Por Carla Alonso
Pertenece a una familia de cinco hermanos dedicados a la danza y cuando era niño soñaba con entrar al Ballet del Municipal de Santiago. En 2014 egresó de la Escuela de Ballet de ese teatro y un año más tarde se unió al Ballet de Santiago. Desde sus comienzos, Cristopher Montenegro (22) ha destacado sobre ese imponente escenario como solista en las obras La Cenicienta, de Marcia Haydée, directora artística del Ballet de Santiago; Raymonda de Luis Ortigoza; La consagración de la primavera, de Glen Tetley; y recientemente en La casa de los Espíritus, de Eduardo Yedro. Este último montaje, basado en la novela de Isabel Allende, se exhibió vía Municipal Delivery a fines de mayo, como parte de las actividades del Teatro por el Día del Patrimonio. En el montaje, Cristopher Montenegro creó su propia versión de Esteban Trueba: un personaje que ostenta su poder, que es hostil, a ratos violento, y que transita desde su juventud hasta su vejez. Esto le significó al bailarín trabajar con rapidez, precisión y estar casi todo el tiempo en escena.

¿Qué fue lo más complejo al preparar el personaje de Esteban Trueba de La casa de los espíritus, en la obra del Ballet de Municipal de Santiago?
Una de las cosas que más trabajo me tomó fue la interpretación de Esteban, porque el personaje a través de la obra transita por varias etapas, desde su juventud hasta su vejez. Lo más desafiante fueron las escenas violentas, porque esas actitudes son totalmente ajenas a mi personalidad. Pero fue un trabajo interpretativo muy enriquecedor.
¿Cómo lograste dar realismo a esas escenas violentas?
Fue mucha práctica: repetir las veces que fuese necesario para ir encontrando el personaje, bajo el ojo crítico de las personas que me estaban guiando, como el coreógrafo y los maestros de baile. También repasar una y otra vez el libreto que elaboraron Pamela Figueroa y Verónica González, para el ballet. Con ella hacía reuniones sólo para leerlo y saber bien qué se requería, qué sentimiento necesitaba encontrar. Repetía, me miraba al espejo y sentía de distinta forma los diferentes puntos de vista. Lo probé muchas veces hasta sentirlo natural en mí, no haciendo el rol de Esteban sino siendo Esteban. Eso me ayudó mucho. Además, releer el libro muchas veces y ver la película fueron mi base para crear este personaje y hacerlo a mi medida.
El lenguaje, la expresión de tu personaje, así como el vestuario, son clave en el montaje. ¿Qué relevancia tienen esos aspectos para tu protagónico y cómo los trabajaste?
Son aspectos muy importantes porque le dan vida al personaje. El lenguaje que utilizó el coreógrafo Eduardo Yedro fue creado en favor de la narración, y la interpretación fue el hilo conductor para identificar al personaje. Además, el trabajo de expresión fue un proceso de mucho trabajo, porque la obra pasa de un pasaje del libro a otro en muy poco tiempo, entonces, cada detalle debía ser muy bien interpretado, verse real y genuino. El maquillaje de Pamela Correa le dio el toque final a la expresión. El vestuario diseñado por Jorge Gallardo fue del mismo tono toda la obra, con cambios de polera, camisa, chaqueta y abrigo, para ayudar a identificar el paso del tiempo, y los cambios emocionales y psicológicos de Esteban. La música de José Luis Domínguez también fue un punto muy importante porque tenía la sensibilidad que requería cada escena. Todos esos elementos fueron de gran ayuda para desarrollar el personaje.

¿Habías trabajado antes con Pamela Correa, Jorge Gallardo y José Luis Domínguez?
Había trabajado muchas veces con Pamela, ella me maquilla en cada ballet. Me sentí muy cómodo porque hay muchos cambios de maquillaje y son rapidísimos, porque Esteban está casi todo el tiempo en escena. Conversamos mucho para ver en qué punto había cosas de maquillaje que podían ayudar con la interpretación. Fue un agrado y una gran ayuda su trabajo. Con Jorge Gallardo era primera vez que trabajaba y fue una muy linda experiencia. El vestuario ayudó mucho para sentirme Esteban. Con José Luis Domínguez también, pero no de forma tan cercana como en esta oportunidad. Desde su rol como compositor me entregó su punto de vista y su inspiración, que me ayudaron a ver de distinta forma y darle otra vuelta a algunas escenas.
La casa de los espíritus es una obra de danza más moderna y a ratos contemporánea, por sus movimientos, su lenguaje. Tu formación es de bailarín clásico desde los ocho años y egresaste de la escuela del Municipal de Santiago. ¿Dónde te sientes más cómodo como bailarín e intérprete?
Me siento más cómodo con el ballet clásico porque es la disciplina en la que me formé profesionalmente. Es mi zona de confort. Sin embargo, en diferentes momentos he tenido oportunidades de interpretar lenguajes neoclásicos o modernos, e igualmente me he sentido maravillado de aprender y viajar por diferentes movimientos.

Para un bailarín de tu nivel, ¿cómo es salir de la zona de confort al interpretar montajes de danza de lenguajes neoclásicos o modernos?
Es entretenido y desafiante tener la oportunidad de hacer algo distinto a lo habitual y descubrir espacios nuevos y lugares donde mi cuerpo no había llegado con el movimiento. Si bien se necesita mucha práctica para lograr fluidez, es algo a lo que los bailarines estamos acostumbrados: practicar hasta lograr una armonía. No dejé que la frustración me venciera, sino que la tomé como una motivación.
Hay dos escenas que estremecen al verlas interpretadas por el Ballet, y particularmente por ti, que son la de la violación y también un desnudo con fuerte carga erótica. ¿Cómo reaccionó el público y la crítica ante tanto “realismo” del Ballet del Municipal?
El público y la crítica, en general, lo recibieron muy bien. Pienso que logramos transmitir sensaciones y emociones. Las partes actorales de esta producción son muy dramáticas e intensas, y con el apoyo del equipo de profesionales que tenemos logramos un buen resultado.
¿Quiénes forman ese equipo y en qué cosa te ayudaron específicamente?
Eduardo Yedro, el coreógrafo, me dio la oportunidad de interpretar este personaje y me entregó libertad, guiándome en cada ensayo. Con la asistente musical Nathalia Aquiles conversábamos antes de cada ensayo para contextualizar las escenas. Pamela Figueroa, asistente del coreógrafo, me ayudó a poner todo en música, dándome su punto de vista de cada escena. La maestra Marcela Goicoechea contribuyó mucho en los ensayos para encontrar fluidez, en especial en los pas de deux. Verónica González me apoyó con la actuación: pasar de una reacción a otra y mirar más al público para que pudiera entender bien lo que quería decir en cada escena. Interpretar de forma real fue lo más importante. En las funciones, en mi camarín estaban Milena Moena y Pamela Correa para hacer todos los cambios de vestuario y maquillaje, que era muy rápidos y seguidos durante todo el ballet.
Hubo mucha gente que me ayudó y se me quedan muchos fuera de los equipos de vestuario, escenario, luces, orquesta y proyección escenográfica. Mucha gente que hace posible que un ballet como este se realice.
¿Se interesó en esta obra un tipo de público distinto al que habitualmente asiste al Municipal de Santiago?
Sí. Esta producción atrajo también a un público que se interesó por el título del reconocido libro de la gran escritora nacional Isabel Allende, y la curiosidad de ver cómo sería llevada esta novela al escenario por el Ballet de Santiago. Es una historia que narra una parte muy importante de la historia de nuestro país.
Para ti, como intérprete, ¿es más complejo protagonizar un personaje que es una adaptación de una obra literaria muy conocida, como es La casa de los espíritus?
No sé si es más complejo, porque al ser tan conocida la historia, también hay mucho material por el que pude guiarme. Cada vez que no me sentía conectado tomaba el libro o la película como base.
Municipal en la casa
¿Cuán relevante es una iniciativa como Municipal Delivery para llevar el ballet a un público más general y diverso, que quizá nunca ha podido asistir al Teatro Municipal?
Es muy relevante. Me parece una iniciativa muy linda y solidaria. ¿Qué mejor que el arte en tu hogar, en estos momentos tan difíciles de pandemia? El arte alegra el alma y el corazón, y con estas transmisiones le das un descanso a las personas. Les regalas un momento fuera de la realidad.
Son espectáculos de una producción altísima y de gran calidad, y hay personas que seguramente no saben que el Municipal ofrece esos espectáculos. Por ese motivo, me alegra que el Teatro entregue esa posibilidad al público en estos momentos, en que no podemos salir de la casa. Tener un panorama artístico para disfrutar en este contexto es muy bueno.
¿Municipal Delivery le da una mayor apertura al trabajo del ballet, que históricamente ha estado más restringido a una elite especializada y con mayor poder adquisitivo?
Creo que tenemos que cambiar ese pensamiento de que el ballet es elitista, eso ya cambió. Hoy hay muchas más posibilidades de poder asistir; sólo hay que atreverse y averiguar. Disfrutar de un ballet no es mucho más caro que otro tipo de salidas familiares; quizá es falta de información. Hace tiempo que el Municipal de Santiago tiene muchas opciones para que todos puedan disfrutar del arte. Además, con el Ballet de Santiago viajamos cada temporada por todo Chile llevando nuestro arte. Nos hemos presentado en Iquique, Copiapó, Valparaíso, Chillán, Concepción y Temuco, entre otras ciudades. Y las transmisiones también han ayudado a llegar a muchos otros lugares.
¿Cómo crees que se puede romper la barrera de la falta de información, es decir, que el público no especializado se entere de que existen entradas más baratas o montajes que les pueden interesar?
En el último tiempo se han estado haciendo muchas gestiones para conectar a más personas con el Municipal y avanzar en ese punto. Por ahora, Municipal Delivery ha jugado un rol muy importante en ese sentido.
¿Iniciativas como éstas democratizan el acceso a una arte escénica que es considera como “más elevada”?
En el Municipal de Santiago hay muchas opciones y precios para que todos puedan asistir. Creo que sólo falta derribar ese mito, atreverse y averiguar. Con Municipal Delivery más de 300 mil personas de todo Chile y el mundo se han conectado para ver las producciones de ballet, ópera y conciertos. Muchas de esas personas nunca antes habían asistido al teatro, y en ese sentido ha sido una herramienta muy valiosa.
¿Qué relevancia e impacto a tenido para ustedes, como artistas, que su trabajo sea más conocido y apreciado por un público más masivo gracias a Municipal Delivery?
Creo que Municipal Delivery ha sido una gran vitrina para mostrar lo que hacemos y me da mucha alegría poder entregar nuestro arte a más gente, que todos vean que en Chile tienen un teatro que hace producciones de nivel internacional. Espero que, cuando todo esto pase, muchas más personas se motiven y se atrevan a ir al Municipal para que se emocionen, en vivo, con esas producciones que vieron a través de Municipal Delivery.
Además, gracias a esta plataforma digital con el Ballet de Santiago nos hemos convertido en embajadores del Teatro Municipal, ya que otros escenarios del mundo como el Teatro Real, de España, y el Teatro Mayor, de Colombia, han presentado en estos días nuestra producción de El lago de los cisnes.
Hasta el momento El lago de los cisnes y Cascanueces han sido las producciones solicitadas por otros teatros para transmitirlas en sus propias plataformas digitales.
61 años del Ballet de Santiago

¿Cómo viviste este aniversario de los 61 años del Ballet de Santiago a nivel personal, en medio de la cuarentena?
Lo viví desde mi casa con nostalgia por no poder celebrar bailando o ensayando en el Teatro, como me hubiese encantado. Pero también muy feliz y orgulloso de ser parte de esta importante y bella compañía.
¿Cómo entrenas todos los días en este tiempo de pandemia?
Como muchos bailarines, tuve que convertir mi living en una sala de ballet para poder seguir con el entrenamiento, ya que estamos a acostumbrados a una práctica constante. Construí una barra para hacer clases y el Teatro nos entregó un trozo de piso de linóleo para facilitar la práctica y tener mayor comodidad. Me he mantenido entrenando a través de redes sociales y de Zoom. Creamos un pequeño grupo con mis hermanos, mi pareja y una compañera y amiga, y hacemos clases de ballet y de acondicionamiento físico de maestros y bailarines de la compañía, y también de extranjeros que han publicado clases. Así, podemos aprender y tener nuevos tips para mejorar la técnica. Tomar las clases en grupo ayuda a mantener la motivación.
¿Cómo ves hoy al Ballet de Santiago y cómo crees que estará en diez años?
Veo al Ballet de Santiago como una de las mejores compañías de Sudamérica, con un repertorio clásico de nivel mundial. Y en diez años más, como una compañía con muchas más producciones y un repertorio aún más variado. Deberíamos evolucionar explorando con nuevos coreógrafos y estilos. Dar más posibilidades al mundo del neoclásico y contemporáneo, sin dejar de lado el estilo clásico que nos caracteriza.
Marcia Haydée, directora artística del Ballet de Santiago, te ha mencionado como una de las promesas de la compañía. Actualmente eres bailarín solista, con 22 años. ¿Aspiras a llegar ser “primer bailarín” o “primer bailarín estrella”?
Mi mayor motivación es disfrutar del placer de estar haciendo lo que amo. Desde que salí de la Escuela e ingresé al Ballet de Santiago, siempre he tratado de dar lo máximo profesionalmente. Cuando interpreté el rol de Esteban Trueba no pensé en el cargo específico que tenía en la compañía, sino en ser el bailarín más profesional y hacerlo con la mayor dedicación y pasión. Cuando ya no sienta eso, será el momento de dejar el escenario.
Y sí, me proyecto como bailarín del Ballet de Santiago. Fue un sueño desde niño poder entrar a la compañía y me encantaría hacer una linda carrera ahí, y disfrutar de muchos logros y alegrías bailando en el escenario del Municipal.
¿Qué te gusta hacer cuando no estás ensayando, bailando o en funciones con el Ballet?
En semanas de funciones me gusta llegar a la casa, comer y darme una tina caliente para relajar la musculatura. Los fines de semana los disfruto junto a mi hija y mi pareja, y también saliendo al parque con mis perritos.
¿Quiénes son tus referentes hoy en el ballet y/o el contemporáneo, tanto en Chile como a nivel internacional?
Cuando estaba en la Escuela de Ballet, uno de mis referentes era Luis Ortigoza, quien fue intérprete del Ballet de Santiago por más de 20 años y hoy es asistente de dirección y coreógrafo. También Marcela Goicoechea, una de los maestros de baile del Ballet. Internacionalmente, me gusta mucho la técnica de Semyon Chudin, bailarín principal del Bolshói Ballet, de Moscú. Y el poder interpretativo de Iván Vasíliev, del Teatro Mijáilovski, de San Petersburgo, y Natalia Osipova, primera bailarina de The Royal Ballet, de Londres.
“La casa de los espíritus”
Teatro Municipal de Santiago
Original: Isabel Allende
Música: José Luis Domínguez
Coreografía: Eduardo Yedro
Estreno: 2019