Por Galia Bogolasky
Tras éxitos como Las gratitudes y Como si pasara un tren, Bárbara Ruiz-Tagle estrena esta nueva puesta, que se sitúa en la celebración de una Navidad a comienzos de los años 90’, para develar la intimidad de la familia chilena. Anita Reeves, Alejandra Oviedo, Felipe Zepeda y Rodrigo Soto integran el elenco de la coproducción Teatro Finis Terrae y Producciones Sin querer, que se mantendrá en cartelera desde el 5 de junio al 6 de julio, abriendo la temporada del segundo semestre 2025 de esta sala teatral.
Una celebración familiar donde cada integrante intenta exponer su punto de vista frente a distintos temas, lo que generará una que otra incomodidad que, sólo el humor que los caracteriza como familia, los podría salvar. Un caluroso día de verano de 1990, una familia chilena se reúne para celebrar la Navidad. Mientras dos hermanos radicalmente opuestos, intentan ponerse de acuerdo sobre el futuro de su madre, es ella quien intenta que ésta, sea una noche especial. Luis, el hijo mayor, fanático de Sábados Gigantes, ha vivido con ella durante años, asumiendo varios quehaceres, pero ahora enfrenta una crisis personal. Inés, la hija menor, quien ha sostenido económicamente el hogar, pero ausente en la rutina familiar, siente la necesidad de empezar una nueva vida. Su marido, Óscar, un intelectual con escasa independencia, anhela formar una familia.
Esto es lo que la directora nos contó de su nuevo estreno
Habías dirigido Como si pasara un tren y Felices fiestas se siente que fuera la continuación o fuera previa, están super conectadas. ¿Tienen algo que ver? ¿Cómo fue el proceso desde que dirigiste esa obra hasta llegar a esta?
Como si pasara un tren solo la dirigí, mientras que Felices fiesta la escribí yo. Lo que une ambas obras, por una parte, son las temáticas que es lo que a mí me gusta abordar y también una simpleza en los textos, textos cotidianos, me gustan, hacen que mi cabeza se vaya rápido a puestas en escena, siempre son realistas, pero me hacen volar la imaginación, encuentro que la familia te hace viajar a todos los mundos.
Hablando del tema de la familia, esta historia se centra en una familia en los años 90 y en la Navidad se juntan los hijos con la madre y tienen que tomar decisiones importantes con respecto a la mamá, pero ahí entran los conflictos entre dos hermanos que son muy distintos. ¿Cómo pensaste estos personajes? y ¿Cómo pensaste en los actores para interpretarlos?
En el casting me puedo demorar mucho, pero en esta obra me pasó que dije: «Yo quiero seguir con estos actores, quiero volverlos a dirigir porque hubo un fiato enorme.» Entonces fue al revés esta vez, porque como es la primera dramaturgia, estaban en mi cabecita ellos tres. El único personaje que no existía o actor que no estaba para mí, era Luis y me demoré mucho casteando a un actor que diera con esa barbaridad de personaje. Tenía que cumplir varios registros, entonces eso no fue fácil. Pero una vez que di con Rodrigo Soto, dije: «ya, él es”, no tengo que pensarlo más tampoco. Menos mal le gustó la idea, porque si no ahí empiezan los «¿y ahora quién?» Pero funcionó con Rodrigo. Después, ¿cómo se fueron construyendo los personajes? Yo creo que la primera pregunta que me hice al escribirla y que también planteé a los actores fue ¿Cuál es el rol que cumple tu personaje dentro de la familia? Porque cada uno de nosotros va cumpliendo ciertos roles o papeles que nos toca desarrollar alrededor de una mesa. Hay uno que es el que pone la nota dramática, hay uno que es el intenso, hay otra que es la divertida o la que hace reír a la familia. Ese fue un punto bien importante para tomar decisiones con respecto desde la dramaturgia y la dirección, esos estuvieron súper alineados. Comprendiendo que Inés y Luis, que son los dos hermanos, eran los polos opuestos, que es lo más normal en la familia, como todas esas teorías simpáticas que dicen: ¿Cómo dos personas bajo el mismo techo, los mismos padres son tan distintos? Estudiemos el momento en que nacen esos hijos, lo que están viviendo sus padres en esos momentos. Eso es lo bonito. Ellos tienen una diferencia de edad grande, la pérdida del padre a una edad súper temprana de ambos, de alguna manera, y una madre que cae en una depresión. Entonces, ahí cada hijo tiene un rol, desde ambos lugares fue trabajado desde ese punto de vista, qué rol cumplen en la familia.
La obra habla de la cotidianidad, una historia de una familia muy común, familia chilena, ambientada en los 90, con el contexto de Sábado Gigante y saliendo de la dictadura, tratando de vivir una Navidad lo más feliz posible, pero también hablas de todas las cosas que pueden pasar cuando la familia se reúne ¿Por qué elegiste la fecha de Navidad?
Tiene que ver con las expectativas que uno tiene de la noche de la Navidad. Hay otra celebración que a mí me fascina, que también fue bien pensada para esto, que es el día de la Madre, porque en los cumpleaños hay más gente, están los amigos, compañeros de trabajo, entonces no se da tanto la dinámica familiar, en cambio, la expectativa que existe en la Navidad o en el Día de la Madre, de que no le podemos cagar la Navidad a nadie, tiene que ser un día feliz, de armonía, de amor. Me pareció que la Navidad tiene una cuota de idealización enorme, que uno quisiera que todo desaparezca, los problemas o las diferencias no existan, pero están ahí, están en la mesa. Está cada uno intentando dar lo mejor de sí, pero igual se nota, se te salen las cosas, entonces creo que la Navidad cumple eso, primero el qué hago con esa idealización que yo tengo de esa noche, y dos, ¿Cómo me guardo todas las penas que tengo con respecto a mi familia? En esta noche que supuestamente todo debiese ser muy noche de paz, noche de amor.
La obra aborda todos estos temas, pero hay ciertas situaciones que están muy en tono comedia. La escena de Sábado Gigante, que interpreta Felipe Zepeda como Don Francisco es notable, tiene mucho humor, pero a la vez hay mucho drama. ¿Tú pensaste en un género como punto partida o siempre fue la idea mezclar el drama con la comedia?
Siempre. Yo soy una fanática de la vida cotidiana, en una comida, almuerzo, fiesta, lo que sea, el vivir todo. No sé si es por la gente que uno se rodea o por cómo uno es, pero mis comidas pueden llegar a ser así, de que uno se caga de la risa por mucho rato y hay momentos que entran en unas profundidades, las conversaciones que uno dice: «Dios mío, por favor, ¿por qué llegamos a esto? Paremos el tema”, pero ya es tarde. Entonces, sí, siempre estuvo pensado como una comedia dramática. De ahí a que resultara, era otra cosa.
Sobre la puesta en escena. Están vestidos de Navidad gringa cuando acá es verano y esta cosa cultural de que, en Chile, el Viejito Pascuero está abrigado, pero es verano. ¿Cómo fuiste pensando en cómo ambientar el espacio, la puesta en escena, súper recargado con elementos de los 90? ¿Por qué la época?
La época netamente tiene que ver con que esa fue mi adolescencia. Los sábados yo siempre decía: «¿Cómo podemos estar 6 horas viendo televisión?, ¿por qué no conversamos?”. Entonces almorzábamos, pero Sábado Gigante estaba de fondo y uno escuchaba y de repente se cerraban las puertas porque el papá o la mamá se enojaba por algo, pero ahí estaba Don Francisco de fondo. Son imágenes que me quedaron para siempre. Con respecto a la puesta en escena, yo creo que la familia en cualquier momento se puede volver una escena de película, es algo que nos sucede mucho y nos sucede a todos, o sobre todo a los que tenemos la capacidad de observar de lejos las cosas. Siempre pensé que esta obra tenía que ver, en específico, y lo pensamos con Mayorga, en un estudio de televisión, como Don Francisco y su set, cubierto de lo religioso, cubierto de las tradiciones. Hace años que yo siempre me hago la pregunta: ¿Por qué no nos hemos rebelado los del sur? ¿Por qué seguimos haciendo la Navidad de esta manera?, ¿Por qué seguimos aspirando a ser esa Navidad con nieve, si no lo somos? Yo entiendo las tradiciones, la familia, de hecho, todo el amor que yo siento por la Navidad se debe a eso también, con que nos vestíamos, hacíamos las filitas para cantar feliz Navidad. Todo eso se debe también a esos rituales. Pero, por otro lado, también trato de decir: “Igual es divertido que estemos en el 2025 y el Viejo Pascuero siga con traje, pongámosle un short, en serio, en Chile, 38 grados. Rebélense”, pero no sé qué pasaría.
Mencionaste el tema de cómo esta historia se conecta con tu propia historia y tu familia. ¿Hay alguna situación que hayas vivido que te inspirara a contar esta historia? ¿Hay alguna conexión con tu propia historia de tu familia? ¿Te interesa el tema de la familia en general?
Sí, aparte que soy de familias enormes, por un lado, tengo 50 primos, por el otro lado tengo 40 primos hermanos, no son lejanos. En un lado tengo siete tíos, en el otro lado tengo siete tíos, somos familias grandes y achoclonadas. Sin duda, de las cosas que me dio más pudor, cuando empecé a escribir la obra, fue darme cuenta de que igual tu historia está al servicio. Ahí está tu biografía, sin duda que hay un montón que yo he visto, he vivido. Alguien que llega de manera externa me dice: «Pero esto es una locura” y yo como que “No, no es nada de locura, somos así”. Finalmente, se termina normalizando la locura cada familia, porque si yo voy a un almuerzo a la tuya, seguramente no sé, diga: «Nadie habla” o “que son fríos”, pero tú llegas a una familia como la mía y piensas que son todos gritones y habladores. Somos todos tan distintos a la hora de estar en nuestros núcleos. Yo creo que hay que sacarle partido a lo que uno ha vivido, a lo que uno le ha tocado, los mayores dolores y las mayores sonrisas vienen de ahí también.
Esta obra la escribiste, la dirigiste, no actuaste, pero estás actuando en otra obra, Conversaciones pendientes. ¿En cuál de todos estos ámbitos te sientes más cómoda? ¿Cuál te gusta más?, ¿Pensaste en escribir esta obra solo para dirigirla o pensaste en algún minuto también actuar en ella?
Para mí, Conversaciones pendientes fue un regalo. Hace 3 años más o menos que no actuaba en teatro y me volví a enamorar de actuar. Me enamoré y yo había perdido ese goce de actuar. Quizás me he dedicado tanto a la dirección los últimos años, al dirigir siento tanto placer, tanta alegría, que yo decía: “Si actuando no siento eso mismo ¿para qué lo voy a hacer?” Y creo que la Aranza (Yankovic), la directora de Conversaciones pendientes, me volvió a enamorar desde su texto hasta su dirección de la actuación. Es algo con lo que estoy tan feliz porque echaba de menos sentir esa pasión y ese amor por la actuación. Y en Felices fiestas nunca pensé en actuar, siempre quise dirigirla, levantar esta cosa que tenía en mi cabeza, pero proyectarla en otros.
Anita Reeves ganó este año el premio del círculo de críticos, excelente actriz con una trayectoria impresionante, tienes a actores como Rodrigo Soto o Alejandra Oviedo y tienes actores más jóvenes, como Felipe Zepeda que ha destacado mucho en el último tiempo. ¿Cómo fue trabajar con actores con más y menos experiencia, pero todos muy talentosos?
Ahí diste justo en el clavo. Cuando uno trabaja con personas trabajadoras y talentosas es un placer. Generalmente, la dirección lo que haces es que les pido propuestas y cuando tú llegas y ellos te entregan, te entregan, te entregan. Es tan distinto trabajar de esa manera, porque no solo es el talento, el talento “regalado” no tendría sentido si eso no se trabaja. Siento que este elenco, en especial, es un elenco trabajador, apañador, arrojado, que se entregó. No me queda nada más que agradecer, porque uno nunca sabe cómo vienen los procesos, uno puede estar súper enamorada de ellos como actores, pero uno puede vivir infiernos también. Lo que ha sido maravilloso en el proceso de Felices fiestas, es que siempre fue un placer todo.
¿Qué le podrías decir a la gente para invitarlas a ver Felices fiestas? La obra está con temporada hasta julio en el Teatro Finis Terrae y también aprovecha a pasar el dato de Conversaciones pendientes.
Conversaciones pendientes, este es nuestro último fin de semana. Estamos viernes y sábado a las 20:30 horas en Mori Bellavista. Con Felices fiestas, estamos jueves y viernes a las 20:30 y sábado y domingo a las 19 horas en Teatro Finis Terrae. Dejarlos invitados a ambas obras porque ambas tocan temas que tienen que ver con nuestros lazos, con nuestras familias, con nuestra vida. Ambas también cruzan la comedia y el drama, que creo que es algo necesario y bonito de experimentar en el teatro. Felices fiestas también tiene un ingrediente que te bota, de que te ríes tanto y al mismo tiempo te pega una cachetada de dolor, que uno dice: «Ahí está mi familia”, en mayor o menor grado, pero ahí está mi familia, más o menos gritona, da lo mismo. Los temas familiares siempre nos van a cruzar, siempre. En algún lugar te van a llegar y por eso hago una invitación abierta a todos y a todas a que vivan el teatro y no solo como espectadores, sino que también después se hagan preguntas necesarias: ¿En qué podría aportar yo?, o ¿Qué rol cumplo yo en mi familia?
FICHA ARTÍSTICA:
Título: «Felices Fiestas»
Dramaturgia y dirección: Bárbara Ruiz-Tagle Correa
Elenco: Ana Reeves, Alejandra Oviedo, Felipe Zepeda y Rodrigo Soto
Producción: Mauricio Bustos Olavarría
Asistencia dirección: Ángeles Rivero
Diseño integral: Cristián Mayorga
Sonido: Luciano Vásquez
Asistencia producción: Lía Miranda
Una coproducción Teatro Finis Terrae y Producciones sin querer
Auspician INDRA repuestos y pescadosinquerer.
COORDENADAS
5 junio al 6 julio 2025
jueves y viernes, 20.30 h; sábados y domingos, 19 h
Duración: 75 minutos
Edad recomendada: Adultos y todo espectador sobre 14
Preventa 1 Limited Ticket 50% dcto hasta el 29 de mayo; Preventa 2 Early Ticket 23% dcto hasta el 5 de junio (*dcto sobre entrada general)
$13.000 Gral. / $8.500, personas mayores (35% dcto.) / $6.500, estudiantes (50 % dcto.) / Súper Jueves 50% dcto. / $ 7.800, tarjeta Vecino Providencia (40% dcto.)
Teatro Finis Terrae
Av. Pocuro 1935, Providencia.
https://teatrofinisterrae.cl/revisa-la-cartelera/item/felices-fiestas