Por Darío Piña
En el norte de México, entremedio de narcos disputándose la soberanía, el Chaparro, a sus nueve años, decidió salir a buscar a sus padres, los mismos que una noche, sin despedirse, se fueron por un mejor futuro. De hecho, no le quedó de otra: sus primos ya habían crecido y partido a otras regiones, su abuela estaba vieja y alcohólica y él, un pequeño huérfano, tenía al igual que muchos otros que hacerse un camino, un nombre, en la tierra más inhóspita del país. Ese viaje, a fin de cuentas, era su destino.
Esta historia de vida no es nueva, ni en México ni muchos menos en Latinoamérica. Es el relato de una generación criada en su mayoría por mujeres —tías, abuelas, vecinas— y que aquí es el motor de Toda la soledad del centro de la Tierra, del escritor mexicano Luis Jorge Boone (1977), que a primera vista es una novela sobre la orfandad y el abandono, pero que, si escarbamos un poco más, veremos que también es una obra sobre el respeto y miedo a la muerte. Aquí, en una prosa más o menos poética, el autor narra la infancia y futuro del Chaparro, un niño que creció rodeado de una pobreza extrema, de fronteras militarizadas hacia Estados Unidos y de matones que recorrían los pueblos saqueando y matando. Sobre estos últimos, hubo una leyenda con la que creció y que nunca olvidó: la de un pozo sin fondo construido dentro de una solitaria casa, ubicada en el pueblo de Los Arroyos, donde arrojaban a los que no querían someterse a las órdenes de aquellos que se apoderaron del desierto. Que decidieron, no se sabe desde cuándo y hasta cuándo, que la tierra y el dinero eran suyos.
En este pozo, como le contaron al protagonista desde pequeño, están los desaparecidos. Gente que de un día para otro fue subida a camionetas, viva o muerta, y arrojada luego a un oscuro fondo desde donde se oyen súplicas y lamentos. Un lugar lúgubre, siempre custodiado por tipos armados, que es hacia donde busca dirigirse el Chaparro para probar su hombría y hallar respuestas: allí, en Los Arroyos, se fueron a vivir sus padres, y desde entonces no han vuelto a salir de ese lugar. Un viaje, además, que es narrado alternadamente: por una parte, leemos el relato del propio niño, cuyos recuerdos estructuran la historia y, por otra, un narrador nos relata cómo operan los protectores del pozo, a quiénes capturan, por qué los lanzan y cómo los tratan.
Ambientada en un México indeterminado, tanto geográfica como temporalmente, Toda la soledad del centro de la Tierra es el retrato de una familia cuyo futuro económico está en otras regiones, con hombres migrando en busca de oportunidades para sustentar a sus esposas e hijos que en su mayoría los esperan en el desierto, a veces por años y otras para siempre. El Chaparro será uno de los tantos huérfanos que se irá acercando a un horror que rodea su infancia y también a su familia, esa que vive en un pueblo explotado por la violencia, cuyos habitantes, sin rostros ni nombres, conviven con los desaparecidos.
Luis Jorge Boone, autor de la novela Las afueras y de los poemarios Traducción a lengua extraña y Por boca de la sombra, entre otros, construye de esta manera una novela sobre un niño que quiere, y necesita, convertirse en un adulto, que desea conocer su propia historia a pesar de que su respuesta lo vincule con un horror cotidiano, propio de la tierra donde nació y creció y que aún puebla infinitos rincones de esta parte del mundo.
Título: Toda la soledad del centro de la Tierra
Autor: Luis Jorge Boone
Año: 2019
Páginas: 176 páginas
Editorial: Alfaguara