Crítica Literaria “Kewakafe”: Poetizar y amar como deporte de combate

Por Jaime Ahumada Ruiz

El que la vida es una lucha constante parece ser un acuerdo generalizado: levantarse, trabajar, amar, hacerse un lugar en el mundo frente a los otros —a pesar de los otros, en ocasiones—, son batallas con las que toda persona debe lidiar en mayor o menor medida, enfrentándose a un contexto al que somos arrojados, a los obstáculos que permanentemente se presentan y nosotros y nosotras mismas. Es un tema que se ha abordado ampliamente en la literatura, en cada uno de sus géneros. Sin embargo, decir que estos enfrentamientos son iguales para todos, sería mentir; mientras algunos se presentan al combate vistiendo armaduras y portando navajas, otros lo hacen a puños desnudos. El género, la identidad racial, la orientación sexual y la clase social son sólo algunas de las divisiones que determinan nuestro lugar en el campo de batalla, desde donde, sea cual sea, nos disponemos a resistir.

Profesional de la pelea; así se podría traducir desde el mapuzungun la palabra Kewakafe, título del último libro de poemas publicado por Roxana Miranda Rupailaf (Provincianos, 2022). En este nos presenta una colección de 38 poemas inspirados por el boxeo, principalmente por el combate femenino, al que la poeta se acercó a través de la práctica y de Daniela “la leona” Asenjo, boxeadora valdiviana que recientemente se convirtió en la primera chilena en ser campeona mundial de boxeo. A través de la metáfora deportiva Miranda Rupailaf se para con la guardia en alto para cuestionar y resistir a los distintos tipos de violencia que buscan someter a su propio cuerpo: violencia patriarcal y contra la mujer en todas sus expresiones, violencia racial por su ser mapuche y toda aquella violencia que apunte al cuerpo como expresión identitaria. Sin embargo, sus palabras no son ni derrotadas ni lastimeras, sino que apuntan precisamente a aguantar y a defenderse de los ataques.

«Escribir es como boxear

y recibir en los golpes

la furia de las ballenas

la sangre rabiosa de un toro

la garra de un tigre en la mandíbula»

Los versos certeros de la poeta marcan el tono de cada poema, en donde se prepara para recibir los golpes y los espera con actitud desafiante; «Solo sé golpear con palabras» nos dice, y así lo hace en cada imagen presentada. Los golpes son precisos y dinámicos, y aunque no salga precisamente victoriosa de cada encuentro, es ella quien siempre domina el ring. El ritmo de su escritura juega con la dinámica propia del boxeo, no se lanza en un frenesí de violencia ansiosa y desbocada —reacción propia quizás de la violencia masculina, expresión patriarcal cotidiana—, sino que propone una desafiante danza con el/la adversario/a, en donde la paciencia y la agilidad de los movimientos son un factor clave. Los poemas no se apresuran a concluir o a dar golpes espectaculares, sino que se desenvuelven a su tiempo para terminar con la fuerza precisa.

Pese a la cruda dureza de la violencia, Miranda Rupailaf se aproxima a ella sin miedo, mirándola directamente a los ojos. Esa actitud nace desde el deseo de resistir y manifestar la propia existencia ante el mundo, sin dejarse mirar en menos. Es una defensa, expresa la autora, que se aprende desde niñas: desde los golpes de un padre que al mismo tiempo dice amar, la violencia en las relaciones de pareja y los acosadores callejeros. El seguir avanzando implica endurecerse y aprender de esas experiencias no solo para aguantar esos golpes, sino también para devolverlos y detenerlos. Las heridas que se han vuelto cicatrices se convierten en fuentes de energía para no detenerse.

Paralelamente a todo esto, el libro añade la dimensión del placer a la de la batalla. Este se arraiga, por una parte, en la idea de mantenerse luchando y poder vencer, en el poder extraer del mismo dolor los materiales elementales para cicatrizar, sanar y continuar; es un placer que también se muestra cómo compartido, ya que ni el entrenamiento ni el caminar se realiza en soledad. Junto a esto, el placer se expresa en una dimensión más sensual de la batalla, en el encuentro de los cuerpos. El combate también se muestra empapado de erotismo y tensión, los puñetazos se entrelazan con besos, caricias y deseos, permitiendo que el tacto no quede asociado únicamente al dolor, sino también al goce. En este sentido, la autora juega hábilmente con la relación entre el amor y la violencia, como entran en contacto y como se puede pasar de uno al otro.

Kewakafe, utilizando la imagen deportiva, presenta un manifiesto de la memoria corporal, en donde perder, caer y aprender se miran de frente con vencer, tocar y amar. El cuerpo guarda cada recuerdo y los moretones se hacen parte de cada persona aunque se desvanezcan de la piel. Al mismo tiempo, y tal como realizó con Zewpé Mapu (Aparte, 2021), Miranda Rupailaf presenta de manera contemporánea la identidad indígena, que lejos de arqueologizarse —como muchas veces es presentada—, se muestra viva en cada momento, en cada espacio de la vida. Con destreza y una perspectiva pulida y destacable, los poemas de Kewakafe, por sí solos y como unidad, presentan una lectura rutilante sobre la vida y el pugilismo.

FICHA TÉCNICA

Título: Kewakafe

País: Chile

Autora: Roxana Miranda Rupailaf

Año de publicación: 2022

Género: Poesía

Editorial: Provincianos

Páginas: 50

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