Por Ana Catalina Castillo I.
Verbatim es un proyecto escénico-sonoro que brinda una experiencia sensorial e inmersiva en el espectador. Para lograrlo, la dramaturga y directora, Muriel Miranda, partió de la premisa de que cuerpo y voz fuesen disociados en escena y, con eso en mente, construyó, con la colaboración de la escritora y guionista Alejandra Moffat, una historia que le permitiera articular el traspaso de la voz de una fuente a otra. A eso se refiere el término latino que da nombre a la obra. En este caso, se trata del traspaso de voces pregrabadas que tienen que emitirse por medio de cada uno de los cuerpos de las actrices y del actor que componen el elenco, a través de la técnica del «lipsync».
La obra, cuya segunda temporada se está presentando en el Teatro UC, constituye un proyecto innovador, que cuestiona los sistemas escénicos, y en el que la historia es vehículo de las técnicas con las que se quiere experimentar. Así, lo representado pasa a un segundo plano en el proceso creativo y toman protagonismo otras capas de esta especie de laboratorio teatral.
La historia que sustenta este proyecto es sencilla, pero está cuidadosamente diseñada para el propósito experimental de Muriel Miranda. Se trata de dos amigos que comparten departamento, Ana (Natalia Valladares) y Leo (Daniel Marabolí), cuya rutina se verá alterada con la llegada de Laura (María Siebald), la hermana de Leo. Él la describe como una persona mentirosa y le advierte a Ana que tenga cuidado, pues le vendrá con el cuento de que escucha voces. Sin embargo, apenas se produce el encuentro entre ellas, Ana experimenta la sensación de haberla visto en sueños. Según ha explicado la dramaturga, la primera imagen que tuvo para la construcción del texto dramático fue, justamente, la de un sueño. Entonces, usándolo como un hilo conductor, los tres personajes comparten un mismo sueño a nivel mental, donde los cuerpos actúan como un soporte de ese contenido onírico.
Por lo tanto, a partir de la presencia de Laura, el sueño se convierte en un espacio simbólico, al que accederán los tres más la Voz que habita en Laura y que por momentos parece apoderarse de los otros dos personajes. Con ello, la obra explora también la idea de la fragmentación del cuerpo, teoría psicoanalítica que se relaciona con la experiencia subjetiva de una falta de unidad o coherencia interna en la que el sujeto no logra autopercibirse como una entidad integral.
Así, Verbatim es una obra de muchas voces, pues las de los personajes en escena se suman a la Voz y a los propios pensamientos de Ana, Leo y Laura, formando un tejido sonoro que interpela al espectador y lleva a cuestionarse: ¿quién habla cuando habla? o ¿cuánto callamos cuando hablamos? De esta manera, provoca una reflexión sobre la autenticidad de lo que se percibe a través de los sentidos.
Como podrá suponerse, el trabajo actoral es de una alta exigencia, pues junto con la sincronización de sus labios con las voces pregrabadas, es notable la destreza del elenco para coordinar sus gestos y desplazamientos en el escenario, porque su actuación requiere una gran habilidad para utilizar el cuerpo como medio de transmisión, actuando como portadores de voces que, aunque salen de sus bocas, no son las suyas propias. Y como el gesto acompaña el mensaje hablado, esto implica una total concentración.
El envolvente diseño sonoro, de alta calidad, se manifiesta también en la mímica escénica o gesto escénico, ya que si bien en la escenografía no vemos puertas, ventanas ni cortinas, sí observamos a los personajes abrir y cerrar puertas y ventanas; bajar y subir las persianas. De los objetos escuchamos su presencia y logramos percibirlos gracias a los gestos. Hay además, un mapa escénico que el elenco transita y que interactúa de manera significativa con la iluminación. Es decir, la obra define un nuevo habitar escénico en que lo concreto, lo evidente, se combina con aquello que debemos completar con nuestra imaginación.
El diseño sonoro conversa además con la escenografía minimalista, apelando a la imaginación del espectador, como decíamos, y sumergiéndolo en el juego teatral. El gran elemento escénico es un imponente cuadro con un paisaje nevado que deviene territorio onírico y, por lo tanto, funciona también como espacio escénico simbólico.
En relación a todos los códigos tan congruentes que componen esta experiencia teatral, llama la atención también el vestuario: un personaje que está siempre en pijama, unas pantuflas que simulan patas de animal y que son un indicio de un momento importante en el desarrollo de la historia.
Verbatim es una experiencia que, compleja en su concepción, resulta muy atractiva para el público. Sus guiños de humor, junto con el exquisito oficio de su elenco y la armonía de todos los componentes de esta original propuesta, logran que durante 58 minutos estemos totalmente inmersos en un desafiante juego teatral.
Ficha artística
Título: Verbatim
Dramaturgia y dirección: Muriel Miranda Gacitúa
Colaboración dramaturgia: Alejandra Moffat Varas
Elenco: Natalia Valladares, María Siebald y Daniel Marabolí
Investigación y diseño escénico: Gonzalo Aguirre Zaldívar
Voces: Matteo Citarella y Camila González
Diseño sonoro: Pablo Otárola
Diseño de vestuario: María José Venegas
Diseño de iluminación: Zoe Hihler
Duración: 58 minutos
Producción: Muriel Miranda
Colabora: Espacio Checoslovaquia, UNIACC y GAM.
Coordenadas
Desde el 29 de mayo al 21 de junio de 2025.
De jueves a sábados a las 20:00 horas.
Sala Eugenio Dittborn, Teatro UC. Jorge Washington 26, Plaza Ñuñoa, Santiago.
Entradas en boletería del teatro y en Ticketplus.