Entrevista a directora de la película «El Pa(de)ciente» Constanza Fernández: “Me motivaba entrar a un mundo con sus leyes, dificultades y problemas éticos”

 

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos a la directora de El (Pa)deciente, película producida por Niña Niño Films, que adapta al cine el libro testimonial del mismo nombre del Dr. Miguel Kottow, oftalmólogo chileno y eminencia en el campo de la bioética, en el que documenta su experiencia bajo la tutela del sistema de salud privado tras enfermar del síndrome de Guillaine Barré. Se trata de la historia de un doctor convertido en paciente, un semidios de nuestra sociedad doblemente vulnerado por su enfermedad y por un sistema de salud deshumanizado.

Constanza Fernández es Economista, y máster en literatura y guion. Su primer film Mapa para conversar (2012) obtuvo el premio a Mejor Director en SANFIC7, y fue una de las primeras películas LGBT en Chile que se vendieron a Reino Unido y EE.UU. Su cortometraje No me pidas que no lo lamente fue nominado a los Premios Pedro Sienna el año 2009. Escribió el guion del film español De espaldas al mar (2006), del director Guillermo Escalona. Desde su compañía Celosa Producciones desarrolla todo tipo de obras audiovisuales, festivales de música, obras de danza, teatro y publicaciones impresas.

Esto fue lo que nos contó acerca de esta película que tendrá su pre estreno el 26 de abril a las 19,30 hrs en el Aula Magna de la Universidad del Desarrollo (Av Plaza 680) Inscripciones aquí https://bit.ly/3JcmbN4

¿Cómo surgió la idea de contar la historia en el cine del Dr. Miguel Kottow? y, ¿Cómo fue adaptar su historia escrita en un libro, a una obra cinematográfica?

Mi primera película fue Mapa para conversar, que fue una historia de hijas y madres, y luego estaba con la idea de entrar en el tema del padre, la relación filial entre hija-padre. En ese tiempo me encontré con el libro de Miguel Kottow, quien es el abuelo de mi hijo, es decir el padre del padre de mi hijo. Una familia con la cual yo sigo muy cercana, y que, de hecho, lo visité cuando él estaba en el hospital. Son 20 años de relación con esa familia, los conozco muy bien, son amigos y son familia política de cierta manera. Tuve el libro en las manos, lo leí y ahí encontré, más allá de los temas que estaba buscando, que había una cosa muy interesante en ese libro, había algo que me parecía “tema país” de la administración de la medicina y la voz de él me parecía muy relevante tomarla, porque era la voz de un experto. No era la voz «sacrificada, ni de pobreza o de víctima», sino todo lo contrario, una persona que tenía todos los recursos para enfrentar un proceso así: recursos culturales, conocimiento, familia. Sin embargo, la experiencia de la hospitalización es devastadora para él también, entonces ¿Qué nos queda para el resto de los mortales? Con esa historia dije, esto es dramático, está contado con toques de humor. También encontré que combinaba con los temas que yo estaba buscando de la familia, sin embargo, el libro es un testimonio de él, razonablemente focalizado en él, porque es una persona que está enferma y que solo ve su entorno. Yo vi el resto: qué le pasaba a la familia cuando este padre de familia cae, se enferma, y me pareció que se producían ciertos conflictos de temas que siempre me han interesado al retratar familias y lo que ocurre ahí. Como yo los conocía, los entrevisté sobre cómo cada uno vivió su proceso. Amplié la historia del testimonio de él y también lo que ocurre con su entorno. Pasa a ser no solo la historia de un hombre que trata de mantener su dignidad como hombre en una situación como esta, de enfermar, sino también la historia de su rol como padre y como esposo. Dije: “Tengo una situación excepcional porque los conozco, me va a hacer un reto retratarlos sin que se enojen demasiado” y me embarqué en el guion.

¿Cómo fue el proceso de escritura en la adaptación cinematográfica?

Era una decisión súper importante a tomar, si yo iba a querer el punto de vista, sobre la posibilidad de quedarme en uno muy concentrado, que es lo que ocurre en el libro, donde realmente es lo que él y su estado de consciencia perciben durante su enfermedad y que luego cuando re escribe el libro bajo sus grabaciones y todo el material que él tiene, o si quería comunicar los puntos ciegos que él no ve. Hice un mix, en principio no hay ninguna escena en la que él no pudiera ser testigo. No me voy con la cámara con los doctores o con la familia. Hay una escena en la que estaba en la cocina, pero era algo que él podría haber estado escuchando. Trato de que toda la información que da la película sea información que él recibió, no así la procesó de la misma manera en que la yo la procesé yo o la manera en la que quise mostrarla. Eso sería tema para tesis de alumnos que quieran hacer el ejercicio del libro y la adaptación, trabajar en cómo se adaptó, qué cosas son extra y cómo es ese punto de vista. Si bien mantengo ese punto de vista de esa información que él puede tener, nunca es la que no puede tener, porque eso es crucial en la historia. Justamente, la información a la que acceden los enfermos es parte de la angustia, la falta de ella y no entender lo que está pasando. Yo creo que el resultado de esto, es que el espectador tiene más información que el protagonista, tiene más puntos de vista y puede reflexionar más de lo que puede el protagonista, esa es la idea.

Los personajes de esta historia son una familia, al igual que la familia Noguera, protagonizada por Héctor Noguera haciendo el personaje del Dr. Kottow y sus hijas Amparo y Emilia ¿Cómo llegaste a ese elenco y si siempre quisiste incorporar una familia para seguir el tono? Háblame sobre el proceso de casting y conformación del elenco.

Siempre hacer una película es un proceso súper largo. Mi primera opción que fue el 2016 que tuve un Corfo para hacer el desarrollo no pensé en Héctor, porque tenía la ambición de los 5 ó 6 actores mayores, los mejores de Chile, y si pasé por Héctor, más allá de mis capacidades de poder conquistarlo con mi guion y con mi presupuesto. Siempre te tiras a lo mejor al principio, y él estaba en esa lista, pero tenía la aprehensión de lo fit que es él, porque mi personaje es uno que había abandonado el cuerpo en toda su vida, uno que se dedicaba a la intelectualidad en desmedro del cuerpo en unos 70 a 80 años. En las conversaciones con el productor y con la idea de que pudiera involucrar a la familia, que me parecía un golazo comercial también, no solamente tener a super actores, sino sentía que iba a poder llamar a más público. Lo re pensé y fue un acierto, Tito es grandioso. Todas esas aprehensiones que tenía de que me va a salir con un alcalde de Sucupira, o algún otro personaje. Tiene un rango tan grande y el mismo Miguel Kottow, que ya ha visto la película un par de veces, se siente super interpretado. Alcanza sus momentos muy bien, y estaba esta motivación comercial, pero también había una que tiene que ver con la dirección de estos actores. Para mí es un desafío el retrato de familia y pretender que con un par de escenas o un par de frases tú vas a poder narrarle al espectador toda una historia familiar, sobre qué ha ocurrido en esas historias que hoy en día se hablan así y no de otra forma, es ambicioso, y también me siento insegura de lograrlo. Si bien, tengo la élite de actores que no requieren de mis inseguridades para llegar a hacerlo bien, sin embargo, me decía que entre ellos ya existe esta historia relacional familiar de 50 años. De alguna manera, eso se va a reflejar en la pantalla, esa manera de decir mis textos cuando ya tienen ese tiempo de relación, va a ser diferente, va a alcanzar una profundidad, una identidad y una verdad diferente. Siento que eso ocurrió, había una naturalidad en la historia familiar. Fui encontrando más coincidencias; tienen este aspecto de familia alemana, hijos de distintos padres, había varias coincidencias con la historia de mi familia real, en la que yo me sentía más libre, confiada de que todo ese humus de historia iba a surgir. Yo soy súper estricta con las líneas de diálogo que escribí, quería que quedaran igual. Entonces, esa capacidad de ellos de ser super actores, grandes intérpretes, más el que sí sean una familia le daba una naturalidad, y logró un efecto muy bueno finalmente.

La historia retrata un tema que ha estado en foco debido a la Pandemia, que es la medicina en Chile, de un doctor que pasa a ser paciente al ser diagnosticado con la enfermedad de Guillaine Barré ¿Cómo lo ves en este contexto y en la temática que aborda la película?

El tema de la pandemia fue casi una bendición para la historia. Por un lado, grabé justo antes de que terminara la pandemia. Terminamos el 2019 grabando justo cuando comenzó el virus en medio oriente. Si no, hubiera sido imposible entrar a un hospital a grabar una película, eso ocurre justo antes, con medidas sanitarias, pero nada extremo como lo que se vivió después. En segundos términos, volvió la temática al ser preponderante en la vida de todos. Es una historia que te volvía o te llevaba a ese lugar donde en general no lo estás pensando, que es el lugar de esta catástrofe que es enfermarse, de pronto ya no era un viaje a un lugar tan extraño, sino uno donde ya estábamos todos y que podría ser un arma de doble filo, se pudo decir: “Van a odiar ver una película de enfermos cuando todo en la pantalla es enfermo”, pero también tuve la confianza de que justamente esa es la gracia del arte, de ser una reflexión y de llevarlo a una dimensión diferente de lo que ha sido bombardeado. Te permite procesar de otra manera algo que lo has visto majaderamente en la televisión y que no te ha llevado a ningún lugar nuevo. Por ese lado me parece una oportunidad. Respecto al tema del doctor enfermo, hay que decir que hay una película que era referente y la cual yo mantenía muy presente, una película de los 90´ que se llama The doctor con William Hurt, quien falleció hace poco, que en su momento fue una película mainstream, bien gringa, pero que se usó en las escuelas de medicina, porque era el doctor engreído, cirujano, fantástico, que se enferma y que después se da cuenta de que hay que ser más humano. Ese viaje clásico, bien marcado a lo gringo. Fue un referente para mí porque estoy revisitando esa historia, pero con mis diferencias y mi estilo. No me gusta la super revelación, tampoco me gusta, ni a mí ni al actor, que enfermar sea un lugar para aprender, que hay que aprender de la enfermedad necesariamente y todas esas cosas  de superación. Es una desgracia que forma parte del ciclo de la vida. Tampoco creo en la idea de ser más humanista, como el mismo Miguel Kottow lo dice en el texto, ya que no solo lo transcribí en la película, porque el ser buenas y malas personas es del ser humano, la maldad forma parte de la humanidad.

No es solo ser doctor, sino ser doctor hombre y enfermo es un traslado mayor. Fueron años de trabajo en la película, así que estuve visitando muchos testimonios y me di cuenta de que las mujeres son mucho más dóciles al proceso de la enfermedad, como también que sean mucho mejores cuidadoras. Estadísticamente es así. Se producen un montón de cosas; el colega no se siente cómodo atendiendo al colega. Hay mucha psicología a revelar. Con la película me enfrento a todas esas temáticas; el no querer ser juzgado, de la incomodidad, de la lucha del conocimiento; ¿El mejor enfermo acaso es el más sumiso?, ¿es el mejor paciente? Miguel tiene todas sus teorías sobre qué es ser un buen paciente, yo no sé si concuerdo totalmente. Hay un tema de la asimetría de información, para todos nosotros, hay una asimetría gigantesca y nunca vamos a entender lo que está ocurriendo en una hospitalización como ellos. Él te da la posibilidad de entender más y se angustia, no sé si más que nosotros, que ya asumimos esta ignorancia como enfermo, o menos. Justamente su cercanía con el conocimiento lo angustia más en el proceso, que los que nos sumimos y nos abandonamos a nuestra ignorancia sobre lo que nos está pasando. Es crítico estar en una situación vital, de ignorancia, y cuando lo que supuestamente se te pide es la autonomía del paciente y es lo que el otro quiere criticar al sistema, que el paciente sea capaz de tomar decisiones, ¿Cómo y con qué herramientas? Es super compleja, no sé si abarco todas las complejidades éticas de este asunto, pero hay un paseo por ahí.

En esta historia el Dr. Kottow trata de no demostrar su debilidad frente a su familia, a su entorno, a los médicos. El tema del dolor es difícil de demostrar físicamente. ¿Fue complejo para ti demostrar esa experiencia del paciente para poder traspasarlo cinematográficamente?

Totalmente. Ese era uno de los mayores desafíos. La película es contenida de eso, no es melodramática y era un tema entrar en más gritos, más llantos o diferentes elementos con los que podría retratar mejor la situación, pero yo creo que no. El que ya ofrece un cierto distanciamiento, te permite, como espectador, reflexionar y creer más en la situación. Es un desafío de todo, desde la literatura al cine, de lograr que el lenguaje nos permita comunicar el dolor, la enfermedad y esa angustia. También pasa la teoría de la recepción; esa comunicación va a depender de los mundos del espectador, su capacidad de recibir y cuánto va a recibir de aquello. Con una historia personal vas a conectar con los nudos del dolor o de ese viaje, mucho más que otro espectador.

Esta película ha estado en varios festivales, estuvo en Huelva donde ganó el premio del público. Se estrena en Chile ahora el 12 de mayo, ¿Cómo ha sido el recorrido que ha hecho esta película, la recepción que han tenido y el futuro estreno?

Su “World Premiere” fue en Busan, Corea del Sur, y fue en un momento bastante álgido de la pandemia, lo que me impidió estar allá. Vi la sala llena por Zoom, era un público súper joven, fue un viaje al oriente y a otra cultura, porque no entendía qué tipo de público llegó a ver esta película, por qué estaban allí y me hubiera encantado entender qué pasaba, siendo el cine coreano que hoy día es súper exitoso. Me hubiese fascinado entender más qué reacciones tuvieron, las preguntas del público fueron interesantes, pero mediatizadas por una persona que traducía y yo decía: “Esta persona está hablando demasiado, pero me están traduciendo muy poco”. Fue todo raro. Las opiniones que salieron en ese festival, después de toda esa extrañeza, sentía que conectaba super bien. De hecho, ahora está invitada nuevamente a corea a un festival más específico que se llama “Senior Cinema”. Fue fructífero y conectaron muy bien con la historia. Luego Huelva fue totalmente diferente, fue volver a lo propio y a lo conocido. España tiene un montón de festivales de ciudades, el festival de Madrid no es importante, y va el público «provinciano». Estábamos saliendo de la pandemia, entonces era un público bien bonito, bien elegante, bastante mayor, que se tomaban sus copas afuera de las salas de cine, un teatro clásico. La conexión se reflejó en un premio, estábamos felices. Cuando vi al público mayor dije este es mi público, se siente reflejado. La película viaja bien, aunque tenga lenguaje y algunos chistes chilenos. No hay problema con eso. También me pasó que hubo gente enferma en la sala, con muletas, que ha tenido la misma enfermedad, que se sentía muy emocionado. De ahí fue a Santo Domingo, en República Dominicana, donde Chile era país invitado, no en una especie de competencia. Tuvimos una experiencia afortunada entremedio de la pandemia, de que en enero el virus todavía no había llegado, estábamos como abajo de la ola y pudimos hacer ese preestreno en el Parque Araucano con 800 personas juntas viendo cine chileno, inédito antes y en la pandemia. Eso fue bien bonito. También estuve en el festival de cine de mujeres Femcine, acá en Santiago, y ahora me voy a Bafici la próxima semana. Me encanta la idea porque le da un “flair” más artístico independiente. Tiene vocación de público, de ser una película no artística rara chilena, para eruditos del cine, sino que tiene una cosa mucho más popular. También haber sido seleccionada en la competencia en Bafici, me gratifica saber que también está considera en su mirada artística.

¿Qué le dirías a la gente para invitarla a ver la función especial de pre estreno en la Universidad de Desarrollo?

Creo que es muy bonito cuando una película se involucra con un oficio. Me motivaba entrar a un mundo con sus leyes, dificultades y problemas éticos. Justamente alguien decía que la medicina había salvado a la filosofía, que le había devuelto temas, donde había perdido estos tópicos. La invitación es ir a ver una película que viaja por esas aguas, y por las de las familias. Es una película para llevar a tus abuelos, a tus padres, a tu familia, para luego comentarla y reflexionar. Todos tenemos una historia, todos tenemos un pariente y hemos sido incluso protagonistas de un proceso así. La película da herramientas, tiene humor, no es un dramón, tiene esperanza. También es una película sobre la vejez con dignidad, sin condescendencia a ese grupo etario. Es una instancia súper interesante para aprovecharla. Si no van ese día, pueden ir el primer fin de semana al cine.

FICHA TÉCNICA

Título: “El (Pa)deciente”

Dirección: Constanza Fernández.

Guion: Constanza Fernández.

Elenco: Héctor Noguera, Amparo Noguera, Naldy Hernández, Emilia Noguera, Diego Casanueva, Daniel Muñoz, Paola Giannini, Gabriela Aguilera.

Dir. de Fotografía: Cristian Petit-Laurent.

Montajista: Soledad Salfate, Sylvana Squcciarini.

Diseño Sonoro: Christian Freund.

Sonido directo: Camila Pruzzo, Carlos Pérez.

Música Original: Ángela Acuña.

Dirección de Arte: Tatiana Pimentel, Marcela Gueny.

Productores: Roberto Doveris, Constanza Fernández.

Compañías: Niña Niño Films, Celosa Producciones.

Co Productores: Fundación PACUAR.

Información Técnica: Grabado en Digital 4K / Disponible en DCP, BluRay y Digital / Color / Formato: DCI Scope 2,39:1 / Duración: 108 minutos / Sonido: Stereo y 7.1 / Idioma original: Español.

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