Crítica de Teatro Representar: «Estamos ante un teatro político y punzante»

Crítica de Teatro

Representar: «Estamos ante un teatro político y punzante»

Por Fernando Garrido R.

 

 

Representar, segunda obra de la compañía “Teatro Perro Muerto” y dirigida por Sebastián Squella, es una obra que busca poner en cuestión los soportes y justificaciones que sostienen el aparato democrático en su versión institucional y representativa. Para llevar este barco a puerto, pone en escena a cuatro vocales de mesa, quienes están llamados a oficiar una ceremonia plebiscitaria en la cual se decidirá si ese modelo de democracia tiene continuidad o no. Al comenzar la obra misma, se nos plantea que estamos ante un teatro político, punzante, el cual utiliza un lenguaje ágil, cargado de humor, sin complejos a la hora de apuntar la falla de origen, utilizando el permiso del bufón de la corte, para gritar a quien quiera escuchar, que el rey va desnudo.

La chispa que enciende las discrepancias surge al momento de organizar el material y dar conformidad a los requisitos que plantea el sistema eleccionario. De ahí que la elección de los cargos, la organización del mobiliario y la necesidad de borrar todo rastro de proselitismo, vaya paso a paso incrementando las tensiones, las que derivan en cuestionamientos y enfrentamientos, develando las contradicciones que cada uno de ellos posee, y por extensión, el sistema mismo de representación, ya no solo de la democracia, sino de la ficción que sustenta a la obra misma.

En un momento se nos pide elegir entre dos candidatos, los cuales se presentan y luego es sometida al público la tarea de escoger a su representante. Uno de los personajes, el varón, se presenta con su historia, la de sus antepasados, los orígenes humildes que definen qué tipo de ladrillo es en la pirámide de este mundo. El otro candidato, apela a su condición de mujer, a la invisibilidad que han tenido en la historia de la representación teatral (y se subentiende, que en todas). La operación es simple, clase versus género (lo cual está insinuado, pero sin desarrollo). En la presentación de las alternativas de representación, los pesos absolutos de los valores en juego a someter a escrutinio, están centrados más en el bestiario de las identidades que en los de proyectos de futuro, lo cual no deja de ser interesante. Sea cual sea la elección y su correspondiente condicionante del desarrollo de la obra, parece estar en ese mero ejercicio participativo, los fantasmas que atormentan los sueños de una generación, la cual ya no encuentra sus móviles en el mañana a construir, sino en las sinuosidades de la identidad como horizonte. No una identidad como la entiende Sen: identidad como ilusión de un destino, sino como un amasijo de fragmentos idealizados, que nos permitan definir las coordenadas de un yo sumergido en la neurosis de la redefinición, la desterritorialización o la transformación tecnológica y productiva.

La propuesta funciona en su ambición de hacer reír, pero trastabilla tanto en su ejecución como en sus fines últimos. La obra no logra estar condicionada en su continuidad y desarrollo por las características individuales de su público, transformándose en una máquina de representaciones cual caja de resonancia o casa de los espejos, devolviendo un reflejo deformado de sí mismos, como insinúa. La agilidad de su lenguaje de inmediato permite conectar con el espíritu desenfadado de la obra, pero está inundado de lugares comunes, con una dramaturgia que opera con más obviedades que ocurrencias, sin permitirnos acceder a una interpretación o traducción más sofisticada de la profundidad de los temas en cuestión. Por largos momentos, somos espectadores de sobregiradas riñas, destemplados gritos y tiempos muertos, haciendo de la obra una eficiente sucesión de sketch más que una sátira teatral. El problema que esto plantea para el desarrollo final de las ambiciones de la obra, es que no logra generar la densidad necesaria para dar cumplimiento a su cometido, que es poner en aprietos al concepto mismo de representación, recorriendo ese pedregoso camino que media entre las palabras y las cosas.

Representar está en su última semana en cartelera en M100, en el espacio Patricio Bunster.

Jue a sáb, 20:30 hrs. Dom, 19:30 hrs.
$3.000 general, $3.000 est, 3era edad y jueves popular.

Ficha artística:

Dirección: Sebastián Squella / Asistente de Dirección y Audiovisualista: Nicolás Calderón / Elenco: Rodrigo Florechaes, Camilo Venegas, Valeria Aguilar, Victoria Iglesias / Diseñador Integral: Javier Pavéz / Fotógrafo: Paul Osses / Producción: Victoria Iglesia, Valeria Aguilar.

 

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