Entrevista a director de “Majamama” Pepo Silva: Las artes escénicas invitan a las personas a sentir cosas

Por Tomás Araya

Pepo Silva inició su camino por la danza y el movimiento con estudios desde el 2016, donde se ha desempeñado como creador, intérprete, docente y director de instancias artísticas. Fundó Plataforma Mono y La Mutante, dos proyectos que buscan la importancia de la colaboración y la creación colaborativa.

Majamama ha sido su última dirección de danza en colaboración con el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM). Para este montaje hace un enfoque en lo que es la identidad latina en toda su historia y hoy en día. Mediante expresiones, danzas y representaciones corporales, la función va mostrando toda la mezcla que es la majamama y la identidad latina.

Culturizarte tuvo la oportunidad de conversar con Pepo Silva acerca de como nació la idea y la importancia para los latinoamericanos del significado de la majamama.

¿De dónde proviene esta idea de la palabra o del origen de este concepto que es majamama y la identidad de lo latino?

La pieza no nace a partir de esta idea, pero creo que es una de las cosas que mejor puede sintetizar sobre lo que nos interesa de esta danza. Majamama es una palabra que, si bien tiene un concepto definido por la RAE, es un chilenismo. Ahí encontramos totalmente cautivante que este chilenismo le pertenece a las personas y es una palabra por seguir inventando, por seguir creando, dándole significado y resignificándola. La majamama nos habla del desorden, de estas cosas que se mezclan entre sí, y en eso que se mezcla se genera un desorden. También se pueden referir otros términos como el menjunje, la mezcolanza, el popurrí, la mazamorra, la champurria, que, si bien cada una tiene sus propias particularidades, son palabras símiles entre sí.

Nos interesa la palabra majamama porque es un chilenismo y hay algo ahí que resignificar con respecto al desorden. Nosotros atribuimos esta palabra e investigación a lo latino, y lo latino pareciese ser un desorden, pero uno hermoso para nosotros. No es algo que quiere enunciarse peyorativa o negativamente, sino que, todo lo contrario. Es sobre cómo nos organizamos a través del desorden que existe en estos territorios, y cómo transformamos el orden en organización. Entonces es una manera de vivir, es una condición. Hay algo en estos territorios que no se puede ordenar, y eso es lo bello y complejo. Es la gran complejidad también que tienen los territorios del sur, los territorios latinos, y es que no hay manera de poder ordenarles.

Tenemos una historia que, de alguna manera, ha hecho que tengan que convivir muchas historias dentro de sí: una violenta, una de invasión, una historia de una violación blanca. Es sobre algo higiénico que se quiere instaurar en estos territorios después de esta invasión, una pérdida de la visibilidad y de las culturas tradicionales indígenas. Entonces, ¿qué pasa? Que esa mezcla sí existe, pero no es una mezcla consensuada. Es una manera de limpiar lo que ha ocurrido en estos territorios, pero, sin embargo, es algo que cargamos y traemos. Nuestras preguntas sobre la majamama son: ¿cómo evitamos ese desorden?, y ¿quiénes somos y cómo también podemos? Puedes hacer un arma, una trinchera, para poder decir: “sí, somos muchas cosas y no tenemos que clasificarnos o definirnos como algo”.

Eso es una virtud, es una potencia que tiene el territorio latino, porque no es una raza, no es una etnia, sino que está diluyéndose en esas fronteras de cómo puede ser clasificado lo latino. Por eso también está en el mainstream y se vuelve más democrático. Les pertenece a las personas, igual que la palabra majamama. No aparece la policía de lo latino, no hay alguien que tenga esa agencia y diga: “no, es que lo latino es esto y esto”. Hay muchas versiones, y eso es muy interesante porque para mí se vuelve más democrático, se aleja de las policías.

¿De qué manera diseñaron el caos en esta función? Sobre el cansancio y la repetición que se va produciendo en el baile y en los intérpretes.

Todo lo que estoy hablando es nuestro discurso, nuestro marco teórico para poder acercarnos a la majamama, pero la danza en sí tiene otras complejidades, que no tenemos la palabra de respaldo o de por medio, no es nuestro eje, es el cuerpo. Entonces, ¿qué pasa? Que una de las primeras cosas que quisimos hacer con esta Majamama es invitar a intérpretes y performers que han practicado la danza desde distintos lugares, desde distintos lenguajes, desde distintos estilos. Hay gente de las danzas urbanas, de las danzas sociales, de las danzas contemporáneas, y gente que se ha cruzado por distintos y diversos estilos de danza. Esto ya lo hace majamámico, eso ya lo hace una diversidad, y ahí la pregunta es más bien: ¿cómo ponemos en escena todas esas diversidades? Sin tener que hablar de esas diversidades, sino que en cómo esas diversidades se organizan, conviven, se respetan, se toleran y en conjunto construyen algo, o lo destruyen, cambian o lo transforman.

¿Por qué nos interesa eso y no hablar sobre sus diversidades? Porque efectivamente creo que es algo atingente con los tiempos que estamos viviendo hoy y que hemos vivido en lo contemporáneo. Un caso es la polarización de las ideas, que nos hace enfrentarnos más que decir. Pensamos distinto, ¿qué hacemos con ello?, ¿cómo nos organizamos para convivir en eso? Para mí esa polarización lo que hace es enfrentarnos, buscando como algún tipo de afán de superioridad. Es el caso de, “como yo pienso está bien, como yo pienso es como tiene que ser, lo otro está mal, lo otro no puede ser”. Para mí, una de las salidas desde las artes, en un mundo que está tan contaminado de ira, de violencia, es desplazar pensamientos. Lo que me interesa no es necesariamente como la diferencia y la diversidad nos enfrenta, sino que, al contrario, como nos hace organizarnos y decir: “bueno, ¿qué hacemos con esta diversidad?” Aquí lo aplicamos en la escena. Hay una repetición y hay algo cíclico, pero no trata sobre lo cíclico, sino sobre qué les va pasando a las personas en la escena, con eso que tienen que seguir repitiendo y que tienen que obligadamente organizarse para poder seguir haciéndolo. En esta reproducción, insistencia, en este rendimiento escénico que tienen que vivir los intérpretes.

¿De qué manera crees o sientes que nos interpretamos nosotros mismos los latinos y chilenos? ¿Qué tipo de reacción o visión esperas que tenga la gente que ve esta danza?

La gente cuando la ve, primero que todo, necesita formatearse de alguna manera, porque las danzas contemporáneas, performativas o escénicas, lo que hacen es desplazar la idea del pensamiento y dejar que el público sienta. Creo que ahí hay un acto político importante que la danza está sosteniendo y que tiene que ver con invitar a las personas a sentir cosas. Estamos en un mundo en donde todo está tan claro, tan clasificable, tan dicho, tan moldeable, que es difícil sentir. Porque todo te lo dicen como tiene que ser, todo te lo explican, todo te lo dan muy claro. Es bueno e importante esto que hacen las artes, que hace la danza, de traer a las personas de nuevo a sentir cosas. Entonces, la gente siente muchas cosas, entiende pocas, y eso es revolucionario, porque de alguna manera deja el espacio al pensamiento. Lo básico y lo clásico que nosotros traemos en esta pieza es una postal latina, una típica postal latina representativa, un poco cliché, de lo que la gente piensa que es lo latino. Esto es lo tropical, las plumas, los colores y los bailes. Pero nosotros traemos esta ficción y esta representatividad en la escena para poder desmantelarla, desvestirla, desenmarañarla y poder decir: “mira, hay mucho más dentro de lo latino”. Hay muchas otras capas invisibles de la diversidad y la multiplicidad de características que tiene el ser latino.

Aquí, más que nosotros venir a decir cuáles son, lo que hacemos es dejar abierta esa pregunta: ¿cuáles son esas cosas con las que me siento identificado de lo latino? Por ahí hay varias, como el calor en todos sus aspectos, la temperatura, la familiaridad, el encuentro, la compañía, la manera de expresarse, el arrebato y la emergencia que tiene el cuerpo. El sabor es algo indiscutible. Mucha gente me dice: “pero los chilenos no tenemos tanto sabor como la gente de centroamérica”. Si lo que necesitamos hacer es medirnos o compararnos, quizás es distinto. Pero hay otras formas y hay otras escalas de medición también. No necesariamente tenemos que apuntar hacia ese lugar, pero sí tenemos mucho sabor de distinta manera. Aquí lo llamaría un poquito más picardía.

Hay muchas posibilidades de entender lo que es lo latino, como un acompañamiento, una familiaridad, un encuentro, una cosa de escucha colectiva que también es súper potente. Entonces el público tiene que ir ahí para que vayan a descubrir cuáles son sus latinidades. Creo que nos haría bien para diluir un poquito esas fronteras políticas, territoriales y sociales, que a veces nos separan un montón y nos intentan decir: “no, tú eres eso, yo soy esto”. Majamama es una invitación a diluirlas, a permearlas, a ampliar esas fronteras y esos límites que tenemos en clasificar a uno, otro, otra u otre.

¿Cómo fue la sinergia entre el equipo durante el trabajo y los intérpretes seleccionados? ¿Su rol se definió a base de ellos o después de ser elegidos?

Hago la dirección de este trabajo, pero me interesa pensar la dirección como una contención. Algo que va generando ciertas barreras a los costados y que va conteniendo, para que todos nos podamos aproximar a una dirección en conjunto. Entonces hay un equipo creativo que pasa por el diseño escénico, la iluminación, el vestuario, el diseño sonoro, la asistencia dramatúrgica, el dramaturgismo y la asistencia creativa, en donde somos un equipo de varias personas que vamos básicamente debatiendo cuáles son las mejores direcciones que puede tomar el trabajo. Si bien yo aproximo una idea principal, cada uno tiene esa agencia y esas posibilidades de sus áreas, de poder dirigir y hacer dirección. Entonces eso se va complementando y tejiendo en una red. Majamama también es eso, una red un poco indescifrable de direcciones que nos invitan y chorrean hacia un lugar. En la escena trabajo mucho con la memoria y los registros que cada intérprete trae.

Alguien que proviene de las danzas urbanas, de la calle, por decir algo, o alguien que viene desde lo académico, desde lo contemporáneo, tiene un registro muy distinto. Lo que me interesa es que eso aparezca y decidir cómo lo ponemos en relación, cómo lo ponemos en contacto, cómo lo ponemos a conversar, a escucharse, a permearse con el otro. La Majamama, más que solo una idea escénica o una idea de obra, es una práctica, es una manera que nos interesa como pensarnos para, desde las artes, aproximarnos también a cómo queremos vivir las cosas.

Es una práctica que incluso se llevó a cabo dentro de esta obra, incluso fuera de la pieza, en relación también con los equipos de GAM, y a cómo levantar preguntas desde la comunicación. Ahí le quiero mandar una mención muy interesante a nuestros amigos de Efecto, que hacen un trabajo digital de comunicaciones en relación con pensadores latinoamericanos. Por ahí estuvo Metalengua, que vienen desde el sonido, la Diosa Haitiana, que es una persona que está trabajando con la multiculturalidad y en cómo traer otras maneras de pensarse lo latino, a preguntarnos todos juntos en cómo seguir construyendo la majamama. Es sobre pensar en cómo, desde tus expresiones artísticas, sigues también pensando en esto, que debe diversificarse, compartirse, y no anularse entre sí. Hay mucha gente que está pensando en ello, quizás no con el nombre de majamama, pero sí hay un amplio espectro de artistas, pensadores, pensadoras, que están preguntándose sobre la diversidad en el encuentro, como potencia.

¿Tienes pensado retomar la idea de lo latino, de la majamama? ¿Piensas en otra manera de demostrarlo en tus futuros proyectos?

Estamos en una primera parte, pero esperemos una serie de creaciones o de piezas que se pregunten sobre lo latino. Hay una potencia y una fuerza en esa diversidad, que no existe en otros lugares de esta misma manera. Está la potencia de lo latino, estamos pensando en ese futuro latino, no de una manera territorial, sino de una manera que desplace el pensamiento a eso, a aceptarnos y a convivir en esa diversidad. Creemos que el futuro debiese ser así. Es bueno también pensar en cómo queremos vivir el futuro, cómo queremos que sigan siendo las cosas. Me interesa seguir pensándolo desde eso, desde lo latino, porque lo latino lo que hace es aproximarnos a una manera de vivir más cercana, más íntima, más sensible, en escucha, en diversidad, en encuentro, en capas que nos invitan a ser más tolerantes, más empáticos, a vivir la compasión. Por eso no quisiese nacionalizarlo dentro de lo chileno, o ponerle algún nombre, porque es mucho más atemporal que eso.

Ficha técnica

Título: Majamama

Dirección y dramaturgia: Pepo Silva

Asistencia creativa: Betania González

Creación y performatividad: Francisca Espinoza, Mónica Casanueva, Gabriela Suazo, Víctor Morales, Nicolás Gatica, Javier Muñoz. Invitada: Mariel Bracamonte

Asistencia dramatúrgica y dramaturgismo: Bruce Gibbons

Producción y creación musical: Pablo Contreras y Paulopulus

Diseño escénico: Rocío Hernández

Realización escenográfica: Carlos Mangas

Realización y montaje: Moisés Arcos

Encargado técnico: Matías Segura

Diseño y realización vestuario: Althía Cereceda

Producción: Centro Cultural Gabriela Mistral GAM.

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