Entrevista a directora de «La Trampa» («Gaslight») Bárbara Ruiz Tagle: “Creo que lo que se plantea en el teatro de alguna u otra manera nos atraviesa en lo personal”

Por Galia Bogolasky 

Entrevistamos a la directora de Gaslight (La trampa), adaptación de la obra cumbre del dramaturgo británico Patrick Hamilton sobre la manipulación, de 1938. Con un elenco que integran Lucy Cominetti, César Sepúlveda, Elisa Vallejos y Camila Oliva. Las dramaturgas canadienses Johnna Wright y Patty Jamieson revisitan el clásico thriller psicológico de Patrick Hamilton en esta adaptación que se está presentando en Teatro Zoco. 

Londres, 1901. En la casa de los Manningham suceden extraños acontecimientos que tienen a Bella confundida e inquieta. Escucha pasos en la noche, cree ver cosas que se mueven solas y las luces se apagan sin necesidad de tocarlas. Su marido, en tanto, se escabulle todo el tiempo. Bella cree estar perdiendo la cabeza.

El texto de Hamilton es considerado un clásico del teatro británico del siglo XX y se remonta cada tanto en algunas de las principales plazas teatrales del mundo y países como Estados Unidos, España y Argentina. Su mayor legado, sin embargo, trasciende al escenario: la obra introdujo el término del “gaslighting”, que ha sido adoptado por la psicología moderna para describir “la forma más sutil del abuso emocional”, en la que alguien busca sembrar dudas en otra persona sobre su propia memoria y percepción.

Actualmente, es considerado un concepto fundamental en las discusiones sobre relaciones tóxicas y violencia de género, y es empleado a menudo por feministas y expertos en salud mental para describir y visibilizar dinámicas de control coercitivo en diversas relaciones. Si bien en La trampa se mantiene la época y el contexto original en que se desarrolla la obra, el texto “es capaz de trascender y volverse atemporal.

Esto fue lo que la directora nos contó.

¿Cómo llegaste a dirigir esta obra, Gaslight, que se está presentando en el Teatro Zoco?

Fue un llamado de Pablo Halpern, o más bien de Francisca Babul, pidiéndome, en un estado de emergencia por lo que estaba sucediendo con la situación de que Pablo iba a dirigir esta obra. Me invitan a leerla primero, la leí, me fascinó, y, no lo dudé. Al tiro les dije que sí, me encantó.

¿Qué fue lo que te gustó de la obra? ¿Qué te llamó la atención del texto?

Es increíble cuando uno lee una dramaturgia bien hecha, porque uno termina una escena y todo pareciera tener un final. Después de cada final de escena, pareciera que se cerrara, como si uno pudiera terminar ahí mismo. Eso fue algo que me gustó mucho en la primera lectura. Encontré un desafío tremendo en el thriller, aunque al principio no lo dimensioné del todo. Fue más bien trabajar desde estos terrores que provocan las violencias psicológicas. Creo que desde ese lugar pudimos construir el thriller, no desde el trabajo común del thriller.

Tú has dirigido otras obras, eres actriz. ¿Qué te llama la atención de la dirección versus la actuación? ¿Te gusta más dirigir o ambas por igual? Cuéntame un poco sobre tu rol como directora y tu interés por la dirección.

Van de la mano varias cosas. La primera es que, como actriz de teatro, siento que el corazón se me va a salir por la boca. He llegado un poquito a crisis de pánico, aunque sin ponerle nombre. Esa sensación de taquicardia, de taquicardia “¿por qué estoy aquí?, ¡me quiero ir, me quiero ir, me quiero ir!”, es algo que me pasa mucho como actriz y que me cuesta dominar. Siempre me ha gustado cuando estoy actuando, ver el ojo de la dirección, en qué se está fijando. Me di mucho cuenta de que la dirección no puede tener un solo punto de vista como sí lo puede tener un actor. Ver la totalidad es algo que me ha enseñado un montón como actriz, a tener una visión un poco más amplia y menos egoísta de mi visión del personaje. Lo segundo, siento que aporto mucho más en la dirección, honestamente. Es un lugar donde me siento aportando bastante más.

Esta puesta en escena sigue un poco la línea de las obras que han estado montando en Teatro Zoco, con textos clásicos de dramaturgos ingleses o internacionales. En este caso, Gaslight es una obra original de Patrick Hamilton, escrita en 1938 y ambientada en 1901. A pesar de este factor clásico, la puesta en escena se percibe bastante contemporánea. ¿Cómo pensaste ese contraste? ¿Cómo trabajaste la propuesta del montaje y su tono, considerando que la temática sigue siendo muy actual?

A mí me gusta mucho, cuando comenzamos el trabajo en esa primera reunión, plantearle al equipo de diseño, de luces y vestuario, que todos contemos la misma historia. Siempre les digo que no vayamos por carriles separados y que trabajemos desde un concepto único. El concepto más importante que desarrollamos en esta obra, junto con Gaby y Andrés en diseño de iluminación, vestuario y escenografía, fue la intuición. La luz, esos pequeños focos que existián, representan esa intuición que siempre está presente, y nosotros la apagamos o encendemos según lo que creemos conveniente, no sabiendo que nos estamos haciendo ese daño. Por ejemplo, cuando le pedí a Andrés, el diseñador de luces, que leyera la obra, le dije: “Lo primero que te pido es que la leas desde la intuición. Anota en qué momento crees que la luz sube, en qué momento baja y en cuáles vez un cambio significativo”. Incluso llegamos a ponerle títulos a las escenas y trabajar con términos como “cuático 1, cuático 2”. Fue un nivel de sensibilidad maravilloso, porque trabajar con artistas te permite decir: “Lo cuático puede ser una noche, pero esa noche tiene que tener un factor de luz que entre, para que genere miedo. Si no hay luz, no hay terror”. Desde ese lugar, fue muy bonito. Con Gaby decidimos trabajar el espacio vacío, algo que nos impusimos. Podía ser algo muy realista, podía volverse una escena como un living con libros y muebles, pero optamos por la limpieza. Ambas creíamos que los espacios vacíos permiten que el espectador los llene más, y era bonito hacerlo de esa manera. El diseño sonoro y la elección de la música también fueron claves. En un thriller, todo tiene un rol importante; no puedes dejar nada al azar ni para último minuto. Esta obra se tuvo que ir construyendo paralelamente, de parte de todas las áreas.

¿Cómo fue el trabajo con los actores, César Sepúlveda y Lucy Cominetti? Es impresionante lo que logran juntos, la química entre ellos funciona muy bien. Los personajes se traspasan con mucha intensidad dramática. ¿Cómo fue esa propuesta y qué aspectos trabajaron durante los ensayos?

Lo primero que trabajamos con los actores fue el tema de las relaciones. Era fundamental entender cómo se llevaban ellos dos y qué tipo de pareja eran, para que nosotros lográramos entender por qué ella decide quedarse en esa casa. Algo que hablamos mucho entre los cuatro actores y yo era por qué una mujer decide quedarse. Teniendo tan claro, intuyendo desde un principio que estaba siendo víctima de algo y ella decidía quedarse. Creo que es una obra atemporal. Creo que cuando uno está enamorado, es muy difícil ver la verdad de una situación, y eso nos golpea a todos, no es alguien que va a decir: “da lo mismo”, no. Uno se queda, y se queda mucho más rato del que debiese cuando hay amor de por medio. Entonces, lo primero fue trabajar una relación de amor, luego comprender cuál era el objetivo de cada uno. El objetivo de ella era lograr tener un amor, una familia, que ella quería construir desde lo más básico, desde un nidito, y él lo que quería era poder. Como ellos dos iban lidiando, cada uno con su objetivo, es lo que los termina desarmando. Así fue como fuimos construyendo esta pareja. Lo primero era entender que ellos estaban juntos porque se querían, y eso dificultaba y complejizaba la relación.

¿Cuáles fueron los mayores desafíos que tuvieron que enfrentar al trabajar un tema tan complejo como la violencia psicológica a través del gaslighting en la relación de pareja?

Lo más difícil fue intentar comprender, no juzgar, y al mismo tiempo no relativizar lo que es un maltrato psicológico. También ponerle de alguna manera, este autocastigo que existe cuando nos hemos dado cuenta de que hemos estado presas en una situación, ponerle paños fríos y dejar de culparse, porque ahí entra otra etapa, que es él, y ahí es donde te digo, el dejar de, ¿por qué fui tan tonta?, porque ahí viene otro tema más. El decir, esto me pasó porque en algún minuto no me hice caso. Intentar comprender que el amor puede llevarte a hacer cosas que nunca creerías que harías, se atreve a enfrentar en el minuto exacto donde uno lo ve, cuando se demora en salir. Fue un desafío enorme el intentar comprender que el amor te lleva a quedarte en esa situación, y te lleva a no salvarte también, era bastante más complejo que solo decir: “acá hay un bueno y un malo”. El personaje de César tenía un historial, que lo construimos junto el actor, donde de alguna manera él necesitaba crear una situación así, y hacer víctima a alguien para conseguir su objetivo. Ella en algún minuto, se da cuenta que a través de las criadas, se da cuenta de que, aunque lo intuía desde un principio, no decidió salvarse a sí misma. Una cosa es identificar el problema y otra, muy distinta, es tener la fuerza para salir. Fue un proceso largo de entender.

Mencionas el tema de las criadas. Es gran aporte, desde la puesta en escena, visualmente, con sus trajes y sosteniendo el vestido, hasta el apoyo que tenían como sostenedoras de este drama, que se centra en una pareja protagónica, pero que ellas son fundamentales para el desarrollo de la historia y cumplen un rol súper importante como apoyo y como sostenedoras. ¿Cómo fue la propuesta con ellas?

Mejor, como lo dijiste tú, imposible. Ser las contenedoras, ser las que sostienen, ser la luz del personaje principal. Las que le dan pistas, las que le dicen las cosas a la cara. Creo que es un rol que las mujeres hemos aprendido a tener entre nosotras. Yo creo que nos ha costado mucho llegar a ser realmente sororas. Ser contenedores de corazón, no desde la boca para afuera, no desde el «amiga, date cuenta». Creo que el intentar comprender por qué una mujer está ahí, y aún así quedarse y sostenerla, es una verdadera compañera en la vida, es una persona que te está conteniendo, y está intentando hacer ver algo sin abandonarte. Están muy bien escritos esos dos personajes. Una es la que se va a quedar, y la otra es que le va a decir la verdad de frente y se va a ir porque cumplió su objetivo. No le interesaba nada más que eso. Ese fue un gran motor para construir a las criadas, que iban a acompañar, que iban a abrir los ojos, algunas horas antes, otra desde el primer día, pero ambas tuvieron la fortaleza de hablarlo y de hacerse cargo, e comprometerse con lo que estaba viviendo la protagonista, ese rol de las criadas es muy bello.

Sobre el texto original en el que te basaste, ¿tomaste alguna referencia? ¿Viste la obra en alguna producción audiovisual? ¿O solo te basaste en la dramaturgia?

Zoco hizo un trabajo de dramaturgia. Lo leí, vi algunas escenas de la película de Ingrid Bergman, pero solo fragmentos. Me da tanta miedo esa sensación de: “¡Oh, me fascinó esto!” como referente, me parece increíble, pero me da la sensación que me puede imposibilitar crear algo nuevo. Ahora quiero ver todo lo que hay, pero mi máxima guía fue siempre la dramaturgia de las dos dramaturgas.

Cuéntame un poco sobre cómo ha sido el trabajo, pensando que Teatro Zoco tiene este tipo de funcionamiento, como por encargo. El proceso es que compran estas obras, llaman a un director o directora, y luego tienen que hacer la puesta en escena basada en este encargo. En el fondo, no es algo que tú hayas elegido la obra, sino que te llegó. ¿Qué desafíos se presentan al momento de trabajar en esta modalidad? Tanto técnicos como artísticos.

Hay un sinfín de desafíos. Creo es algo que uno debe ir aprendiendo. No sé si nosotros tenemos mercado para hacerlo tanto pero generalmente uno trabaja con una obra que uno ha buscado, o que te apasiona el tema. Cuando te hacen un llamado, de partida uno parte desde el agradecimiento y desde el honor de que te hayan convocado. Esa es la primera instancia que uno pasa, me gusta la obra. El Teatro Zoco se mueve bajo ciertas condiciones. Entonces, uno tiene que ir aprendiendo y, cada vez que te llaman para un trabajo, porque no es es una compañía que está haciendo una obra, uno va aprendiendo. En este caso en particular, existe una línea editorial y hay ciertas cosas que se deben respetar. Creo que es un trabajo que, como directora, uno debe ir aprendiendo, más que tratando de imponer, porque no es algo se hace, al menos no en Chile, donde se hace muy poco. Así que creo que, desde la dirección, uno tiene que aprender a trabajar de esta forma, porque estamos muy acostumbrados a trabajar con compañías chicas, con sus actores, y con su forma de ver las cosas. Esta modalidad es nueva, pero igualmente válida e increíble. Creo que, como cultura teatral chilena, debemos ir aprendiendo.

Pensando en lo potente de lo que aborda la obra, esta violencia psicológica, el gaslighting, el concepto se ha puesto de moda, lamentablemente, porque está ocurriendo mucho, y ahora podemos visibilizarlo. Sabemos que se trata de esa acción de engañar a la mujer, hacerle creer que está equivocada, utilizando mecanismos de manipulación psicológica. Después de trabajar todo este proceso ¿Qué crees que la obra puede dejar en el público? ¿Qué mensaje puede traspasar a través de esta producción artística para que las audiencias conecten con una temática tan fuerte?

La psicología toma el concepto del gaslighting desde el texto de Hamilton, y eso es increíble. El hecho de que se haya popularizado bajo este nombre, que ahora conocemos, es gracias a la obra. Eso lo encuentro increíble. Este tema que se toma la obra Gaslighting, es algo que muchas veces tanto hombres como mujeres han relatado que le está sucediendo entonces le vamos a poner así, desde la psicología. Es algo relativamente nuevo, el término ‘gaslighting’ como lo entendemos hoy en día lo adoptó la psicología hace unos 15 años, según entiendo.

Segundo, a mi me pasan dos cosas. La primera es, no te hagas tanto daño. Cuando uno ve la obra, uno dice: “¿cuántas veces viví esto? ¿Cuántas veces lo viví y no hice nada? No te reclames tanto, y no seas tan cruel contigo misma por haber estado en una situación y no haber salido”. Es más normal de lo que uno cree. La violencia psicológica, la sutil manipulación es algo súper común. Es algo muy doloroso porque te hace dudar de tu cordura. Entonces, cuando alguien te hace sentir que lo que tú estás pensando puede ir en un margen de lo irracional, uno no se atreve ni a salir afuera de la casa, porque todo se puede tergiversar. Entonces, lo primero es, no te dañes tanto, porque es algo más común de lo que uno cree. Y lo segundo, creo que esa es la tremenda responsabilidad del teatro, que, como bien dices tú, se pone de una manera bastante dramática, porque hay distintas maneras de ponerlo. La decisión nuestra fue esta. Uno ve algo tan: “¡oh, qué increíble! ¡Qué heavy lo que está pasando!” Pero si lograste entender desde un lugar pequeñito en tu corazón, en tu casa, en una conversación, que has sido víctima o estás siendo víctima de alguna situación así, ¡objetivo súper logrado del teatro! Maravilloso.

¿Qué le podrías decir a la gente para que vaya a ver la obra?  

Vamos a estar hasta el 15 de diciembre, una maravilla tener seis semanas, algo también bastante inédito, algo que se daba muy antiguamente y que Teatro Zoco lo toma, encuentro muy bonito, de tener la posibilidad del boca en boca, que se expanda la palabra y la opinión de la gente para que vaya a ver la obra. Vamos a estar de jueves a domingo en el Teatro Zoco, de jueves a sábado a las 20 horas, domingo a las 19 horas. ¿Por qué verla? Creo que puestas en escena que lleven un thriller hemos visto muy poco, estamos muy poco acostumbrados, que también la música y la iluminación te inviten y también la puesta en escena, al ser algo de época, te invitan a vivir una sensación media inmersiva, de estar viendo una película, de alguna manera. Creo que lo que se plantea en el teatro siempre de alguna u otra manera nos atraviesa en lo personal y eso es lo valioso de lo que hacemos. 

Ficha artística

Título: La trampa

Adaptación de Johnna Wright y Patty Jamieson.

Dirección: Bárbara Ruiz Tagle

Elenco: Lucy Cominetti, César Sepúlveda, Elisa Vallejos y Camila Oliva.

Diseño de escenografía y vestuario: Gabriela Torrejón

Diseño de iluminación: Andrés Poirot

Universo sonoro: Alejandro Miranda

Asistencia de dirección: Ángeles Rivero

Realización escenográfica: Fernando Quiroga

 Coordenadas

Temporada: 8 de noviembre al 15 de diciembre

Funciones: jueves a sábado a las 20 horas, domingo 19 horas

Dónde: Centro para las Artes Zoco (Avenida La Dehesa 1500, Lo Barnechea)

Estacionamiento liberado.

Más información en el sitio web del Centro para las Artes Zoco.

 

 

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