Por Valentina Gilabert
Cuaderno de faros de Jazmina Barrera es un libro de apuntes, de registro, de memoria. Una obra que mezcla la experiencia personal con la investigación de tal forma que lo que se propone como un ensayo se torna desde el primer encuentro en una recopilación de emociones, de pensamientos, de recuerdos. Un trabajo que no es necesario definir o encasillar porque cobrará vida propia en las manos de quienes lo lean, transformándose así en parte de una colección particular.
Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) es escritora y ensayista. Licenciada en Literaturas Modernas Inglesas en la Universidad Nacional Autónoma de México, becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en género ensayo, del Programa de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y parte de la maestría en Escritura Creativa en español en NYU gracias a la beca Fullbright. Su primer libro Cuerpo Extraño ganó el premio Latin American Voices 2013 y se publicó ese mismo año en la editorial Literal Publishing. Cuaderno de Faros es su segundo trabajo y ha llegado a Chile gracias a la editorial Montacerdos que preparó una preciosa edición, donde los faros no son solo protagonistas de las palabras, sino también de las imágenes, lo que permite al lector sumergirse en los viajes que la autora describe, aquellos de cuando comenzó su aventura de visitar los faros que decidió coleccionar. Ese relato capaz de transportar a cualquiera a lugares recónditos que ni siquiera conoce o ha oído hablar y sumergirlo en un mundo de imágenes y lecturas atiborradas de intimidad.
“Solitarios, huraños, buenos con las manualidades y muy lectores”, el cliché del típico farero. Así describe Jazmina Barrera a quienes deciden embarcarse en la sacrificada tarea de trabajar en un faro. Desgastadora y a veces humillante, de la que no mucha gente está realmente consciente. Una labor olvidada, desplazada, alejada de la sociedad, como los mismos fareros que tienen que confinarse por meses, a veces años, para servir de guía a quienes yacen en altamar. Porque no puede ser de otra forma. Y es que en realidad el farero es un simple ejecutor. La verdadera estrella de la noche es el faro, esa estructura vertical dispuesta en algún punto de la tierra para entregar luz. “En inglés lighthouse es la casa de la luz, además de albergarla y protegerla, la transforma después en lenguaje. Su luz habla. Avisa de puntos peligrosos, bancos de arena, arrecifes y la cercanía de un puerto, dice además a qué distancia está y de qué faro se trata según su parpadeo”, nos dice la autora como una forma de enseñarnos sobre ellos, pero también desde la admiración hacia el objeto que acaba de describir.
Leer Cuaderno de faros me hizo pensar en todos aquellos que yo también había visitado. Entonces emprendí esa búsqueda y los encontré. Primero el Farol da Barra, en Salvador de Bahía, Brasil. El último que conocí, o al menos el último que recuerdo. De una estructura imponente y elegante, con un faldón de pasto bien verde y una base que lo hace ver aún más grande y visible para cualquier persona que transite por el sector de Barra. También encontré fotos del Faro de Cabo Polonio, pieza fundamental del balneario ubicado en el departamento de Rocha, Uruguay. El colorido pueblo, al que pocos acceden por lo escondido que está, no tiene alumbrado público y las casas tampoco cuentan con energía eléctrica por lo que la torre ubicada a más de quince metros sobre el nivel del mar se ha transformado literalmente en su única luz artificial, una de un destello muy blanco y con fases de doce segundos de duración.
Lo de las fases lo rescaté del cuaderno de Jazmina, quien constantemente recuerda al lector que todos los faros son diferentes, que cada uno tiene su personalidad y su historia y que por eso vale la pena coleccionarlos. Porque son objetos únicos, inigualables. Eso también lo han entendido otros autores a quienes hace referencia en el libro, como Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Julio Verne, Ray Bradbury o Virginia Woolf, con su tan reconocida novela Al faro. Uno que Jazmina Barrera no dudó en coleccionar, incluso cuando ella misma afirma en su ensayo haber fracasado en casi todas sus colecciones. “Comencé a investigar sobre la historia de los faros, las historias de los faros. Y pasó como cuando te enamoras, que quise conocer el faro hasta sus últimas consecuencias. Todos los faros. Todo sobre los faros”, dice sin rodeos, como si quisiera avisarnos de lo que vamos a enfrentar más adelante. Una escritura ambiciosa, de mucho detalle e investigación, pero también apasionada, sin temores. Donde se vuelve hacedero escapar con ella a esa colección tan personal y atender así a una clave de su ejercicio escritural: “se puede crear mediante la huida”.
Quizás por eso la autora se dedicó a estudiar, recopilar y visitar faros, porque para ella “coleccionar es una forma de escapismo”, siempre lo fue. Al menos así lo insinúa en el capítulo del Faro de Goury tras relatar unas cuantas anécdotas entre David Foster Wallace y Jonathan Franzen, quien era un experto escapista en el estudio de las aves. Viajaba para verlas, descubrirlas, coleccionarlas, pero sin plena consciencia de que realmente había pájaros que nunca iba a llegar a conocer. Y es algo que aceptó por fin aquel día en que llevó parte de las cenizas de Foster Wallace a la Isla Alejandro Selkirk, más conocida como Más Afuera, ubicada en el archipiélago de Juan Fernández en Chile, cuando tuvo que decidir entre tirar las cenizas de su amigo en el perfecto atardecer que tenía en frente o perderse la oportunidad de ver el rayadito, un tipo de pájaro endémico que le habría encantado agregar a su colección. “Pero se dijo a si mismo que estaba bien. Que era tiempo de aceptar lo finito y lo incompleto y dejar ciertos pájaros sin ver para siempre”, cuenta Jazmina Barrera, algo que con el tiempo ella también tuvo que asumir, pero respecto a los faros, porque sin duda hay algunos que no vio y que nunca podrá ver. Como ella los califica: los extintos, los que no podrá visitar y los que nunca existirán. Una idea interesante si la desplazamos a otros objetos, como por ejemplo los libros. Porque al final todo forma parte del mismo principio. Las colecciones, de Barrera, Franzen, las tuyas o las mías, siempre serán imposibles de completar.
Título: Cuaderno de faros
Autor: Jazmina Barrera
Año de publicación: 2019
Páginas: 124