Por Matías Pardo
Llega a los cines Donde el cielo toca tierra, la ópera prima de Lola Contreras Bustamante. El largometraje se sitúa en un entorno rural, donde viven aisladas de la sociedad cinco mujeres: Justa (Iseda Sepúlveda), Lorna (Belén Herrera), Andrea (Nathalia Galgani), Luisa (Consuelo Carreño) y Maqui (Etienne Herrera). Todas ellas tienen en el rostro una mancha dejada por un eclipse, con la excepción de Lorna, en un Chile distópico que persigue a las personas con su condición. Para escapar de la represión estatal, ellas siguen un estilo de vida nómade.
Se trata de una historia que toma elementos del “mito de la caverna” de Platón, en la que la joven Lorna, su protagonista, desea conocer lo que le está vedado y encontrar respuestas sobre la muerte de su madre. A decir de su directora, una de las referencias de este proyecto es la película Canino (2009) de Yorgos Lanthimos que sigue esa misma alegoría.
Contreras nació en Santiago de Chile en 1998 y egresó de la carrera de cine en la Universidad Del Desarrollo (UDD) en 2022. En dicha casa de estudios, se desempeña actualmente como co docente de distribución en la carrera. En su segundo año académico, realizó el cortometraje Violeta (2018), que, mediante un plano secuencia, aborda el acoso sexual a la mujer.
En conversación con Culturizarte, la cineasta se refiere a las circunstancias que dieron forma a su debut cinematográfico, su auspicioso paso por el Guadalajara Film Festival, su activismo feminista, entre otros temas.
¿Cómo surgió la idea detrás de Donde el cielo toca tierra?
Donde el cielo toca tierra es nuestro proyecto de egreso, de título. Nace ahí, en ese contexto académico, el 1 de marzo de 2020. Entramos a clases y lo primero que teníamos que hacer en nuestro cuarto año era dar ideas para cómo íbamos a hacer nuestro largometraje, ideas de qué queríamos hacer. Rápidamente nos atrapó la cuarentena (risas), a las dos semanas de que empezamos el taller. En ese proceso se escogió una idea original, que no tiene nada que ver con la de ahora, porque tuvimos demasiado tiempo para poder desarrollar y armar las cosas que en verdad nos interesaba contar. Con un equipo de guionistas, que eran mis dos compañeras mujeres del equipo — Ángeles Osuna y Antonia Olivares —, estuvimos todo 2020 y parte de 2021, como un año y medio, escribiendo el guion. Y ahí surgen todas nuestras necesidades de que queríamos contar, desde nuestras luchas feministas, de lo que estábamos sintiendo en el aislamiento, de narrativas que nos interesaban, que eran la ciencia ficción, la distopía, el post-apocalipsis. De ahí nace, de una sumatoria de todos esos factores.
La película presenta a mujeres resilientes enfrentadas a un mundo distópico. En particular, el personaje de Lorna, que se rebela, cuestiona, y busca preguntas sobre su madre muerta y la situación en la que se encuentra. ¿De qué manera se fueron construyendo estos personajes? ¿Tuviste algún tipo de referente en términos de mujeres que te inspiraron a escribirlos?
No sé si tenía una referencia muy clara. Creo que cada una toma partes de distintas mujeres en sus vidas, y fuimos definiendo cada una como un concepto. Lorna era en un principio la salvaje, o la rebelde, que hacía lo que quería, y, en el fondo, tenía muy claro su objetivo de buscar a su mamá. Mientras que, por otro lado, en Luisa no me acuerdo cuál era el concepto exacto, pero era algo así como la curandera o la amabilidad. Empezamos a ver formas de ponerles, casi como un concepto de cartas de tarot, por decirlo de alguna forma. Un título a cada una de qué significaba, cuál era su rol en la historia.
Estuvimos un año y medio construyéndolas, entonces pasamos por muchos arquetipos distintos, por muchas formas distintas. Hasta que llegamos a esta Lorna, que creo que es muy humana, las caga constantemente. Se manda muchos errores, pero es parte de su forma de ser. Es muy inmadura, ha crecido en un espacio muy contenido. Al final, para mí un referente muy grande es Los juegos del hambre, que quizás no tiene tanto que ver, pero marcó mucho mi adolescencia. Y hasta hoy día, que salió un libro nuevo hace muy poco. En Chile, no sé si tenemos una heroína como Katniss y no sé si la vayamos a tener: una heroína tan fuerte, tan brígida y tan contra el sistema.
Lorna responde también a la identidad chilena, que es un poco más de “lo saco para el lado” o “le saco la vuelta”. En vez de luchar contra el sistema, lucha contra sus intereses personales. No sé si “lucha” es la palabra correcta, pero busca solucionar sus problemas más personales. Tuvimos mucho tiempo, me acuerdo de que le hicimos estos test de personalidad MBTI a cada una. Las dibujamos, les buscamos fotos. Sabíamos que Lorna tenía el pelo muy salvaje, que era morenita. Muchas cosas. Tuvimos mucho tiempo para hacerlo, entonces teníamos demasiada creatividad en nuestras manos.
¿Cómo llegaste a las actrices que aparecen en la película? ¿Tenías en mente antes a alguna de ellas?
Sí, partimos con la Belén, que es la protagonista, Lorna. Como esto fue enmarcado en un proceso académico, hicimos distintos ejercicios durante 2020 y 2021 para hacer pruebas de cámaras, de locaciones, de vestuarios o búsquedas de universo. Y en uno de los primeros ejercicios que hicimos, o en el primero, actuó Belén. Era Lorna, la vimos y fue así como automático. En base a Belén fuimos construyendo el elenco. La hermana chica de Belén es Maqui. Es su hermana de verdad. Belén nos recomendó a Consuelo Carreño, que es Luisa. A la Iseda la encontramos online. Vimos su perfil en una página de casting y la llamamos. Hicimos una prueba, nos encantó. Y el personaje de Andrea fue pasando por varias actrices distintas, hasta que llegamos a Nata, que nos gustaba porque — Nata como persona es así — combina algo muy rudo con algo muy sensible. Es muy maternal, pero dura. Y es fuerte, muy talentosa.
¿Cuáles fueron los desafíos de hacer tu ópera prima?
Partiendo porque lo grabamos en cuarentena, lo concebimos y lo realizamos completamente durante esos tiempos. Incluso empezamos el rodaje y todavía había toque de queda. Teníamos que planificar el rodaje en base a eso. Usábamos mascarilla todavía. Ese fue el mayor desafío: tener que adecuarnos al contexto. Pero, más allá de eso, creo que hay un gran desafío, que tiene que ver con hacer una película en un contexto académico que sea significativa para todos, en la que todos pudiésemos formar parte. Escribimos el guion entre todos. Teníamos dos guionistas formalmente, o tres, dependiendo del momento, pero teníamos siempre reuniones de guion en que participábamos todos — “¿Cómo podemos hacer esta película colaborativa, interesante y contingente para todos? —. Concretamente, el mayor desafío fue grabar en cuarentena, cómo enfrentarnos a esa situación que no estaba prevista. Igual un poco fome hablar de la cuarentena, pero es lo que nos pasó nomás, hacer casting online, de ahí para adelante fue todo un desafío. Estábamos aprendiendo, igual que toda la raza humana. Estábamos aprendiendo a conllevar esa situación.
En el Work In Progress del Guadalajara Film Festival, fuiste reconocida con seis premios para finalizar tu proyecto. ¿Cómo llegaste a participar del festival y cómo fue la experiencia de ser galardonada?
Fue muy linda. Nosotros, dentro de la carrera de cine — que es a lo que yo me dedico ahora — tenemos nuestra propia distribuidora. Hace la circulación en festivales, los estrenos en salas y otras exhibiciones para cada obra. Y antes trabajábamos con otra distribuidora, que fue la que postuló a este festival, el Guadalajara en Los Ángeles. Quedamos seleccionados y nos avisaron un mes antes que teníamos que participar. Era obligatoria la participación presencial, así que me compré el pasaje y fui. No lo dudé mucho. Fue muy hermoso, porque la propia concepción del festival es: “Acerquemos el cine latinoamericano a Los Ángeles”, que es el nicho o la capital del cine hollywoodense, la norma del cine, lo que más consumimos. Fue muy lindo conocer Los Ángeles, a gente muy bacán, entre ellas al Vinko Tomicic, que acaba de ganar el Premio Platino a la ópera prima (por El ladrón de perros). Estábamos compitiendo en la misma categoría. Fue una experiencia hermosa conocer a gente de todos lados.
Ganarme los premios fue muy inesperado y lindo. Yo tuve un profe durante la carrera que vive en Los Ángeles, que se llama Giancarlo Nasi. Es el director de la Academia de Cine de Chile. Le escribí: “Giancarlo, voy a ir a Los Ángeles, ¡qué bacán!”. Y nos juntamos allá y me dijo como “No importa lo que ganes, pero mientras ganes un premio ya eres una ganadora. Aunque sea el de subtítulo, aunque sea el premio más chico, como te ganaste la publicación en Cinema Chile, te ganaste la presencia en medios y en redes”. Entonces, haber ganado 6 premios fue un poco ridículo, porque yo iba con esa expectativa que me dijo Giancarlo de “Tranqui, si no ganas nada está bien, pero si ganas un premio ya es muy significativo porque vas a tener presencia”. Y ganamos 6, que era una locura. En el fondo realizamos toda la postproducción de la película fuera de Chile, con esos premios: desde el afiche a los subtítulos, el color y el sonido. Todo.
¿Qué te motivó a dedicarte al cine?
Desde muy chica, siempre fui artista. Siempre quise tener la capacidad de poder expresar lo que estaba haciendo a través del arte. Y en el cine encontré una disciplina que une todas las anteriores: la música, la poesía, la pintura, la fotografía. Está todo aplastado en una sola forma que es muy completa. En esto encontré la fusión de todas las formas de arte que me interesaban. Y ahora lo he ido redescubriendo, desde que salí de la “u” y lo he estado viviendo desde la vida profesional.
Creo que hay algo que me conmueve aún más del cine, que tiene que ver con los públicos y el cómo se genera comunidad. Yo soy súper purista, y creo que el cine es la proyección en una sala oscura, con gente que no conocemos. Esa experiencia es lo que lo hace cine realmente. Y me he dado cuenta últimamente de eso: voy al cine y después veo que la gente está hablando de las películas. Genera diálogo y democracia finalmente todo esto. Es muy lindo todo el universo de los públicos.
Hace unos años, creaste un corto que se llama Violeta, sobre una chica que sufre acoso sexual durante un carrete. ¿Puedes contarme un poco sobre su realización?
Yo no me considero la gran directora, pero hay algo común en estas dos obras que he dirigido: tienen la profunda necesidad de comunicar el contexto de lo que estaba pasando en ese momento. Violeta nace literalmente durante el mayo feminista de 2018, y lo único de lo que necesitábamos hablar realmente en ese momento era sobre nuestras propias experiencias. Creamos Violeta en base a una experiencia muy común, entre las mujeres jóvenes y las personas en general, que es el acoso callejero y el acoso en un carrete. Era un plano secuencia. Lo grabamos con $200,000 en mi casa, con amigos del colegio actuando. Era el segundo año de la “u”, entonces éramos muy chicos. Todavía estábamos aprendiendo nuestras formas y visiones.
Fue muy loco que Violeta después despegara tan alto. Estrenamos en el Festival de Rotterdam en 2019, y de ahí hizo un recorrido muy largo con más de 20 festivales de cine, entre nacionales e internacionales. Lo que más me llama la atención del corto es cómo repercute tan directamente con el público, porque es verse en pantalla, seas quien seas. Puedes ponerte en el punto de vista del acosador, en el punto de vista de Violeta, de la amiga, de la mamá. Eso es lo bonito del corto, que es muy universal y se entendía así en todos los lugares que visitamos, en particular en Rotterdam. Yo fui, viajé y había reacciones muy mixtas. Desde cabros que se cagaban de la risa con el corto y lo encontraban chistoso a profes que se me acercaban y me decían: “No tengo cómo agradecerte por esto, porque es algo que mis estudiantes están viviendo y habérselos mostrado les hace ver que no está bien, lo visibiliza”. O gente que se me acerca y me dice: “Me pasó exactamente lo mismo”. Eso fue lo más lindo de Violeta, que ahora está en Onda Media. Sigue existiendo, por suerte.
¿Cuál es tu concepción respecto a los mensajes feministas y el activismo en el cine?
El cine es político. Toda forma de comunicarse es política, y creo que es imposible que uno como autor pueda despegarse de eso. Me encanta que el cine se pueda usar como bandera para expresar cualquier cosa. Por ejemplo, ahora con Denominación de origen, que habla del estallido social y el proceso constituyente a través de una historia que realmente no es directamente de eso. Es muy lindo y valioso. Por lo mismo estoy acá haciendo cine, para poder comunicar las cosas que nos remueven profundamente. Ese es el cine más valioso: el que habla, conmueve y es activista, el que tiene algo que comunicar a la sociedad.
¿Cómo esperas que el público reciba Donde el cielo toca tierra?
Creo que el público se va a encontrar con una película muy innovadora, por decirlo de alguna forma, porque hay muy poco género distópico post apocalíptico hecho acá en el cine chileno. Me encanta poder aportar ese granito de arena. Creo que va a ser muy interesante para la gente que ha consumido ese tipo de narrativa durante su vida, como yo (risas). Y para todos en general puede ser una película muy interesante. No sé cómo invitar a la gente, porque no sé qué se van a esperar realmente. Van a encontrarse con un universo distinto al Chile de hoy y al Chile en el que habitamos. Espero que eso los ayude a reflexionar, a valorar lo que tenemos hoy en día y a defenderlo.
Ficha técnica
Título: Donde el cielo toca tierra
Año: 2025
País: Chile
Duración: 71 minutos
Dirección: Lola Contreras Bustamante
Guion: Lola Contreras Bustamante, Ricardo Alfonso López
Elenco: Belén Herrera, Consuelo Carreño, Nathalia Galgani, Iseda Sepúlveda, Etienne Herrera Riquelme
Casa productora: Cine UDD
Producción ejecutiva: José Hernández (III), Lola Contreras Bustamante
Producción general: Vicente Walker
Asistente de dirección: Ricardo Alfonso López, Ricardo Ulloa
Dirección de fotografía: Daniel H. de Sanctis
Montaje: Nicolás Venegas Moscoso
Dirección de arte: Ángeles Osuna
Sonido: Felipe Rosas, Tomás Burgos
Música: Ángel Gabriel, Nicolás Vásquez
Vestuario: Norkys Saraí, Rosi Martínez
Distribuidora: Cine UDD