos mantiene intrigados y expectantes ante la revelación de lo que esté realmente ocurriendo entre estas dos personas que se conocieron, sin reconocerse, en una aplicación de citas por internet.
Ficha técnica
Título: MATCH
Duración: 70 minutos
Dirección: Christian Zúñiga
Dramaturgia: Álvaro Rudolphy
Elenco: Álvaro Rudolphy, Marcela del Valle, Gabriel Muñoz.
Compañía teatral: Solos
Coordenadas
Teatro Mori de Vitacura
Hasta el 27 de enero
Jueves a sábado a las 20:30 hrs.
Las entradas tienen un valor de 15.000 pesos y se encuentran disponibles por ticketmaster o la página web del teatro Mori.