Crítica de Teatro “Mónica 1984”: El mar y sus memorias

Por Romina Burbano Pabst

Mónica Briones Puccio, lesbiana, artista y bohemia chilena, salió del bar Jaque Matte donde había celebrado su cumpleaños número 34. Mientras esperaba la micro en Parque Forestal, fue brutalmente atacada, insultada y golpeada por un hombre. En aquella fría madrugada del 9 de Julio de 1984, Mónica murió desangrada en el pavimento. Su muerte fue el primer caso documentado de un crimen de odio en Chile y el primer lesbicidio registrado.

Mónica 1984 es la obra que cierra la Trilogía Muerta por Lesbiana de Teatro La Crisis; un conjunto de tres piezas que retratan la vida y muerte de tres mujeres lesbianas. Tras el éxito de Las Convocadas: manifiesto de una joven lesbiana en busca de justicia (2020) y Cuando se rompa el silencio (2023), la compañía culmina su trilogía con esta nueva puesta en escena en el Teatro del Puente. Dentro de la conmemoración del mes del orgullo lgbtq+ y la diversidad, La Crisis, compañía lesbofeminista y activista, se centra en visibilizar historias que han sido dejadas en el olvido, trayendo su lucha y memoria a la contemporaneidad a través de la creación artística. En palabras de la directora Evaluna Valdivieso, La Crisis, rompe con el teatro heteropatriarcal.

El elenco, conformado por Carla Baeza, Aníbal Gutiérrez, Bárbara Mártin, Florencia Cárdenas, Matías Silva y Alberto Villarroel, traen consigo una puesta en escena distinta e interesante con un concierto teatralizado que explora episodios en la vida de Mónica Briones. Alternando entre la realidad y la ficción, el montaje lleva al espectador a un viaje a través del tiempo y la memoria, resignificando aquellas historias de vida que han quedado en la bruma de un pasado indiferente.

La obra se ambienta en el Chile de los años 80´s y, se centra en la vida de Mónica Briones, quien, como todos los años, viaja a la playa de Horcón en la V Región de Valparaíso. En este paseo, Mónica se encuentra con otros viajeros disidentes que, como ella, intentan disfrutar de la vida fuera de la clandestinidad del deseo, el amor y la pasión. Durante el viaje, Mónica entabla una relación particular con el mar, un testigo silencioso de su vida y de los demás, que esconde en su belleza natural, historias de lucha y reivindicación. De vuelta en Santiago, Mónica se reencuentra con el arte y descubre nuevos amores, reafirmando su deseo de vivir plenamente y en libertad. Sin embargo, mientras pasea por el Parque Forestal, habrá sido su piel erizada o una corazonada que le advirtió que algo estaba por suceder.

Las directoras escénicas disidentes, Tatiana Baeza y Evaluna Valdivieso, representan la resistencia y la memoria desde el teatro-concierto, teniendo un enfoque en la trascendencia de los hechos, ofreciendo nuevas lecturas sobre las distintas formas en que las mujeres lesbianas han vivido. Tatiana Baeza posee una capacidad dramatúrgica sensible, que nos acerca a la vida de personas que ya no están, a lugares que han cambiado, a luchas que han continuado a lo largo del tiempo y, también, a la experiencia personal de las disidencias. Construyen un teatro político, un teatro de la memoria, que se mantiene fiel a este ideal de trascendencia a partir del encuentro entre la música y el diálogo. De este modo, la obra no solo narra la historia de una mujer disidente, sino también, invita a la reflexión sobre las múltiples capas de opresión y resistencia que conforman nuestra memoria colectiva.

Sin duda alguna, lo que más destaca de la obra es que la integración de la música es excepcional, creando un ritmo único en la narrativa, con momentos en los que los diálogos se vuelven poéticos y otros donde las palabras no bastan y se cantan, como mencionó, actor y director musical, Aníbal Gutiérrez. La audaz fusión del teatro y el concierto construye un juego musical que no solo enriquece la narrativa, sino que también intensifica la emotividad de la obra. Esto es evidente desde el primer momento, cuando la sala estaba a oscuras y sonaba de fondo la melancólica trompeta de Matías, dando inicio a la trama. Aquí, la música aparece como un elemento primordial que no solo actúa como un acompañamiento sonoro, sino también, como un narrador intrínseco que teje, entre acordes, palabras e instrumentos, una trama envolvente. La musicalidad queda en manos de un elenco que transforma, crea y replica melodías propias de la Nueva Ola chilena de los años 60´s, amplificando las emociones y pensamientos de los personajes, creando una narrativa paralela que resuena con el público.

Entre el twist, el rock and roll y la balada, nos adentramos a un imaginario donde el disfrute, el verano y el amor comparten protagonismo. Mónica 1984, va más allá de la musicalización de la obra. Cada melodía, cada canción, se convierte en un narrador capaz de expresar lo que los personajes no pueden verbalizar, convirtiéndose en una voz propia dentro de la narrativa. La música se convierte en narrador y los diálogos en poesía que abordan la reflexión desde la sensibilidad de las palabras, el mar me baña y yo le baño a él, he adolecido la vida, pero no la muerte; me hago una con el mar, mi cuerpo patalea, resiste y mi mente tranquila. La relación de Mónica con el mar es central en la obra, funcionando como un símbolo de dualidad. Es ese mar, testigo silencioso de las atrocidades del ser humano en el que descansan sus cuerpos, el mismo mar que recibe con gozo a Mónica y sus amistades en el verano del 84.

El mar, es un refugio donde los personajes encuentran un espacio en el cual exploran su libertad, su curiosidad y su deseo por ser ellos mismos. Esta capacidad de sanar que se le otorga al mar, simboliza este anhelo de renovación en una sociedad marcada por el odio y la violencia. Así el mar se convierte en un elemento poderoso de ocultamiento y memoria. La música fluye como las olas, narrando aquellas sensaciones y pensamientos más íntimos que los personajes desean demostrar con una sutileza única. En esta poética del mar, se refleja tanto la belleza como la tristeza, la libertad como la represión, capturando la complejidad de las experiencias humanas disidentes.

Por otro lado, la estética de la obra, desde el vestuario hasta la escenografía, está cuidadosamente diseñada para desenvolverse en una atemporalidad que entrelaza distintos elementos que evocan no solo la época sino, también, la forma en que se caracterizan los personajes. Una silla de playa que evoca la costa, mientras las hojas caídas en la alfombra representaban el frío otoño en Parque Forestal; una mesita de noche con un macetero que parecía tener una malamadre y una vela blanca, se convierten en elementos con creciente presencia a medida que avanza la trama. Sin sobre saturar la mirada del espectador, el espacio también presenta distintos instrumentos entre ellos: una guitarra eléctrica, un bajo, una batería y un teclado. La escenografía, aunque contiene un constante en su composición, se transforma con sutileza para sugerir distintos escenarios: la playa, el parque, el garaje. Esta escenografía dinámica pero continua, logra transportar al público a distintos escenarios manteniendo siempre una coherencia visual y temática que enriquece la narrativa.

El elenco multidisciplinario ofrece actuaciones llenas de talento, destacándose en la interpretación de sus complejos personajes. Esto se observa claramente en la habilidad de interpretar, cantar, bailar y tocar distintos instrumentos a lo largo de la trama demostrando la plasticidad de los actores al explorar de manera más profunda y compleja las historias que presentan en conjunto con los objetos. Sus interpretaciones no solo ilustran eventos en la vida de Mónica, sino que también resuenan con temas universales de resistencia, amor y lucha por la identidad corporeizados en los demás personajes amigos de Mónica. Así, cada personaje y cada interpretación contribuye a una narrativa polifónica, donde la historia personal de Mónica Briones se fusiona con las experiencias compartidas de la comunidad lgbtq+.

Los intérpretes, al encarnar a los amigos de Mónica, representan sus relaciones personales y también, actúan como narradores y testigo de su vida y lucha. Durante la trama hay un constante traspaso de narradores, los actores alternan entre contar la historia de Mónica y asumir sus propios roles simbólicos que profundizan en la reflexión de la historia. Por ejemplo, en ciertas escenas, pueden encarnar los desafíos, las pasiones u opresiones que Mónica vivió, dando voz a la realidad de la época dentro de la estructura narrativa de la obra; y en otras escenas, son un grupo de amigos que tocan música en su garaje. Es así que la interacción entre los personajes se convierte en una danza narrativa donde cada intérprete, con su historia individual, no solo avanza con la trama, sino que arma un tapiz complejo de experiencias compartidas, destacando la interdependencia de sus historias.

Mónica 1984, es una obra necesaria que se convierte en un poderoso acto de visibilización artístico. Nos invita a reflexionar sobre nuestro pasado y su impacto en nuestro presente, en la importancia de rescatar aquellas historias que han sido silenciadas desde las artes, recordándonos la importancia de mantener viva la memoria de quienes han lucharon por sus derechos y su identidad. Es a través de su marcada poética, su música y su narrativa, lo que hace de este montaje algo único y atemporal.

El mar nos recordará lo que el tiempo no borró y sus olas hablarán de las historias que no debieron callar.

Ficha Técnica

Título: Mónica 1984

País: Chile

Dirección escénica: Evaluna Valdivieso y Tatiana Baeza-Fariña

Dramaturgia: Tatiana Baeza-Fariña   

Dirección musical: Aníbal Gutiérrez

Composición musical: Teatro La Crisis

Elenco: Carla Baeza, Aníbal Gutiérrez, Bárbara Mártin, Florencia Cárdenas, Matías Silva, Alberto Villarroel

Diseño Integral: Amanda López y Tifa Hernández

Producción: Evaluna Valdivieso

Gestión y comunicaciones: Agencia Rizomas

Duración: 80min

Edad recomendada: +14

Uso/presencia de: alto volumen de sonido y humo

Coordenadas

Del 29 de Junio al 14 de Julio (no se realizará función el jueves 4 de julio)

Miércoles a domingo a las 20:00hrs

En Teatro del Puente

 

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