Crítica de Teatro “Soporopos”: De cómo se convirtió la violencia en un juego de niños

Por Javiera Hojman

“En Chile no hay presos políticos”, es un audio que se repite una y otra vez cuando se levanta el telón. La obra Soporopos, de la Compañía de Teatro REÁCIDAS, cuenta una historia dolorosamente actual, una historia real que tuvo lugar durante la dictadura y que, considerando la contingencia política actual, es muy necesario ver. Hay múltiples alusiones a la actualidad, así como a la importancia de mantener siempre presentes los recuerdos de las cosas a las que ya sobrevivimos.

La obra se concentra en Marcela, una niña cuya madre está detenida en el penal 3y4 álamos durante la dictadura, y que está empezando a entender de qué se trata este régimen de terror que la obliga a vivir con su tía en un estricto silencio. Uno de los métodos que utilizaron las mujeres presas para sobrevivir al encierro fue la construcción de “soporopos”, muñecos de tela que fabricaban desde el aislamiento, y los utilizaban para enviar mensajes al exterior. Para sobrevivir, las prisioneras se dedicaron a crear estos juguetes que les daban una pequeña ventana al mundo exterior, corriendo el enorme peligro de ser descubiertas, ejecutadas o simplemente desaparecidas.

El gran tema de la obra es la forma en que se conjugan la inocencia de la infancia con el horror violento de la depresión en dictadura. Marcela está aprendiendo a leer, e incluso el público experimenta cierto temor cuando escucha la forma en que grita lo que dicen los grafitis sobre los “milicos”, porque sabemos cuáles son las consecuencias que tenía criticar el sistema. Resulta complejo, triste, escuchar a una niña leer en el diario sobre las “ratas comunistas que mueren” y preguntando si es cierto que su mamá es una de esas.

Resulta aún más triste cuando Eva le explica a su hija de qué se trata esta pelea y por qué no puede criarla, incluso por qué es posible que no vuelvan a verse. “Esto es como un cuento de monstruos”, dicen. Marcela, como tantas niñas que crecieron en dictadura, tuvo que aprender sobre política mediante un imaginario como el de La vida es bella donde las cosas crudas no son tan crudas, los problemas se pueden resolver dialogando, y los juguetes son suficiente como para resolver las situaciones más graves.

La historia de los muñecos soporopos se acompaña de tres recursos muy bien aprovechados: la iluminación que contribuye enormemente a marcar los momentos tensos de la trama, la música que a veces es melódica y a veces es tribal, casi imitando latidos, y los colores. La brillante selección de colores rojos y blancos hace que todo, desde los tacones de los zapatos hasta los tonos de los retazos de tela, tenga un significado. La obra nos hace entrar en una serie de dicotomías, cada una más intensa que la anterior: rojo y blanco, gritar y callarse, luchar y esperar. La obra también es clara: el llamado es a gritar y a luchar.

Ficha Técnica

Título: Soporopos

Duración: 70 min

Compañía: Reácidas

País de origen: Chile

Fecha de estreno: 28 de noviembre

Teatro CEINA

 

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