Por Alejandra Delgado
La más reciente producción del Centro de Investigación Teatro La Peste, SUMAR, archivos del fracaso, inspirada en la novela de Diamela Eltit, llega en el año en que la compañía celebra 25 años de trayectoria en la escena local. La obra asume la pregunta sobre qué se hace con los fracasos: ¿se archivan, se olvidan o se convierten en teatro? Así pone en escena una caminata simbólica hacia La Moneda, en la que se cruzan el absurdo, la resistencia y los ecos de un país atrapado en ciclos que se repiten.
El espectáculo, dirigido por Danilo Llanos y protagonizado por Katty López, Daniella Misle, Felipe Carvajal y Daniel Antivilo, exhibe desde sus primeras escenas el estilo que ha caracterizado a la compañía: una fuerte carga ideológica, énfasis en lo colectivo y un interés por tensionar política y estética. Sin embargo, este montaje, pese a su energía escénica y persistencia temática, deja una sensación de reiteración –no solo en lo narrativo, sino también en su forma de abordar lo social–, fluctuando entre la poesía y la consigna sin lograr generar impacto ni novedad.
Enfocados en la denuncia, en esta ocasión parecen más interesados en reafirmar sus convicciones que en interpelar al público desde lo escénico. La caminata hacia La Moneda, concebida como eje simbólico, carece de la tensión dramática que cabría esperar y se convierte en un recurso más de representación, antes que en una acción con peso propio.
Hay decisiones escénicas que merecen destacarse. El dispositivo resulta funcional y preciso: focos que intensifican la marcha de los personajes sobre una trotadora que simula la calle; un fondo de luces redondas y frases proyectadas en lo alto que sugieren estados de ánimo y consignas. La música de Andrés Nazarala acompaña con notable eficacia el tono pesimista del montaje. Además, el fiato de la compañía es evidente: se percibe un trabajo cohesionado, fruto de años de insistencia en una línea creativa. Ese compromiso –en una ciudad atravesada por el empobrecimiento cultural– es valioso en sí mismo.
Aun así, la literalidad con que se exponen las ideas –“Las calles se vaciaron, nos quedamos dormidos… amontonados en una apretada fila, abrazados soñando con la parte de atrás de la nube”– y la monotonía de algunos monólogos no logran construir una experiencia provocadora ni emocionalmente compleja. En su afán por denunciar, el texto tiende a remarcar lo obvio y, al reiterar ciertas escenas o parlamentos para reforzar la idea de repetición histórica, el efecto se vuelve redundante.
Destaca la presencia de Daniel Antivilo, quien aporta matices y energía escénica que permiten recuperar momentos de atención e intensidad. El humor –presente con chispa en algunos pasajes– funciona como recurso escénico y no solo discursivo. La escena en la que los personajes adoptan un registro circense es hilarante, las actrices se lucen con precisión y ritmo. No obstante, esa chispa no alcanza a oxigenar el conjunto ni a contrarrestar el tono general de la propuesta.
En ciertos momentos, la crítica corre el riesgo de volverse previsibilidad, y el gesto político puede rozar la fórmula.
El espectáculo abre con el show de un artista callejero, una entrada que funciona como guiño y gancho –habitual en las recientes obras de La Peste–, y también como signo de precariedad, un estado que atraviesa tanto el relato como su contexto. En la sala, la presencia de Diamela Eltit –ícono del pensamiento crítico en Chile y fuente de inspiración del montaje– otorga al estreno un marco simbólico relevante. No deja de ser significativo que la función se realice mientras les trabajadores del Parque Cultural de Valparaíso mantienen un estado de alerta por la delicada situación institucional que atraviesa el recinto.
SUMAR propone mirar el fracaso como un archivo vivo, pero no termina de preguntarse por las formas en que ese archivo puede remecer o interpelar al público. Más que sacudir, la obra parece conservar sus propios fracasos como parte del archivo, sin cuestionar del todo las formas que elige, hablándole al espectador que ya está convencido.
En ese sentido, la obra refleja tanto las fortalezas como los límites de una compañía que, en sus 25 años de trayectoria, mantiene una persistencia admirable en una escena local compleja, pero que aún podría explorar nuevos caminos para renovar su lenguaje y ampliar su alcance.
FICHA ARTÍSTICA
Nombre de la obra: SUMAR, archivos del fracaso
Puesta en Escena: Danilo Llanos Quezada
Elenco: Katty López, Daniel Antivilo, Daniella Misle, Felipe Carvajal
Diseño Integral: Danilo Llanos Quezada
Universo sonoro: Nagasaki
Diseño de Iluminación: Danilo Llanos – Francisco Ruíz
Diseño multimedia, operación Técnica y Montaje: Francisco Ruiz
Realización de Utilería y dispositivos Escénicos: David Escalante – Luis Felipe González, Tesserac
Asesoría en Vestuario: Cesar Toro
Coreografía: Luciana Brozzi Olivares
Asistente de Producción: Carla Amaranta
Difusión y Prensa: Boris Yaikin
Producción General: Gabriela Arancibia
Colaboraciones: Festín de la Risa – Montse Jeréz – Patty Spahie