Crítica de teatro “Tick, Tick… Boom!”: Un musical íntimo y lleno de energía

Por Isabel Agurto

Jonathan Larson soñaba con cambiar el rumbo del teatro musical. Pasó años escribiendo proyectos que no lograban concretarse, hasta que volcó todas sus dudas y temores en una pieza profundamente personal: Tick, Tick… Boom!. Allí relató lo que conocía mejor que nadie: la ansiedad de un joven artista que se acerca a los treinta y siente que el tiempo corre demasiado rápido. Lo que comenzó como un monólogo rock se transformó, tras su muerte en 1996, en un musical para tres intérpretes que hoy forma parte esencial de su legado, junto con el fenómeno mundial de Rent.

Esta obra, que nació como un desahogo autobiográfico, se está presentando en el Teatro de la Corporación Cultural de Las Condes en una versión que confirma que el teatro musical chileno va en ascenso. Lo hace de la mano de 3 Marías, productora que en los últimos años se ha ganado un lugar destacado dentro del circuito nacional. Ya lo habían demostrado con Mamá está más chiquita, presentada en este mismo teatro, y con Footloose, un musical que incluso ha salido de Santiago para recorrer escenarios regionales, ampliando el alcance de este tipo de espectáculos. La apuesta es clara: llevar musicales de calidad a distintos públicos, incluso en formatos más pequeños e íntimos, pero con el mismo rigor que demandan las grandes producciones.

En este sentido, la sala de la Corporación Cultural de Las Condes se vuelve un espacio ideal. A diferencia de montajes masivos que suelen llegar a teatros más grandes, aquí la proximidad con el público potencia la experiencia. No hay escenografías gigantes ni cuerpos de baile interminables: hay tres actores, música en vivo y una historia contada con honestidad. Y es precisamente esa sencillez la que logra una conexión especial con los espectadores.

La dirección artística de Ezequiel Fernanz se apega al libreto original. Sin reinterpretaciones rebuscadas, busca respetar la propuesta de Larson y confiar en la fuerza del texto y la música. El resultado es un montaje sobrio, preciso y muy bien construido, donde el peso recae por completo en las actuaciones y en la energía de los intérpretes.

Lucas Sáez Collins, en el papel de Jon, lleva el rol más exigente de la obra. No abandona nunca el escenario y debe cantar, actuar y moverse de manera incesante. Su interpretación transmite la pasión, la duda y la urgencia vital del protagonista con una energía admirable. Sáez Collins confirma lo que ya había mostrado en la película La Ola: es un artista integral, capaz de sostener un montaje completo con carisma y convicción.

Antonia Bosman brilla como Susan, la novia de Jon, pero también en la variedad de personajes secundarios que interpreta. Su capacidad vocal es sobresaliente, probablemente la más destacada del elenco, y cada una de sus intervenciones tiene fuerza propia. Ya habíamos visto su calidad como cantante en Footloose, pero en Tick, Tick… Boom! despliega un rango mayor que deja en claro su enorme potencial en el género musical.

Sin embargo, la gran revelación, es Daniel Leyton como Michael, el mejor amigo del protagonista, quien también interpreta a otros varios personajes secundarios. Con humor, ternura y naturalidad cautivante, logra construir un personaje sólido y entrañable. Su trabajo tiene la frescura de quien desea impresionar, pero la madurez de un intérprete que sabe exactamente lo que está haciendo. Para mí, es el descubrimiento más grato de esta versión.

Los tres intérpretes enfrentan además coreografías complejas que, aunque no responden al estilo clásico de un chorus line, sí demandan precisión y energía. La ejecución es impecable y cada número saca aplausos. La música en vivo, a cargo de un ensamble pequeño, mantiene intacto el espíritu rock del musical y potencia la intimidad del montaje.

Hay, eso sí, un punto que resulta extraño. Se echa de menos un tratamiento más profundo y explícito del diagnóstico de VIH positivo de Michael, mejor amigo de Jon. La obra opta por la omisión, refiriéndose a su situación con la vaga mención de «una enfermedad» sin nombre. Esto resulta curioso si consideramos que el compositor se inspiró abiertamente en sus experiencias y las de sus amigos durante la crisis del SIDA de los 80 y 90, como lo evidenció en su obra cumbre Rent. Esta elipsis narrativa, por lo tanto, se siente como una oportunidad perdida o una evasión inusual.

Al final, Tick, Tick… Boom! nos deja con la misma pregunta que Larson se hacía hace más de treinta años: ¿qué estamos haciendo con nuestro tiempo? Esta versión demuestra que no hacen falta grandes producciones para emocionar al público, y que el talento local está más que preparado para enfrentar obras exigentes con un nivel sobresaliente.

La Corporación Cultural de Las Condes y 3 Marías están marcando un camino interesante: demostrar que no todos los musicales tienen que ser gigantescos para ser memorables. En formatos más íntimos, como este, el público se siente parte de la historia, vive cada gesto de cerca y se conmueve con la fuerza de la música en vivo. Y ese es quizás el mayor logro de esta versión: recordarnos que el teatro musical no solo entretiene, también toca fibras profundas y nos enfrenta a preguntas que siguen siendo urgentes.

Ficha artística:

Título: Tick, Tick… Boom!

Texto y música original: Jonathan Larson

Dirección: Ezequiel Fernanz

Elenco: Lucas Sáez Collins, Anto Bosman, Daniel Leyton

Coordenadas:

Lugar: Teatro Corporación Cultural de Las Condes

Clasificación: Todo espectador (sugerido +12 años por temáticas)

Fechas y funciones: Del viernes 3 de octubre al domingo 2 de noviembre de 2025. Viernes y sábado a las 20:00 h y domingo a las 19:00 h.

Entrada general: $14.000, 20% de descuento para vecinos de Las Condes. A la venta en www.culturallascondes.cl

 

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