Entrevista a directora de “Fueguinas” Natalia García Huidobro: «Es un proyecto necesario hoy en día porque deja resonando»

Por Tomás Araya

Natalia García Huidobro comenzó su camino en la danza en 1992, en México, cuando se unió a la compañía Danza en cruz. Desde aquel momento, ha participado de obras como El arrebato, La extranjera, Cambiar de piel, Love to death. Ha sido una referente del flamenco contemporáneo en América Latina, donde su trabajo ha explorado temas de identidad, memoria y la relación entre el cuerpo y el paisaje.

En la obra de Fueguinas, Huidobro quiso dar un enfoque a la memoria e identidad de las mujeres de los pueblos mapuches y Selknam y honrar estas comunidades, para abrir las conversaciones sobre el futuro. Entre una obra de teatro, danza y música, en conjunto a la ganadora del premio nacional de música, Elisa Avendaño Caraqueo, la interpretación toma forma mediante teatro, música y danza.

Tuvimos la oportunidad de conversar con Huidobro sobre cómo se originó este proyecto y qué significó para ella.

¿De qué manera comenzaron con la investigación para llegar a este montaje que combina danza, teatro y música?

Esto nació cerca del 2017. Ahí yo leí sobre el exterminio Selknam y toda la historia de los zoológicos humanos. Luego conseguí un libro y empecé a pensar sobre la ausencia del relato, de la escritura, del idioma, de lo poco que sabíamos en primera persona de parte de ellos. Al mismo tiempo, yo tengo un vínculo muy fuerte con Elisa Avendaño Curaqueo y con la comunidad mapuche que ella lidera, donde es una importante referencia para ese mundo. Empecé a entender que había un posible peligro en el mundo mapuche, sobre todo ahora, después del resultado de las elecciones. Es un peligro real. Se trata sobre pensar un poco en este tiempo, en honrar esa memoria y buscar esa voz que es la que canta y la que cuenta. Era la manera de cómo encontrar esa voz que es ausente, y en esa búsqueda de ausencia, hay un gran ejercicio de imaginación, que es lo que nosotros hemos hecho. Por supuesto, lo hicimos con mucho respeto y sin intentar tampoco imitar en ningún momento ni a los Selknam, ni a los Yaganes, y a los mapuches mucho menos. Tenemos a Elisa en escenario, ella es la representación de los mapuches.

¿Por qué se decidió tomar este formato de mostrar esta historia y no que sea solamente una obra o una danza?

Anterior a esto, es importante decir que yo fui a ver Hilda Peña hace como 10 años, y realmente me alucinó la escritura de Isidora Stevenson. La invité a este proyecto en una primera etapa y ella generó inmediatamente como un sincretismo extremadamente sensible con el tema. Ella también tiene su investigación sobre los indígenas, como también tiene su búsqueda personal. Esto no representa parte del escenario, pero sí permitió conectamos rápidamente en este tema, en el imaginario y en la ausencia. Y pusimos en ese lugar, en ese escenario, la instalación de esta idea. Un diseñador con el que yo he trabajado durante muchos años, que es Cristián Reyes, también fue una parte muy importante y fundamental. Su diseño instala esto en un lugar que no es una escena. Es casi como una instalación. Las actrices bailarinas que están ahí, cada una tiene una particularidad. Yo diría que no es homogéneo, porque ellas son muy distintas entre sí. Y el hecho de llamarlas a ellas, en lo cual también influyó mucho Pablo Zamorano, que hizo la coreodramaturgia, es invitarlas también desde lo que ellas traen, más que montarles una coreografía, porque eso no hay en esta obra.

Yo creo que es un trabajo interdisciplinar, aunque no me gusta ni me siento cómoda con esa palabra. Hay muchos lenguajes conversando alrededor de la figura de Elisa, que es lo que nos trae esta tierra y a esta memoria. Sin duda, lo que ella trae es lo más real que hay. Ella no representa nada, porque ella es una mujer mapuche, ella es una mujer de su comunidad, una cantora, una hablante. Entonces todo lo que Elisa trae es muy concreto, es muy real. Nosotros estamos generando un mundo, estamos creando este universo al mismo tiempo que nos preguntamos por el genocidio de ese momento, de los fueguinos y las fueguinas. Pero también lo tomamos desde lo que está pasando hoy día en Palestina, e insisto en decir que Chile tampoco se queda atrás. Me preocupa, porque aquí tenemos una historia también, con la desaparición, con la ausencia, con cosas que no se han reparado, y entonces se generan una serie de preguntas alrededor de eso, y también todas coincidimos en un punto de vista al respecto. Es importante poner eso en escena y honrar estos pueblos, estas culturas que están en peligro. Se trata de ponerlas en un lugar muy potente, donde se visibiliza lo hermoso que tiene todo eso.

Ustedes, hacia el final, hablan harto sobre la historia que va quedando, pero hacia el futuro de estos pueblos. Entiendo que no tenían tanta información histórica para la obra.

Sobre la información, si bien hay un punto de partida, una inspiración de la voz de Lola Kiepja, se queda en eso, que es solo una inspiración. Intentamos encontrar a los descendientes en el camino, pero lo primero que nos preguntamos fue ¿por qué todo el material que existe es un material antropológico del mundo académico blanco? No tenemos estos testimonios en primera persona. Yo incluso viajé a buscar el territorio y fue muy difícil porque todo se transformaba en algo un poco turístico, como el disfraz. Sigue siendo como un ejercicio que está en esa ausencia también.

Por eso la obra se transformó en una especie de conferencia de preguntas nuestras que tenemos: ¿Cómo hablamos de esto?, ¿cómo nosotras vamos a dar una declaración de principio al respecto? No podemos. Es una pregunta que está abierta y es una invitación a reflexionar. No es una representación, ni mucho menos. Pero también es una invitación a pensar en lo que hemos perdido, en toda la cultura que se ha perdido con estas terribles guerras, genocidios, que es nefasto todo esto. Simplemente como humanidad fallamos. Más si tenemos estas culturas que son ancestrales, entonces la única posibilidad que vamos a tener de mirar al futuro son ellas, porque son las que conocen la tierra.

¿Qué mensaje quieres que el público se quede con Fueguinas?

Es como la invitación a pensar en esto, a reflexionar. También por eso está Elisa como una reina en la escena, en ese lugar de altura. Es importante enaltecer esta figura, porque en Chile se ha trabajado tanto en eso, en decir que los mapuches son terroristas, flojos. Siempre ese discurso se ha metido por los siglos de los siglos, que finalmente se llama colonización, y eso siempre ha generado un gran velo en nosotros. No nos deja ver lo hermoso e importante que hay ahí, entonces yo me pregunto cuán bello es esto, cuán relevante es lo que todavía tenemos.

¿Cómo fue tener este rol de tener que dirigir y participar al mismo tiempo en este proyecto? ¿Cómo fue la sinergia con el equipo?

Mi participación es muy pequeña, por lo mismo, porque era una dirección compleja y difícil. Yo soy bailadora de flamenco y siempre he trabajado con gente de teatro. Vengo de una familia de teatro, y entonces eso también es muy cercano para mí, pero yo soy bailadora de flamenco, y siempre en mis montajes he invitado a participar a gente como Rodrigo Basáez, Isidora Stevenson, José Vidal, y ahora esta colaboración con Pablo Zamorano, que son distintas disciplinas. Fue complejo, porque había que entender el lugar de la actuación desde un lugar en que no hay actuación. Entonces, intentar guiar este proceso a algo que es muy real, era lo que Elisa trae nuevamente.

Por eso vuelvo a su figura, y por eso ella es tan fundamental en este trabajo. Y así mi participación se fue restando también, porque teníamos que dialogar mucho, como era sobre el diálogo del diseño, sobre cómo Cristian Reyes viene a proponer esto, el sonido, el diseño sonoro que está como inmerso en un paisaje, en un lugar. Entonces tenía que concentrarme en una manera de escuchar eso, de buscar que el sonido te lleve a la atención de la voz también, lo que esa voz, ese lenguaje que se está perdiendo, que está perdido, darle esa importancia. Son varios lenguajes dialogando, entonces por eso era importante que yo estuviera afuera al final del proceso, era súper importante que así fuera.

¿Elisa fue alguien que tenían pensada desde la base para el proyecto, o fue alguien a quien la fueron incorporando?

Desde que inicié esto, primero pensé en un proyecto en el que estaba yo y ella, más como una instalación donde nos hacíamos este tipo de preguntas, aunque ahora viene ese proyecto que es aparte. Durante esa idea, surgió Fueguinas y fue creciendo, se fue repensando mucho. Lo postulé millones de veces, me costó mucho ganármelo, entonces se fue a un proyecto que se repensó muchas veces. De cierta forma está bien eso, mientras más investigación haya y más cimientos, pero tiene una complejidad, y el rol que juega el flamenco, uno intenta sacarle todo lo que uno conoce, entonces también uno a veces se encuentra en un lugar de lo desconocido. A veces las obras también existen, tienen una naturaleza, como cuando uno crea un proyecto y ese proyecto tiene una naturaleza. También hay que tener un cuidado, porque uno se encuentra con esa ausencia adentro del proyecto. Entonces era difícil hacer este ejercicio de imaginación permanente, y así fuimos creando este espacio, esta atmósfera.

Esto tampoco es un espectáculo, porque la gente de teatro me decía: “Igual se tiene que armar el espectáculo”, pero yo quiero defender el lugar de que no es un espectáculo. Están acostumbrados a ver el flamenco, si bien en un formato distinto y llámese flamenco contemporáneo. En el flamenco siempre se arma el espectáculo, es fácil, es un lenguaje que está hecho para eso, pero acá el flamenco también está en un lugar muy desprovisto de todo su truco. Elisa hizo un gran trabajo de cómo encarnar eso, con los zapatos y todo lo que podía significar ese zapato, ese sonido, cómo se relaciona eso con esta obra.

Creo que Fueguinas es un proyecto necesario hoy en día, porque deja resonando esas preguntas que comenté. Al menos a mí personalmente me interesó harto y me interesaba harto la manera en que lo iban demostrando, con los sonidos, incluso con las luces, las siluetas que iban formando con la actriz. Aprovecho de decir que quedan las últimas tres funciones en GAM de esta temporada de estreno y tenemos funciones jueves, viernes y sábado a las siete y media de la tarde.

Ficha técnica

Título: Fueguinas

Dirección: Natalia García Huidobro

Coreodramaturgia: Pablo Zamorano

Dramaturgia: Isidora Stevenson.

Intérpretes: Marcela Millie, Noelia Coñuenao, Gabriela Arancibia, Natalia García-Huidobro, Ely Ocaña, Elisa Avendaño Curaqueo

Escenografía e iluminación: Cristián Reyes

Diseño sonoro: Gonzalo Rodríguez, Francisco Infante

Música: Elisa Avendaño Curaqueo, Marcela Millie, Gonzalo Rodríguez

Diseño y realización de vestuario: Daniel Bagnara

Producción general: Francisco Bagnara

Fotografía, diseño de imagen y afiche: Eduardo Ceron

Prensa y difusión: Claudia Palominos

Investigación sobre cosmovisiones indígenas de Chile y Latinoamérica: Elisa Avendaño Curaqueo

Investigación sobre cosmovisión y memoria indígena mapuche: Elisa Avendaño Curaqueo

Coordenadas:

Funciones de jueves a sábados a las 19:30 horas del 13 al 22 de noviembre.

Dónde: Sala A2, Centro GAM, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 277, Santiago.

Entrada general: $8.000

Estudiantes, tercera edad y personas con discapacidad: $5.200

Jueves de danza: $4.800

Entradas a la venta en https://gam.ticketplus.cl/events/fueguinas?referal_name=gamcl

Loading

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *