Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al reconocido actor chileno, director de la trilogía Viña del dramaturgo Sergio Vodanovic que se está presentando Fundación CorpArtes online. Las películas se desprenden de tres obras escritas por el destacado dramaturgo nacional hace 60 años, abordando temáticas que siguen vigentes hasta hoy.
La señora y la empleada intercambiando lugares para mirar el mundo desde otra perspectiva en El delantal blanco (Francisca Gavilán y Tamara Acosta); un diálogo entre madre e hija sobre la historia familiar, el progreso y la movilidad social en Las exiliadas (Gaby Hernández, Blanca Lewin, Jaime Leiva y Ernesto Meléndez); o un fortuito encuentro nocturno entre cuatro personas con sus deseos, secretos e incertidumbres en La gente como nosotros (Coca Guazzini, Cristián Campos, Daniel Benítez y Nicolás Pavez). Tres historias concebidas hace 60 años que desvelan la poderosa naturaleza del retrato social realizado por Sergio Vodanovic, reinterpretando su trabajo de psicología del individuo, existencia y soledad, usando una manera realista para confrontar al sujeto con los valores e ideología de la sociedad.
Tú adaptaste y dirigiste estas tres obras de Sergio Vodanovic, en formato digital. ¿Cómo surgió la idea?
En el 2020, con Cristián Carvajal, teníamos ganas de hacer algo juntos. Él tomando el rol de productor y yo viendo si actuaba, dirigía, o llamábamos a alguien y apareció el proyecto de El delantal blanco. Primero era una obra presencial que se iba a hacer con la Tamara (Acosta) y la Pancha (Gavilán) para Punta Arenas.
Vino la pandemia, yo venía de la experiencia de El Bot, y dijimos: “Tratemos de hacer algo digital con eso”. Para nuestra sorpresa, cuando la estrenamos en enero, recibió muy buenos comentarios, recibió muchas invitaciones a festivales, en distintos lugares. En Quilicura nos fue muy bien, además. En una de las funciones de estreno invitamos a Milena Vodanovic, la hija de Sergio Vodanovic. Ella nos habló sobre. las obras de su padre, como también ella sabía que habían obras que estaban ahí guardadas que no se habían estrenado, trabajos medios inéditos. Nos habló mucho de la trilogía, que se había estrenado en 1967, que no se había vuelto a hacer, que había quedado más o menos relegada a los estudios teatrales, escuelas de teatro, que la gente dice: “Yo di mi examen con El delantal blanco, yo lo conozco”. Les fue muy bien y ahí aparecieron los otros dos textos. Cuando vino marzo, yo le presenté a Cristian (Carvajal) el proyecto, dije: “Yo creo que sería súper bueno tomar la idea de buscar esta trilogía, yo podría hacer el trabajo de adaptar y armar el equipo de trabajo”, con el gran desafío que significaba mezclar todo lo que nosotros sabemos hacer, el mundo teatral, con este otro mundo que se nos abre en este contexto, que es el mundo audiovisual.
Entonces ahí armé un equipo de trabajo y fuimos a golpear las puertas de CorpArtes para que creyera en esta suerte de acción patrimonial y teatral, que es agarrar estos textos que son tan antiguos y que fueron escritos alrededor del 63`- 65´ y darles una vuelta, pero no doblarles la mano, sino que poner sobre la mesa algo muy importante, que me parece que pasa con la dramaturgia de Vodanovic, que es profundamente actual en su temática, con respecto a lo que están haciendo y se preguntan los personajes. Desde marzo en adelante, ha sido súper largo, porque uno tiende a pensar que esto de streaming, online es bastante más rápido, fácil o nos juntamos un par de veces. Nosotros hemos trabajado para una obra de teatro y para una película a su vez.
Efectivamente durante la pandemia hubo muchas obras que tuvieron que adaptarse al formato audiovisual, pero esta obra fue grabada en formato audiovisual con una estética pensada ¿Cómo fue ese trabajo audiovisual? ¿Cómo fue tu visión como director para plasmar estas obras antiguas en un formato moderno?
Creo que lo más importante al momento de la adaptación, fue que primara la dramaturgia, el texto y la situación de lo que van las obras, pero también dejar super expuesto el mecanismo y la mecánica teatral. Todas las obras, de alguna manera, dejan expuesto que la fantasía creada ahí tiene que ver con artificio, con actores construyendo personajes, actores sintiendo el frío en un estudio, actores haciendo que es de noche y apoyando eso con distintos elementos audiovisuales, pero nunca desdiciendo o no reconociendo el lugar teatral de las obras. Por ejemplo, en La gente como nosotros, pudimos habernos ido a una carretera, a las diez de la noche, y queda súper cinematográfico, pero la gracia de ponerlo al interior de un estudio y recrear una carretera, es que, de alguna manera, el teatro toma más fuerza. En este momento en que nos preguntamos: “Pero esto es teatro, lo que no es presencial no es teatro” o quizás para mí es profundamente teatral lo que hicimos y también es profundamente audiovisual. Para eso tuvimos que, no solamente presentar el proyecto y armar equipos de trabajo, sino que yo desarrollé, y le presenté al equipo una metodología de trabajo, que el primer mes y medio era teatral, trabajo de mesa, trabajo de personajes, escena, ritmo y todo lo que podíamos hacer a distancia, porque teníamos que ensayar por zoom. Luego venía la pre preproducción, como una película, entonces ahí entraban todos los otros departamentos, cámara, iluminación, vestuario, escenografía y luego nos juntamos y tuvimos una sesión de trabajo in situ, en terreno para que pudiéramos ensayar con la escenografía, con la iluminación y un día de rodaje.
Luego de eso vino la edición, que fue otro mes y medio, en donde todo lo que teníamos estaba súper en bruto. Yo vengo de trabajar con Concierto para ovnis, que es un trabajo súper sonoro y las piezas audiovisuales de Viña tienen un mundo sonoro súper potente, el mar está muy presente, la noche, todo lo que cuenta para que podamos generar esta ficción está sostenido en las actuaciones, en el espacio y en el mundo sonoro. Si tú escucharas estas historias sin noche, sin mar, sin ambiente, es otra experiencia. Fue súper importante ese encuentro, entre el mundo teatral y el mundo audiovisual. Fue súper difícil porque jugábamos con reglas distintas, la iluminación en el teatro es distinta a la de audiovisual y hubo que encontrar un punto en común que fue mucho trabajo.
Efectivamente se logra esa perfecta combinación de los recursos visuales y la dramaturgia, que es muy interesante que se haya podido lograr.
En Las exiliadas, por ejemplo, que si bien está resuelta audiovisualmente es profundamente teatral y ahí hay un guiño como a unas escenografías antiguas, masacotudas, como de escenarios del Teatro Nacional.
Esta trilogía, que son tres obras cortitas, tienen en común que obviamente están situadas en Viña, pero tienen temáticas sociales súper interesantes, que a pesar de haber sido escritas hace 60 años, son súper contingentes. ¿Cómo fue que trabajaste estas temáticas? ¿Qué te llamó la atención de esa propuesta del dramaturgo?
En el 2020 veníamos a caballo de todo lo que estaba pasando con el estallido y la pandemia, todo lo que eso significó para nuestro sector y para la gente y el mundo en general. El delantal blanco proponía desde el humor, una pregunta super básica y súper importante que se estaba dando, que era como cuánto conocemos del otro, con todo esto que se levantó, de “no lo veíamos venir” o “no sabíamos que sufrían tanto”, en el fondo parecía irónico poner a dos personajes justamente preguntándose eso, cómo se ve el mundo desde un delantal blanco, tú sirviéndome y yo aquí. Cuando aparece La gente como nosotros y Las exiliadas, me doy cuenta que Vodanovic continuó haciéndose las mismas preguntas y hablando de los otros, las que están al lado, de los que uno desconoce, desde otro lugar. Las exiliadas están en la playa hablando de la movilidad social, de cómo ha cambiado todo y de esto que era nuestro, ahora es la mitad y cada vez menos y antes eran muy pocos, ahora tienen hijos y crecen y quieren venir a vivir acá. En La gente como nosotros es que ellos nunca se hubiesen topado en una circunstancia que no fuera quedar en pana en la carretera y también surge la misma pregunta: ”¿Quiénes son ellos?”, “miren en lo que trabajan”, “es que nosotros no podemos conversar porque somos de otro mundo”. Ahí hay unas preguntas que el autor consiguió poner en escena y escribirlas en el 60´, cuando también Chile se estaba enfrentando a un proceso social más o menos similar, que es construir para futuro una utopía que probablemente nos haría vivir bajo una justicia social más coherente, bajo términos y acuerdos en donde estemos más equilibrados y equiparados en recursos y en justicia.
Entonces me pareció que ahí había una clave fundamental, porque probablemente, hace 5 años atrás o hace 10 años atrás, hubiese sido como un mero homenaje y que choro agarrar estas obras de Vodanovic. A mí lo que me movió es, precisamente, que desde una mirada muy sarcástica y también un humor negro se está preguntando lo mismo que nos estamos preguntando hoy para escribir una Constitución: “¿Cuánto conocemos de los otros?”, “¿Cómo debería ser?”, “¿cómo se ve el mundo desde este lugar?”. Tiene mucho que ver con la empatía, con ponerse en el lugar del otro y con mirar a nuestras sociedades desde un lugar más observador y crítico también. Yo creo que por eso fue lo que más me impulsó a pensar en que las obras deberían hablar por sí solas, por eso le puse una importancia fundamental en la dramaturgia. Mi adaptación tiene mucho que ver con haber traído lo teatral a lo cinematográfico. Que hubieran recursos, por ejemplo, en el caso del personaje de la Gaby Hernández en Las exiliadas, todo el juego de lo que piensa y lo que dice, eso es parte de la adaptación. En la dramaturgia ella solo habla, pero lo que habla independiente si es lo que piensa o es lo que dice, es lo que puso Vodanovic. Son muy pocas las cosas que tuvimos que adaptar como texto, no había mucha referencia a la época en particular, era bastante universal y fue como encontrarse con un pequeño tesorito, como esas fotos guardadas. Tiene todo el sentido hacerlo hoy día y no fue tan fácil porque también la gente desconoce mucho la obra de Vodanovic, no está tan cerca, no estaban en versión digital, por ejemplo. Yo tuve que agarrar un libro que tenía anotaciones de una actriz que había estado trabajando en el 69´ un texto, entonces fue como escarbar en un edificio y encontrar que había una pintura detrás que estaba muy actual.
Uno podría pensar que en esa época el tema de las distancias sociales entre distintas clases estaban súper marcadas, pero entonces por mucho que se siente que ha habido un cambio con respecto a esas diferencias sociales tan marcadas en el lenguaje, porque obviamente existen pero la gente ya no se refiere tan literalmente a eso, por un lado cómo que se siente que ha habido un avance y una “mejora”, pero por otro lado siguen siendo los mismos problemas de la sociedad chilena. ¿Crees que efectivamente ha habido un cambio desde hace 60 años? o ¿Seguimos con el mismo problema?
Yo creo que precisamente, la fortaleza de las obras, es que nosotros durante un tiempo creímos mucho en que había habido un avance al respecto, como eso de preguntarte en el colegio tu apellido, de dónde vienes, eran cosas que hacían nuestros abuelos y que era super mal visto.
A mí me da mucho terror cuando veo noticias que son del verano pasado como: “Señora en Zapallar mantiene afirmando un quitasol a su nana en la playa” y le preguntan por qué, ella dice: “pero si ella está feliz”. Probablemente a lo mejor lo que tenemos que dejar de creer es que va a cambiar, porque a lo mejor es parte de nuestra sociedad y de nuestro ADN como chilenos ponernos siempre en ese lugar. Yo siempre siento que hay alguien que está hablando de uno o que uno está hablando del otro, en La gente como nosotros. Independiente de que eso sea algo cotidiano, que se lleve en el día a día y que sea parte de nuestras personalidades, creo que hay algo ahí fundamental que tiene que ver con que eso no puede ser un obstáculo para permitir ver la realidad de nuestro país, la realidad de cómo están fracturados ciertos lugares, cómo hay una parte que no conoce la otra y cómo la otra probablemente tampoco conoce la otra y están viviendo en el mismo país, en lugares opuestos y que eso nos conflictúa en el diálogo, en conocernos, en ponernos de acuerdo.
Hoy día estamos viviendo un momento que es muy álgido políticamente y que creo que tiene que ver precisamente con eso. Justamente ahora estoy en el Sur rodando una película y me doy cuenta de que lo que vivimos en Santiago, y lo digo súper desde el centralismo total, no tiene nada que ver con lo que la gente vive en regiones, nosotros estamos pidiendo ciclovías y la gente quiere trabajo y leña para poder calentar sus casas. Entonces creo que poder preguntarnos quién está al lado mío o quiénes son las personas que están al lado mío, que pueden vivir en el cotidiano, a veces nosotros podemos estar en el trabajo con personas que tienen realidades completamente distintas. También agarrar de esa conversación y de ese conocimiento lo que queremos construir, los personajes, si te das cuenta, en La gente como nosotros, ambas parejas, los cuatro se preguntan “¿y qué hacemos?” y todos te responden lo mismo: seguir igual. Entonces hay varias preguntas que quedan rondando, que a mí me hace mucho sentido en este momento tan importante de mirar esa utopía. Ellos también en el 67´, La gente como nosotros estaba mirando lo que venía a futuro y mira lo que vino en el 70´, en el 73´, y eso fue responsabilidad de los que estaban viviendo en ese tiempo. Creo que para nosotros también hay una gran responsabilidad de mirar hacia el futuro y decir ok, lo que queremos construir tiene que ir por este camino, porque yo tengo una noción y un conocimiento de la sociedad donde vivo, no soy solo yo y mi grupo, existe toda esta otra realidad.
Creo que nosotros desde el teatro y desde estas obras, que me permiten de alguna manera poner en las plataformas, que ya la están tratando de sacar de un formato que sigue siendo de elite, porque el teatro, el arte y la cultura siguen siendo para una elite pequeña que está en Santiago, que puede ir a una sala, que puede pagar y que pueda entrar en el aforo porque además está vacunado. Son una cantidad de filtros que me encanta que sea posible que cualquier persona, incluso de Latinoamérica, me han escrito de España, de Colombia que han podido ver la trilogía y es muy fascinante poder expandir el trabajo.
La gente criticó mucho la idea de que si el teatro online, era o no teatro, pero lo que sí permitió fue la democratización y que llegara a gente que no tiene acceso al teatro normalmente. ¿Te pasó ese conflicto de que encontrabas que el teatro online no era teatro?
A mí nunca me pasó, de hecho, fue como una de las primeras obras que se estrenó y tuve que recibir un montón de comentarios que pasaban por el lado, pero en realidad a mí lo que me pasa con eso es que a mí me pone muy feliz que pueda existir esa conversación. Pero yo soy un trabajador de esto entonces cuando me ofrecieron en marzo, cuando partió la pandemia, hacer una obra para Escenix. Escenix se va a juntar con Mori y van a hacer una sala virtual. Yo me puse a pensar de qué quería hablar y apareció El bot, que era esta obra que tiene que ver con las redes sociales, la creación de bot, que hoy día está muy en boga. Entonces me puse a trabajar y me puse a pensar que en realidad lo que estaba pasando con esta nueva plataforma, era que se estaba abriendo un espacio, no solamente para poder trabajar e invitar a la gente que nos sigamos encontrando en una pieza teatral audiovisual, sino que se abría un espacio de búsqueda. Lo que me pasó con El bot, fue primero que nunca había escrito y me puse a escribir, no sabía cómo se hacía una obra que se iba a transmitir por pantalla y tampoco sabía de edición, ni de grabación, entonces empecé a trabajar fuertemente en eso.
Después vino el trabajo que hicimos con Pancho Krebs en Random, después vino El delantal blanco, después vino un radioteatro. Me empecé a dar cuenta que en realidad era algo que me gustaba y por eso yo creo que también empujé el proyecto de Viña, porque creo que no es cómo se le ha tomado. Yo siento que en general es como: «volvimos a la presencialidad, que bueno». Yo creo que la búsqueda y lo que está pasando con importantes teatros a nivel mundial es que están encontrando una nueva plataforma que convive paralelamente, entonces si tú quieres ir a una sala de teatro presencial, oK, es una experiencia, pero si tú quieres ver danza, teatro o lo que salga de la mezcla de eso, por pantalla, streaming/online, creo que es una oportunidad súper importante y que hay que tomarla.
Para mí no es cómo hagamos esto mientras pasa la pandemia, para mí es como; se abrió esto y hay que encontrarle la mano y estar en una búsqueda. Si te das cuenta, las tres obras tienen una búsqueda distinta. El delantal blanco es una sesión zoom que termina siendo una locura, donde las actrices que parten leyendo terminan interpretando. Las exiliadas también propone que hay una parrilla de luz que se convierte en una playa, está ahí expuesto el mecanismo teatral y La gente como nosotros, es una carretera en Espacio Checoslovaquia, que es súper teatral.
¿Cómo fue el proceso de casting? Son grandes actores y actrices los que actúan en cada una de estas piezas, ¿Cómo fue que pensaste en ellos? ¿Cómo llegaste a elegir a estos grandes actores/actrices?
En general yo creo que eso es como un talento que tengo ahí oculto que me encanta, que me encantaría cómo explotarlo, que en general soy un muy buen casteador, porque mis amigos que trabajan en cine siempre me terminan llamando: «Necesito una actriz de 35 años más o menos». Entonces me senté un día y empecé a dibujar: «Aquí es El delantal blanco, ya está la Pancha y la Tamara», que habíamos hecho El Delantal antes, entonces empecé a pensar y no fue tan difícil. Creo que lo más difícil fue que me contestaran el teléfono, porque todos bien ocupados, entonces hablé uno por uno, fue largo y tuve mucha suerte. Nadie de las personas que llamé, me dijo que no. Todos me dijeron que sí. La Daniela Benítez, que especialmente yo pensé en ella, porque no habíamos trabajado nunca juntos y necesitaba que al final, cuando había este cuadro musical ,ella pudiera cantar. Ella estaba viviendo fuera y dijo: “Yo feliz me voy”. La Gaby, yo le dije: «Gaby, con todo lo que ha pasado este último tiempo», se había muerto reciente Tomás Vidiella, le dije: «yo te voy a cuidar mucho, estoy armando una metodología de trabajo en donde no nos vamos a ver nunca más que el día de grabación” Me dijo: “Confío plenamente en ti». Con la Blanca ya habíamos trabajado en la obra de la Católica, Relatividad. Con Campos nunca habíamos trabajado y dijo inmediatamente que sí. Nicolás Pavez, habíamos trabajado en algo pero me dijo: «Vamos altiro». De repente alguien me decía: «¿Cuándo se va a estrenar, es presencial y tenemos que ir a funciones?». Siempre me pasó eso. La gente no lo sabe mucho nombrar, es como obra, peli y yo creo que eso es parte de lo que estamos tratando de definir y encontrar, pero tuve la suerte de armar un súper buen casting y que me dijeran que sí. Con la Coca habíamos trabajado una vez en televisión, que fue mi mamá y me dijo: «pero de todas maneras mándame el texto, pero ya te digo que sí», así que fue muy bonito.
¿Has pensado en llevarla a la presencialidad alguna de estas piezas o las tres en algún momento? o ¿crees que solo funciona en este formato?
Creo que si lo amerita y si tenemos las condiciones y los recursos, también sería interesante. Está tan pensado en la pantalla, que más bien, me gustaría poder proyectarlas en algún lugar, que la gente las pudiera ver, son cortas, de media hora cada una, creo que por ahí podría salir algo. Quizás podríamos inventar algo con CorpArtes, que debo agradecer, ya que ha sido un gran apoyo. Todo esto que uno pensó o piensa estando en las circunstancias de no poder trabajar, porque los teatros están cerrados, uno sale a golpear puertas y también las instituciones y las autoridades que gestan la cultura, tienen que estar abiertas a esto, porque en el fondo tampoco nosotros tenemos las respuestas de cómo va a resultar todo. Esto es una investigación, una búsqueda interdisciplinaria que convoca a 25 creadores del mundo del cine, del teatro, que también se están lanzando. Siempre uno tiene que tener el apoyo de las personas que permiten que esto se pueda concretar y eso es un apoyo, no solamente cómo: «vamos, dale», sino que: «ok, hay recursos para esto». Eso es muy importante en este tiempo sobre todo.
¿Qué le dirías a la gente para invitarla a ver esta obra? A través de la plataforma CorpArtes.
Primero que nada quiero saludar a todas las personas de Culturizarte, que sigan apoyando a este espacio que me parece fundamental e importantísimo. El otro día comentaba sobre una crítica/comentario que vi de una obra de Manuel Infante que me pareció delicadísima. Creo que los artistas y los creadores están trabajando muchísimo para encontrar nuevos lenguajes y lugares, y es muy bueno que existan estos espacios, en donde se pueda analizar ese trabajo.
Eso estamos haciendo con Viña, estamos haciendo una búsqueda, realizando una investigación en torno a las posibilidades que nos brindan las pantallas, el computador, el teléfono y el cine, para poder seguir trabajando.
Viña es una pieza que está compuesta por tres historias que son divertidas, que son agudas y que son un muy buen reflejo y espejo de una época que se parece mucho a la nuestra. No lo deberíamos dejar pasar, cuenta con un gran elenco, creo que van a tener un gran momento que van a poder disfrutar en familia. Pueden ver una un día, otra hoy día, pueden ver las tres juntas, solo con un ticket, que tampoco vale tan caro, se pueden ver las tres.
Están todas y todes invitadísimos para el día jueves 2 de noviembre a las 18:30 horas, ya que va a haber un conversatorio en CorpArtes, en donde está invitada María de la Luz Hurtado, que es conocedora del trabajo de Vodanovic, el periodista Eduardo Miranda, que va a moderar, todos los del elenco y yo. Vamos a mostrar también un material exclusivo para quienes vayan ese día, que es un material documental del proceso, de cómo trabajamos en nuestras sesiones zoom, el primer día que nos encontramos, la grabación prueba. Yo estuve revisando hoy día la versión final de ese especie de docu registro del proceso y hay una sesiones de trabajo con la Gaby, que probamos maquillaje, todo un mundo que está detrás de nuestro quehacer. Así que todas y todos invitados a ver Viña con CorpArtes, está hasta el 14 de noviembre, el día que ustedes quieran y muchas siempre por apoyar nuestro trabajo.
Más información y venta de entradas en: www.corpartesdigital.cl/vina/
Disponible a partir de las 20:00 horas del jueves 14 de octubre hasta el 14 de noviembre de 2021
Valor de $4.800 (desde $6 USD vía PayPal fuera de Chile) o una contribución voluntaria de $7.500.
A través del sitio web de Fundación CorpArtes. https://corpartesdigital.cl/vina/
REDES SOCIALES FUNDACIÓN CORPARTES
Instagram: @fundacion_corpartes
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“EL DELANTAL BLANCO»
Elenco: Francisca Gavilán y Tamara Acosta
Duración: 28 minutos
“LAS EXILIADAS”
Elenco: Gaby Hernández, Blanca Lewin, Jaime Leiva y Ernesto Meléndez.
Duración: 29 minutos
“LA GENTE COMO NOSOTROS”
Elenco: Coca Guazzini, Cristian Campos, Daniela Benítez y Nicolás Pavez
Duración: 31 minutos