Crítica de teatro “Reminiscencia”: Un viaje a través de la memoria

 

Por Valentina Gilabert

La obra escrita y dirigida por Mauro “Malicho” Vaca Valenzuela, es un viaje a través del tiempo y la memoria. Una biografía propia y colectiva que permite un encuentro entre los recuerdos y las letras escondidas en una ciudad que clama a gritos contar su historia.

Mauro Vaca, conocido como Malicho entre sus pares, realizó sus estudios en la Universidad de Chile y hasta la fecha ha estrenado obras, como director y dramaturgo, en la compañía La Insolente Teatro. Algunas de ellas Boleros de almas perdidas de 2016 y Los hombres tristes, Las cosas que nunca te dije y Mónica de 2019, esta última inspirada en el caso del asesinato de odio cometido contra la escultora y artista visual Mónica Briones. También ha trabajado en cine y televisión formando parte de elenco de producciones como Miguel San Miguel, Las Plantas, Bim Bam Bum y Reinos.

“Yo nací entre el río Mapocho y el cerro San Cristóbal” cuenta Mauro al comenzar la obra y de esa manera es como si abriera las puertas del lugar donde creció, un cité en medio del Barrio Bellavista, entre pasajes coloridos y casas con más historia que muchos otros rincones de la ciudad. Mauro Vaca protagoniza esta obra y la hace muy propia de una manera honesta y atractiva que atrapa al espectador en una perfomance que juega todo el tiempo entre límites de su realidad y la historia que elige contar. Trabaja con un testimonio que aterriza la obra en lo autobiográfico, pero también con un relato colectivo que permite pensarla desde lo ficcional.

Reminiscencia está construida como un ejercicio que mira al pasado a través de un ensayo de la escritura y reescritura de la propia biografía desde donde el protagonista pone su mirada en lugares significativos que, en algún minuto, formaron parte del paisaje de una ciudad, como el Hospital del Salvador, donde el protagonista nació, y los envejecidos pasillos de maternidad que ya no existen. “Si miramos en detalle podemos ver la reverberancia del pasado, del abandono”, asegura, porque, aunque ese pasado ya no esté físicamente con nosotros ―como un edificio en demolición o una persona querida que ha muerto―, deja impregnadas sus huellas en la historia. Esas marcas están en el relato que se transmite de generación en generación, en las fotografías y registros audiovisuales guardados como tesoro familiar, también hoy en la digitalización de los recuerdos que permiten tanto al creador como al espectador acceder a una realidad que ya no es tal. En ese sentido, Mauro Vaca utiliza muy bien los recursos que la tecnología dispone y con ello habla de y desde el pasado en un tono biográfico que está muy conectado con la realidad colectiva de un país. No es casualidad que su historia ocurra y sea contada desde la Chimba, un territorio fronterizo, de un habitar subalterno y rebosante de multiculturalidad.

Durante la obra, Mauro viaja por las calles de una ciudad que se encuentra plagada de letras y emociones. Una ciudad que, desde un tiempo a esta parte, se instala con mayor fuerza como un lienzo, una hoja en blanco, un lugar de construcción de significados. Quizás esta no es una idea nueva, pero sí es una reflexión que toma peso después de la revuelta social en Chile, cuando las paredes y calles en todo el país, empezaron a contar su historia. La memoria colectiva comenzó así a gestarse en lugares que hoy son representativos de una lucha popular, como la renombrada Plaza de la Dignidad. En ese sentido la obra de Vaca plantea preguntas válidas respecto de la norma del espacio y los reales usos que se le dan. “¿Qué significa rayar un lugar que no está pensando para ser rayado? ¿Qué significa dejar un mensaje en un lugar que no está pensado para ser un mensajero?”, se pregunta el protagonista en medio de la observación y el develamiento de la apropiación de ciertos espacios, como la puerta de una iglesia o las placas metálicas ubicadas en el suelo de la ciudad. Son objetos, ubicados en espacios determinados, que no están hechos para contar una historia, pero que la contienen de igual manera, ya sea en el paso del tiempo o en las palabras que se escriban sobre ellos.

Reminiscencia se plantea desde un ejercicio de la memoria colectiva donde el dispositivo digital parece fundamental para su desarrollo. Es una obra que explora en este nuevo teatro de pandemia y que utiliza la herramienta digital con ambición. No solo como el espacio donde se desarrolla la obra sino también como parte fundamental de la misma. En este caso, Zoom es el escenario y las herramientas digitales la escenografía que le da vida a la obra. Lo que hace Mauro Vaca es disponer de este nuevo formato de manera inteligente y audaz logrando, quizás sin preverlo, generar un momento de intimidad entre el creador de la obra y el espectador al otro lado de la pantalla. Lo invita a viajar por su historia personal y familiar a través de un recorrido digital por las calles de Santiago, particularmente de ese colorido barrio al lado norte del río Mapocho.

Las imágenes captadas por Google Earth permiten el tránsito en un espacio y tiempo determinado, trayendo consigo elementos inesperados que también contienen una historia y que, incluso, pueden llegar a remover emocionalmente a quien los encuentra, como si ese tránsito estuviera repleto del punctum al que se refiere Roland Barthes en La cámara lúcida: atestado de innombrables. Uno de ellos es la placa que tiempo después sería reconocida como el lugar en que cayó Mauricio Fredes durante la protesta social en Chile en diciembre de 2019. Una placa que no estaba y que en su ausencia trajo consigo la muerte, “¿qué significa morir en un lugar que no está pensado para ser un verdugo?”, se pregunta Mauro en un gesto de memoria al decidir hablar de lo que no se habla, al darle responsabilidad a un espacio que simplemente era parte de la ciudad y que hoy es parte de su obituario. Porque lugares como esos no pueden ser olvidados.

Lo que hace Mauro en su dramaturgia es homenajear los recuerdos y la memoria, decisión que no es casual ya que en su vida tiene una relación directa y emocional con el olvido. Con su entrañable abuela y el alzhéimer que la aqueja, con el amor que hace que su abuelo le cante día a día para ayudarla a no olvidar. Para ella, la mejor forma de recordar es a través de la música y Mauro lo toma como un acto de resistencia, lo mira con amor y lo sitúa de esa forma en su relato. La memoria es el eje de su trabajo porque, como él mismo dice, “la memoria resiste”. En su abuela gracias a las letras que canta, para la ciudad en la calle y las palabras que en ella han sido grabadas.

Reminiscencia es un ensayo íntimo y colectivo en el que la memoria propia y de la ciudad son protagonistas. Un trabajo que supo cómo utilizar las condiciones y recursos que trajo consigo la pandemia y que, a través de lo documental, logra reivindicar el ejercicio de la memoria. ¿Hasta qué punto nuestra historia y la de la ciudad están conectadas? ¿Cuánto sabemos de las calles que habitamos? ¿Qué hemos decidido recordar u olvidar? Son algunas de las preguntas que permanecen en el aire luego de ver la obra, un trabajo que sin duda merece otro espacio en la cartelera, porque en el viaje de uno, viajamos todos, y qué bonito es ver cómo se rescata y revive esa memoria colectiva.

Título: Reminiscencia

Dirección: Mauro Vaca

Dramaturgia: Mauro Vaca

Elenco: Mauro Vaca  

Teatro del Puente   

27, 28, 29 de octubre

21:00 horas (por zoom)

ENTRADAS

$3.000 + costo por servicio (valor único)

www.teatrodelpuente.cl  o https://ticketplus.cl/events/reminiscencia

 

 

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