Por Victoria Bustos Arancibia
Nicolás Molina es un cineasta chileno que ha dejado una huella significativa en el ámbito de lo documental con una mirada que se ha tildado de crítica y poética hacia la realidad social del país. Con una carrera que abarca obras aclamadas como Beaverland (2014) y Flow (2018), Molina ha sido reconocido en festivales internacionales como el Sheffield DocFest, donde sus trabajos han conquistado a la audiencia y a la crítica especializada.
Su más reciente proyecto, Pirópolis (2024), se adentra en la compleja trama de la ciudad-puerto de Valparaíso, centrándose en su 5ta Compañía de Bomberos (también llamada Pompe France), que enfrenta no solo la amenaza de incendios fomentado por la amplia presencia de monocultivos de eucaliptos, sino también una crisis social que ardió en las calles. A través de este documental, que explora la inclusión de la mujer en un entorno tradicionalmente masculino y los desafíos de una sociedad dividida, Molina reafirma su compromiso con el cine como herramienta de reflexión y cambio.
Pirópolis, promete ser un espejo de la lucha y la resiliencia de sus personajes en medio del descontento y la transformación social.
Esto fue lo que el director nos contó.
La película comienza con toda esta capacitación que hacen los bomberos franceses y que consigue la bomba a través de la Embajada francesa. ¿Por qué parte desde ahí? ¿Por qué tú dices: este es mi punto de partida para contar la historia de esta ciudad que siempre se está quemando?
Generalmente, sobre todo en el documental, cuando uno proyecta una película, uno no sabe muy bien dónde va a partir ni dónde va a terminar, porque uno sueña con las cosas que van a pasar, pero cuando inicia el rodaje pasan otras cosas. Pero coincidió que el inicio del rodaje partía con esta capacitación y también creo que, en términos de la estructura, ayudaba muy bien a presentar a los personajes y presentar cómo es la configuración de una compañía chilena, que generalmente vienen de colonias, o, al menos las más antiguas que están en Valparaíso, cada una corresponde a una colonia con diferentes técnicas. También habla de esa forma que tienen los bomberos de organizarse en Chile, que es voluntaria. Entonces es una manera de ver cómo esa cooperación y esfuerzos que son propios de la compañía se reflejan en esa comunidad, previo a que ya empecemos a ver los incendios en la película y ver cómo esos incendios funcionan multidimensionalmente.
¿Vieron estas capacitaciones y estas charlas que daban los bomberos franceses como una forma de entender qué es lo que estaba pasando con los incendios?
Sí, cumple dos funciones: creo que hay que entregar una información que te permite entender cuáles son las características del conflicto; y la otra, a través de ese proceso presentar a los personajes y entender que son seres humanos los que están detrás de resolver este problema, que son los incendios forestales y estructurales de la ciudad.
Cuando comienzan a grabar, ¿Se enteran al tiro de esta colaboración que estaba pasando con la Pompe France y los bomberos franceses, o en la marcha, que ya estaban filmando algo para Pirópolis y se enteran después?
El proyecto es largo; duró alrededor de nueve años entre investigación, rodaje y montaje. El rodaje fue parcelado, pero el núcleo fue entre 2019 y 2023. Entonces, nosotros sí sabíamos, yo ya conocía a Baptista, que es el personaje francés principal, porque él ya había estado viniendo a Chile y generó un vínculo con el capitán, y él, por esfuerzo propio, logró traer financiamiento desde Francia, desde Marsella. También, entre el capitán Héctor Casacuberta y Baptista, lograron armar esta capacitación de incendios forestales. Yo ya entendía ciertas fechas donde esto iba a ocurrir, y logré encajar el rodaje dentro de esto, porque me interesaba ese vínculo entre la Pompe France, que es una bomba que tiene más de 150 años, que partió con franceses, y ahora es lo que vemos en la película, y Francia. Eso, por un lado, sí estaba coordinado, pero lo que no sabíamos era lo que iba a pasar en 2019, que fue el estallido social, donde Valparaíso, al menos el centro de la ciudad, se quemó. Fue una coincidencia, pero al mismo tiempo generó, en términos de punto de vista, que la película observara el fuego desde otro lugar.
Me contabas que, por las características del cine documental, uno va filmando y se va armando de repente otra cosa distinta de lo que pensaban al principio. ¿Sientes que quedó muy distinto de la idea con la que comienzas?
Hay cosas que no cambian. Yo creo que lo que no cambia es el corazón del proyecto, o sea, desde donde uno quiere mirar a los personajes que va a seguir. Esta ya es mi cuarta película, así que, por experiencia, yo ya sé que el guion que me inventé en la cabeza, una vez que empieza el rodaje, tengo que botarlo, porque si no, me puedo perder muchas cosas si estoy demasiado amarrado a eso que creo que va a ocurrir. Creo que la realidad siempre te da mucho más, esa libertad siempre es bueno sentirla cuando uno comienza a rodar. Pero lo que sí se mantiene es el lugar en que uno mira. Porque los guiones, al menos yo, es lo que más trato de afinar, que es el punto de vista desde donde entiendo el fuego y desde donde entiendo los personajes. El resto ya es como seguir un flow orgánico de la vida y estar atentos a las cosas que pueden pasar. En esa época, pasaron muchas cosas que eran impensables, como lo fue el estallido social y la pandemia. Ahí hubo que adaptarse, y creo que el fuego también fue protagonista durante esos años.
¿Qué viene primero con lo del estallido social: filmar y después darte cuenta que sí se puede incluir en este mensaje de Pirópolis, o tú ves que está ocurriendo el estallido y dices: “Deberíamos filmar eso porque va con todo lo que estamos hablando en este proyecto”? ¿Qué es primero, la filmación o la idea?
Son simultáneos, porque cuando uno está filmando un documental hay un momento que es como medio meditativo, que es día a día, y después uno va reaccionando. Después de que uno para de filmar, uno ya entra en un estado más reflexivo, y todos los días uno va conectando y encontrando la historia. Pero no es como que pienso algo y después me quedo con eso hasta el final; como que siempre, todos los días va mutando, todos los días voy encontrando una historia nueva. La historia del capitán que iba a dejar de ser capitán… no quiero hacer spoiler de la película, pero fue algo que fue apareciendo y que yo fui tratando de contar en la película. Es pasito a pasito. También, eso estamos hablando del rodaje, una vez que empieza la edición, yo hago el mismo proceso. Como que toda la película que yo creo que filmé, trato de botarla, olvidarla y empezar la película desde cero. Ese es como un nuevo proceso que también trato de hacerlo con la mayor libertad posible.
Justamente en la película, y la gente se va a dar cuenta, que a la Pompe France le están pasando un montón de cosas mientras ustedes estaban grabando: está ocurriendo esta inclusión más femenina en el cuerpo, le están pasando lo de las capacitaciones, están cambiando de capitán… estaban pasando todas estas cosas, pero ¿Todo eso lo sabías de antemano? ¿Por eso eliges esta bomba? ¿Por qué esta bomba, finalmente?
Por diversos factores, hay que pensar que es una película que dura alrededor de una hora y veinte, donde yo condensé y armé un relato donde pasan muchas cosas. Pero también, en la vida misma, ellos tienen otros ritmos; no el ritmo de la película, pero sí en las bombas están todo el tiempo ocurriendo cosas. Sobre todo en Valparaíso, donde los incendios son súper álgidos; es una ciudad que vive en torno a esta problemática que ocurre casi todos los días en distintos lugares. También, los bomberos de Valparaíso creo que son mucho más activos que quizás en otras partes de Chile. Valparaíso es una ciudad que tiene una mítica ancestral respecto a los incendios.
¿Por qué elegí esta bomba? Como te contaba antes, hice una investigación grande respecto a los bomberos de Valparaíso. Investigué mucho tiempo todas las compañías; donde una vez que yo entendí que quería filmar y seguir a una compañía de bomberos, hice una especie de casting de compañía. Coincidentemente, cuando yo hice la primera investigación, que eso ya fue que mandé correos para ver quién me recibía, los únicos que me respondieron fueron ellos. Me fui alrededor de cinco días a quedar a la bomba y, desde ese momento, se generó una amistad. Aun así, después investigué todas las bombas, pero creo que mi relación con el capitán …inmediatamente sentí un magnetismo no solo humano con él, sino que también de él con la cámara. Para él, era orgánicamente muy fácil olvidarse de mi existencia, y eso, para un documentalista, es vital. Cuando tiene un personaje que está demasiado tenso, pone demasiada tensión entre tu cámara y él, uno pierde esa orgánica de lo que está vivo, el material se vuelve un poco muerto. El capitán tenía esa condición que, para mí, es vital en los personajes que elijo filmar: que rápidamente se olvidan de mí.
Te daba esa facilidad y comodidad de estarlo siguiendo a él y a su equipo
Claro, porque él estaba en su mente y tiene mil cosas que hacer, y yo le daba lo mismo. Yo estaba filmando y él seguía como si nada; entonces, eso funcionó bien desde el principio y lo otro es que nos hicimos súper rápido amigos. Me sentí como en casa en la bomba, en la Pompe France, la verdad, y eso es súper importante cuando uno quiere estar esta cantidad de años compartiendo con este grupo de personas.
Hay imágenes de que se está haciendo la inclusión femenina por primera vez, al menos en esta compañía. ¿Cómo tú ves que eso tiene sentido dentro de una película que habla sobre incendios? Que habla que Valparaíso se está quemando todo el tiempo, que si no se está quemando el bosque, se están quemando las casas o se está quemando en las protestas. ¿Cómo entra en este discurso la inclusión femenina en la bomba?
Esta era una discusión que se venía dando hace mucho tiempo y que ya era casi a nivel generacional. En primer lugar, hay una necesidad de que haya más bomberos y bomberas, porque es un problema que cada vez es más profundo en Chile debido a diversas razones; por el problema climático y también por cómo está emplazado Valparaíso, que es un polvorín, está rodeado de un bosque de monocultivos. Y también hay un malestar respecto de cómo nos estamos organizando como sociedad, el fuego ya entró más desde el centro de la ciudad. Entonces, la película intentó dibujar esa gradiente.
También está el problema habitacional que tiene Valparaíso. Al menos la película la había terminado cuando fueron los incendios del año pasado en Viña del Mar, una catástrofe así es justamente de lo que habla la película. Creo que, por un lado, el estallido social habla de un malestar, donde también había un cambio cultural, que no estaba representado en esta institución que lleva 150 años de hombres que se habían estado preocupando por un tema que es mucho más estructural.
La pasión y ternura con la que el capitán y su equipo se tomaron la situación, porque ellos eran del ala de la compañía que pelearon para que esto ocurriera, y después, ellos mismos con sus manos se hicieron cargo de construir, de adaptar la bomba. Eso a mí me dio mucha impresión. Una vez que vi que empezó a ocurrir, quería al menos filmar ese proceso, filmar esas conversaciones. El capitán estaba todos los días preocupado de la pintura, de cómo vamos a transformar esto; en la película eso no se nota, pero fue un proceso largo de transformar ese espacio. Ver la humanidad que hay detrás de esos esfuerzos para mí era importante en contraste de la misión de los bomberos, que es apagar el fuego.
¿Habías tenido, previo a Pirópolis, alguna experiencia filmando incendios, protestas, filmando cosas que se sienten más extremas, situaciones de riesgo en las que te metes realmente a capturar las imágenes?
Creo que todas mis películas han tenido algo de riesgoso. De mis otras tres películas, que se vincularon bastante con mi vida, porque todas las otras habían sido afuera, eran como aventuras que yo me iba a hacer por seis meses, después volvía; pero así, con este nivel de intensidad, no. Lo pueden ver en la película, pero estar en un incendio es, por una parte, algo que uno no puede creer que está haciendo: filmando en tu cámara, en tus manos. Pero tienes que estar con un ojo 360°, porque en cualquier momento te puede agarrar el incendio por un lado o te puede caer algo encima. Entonces, era un nivel de adrenalina fuerte. Después de los rodajes, uno quedaba inyectado con una energía que te dejaba en un lugar que uno no había habitado, en términos de que a veces tu vida estaba en riesgo.
Una intensidad que no se había explorado antes…
Al menos en mi caso, no. Habían habido unas situaciones en mis películas anteriores, pero creo que de este nivel no.
¿Dirías que esta es la más peligrosa quizás?
Sí, también porque pasaron muchas cosas; no fueron solo los incendios, también hubo otras situaciones, que también las pueden ver en la película, donde pasé miedo.
Me imagino que los bomberos tenían sus protocolos para estar trabajando en estos bosques de eucaliptos. ¿Cómo esos protocolos se aplicaban también al equipo de filmación? ¿Tú andabas con una sola persona para no interrumpir tanto con su labor? ¿Cómo se daban estas reglas y precauciones para que ustedes puedan filmar junto a ellos, que están trabajando y que no deberían estar pensando tampoco en la seguridad de ustedes, sino que en el incendio?
Fue de a poco ese ir aprendiendo a moverte en un incendio. Lo primero es que nosotros estábamos de bomberos; nosotros teníamos traje ignífugo, chaqueta de bombero, estábamos con la misma indumentaria que usan ellos: casco y todo. Y recibimos un instructivo previo también, pero te diría que la regla fundamental era que nosotros no podíamos pasar de donde ellos estaban. Nosotros nos movíamos más o menos en una línea imaginaria que era hasta donde ellos llegaban, y dentro de esa línea imaginaria había muchas cosas pasando alrededor tuyo. En ese sentido, era más o menos clara la misión. Después, ya con el tiempo, cada vez nos movíamos con más soltura; entendíamos más o menos cómo eran los incendios y la gravedad de cada uno de los incendios. Pero esa era más o menos nuestra área de movimiento. Hubo distintos incendios. Yo me fui a vivir a Valparaíso para hacer esta película, durante todo este tiempo. Hubo momentos donde estaba el equipo completo, pero también hubo momentos donde estaba yo solo, entonces hubo distintas dinámicas.
¿Hay algo que te quedó en el tintero con esta historia, que se dé para otra película o que te habría gustado incluir en esta?
Siempre hay cosas que quedan afuera. Incluso, piensa que la película dura una hora veinte aprox, y yo tengo casi doscientas horas filmadas. Hay muchas cosas que las filmé y que no entran en la película, porque uno va construyendo una historia que no calza. Pero es así; hay diversos fenómenos que quizás no estaban en relación a cómo se fue estructurando la película, pero ese material queda filmado. Entonces, quizás podría haber, en otro momento: Pirópolis 2. Pero sí me interesa que la película al menos provoque una reflexión respecto de la situación de Valparaíso, en particular del peligro inminente que es que todo el rato se queme, y también cómo eso se replica en todo Chile. Espero que la película refleje eso, y si no lo refleja, eso podría ser lo que pueda haber quedado en el tintero. Son selecciones que podrían haber sido muchas posibilidades, pero quedó lo que quedó.
Ficha técnica
Título: “Pirópolis”
Dirección: Nicolás Molina
Guion: Nicolás Molina, Valentina Arango
Producción: Joséphine Schroeder y Francisca Barraza
Fotografía: Nicolás Molina
Sonido: Jorge Acevedo
Edición: Mayra Morán
País: Chile
Año: 2024
Duración: 73 minutos.
Género: Documental.
Distribuidora: Pequén Producciones, Funky Films
Estreno en salas: 3 de abril de 2025