Por Tala Román
Una extensa fila de personas de diversas edades fuera del Centro de Artes Áreas de la Aldea del Encuentro fue la antesala a una de las últimas funciones de Ensoñar, viaje al centro del ser de la compañía Aborigen Circo, un espectáculo que fusiona circo contemporáneo, teatro físico, danza, imágenes audiovisuales y música en vivo, dando vida a un mundo onírico.
La obra se estrenó en julio, en Matucana 100, en el marco de la 12ª edición del Festival Internacional de Teatro Familiar (FAMFEST). Es el segundo montaje de la Compañía y forma parte de una trilogía que comenzó con El despertar del guerrero el año 2014 y que continúa la línea artística.
En Culturizarte hablamos con Juan Pastor Palacios, su director, y parte del elenco quienes nos comentaron sobre la obra, el proceso y la invitación que realiza el montaje a dejar los miedos atrás y atreverse a confiar.
“Ensoñar se refiere a la acción de tomar conciencia en el sueño”. Juan Pastor Palacios, director de la compañía Aborigen Circo es músico, compositor e intérprete, se ha formado con importantes artistas nacionales e internacionales, entre ellos Ariane Mnouchkine y Serge Nicolai del Théâtre du Soleil. A continuación, comenta sobre su trabajo y el montaje de la obra.
¿Cómo surge la idea de abordar este viaje del ser?
Esta es la segunda obra que tenemos de una trilogía que viene, la primera se llama El despertar del Guerrero y viene todo en relación con lo que está sucediendo ahora que en verdad todos nosotros, que somos un poco más jóvenes, somos una nueva generación y empezamos a ver cómo se está moviendo el mundo, algo no nos encaja, algo no nos hace vibrar tanto. Nos empezamos a conectar con lo que sentimos dentro, que es como un despertar, que muchos de nosotros sabemos, pero que está por ahí “piola”, pero sabemos que tiene que ver con la conexión de lo que tú sientes.
Si te sientes, te das cuenta de que no hay tanta maldad, que hay una conexión, que hay harto amor entremedio. Entonces, por ahí viene una indagación de buscar más allá de lo que supuestamente está correcto, buscar dentro de ti y encontrarte con tus verdades, tus realidades y asumirte como persona, encontrar tu yo y poner tu talento al servicio de la humanidad.
Respecto a eso, se van mezclando mucho las diferentes artes ¿Cómo fue el trabajo desde la colectividad?
Sí, es complejo mezclar todas las artes ya que son lenguajes muy complejos todos. Si bien lo que hago es un trabajo con la música primero, yo compongo la música y escribí el guion. La música es el hilo conductor, es el pulso, es el corazón es la música, es la base y sobre eso vamos desarrollando todas las lecturas y el teatro va ayudando un poco a hilar, a interpretar, a dar un poco más de entendimiento. El circo es como el pie de lo asombroso y, si bien la necesidad que tengo yo es de hacer ficción, a mí me encanta la ciencia ficción, estudié audiovisual me encantan las películas de ciencia ficción, pero me gusta abrir la posibilidad de ir al teatro, de estar con la piel, de tocarnos, de estar en presencia. Yo decía cómo hacer teatro, pero en ficción viva y buscamos hacer ficción viva. Mostrarle a la gente que puede ir más allá de sus límites y por eso ocupamos el circo.
¿Cómo funcionó el conectar la obra con la imagen audiovisual? ¿lo hiciste tú o lo hizo otra persona?
No, yo hice todo porque es un poco difícil relacionarse con las artes, hay muchas platas entremedio que no hay. Entonces, siempre vamos para atrás y tuvimos que solucionar lo audiovisual así y a mí me encanta. El audiovisual es para hacer la mezcla entre lo que no está, lo inexistente, que es el mundo consciente que nosotros vemos como cuando Neo está todavía en la Matrix y lo inconsciente, que es nuestro interior, lo que está pasando en el circo, lo que está vivo, lo que está adentro latente. Entonces, también, tenemos esa lectura dentro del audiovisual como lo plástico, lo que no existe, que es en la escena de la película de la persona despertando en la mañana, su vida cotidiana y todo lo que está de verdad, lo profundo, que está adentro en el circo con todo lo que pasa en la escena.
Vinieron hartos niños y niñas, muchas familias y lo que expresaste al final del espectáculo, fue: “Somos niños que todavía deberíamos seguir soñando”
El mensaje más profundo es para los papás, para los adultos que ya tenemos más peso en nuestra cabeza. A los niños es su mundo, en el mundo onírico los niños se sienten libres y no se asustan, muchos papás piensan que los niños se van asustar por las máscaras y todo, ningún niño ha llorado, todos lo pasan bien porque es su lenguaje, es el lenguaje lúdico, es el lenguaje presente, de los colores, de moverse, del no miedo, del poder saltar, volar, jugar, no tener límites. Entonces, los niños se sienten bien en ese espacio, es su lugar. A los adultos les entra un poco más en la cabeza, partiendo por si a los niños les va a pasar algo o si va a pasar algo, si se cae, qué va a venir ahora, etcétera. Empieza todo ese cabeceo.
¿Qué es lo que viene ahora?
Hay otra obra que está en proceso, esta obra recién empieza entonces lo que viene ahora es rodar más en festivales y cosas así, porque este tipo de obra de trabajos de autor, no son comerciales. A la gente le cuesta venir, entonces, es una obra para festivales y presentaciones de ese tipo, ahora empezamos a festivalear por distintos lugares, recopilamos material, empezamos a movernos y a ver qué nos sucede con esta obra que es Ensoñar.
Respecto al contexto que aborda la obra y que estamos viviendo a nivel mundial con el calentamiento global. ¿Qué reflexión te gustaría compartir?
Lo que yo siento es que en el fondo cada uno sabe lo que tiene que hacer, tiene que confiar en quién es, encontrarse con su yo, aceptarse, quién eres tú de verdad y de ahí empezar de nuevo a encontrarnos y a relacionarnos, entrar en la confianza. Siento que hay mucha desconfianza en todos lados. Lo que ponemos acá es confiar, confiar en ti, confiar en lo que tú debes hacer, confiar en los que somos, en nosotros y de ahí, yo creo que va a estar todo bien. El problema es el miedo, tenemos miedo, entramos en la desconfianza, el miedo nos come como la tela que se iba comiendo todas las emociones, el miedo es un poco así nos impide y nos quedamos chicos. En cambio, si uno confía, está más relajado, se distiende más y necesita menos. Si confiamos necesitamos menos, estamos con nosotros y eso, ya es suficiente.
“Fusión con otras disciplinas”. El montaje fusiona sobre el escenario diversas técnicas y disciplinas artísticas, por ello conversamos con parte del elenco quienes relataron su experiencia. Catalina Muñoz, en la danza, y Tomás, en la música.
Catalina, se nota que fueron tres meses intensos de trabajo colectivo para llegar a este resultado ¿Cómo fue para ti este último tiempo?
Bueno, la verdad es que pasamos por dos grandes procesos antes de llegar acá o en realidad tres. El primero, preparar el colectivo, armar un grupo de un segundo a otro cuando supimos de la adjudicación del Fondo Nacional de las Artes (FONDART) entonces todo el verano estuvimos armando con el equipo central que al principio fuimos cuatro personas. Luego, comenzamos en marzo el proceso de investigación, de cohesión de grupo, de reconocimiento de grupo, de lazos y también de alinearnos con las disciplinas que cada uno traía en pro de este colectivo, de este montaje. Por ejemplo, los malabares, teatro, danza, música, ritmo y así fuimos creando cada escena. Cada escena tiene una exigencia bien particular y luego ya estuvo el estreno en Matucana 100, que fue ver la luz, verla nacer en tiempo récord. Ahí estuvimos con funciones que nos hicieron crecer, que nos hicieron seguir trabajando, no hemos parado de trabajar hasta el día de hoy porque como toda obra, se echa a andar después del estreno, ahí empieza un nuevo proceso, no termina, al contrario nace algo y es tan exigente a nivel técnico y somos tantos, somos un gran colectivo, que requiere de mucho trabajo, disciplina, constante investigación, de juntarse a ensayar, etcétera.
La última etapa en el Centro Artes Áreas de la Aldea del Encuentro en donde ya tenemos un mejor lugar, ya estamos más seguros por lo tanto hay una tranquilidad por parte de todos los intérpretes, una cohesión, un reconocimiento entre nosotros, con relación al trabajo mismo, a las entradas, a las salidas, etcétera. Ahora hay un goce que nos permite ver desde otra perspectiva, en relación con el trabajo y con nosotros mismos.
Desde la danza ¿Cómo fue para ti el proceso de realizar este trabajo y la invitación a reflexionar de la obra?
La verdad que tiene mucho que ver con el proceso mental que uno tiene antes y durante la obra, ese proceso mental se apacigua y ya viene simplemente confiar que, de hecho, es el espíritu de nuestra obra. El miedo versus el no miedo y confiar no solo en ti sino en el proceso y confiar en tus pares. Confiar en el trabajo, en el esfuerzo.
Tomás ¿Cómo fue el proceso a través de la música para poder montar esta obra?
Bien entretenido porque primero hubo que trabajar más a ciegas porque no estaban realizados todos los cuadros que se iban hacer. Así que primero fue un ensayo musical y de a poco fuimos integrándonos con el resto de los intérpretes y de a poquito fue creciendo, hasta tener el repertorio completo que es parte de la obra.
¿Cómo fue llevar esta reflexión del ser a un lenguaje musical?
Entretenido porque desde mi percepción de la música misma es más difícil aterrizar la idea que tú me traes, pero cuando viene desde la dirección se aclara. Ahí como que agarra un poco más de sabor y de tinte la música para representar lo que significa o lo que es cada representación.
¿Cómo fue hacer música y hacer el nexo para quiénes va dirigido?
Siento que el corazón de la obra es la música como el hilo conductor, está la música presente en cada escena, en cada cuadro, con cada personaje y desde ahí la gente también se despierta con ese ritmo, con esa vibración, con esa energía cuando es más álgida o cuando es más suavecita. Ahí conectan súper bien con eso.