Crítica de Teatro «Prefiero que me coman los perros»: Sobrevivir a un error

Crítica de Teatro
«Prefiero que me coman los perros»: Sobrevivir a un error
Por Vale Jauré (ytodolodemas.cl)
Todos los días, a veces más, a veces menos, cada uno de nosotros comete un error. Pequeñas equivocaciones, algunas medianas, y otras enormes, tan grandes que tienen la fuerza de cambiar completamente una vida, llevándola de una vereda a una jamás antes pensada. ¿Cómo se vive con esos fantasmas? ¿Se sobrevive a esos fantasmas?
«Prefiero que me coman los perros» es una obra que fuera premiada en el año 2017 por el Círculo de Críticos de Arte por mejor dramaturgia, Carla Zúñiga (Trilogía de la fatalidad) mejor actriz Nona Fernández (Premio Sor Juana Inés de la Cruz por “La Dimensión desconocida”) y mejor diseño que respecto al espacio e iluminación fuera trabajo de Belén Abarza, el diseño sonoro de Álvaro Pacheco y el diseño gráfico de Javier Pañella.
Con motivo del Festival Santiago Off se repuso en el Teatro del Puente. En cada fecha la sala estuvo llena, todas las entradas estaban vendidas, y contaba con un público mayoritariamente joven que aplaudió y se conmovió. La dirección de Jesús Urqueta nos conduce en esta historia con marcado humor negro, en que diez años después de un accidente de trabajo Eugenia, la protagonista, intenta componer su alma asistiendo a la consulta de una psicóloga que no la soporta.
Junto a Nona Fernández está Monserrat Estévez, quien interpreta a la terapeuta, ambas a través de diálogos creíbles y rápidos nos dejan de manifiesto el embrutecimiento provocado por las condiciones laborales abusivas, la aceptación de éstas, y la escasa o nula salud mental que existe en nuestro país. En un momento la paciente pide un abrazo y la respuesta es sencilla “Así no se hacen las cosas”, ¿Cómo se hacen entonces? La obra nos presenta la alternativa de cuando no hay salida, cuando simplemente queda en sumirnos en la pena, ocultando la locura, hasta que no quede vestigio de lo que es real y de lo que no lo es.
La soledad de los personajes nos cuestiona la capacidad de perdón de una sociedad, que proviene por sobre todo de la capacidad de identificación con el otro. Seguramente de ahí proviene la decisión de un escenario que es un espejo, donde los asistentes nos podemos ver de frente, como trasfondo de la acción. Y claro que nadie quiere ser como los que vemos sobre el escenario, todos aspiramos a ser queribles, pero la insistencia de ver nuestra propia cara parece querer decirnos que la cosa es como si estuviéramos a un mal día de echar a perder todo.
Hay mucho humor negro, inteligente y realmente divertido. Es una historia que no da moraleja, sino que nos entrega preguntas, nos hace pensar que nosotros en cada uno de nuestros trabajos, o conduciendo, o comentando en redes sociales podemos equivocarnos, y tendremos que vivir con eso. Sólo que no estamos en un medio que nos entregue las herramientas para sobrellevarlo, y vemos las consecuencias del tener que aguantarse e intentar seguir viviendo, algunos querrán borrarse, otros empastillarse, cada uno con sus errores y cada uno con sus soluciones.

El sobrevivir a un error enorme como la muerte se ve difícil, y en «Prefiero que me coman los perros» se ponen todos los elementos teatrales con el fin de que nadie vuelva a su casa sin que esta duda le haya conmovido aunque sea un poco.

Dirección: Jesús Urqueta
Dramaturgia: Carla Zúñiga
Elenco: Nona Fernández, Monserrat Estévez, Cristián Keim, Nicolás Zárate
Producción: Ana Cosmelli
Diseño de espacio e iluminación: Belén Abarza
Diseño de vestuario: Tatiana Pimentel
Diseño sonoro: Álvaro Pacheco

Diseño gráfico: Javier Pañella
Video: Eduardo Bunster
Realización escenografía: Manuel Morgado y Nicolás Muñoz

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