Entrevista a autor de «El Cristo de los tobillos rotos» Fernando Arabuena: «Escribir es lo único que hago sin prisa»

Por Vanessa Vidal Durán

Fernando Arabuena nació en Cauquenes en 1970. Es un autor editado con artículos en revistas culturales: Nueva York Poetry; Altazor, Fundación Vicente Huidobro; Cultura, Fundación Pablo Neruda; Culturizarte; Cine y Literatura; Sección escritor del mes de la SECH. Sus poemas han sido parte de las revistas Alerce y Simpson7 de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) y en el relanzamiento de la revista Mandrágora, así como en antologías de la ciudad de Cauquenes. Es Publicista, Magíster en Comunicación y docente. Fundador del colectivo La Quinta Medianoche de Julio en homenaje al poeta cauquenino Luis Omar Cáceres.

En esta ocasión, lo entrevistamos por su primer libro El Cristo de los tobillos rotos, una historia estroboscópica. En él, reconocemos a un poeta y un autor que mueve emociones, trabajadas de forma inusual. Así, nos transporta a un viaje poco común a un mundo extraordinario.

¿Qué significa esta publicación para ti?

La publicación es una especie de desprendimiento, tomando en cuenta que la escritura misma es un desprendimiento de una realidad “fagocitadora”. Pero personalmente creo que el acto precioso de la publicación del libro se da en el momento en que se torna colectivo, y otros comienzan a ser parte de su configuración vital.

En el caso de este libro, las lecturas de Marcelo Jarpa y el prólogo de Carmen Berenguer, dos queridos poetas que ya no están entre nosotros; las correcciones de la poeta Ariela Córdova y las lecturas del poeta Juan Pablo del Río y Alejandro Rival; mi editor el poeta Osvaldo Godoi; todo eso da sentido al acto de publicar y de desprenderse a la vez.

El viaje que después hace el libro a la intimidad de cada lector, donde surgen sus propias imágenes y voces, ya es algo inabarcable. Lo único certero es que desapareces absolutamente como autor y la obra ya es de otro y de todos. Así, creo que vives lo cíclico del acto creativo donde algo que haces, no sabes cuándo, debe ser editado. En mi caso, escribir es lo único que hago sin prisa, por lo que no soy de edición rápida.

¿Cómo fue el proceso de creación?

Con este libro en particular, podría hablarte sobre aquello que me llegó o afectó de una manera reveladora. En este caso fue la vida de un hombre que vivió con una intensidad desbordante que solo podría ser expresada en la poesía, tarea por lo demás imposible. Fue esa imposibilidad biográfica la que me llevó al lenguaje poético del libro, considerando que toda biografía es inabarcable y lo único que podría revelar eso de alguna forma es un lenguaje desbordante que desafíe a la palabra misma.

Hay una mezcla de investigación y estudio introductorio para abrir paso a otra búsqueda más intuitiva donde termina naciendo todo. Es un “caosmos”, en palabras de Deleuze cuando se refería a eso rizomático como pulsación natural de las cosas a la hora de emerger desde un universo no jerárquico, pero centralizado e integrado. Ese nuevo orden es lo que finalmente construyo en un libro con capas de lecturas, donde lo esencial es el encuentro con algo un tanto primigenio.

Te diría que este proceso es un acto casi orgánico, ya que es parte de una resistencia natural con las cosas y constructos sociales existentes que en la mayoría de los casos son artificiales. Es decir, hay una necesidad latente que se gatilla involuntariamente como un llamado interno haciendo referencia a la vocación. Creo que el mundo no es solo lo que consensuamos cada cierto tiempo, es necesario revisar constantemente y reconstruir para lograr entender esos fragmentos de la realidad que no están a la vista.

¿Ha sido distinto a otros procesos creativos? ¿Por qué?

El proceso creativo, de alguna manera, responde a la necesidad de aquello que debo escribir. Este texto tiene un patrón similar a uno de mis libros inéditos llamado La Jentil Vulgata por ejemplo, donde también parto de la imposibilidad de describir vivencias de personajes, lo que me lleva a la necesidad de buscar en el simbolismo de los mitos y en la intertextualidad; pero a la vez muy diferente a otros textos poéticos como Lo salvaje del huerto, donde verbalizo el nombre de las malezas como una forma de buscar el lenguaje de un mundo esencial y silvestre. Este último texto son poemas con una métrica de tres estrofas de cuatro versos.

¿Cuáles fueron los grandes desafíos a la hora de su realización?

Primero fue investigar sobre la vida de un poeta que había muerto hace 45 años atrás en un pueblo donde quedaban fragmentos de su vida; una casa destruida con el terremoto del 2010; una tumba frente al mar con un poema como epitafio y una gruta con el busto de una mujer y el del propio poeta, ambos esculpidos por él. Me llamó la atención que el busto del poeta tuviese un caracol de tierra muerto pegado a la oreja, es por eso que sale en la portada del libro.

Ese viaje al pueblo, las imágenes y las conversaciones fue configurando un libro que debía dar luces de los episodios simbólicos de la vida de un hombre cuyo rastro inusual desafiaba todo racionalismo, y eran fragmentos de una vida que debía intentar contener lo inabarcable de la misma, y debía ser consciente de su imposibilidad considerando que es imposible escribir una biografía. La desconstrucción y el simbolismo fue necesaria para desenmascarar los constructos que van fragmentando la realidad en una posmodernidad que hace desaparecer la esencia de lo humano, por lo que el mito de Eurídice y Orfeo, para referirse al alma que experimenta la vida terrenal y el espíritu en su conexión divina, fue necesaria para referenciar la singular vida de un hombre que vivió esos fragmentos perdidos de una realidad que no vemos producto de la inmediatez y levedad de las cosas. Así, la vida entendida comúnmente pasa a ser la muerte encarnada e imaginada o soñada del pueblo; y la muerte pasa a ser un paso para volver a los Campos Elíseos de la mitología clásica. De esta manera se busca acercarse a algo más allá de los preceptos establecidos.

¿Podrías profundizar la idea de que sea una “historia estroboscópica”?

Primero decirte que es producto de una búsqueda que quiere visualizar el misterio de la vida misma, de aquello suprasensorial que es imperceptible pero parte de la realidad. Es una alegoría a las luces estroboscópicas que dan la idea de movimientos fragmentados, para referirnos a la fragmentación de la vida misma. Si te das cuenta, el efecto estroboscópico son golpes intermitentes de luces que solo deja ver lo que alumbra dándonos la idea de movimiento o vida en aquella secuencia de golpes de luz, pero en la intermitencia hay espacios obscuros que no son visibles.

El filósofo y premio Nobel de literatura Henry Bergson decía que la realidad es como esos fotogramas del cine que al pasar a determinada velocidad nos da la idea de movimiento, pero que entre cuadro y cuadro hay muchos instantes oscuros que no vemos, que no abarcamos y solo pueden ser intuidos. Este libro poético es una historia estroboscópica ya que, al igual que en la vida de cualquier hombre, solo vemos lo ínfimo que consideramos práctico o relevante según principios establecidos previamente, y lo demás queda en los cuadros oscuros impidiéndonos el misterio de lo integral. Esta es la razón por la que se vuelca a un lenguaje simbólico y poético.

En tu libro trabajas la transtextualidad. ¿Podrías contarnos al respecto y cómo esto es un eje fundamental en su construcción?

El libro tiene una estructura basada en la transtextualidad, ya que el poema hace referencia simbólica al mito arquetípico de Eurídice y Orfeo en relación a una nueva perspectiva de la vida y la muerte. Por otro lado, también es fundamental el poema Noche oscura del alma de San Juan de la Cruz, ya que es la epifanía del personaje que experimenta este maravilloso poema, experiencia por lo demás épica.

La idea de escribir desde estos textos fundamentales es una forma de encontrar las relaciones con los mitos y misterios que ayudan a llenar los episodios desconocidos de la vida de un hombre, como una forma de buscar la integración incluso de lo temporal y espacial. De esta manera, con la intertextualidad en este caso busco contar desde lo arcaico, con los primeros rayos de sol del inicio, algo que tienen en sí los mitos. El distanciamiento de aquello que al parecer perdimos hace mucho, pero que aún hace eco en nosotros, te permite mirar desde un ángulo más amplio la vida de un hombre, y esa mirada parece completarse con historias que engrandecen o le dan la verdadera envergadura a los acontecimientos humanos. Es esa necesidad lo que me lleva a transitar por este recurso acuñado por Genette, donde en todo momento parafraseo el pensamiento filosófico de Henry Bergson al referirme a una historia estroboscópica, quizá la manera más clara de manifestar la imposibilidad de escribir sobre alguien; o al momento de acercar los mitos y hacer caminar a Eurídice por la plaza de un pueblo

Debido a características que explicaremos más adelante ¿Qué crees que aporta El Cristo de los tobillos rotos?

Te podría decir que estoy consciente que es un texto arriesgado que busca explorar la complejidad del ser humano en ese universo de correspondencias de Baudelaire, todo frente a la simplificación reinante. La superposición de ideas en la transtextualidad que hablamos, quizá logra ofrecer puertas hacia lugares que pueden llegar a ser circulares o inexplicables. La invitación al lector es a reconstruir los espacios obscuros de la historia estroboscópica como una manera de intentar construir algo en conjunto, o solo adentrarnos en el intento, cosa que es más que suficiente.

En resumen, el libro es una muestra de resistencia para avanzar en la transformación, donde a veces es necesario ir a lo remoto para encontrar inicios inconclusos, por decirlo de alguna manera ya que todo lo humano parece inconcluso excepto algún “todo” incognoscible.  En este libro están los mitos y poemas místicos de San Juan de la Cruz dada la necesidad de intentar llegar al fondo de una existencia. En mi libro inédito La Jentil Vulgata por ejemplo, está el rock progresivo, ya que en esa exploración parecen haber realidades que aún hoy son tremendamente reveladoras y desconocidas. Ahí también está lo nuevo.

¿Con qué apreciaciones te has quedado de los lectores?

Los lectores, comenzando con la apreciación de la poeta Carmen Berenguer y su prólogo, se apropian del texto en un proceso de co-constructivo. Carmen vio al arriero de la virgen del norte en mi lectura, y lo vio como una expresión cultural del pueblo citándolo en el prólogo, tema que conversamos en su departamento frente a su Plaza de la Dignidad, ya que eso no está textual en el poema pero sí en la construcción colectiva de la obra que ella manifestó. Otros lectores me han dicho que no es de fácil lectura, pero se han quedado con lo esencial que es la imagen de un mundo remoto que en el fondo aún está presente en la simpleza de lo próximo aunque parezca haber sido arrebatado. Esas apreciaciones que reflejan una vivencia tan propia y remota es lo esencial, a mi modo de ver. Las imágenes o asociaciones que puedan ser reconstruidas por cada cual, sabiendo o no sobre el mito de Eurídice y Orfeo, es la apropiación que cada uno hace del libro para llegar a un lugar eternamente común. Más allá de eso, que es lo importante, quizá es un texto para más de una lectura, lo que relativiza la idea de un texto corto. Pero sí he quedado satisfecho cuando me dicen que han conectado con algo propio, ya que eso ya no es mío, sino algo compartido y plural, que es lo que Carmen Berenguer llamó “clamor del pueblo” al referirse al poemario. En este sentido, si me preguntaras por el lector ideal, te diría que es quien lee sobreponiendo la conexión intuitiva más que el entendimiento racional.

El Cristo de los tobillos rotos como título ¿A qué hace alusión?

Hace alusión a lo crístico de un hombre que buscó a lo largo de su joven vida conectar con lo más plural y esencial de él mismo, recorriendo una vida como aprendiz de guitarra con gitanos y destacado seminarista; una estancia en el extranjero y docencia en pequeñas escuelas de campo; para terminar estudiando escultura, esculpir la virgen del pueblo y morir ahogado por anzuelos de pesca enganchado de sus tobillos mientras nadaba en el mar pasado los 30 años. El título hace referencia a una realidad donde el mito y la épica son necesarios para evitar simplificar la vida de un hombre, acto reduccionista que degrada.

¿Cómo llegaste a él?

Sólo llegó un día a mi casa de provincia. Yo tenía unos 7 años y jamás había conocido un poeta. Habló con mi madre, su prima, venía llegando de Estados Unidos e iba camino al pueblo a la casa de su madre. Lo que más recuerdo fue cuando le dijo a mi madre que le gustaba la casa y que le iba a escribir un poema. Eso fue definitivo para mí ya que esa palabra fue reveladora. ¿Un poema extraído de dónde? ¿De las paredes y de esa tarde llena de figuras sobre crochet y un mueble radio tocadiscos? Desde ese momento extraje lo esencial del poema. No era necesario más y jamás volví a ver al poeta.

Tengo imágenes muy borrosas de su funeral en un pueblo pequeño y colonial, la gente entrando y saliendo, una casona alta y centenaria con un patio interminable. Todo tan visto desde mi propio tiempo remoto que debí rescatar de esos fotogramas oscuros que describe Henri Bergson.

¿Tienes otro proyecto literario que estés trabajando en la actualidad o tengas en mente para un futuro próximo?

La verdad tengo más de uno en paralelo, incluso algunos muy avanzados antes que El cristo de los tobillos rotos. Hay parte de poemarios inéditos que han sido publicados en la revista Simpson7 de la SECH y el reciente relanzamiento de la revista La Mandrágora, proyecto bastante interesante liderado por Karen Plath Müller Turina y el poeta Yvaín Eltit. Hay uno en particular, el poemario La Jentil Vulgata, escrito a modo de crónica de una búsqueda temprana del Grial en una provincia extinta. Creo que ese libro podría ser el próximo, pero antes estoy trabajando en la difusión del poeta Luis Omar Cáceres para que sea reconocido en su provincia natal Cauquenes, y en un proyecto audiovisual para la SECH sobre los destacados poetas Rafael Rubio y David Hevia.

Ficha técnica

Título: El cristo de los tobillos rotos

Año: 2021

Páginas: 56

Editorial: Gs Libros

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