Entrevista a directora y dramaturga de “Las Petorquinas” Paula Acuña: «Me siento profundamente parte de la provincia»

Por Fernando Garrido

En una sede vecinal de Cabildo, en el salón del Colegio de Profesores de La Ligua, en el auditorio de una escuela pública, en la sala principal del Centro Cultural ex Cárcel de Valparaíso o en algún rincón de Petorca, Paula Acuña con la gracia de una atenta anfitriona y con la seriedad de maestra de ceremonia, habla a quienes van llegando, transita de un lado a otro acomodando sillas, luces, gentes, administrando tiempos y ánimos.

Las conversaciones van transitando a murmullos, ella da la señal, comienza la función.

Las Petorquinas, obra escrita y dirigida por Paula Acuña y llevada a escena por el Colectivo Ayllu, recupera la memoria de las hermanas Pinilla, quienes conformaron una agrupación que en el siglo XIX popularizó la zamacueca y fueron una figura central en hacer populares ritmos, hoy ya tradicionales. Atendiendo al desconocimiento existente sobre el aporte de estas mujeres al acervo cultural chileno en su propia tierra, el montaje se plantea como una puesta en escena, donde sus actrices, músicos y equipo técnico actúan de sí mismos. La excusa de hacernos parte de un ensayo de un grupo de teatro, a quien se le ha encomendado montar una obra sobre las hermanas Pinilla para la inauguración de la plaza de Petorca, permite al público ser testigo de un entramado de referencias documentales, cruces temáticos y biográficos que se alimentan y chocan, propios de un proceso artístico. El público rodea un espacio acondicionado de tal manera que ninguno pareciera ser el primero o el último, no hay tal cosa como una mejor posición, nadie ostenta un lugar de mayor privilegio, todos están invitados a ser parte de la fiesta; no es un espectáculo de marionetas, pero de cierta forma, a la vista se encuentran todos los hilos.

La luz cae, los aplausos rompen el silencio, vuelven los murmullos, se escuchan conversaciones, felicitaciones, el público sale, las voces se alejan, se encienden las luminarias generales rompiendo la atmosfera, otra función ha terminado. Un leve vacío emerge entre los presentes, como aquel que nos llega recién terminado un libro, pero la directora se pasea de allá para acá sin permitir su avance, felicita, indica algún lugar que sólo ella conoce. Brota una energía que no parece terminar, hay que desmontar. Mañana, la próxima semana, no está claro, pero en otro rincón de la provincia o sala general, otra función espera.

¿Por qué Las Petorquinas?

Nace de una motivación personal, obviamente. Aparte de dedicarme profesionalmente al teatro, canto cueca, vengo de “la tradición” y hace algunos años había escuchado una cueca que mencionaba a Las Petorquinas, en esta estructura métrica muy pequeña, de formato breve, había escuchado sobre la relevancia de ellas para la cultura popular. Por razones personales, llegué a vivir a la provincia de Petorca el año 2017, y lo primero que hice fue preguntar quiénes habían sido estas cantoras. Tampoco tenía muy claro si bailaban, si cantaban, y me encontré con la sorpresa de que nadie supo responderme quienes eran Las Petorquinas. Aleatoriamente le pregunté a personas que pensé que me podían ayudar, relacionadas con el mundo cultural y a gente más antigua, pero nadie supo responderme. Eso hizo que se transformara en una necesidad imperiosa, ya que estaban en una cueca, y la cueca da cuenta de pedacitos de la historia popular y, por tanto, debían de ser importantes.

Entonces comencé a investigar en libros especializados en folklore y música, y ahí encontré algunos datos. En general me encontré con reseñas muy breves, donde más bien salen mencionadas. Tampoco es que exista una historia acabada sobre ellas, mucho menos una biografía. Sólo salen mencionadas como tres hermanas oriundas del pueblo de Petorca que en 1830 pusieron de moda la cueca en Santiago.

Ellas llevaron esta danza a Santiago, y no es que no haya existido en aquella época, pero estaba algo de capa caída, no se escuchaba tanto. No era un canto, una danza relevante en ese entonces. Entonces, lo que ellas hacen es revitalizar esta expresión popular y conquistar diferentes públicos. Transversales. En ese entonces un director tuvo noticia de ellas y las llevó al Teatro Municipal, un espacio destinado para y habitado por la élite chilena santiaguina, y las invitó a presentarse en un entreacto de El barbero de Sevilla. En aquella oportunidad estas hermanas interpretaron una zamacueca, un canto que en ese momento estaba totalmente estigmatizado, ya que era un canto popular, de rotos.

Atendiendo a lo que señalas, el espacio-tiempo en el cual se desarrolla la historia de estas hermanas, el siglo XIX es abundante en la construcción de una identidad nacional, ya sea desde la consolidación territorial con las guerras de expansión en el norte y la Guerra del Pacífico, o la ocupación a través de la llamada “Pacificación de la Araucanía”, la instalación de símbolos e instituciones. En ese sentido, ¿Cuál es el principal aporte que ellas hacen? ¿es instalar un repertorio folklórico? o ¿por dónde parte el interés que te suscitan sus figuras para llevarlas a montaje?

Son varias cosas. Cuando llegué a conocer un poco mejor la historia de las hermanas Pinilla, llegué al dato de que eran mulatas. O sea, eran hijas o nietas probablemente de esclavos, considerando que su abolición no se había dado hace tantos años antes. Lo otro era el éxito con el cual se habían presentado en el Teatro Municipal y en otras ciudades, incluso en otros países. Entonces el que fuesen mulatas o mujeres negras, me pareció tremendamente atractivo. Luego, el que cantaran y danzaran distintos estilos de su tiempo, la zamacueca en particular, que aprendieron de una mulata peruana llamada La Monona, quien también es señalada en distintos cantos y en la literatura folclórica. Las fuentes dicen que bailaba maravillosamente bien y que habría llegado como mucama de una delegación peruana que habría llegado a Chile. Tampoco estas fuentes se explayan con mayor detalle, sería maravilloso saber. Pero si sabemos que estas hermanas viajaron de Petorca a Santiago impulsadas por la idea de aprender o perfeccionar su danza con esta tremenda mulata. Dicho sea de paso, esta tremenda mulata, La Monona, sabemos que fue asesinada en lo que hoy llamaríamos de plano un femicidio, por un integrante de la aristocracia de la época de San Felipe, quien habría sido su admirador y alumno, o algo por el estilo.

Igual es importante señalar que al momento que esto se produce, Chile como tal, era una creación muy reciente, a lo más habían pasado un par de décadas. La noción de patria recién estaba emergiendo y la élite estaba conquistando adeptos para esta idea de país. Por tanto, es muy interesante el fenómeno, cómo esta cueca que llevan Las Petorquinas, es un canto cohesionador para esta nueva patria, y como este pueblo pobre, mestizo y rebelde trata de ser convencido para hacerlos sentir parte. Por lo menos, esa es la lectura que yo hago luego de hacer esta investigación.

Una de las características que me llamó la atención de la obra es que está creado desde la provincia, con gente de la provincia. En ese sentido, ¿Cómo se da la configuración del elenco, cómo se conducen estos conceptos a un planteamiento escénico concreto, profesional?

Espero no parecer demasiado chovinista, pero desde que estoy acá, me siento profundamente parte de la provincia, es un lugar con una vida cultural muy dinámica. Pasan muchas cosas. Todo el tiempo. Y es muy interesante, porque no existen vínculos tan directos con otros centros como Valparaíso o Santiago. Muchos de los artistas e intelectuales con los que logrado relacionarme en estos lados, no poseen formación académica, otros han tenido caminos autodidactas, con un mucha dedicación y rigurosidad, pero ajenos a círculos de privilegios académicos de la creación del arte. Pero tienen un trabajo que viene por lo menos de hace cuatros décadas, y esas distintas generaciones en ese tiempo, se han retroalimentado, algunos de ellos se han formado bajo el alero de compañías como El teatro del silencio, los cuales hasta han logrado salir fuera de Chile y mostrar su trabajo. Pero desde una parada muy genuina, muy punky, muy desde su parada. También existe una escena de muchos músicos, un universo muy potente.

Por otra parte, también existe una gran cantidad de gente que ha tenido formación académica formal. Las tres actrices de Las Petorquinas han tenido formación escénica profesional (Carola Abarzúa, Aline Chacana y María Paz Martínez). Y el resto de los compañeros, son músicos, profesores, gestores, artistas visuales, gente que se ha ido perfeccionado fuera y que han vuelto, porque aman profundamente su tierra y les interesa crear desde acá.

Sobre todo, considerando que ya es difícil para compañías residentes en centros metropolitanos, con cada vez menos fechas en salas, escasez de espacios de exhibición y recursos. Lo más ejecutivo de la construcción de la obra ¿Cómo se logra?

Este proyecto se financia gracias a un proyecto que formulamos junto a Camila Donoso, una socióloga que es gestora cultural de Artificio, una localidad de Cabildo. Es a través de ella, y a la amistad que fuimos generando, el cómo llegue a la gente con la que estamos desarrollando esta obra. Una vez aunados todos estos elementos, partimos de preguntarnos qué pensarían estas hermanas Pinilla, si luego de volver de su exitosa gira, volvieran a Petorca en pleno siglo XXI y encontraran la devastación medioambiental que hoy la consume. Para nosotras era importante aunar tanto el elemento artístico que ellas representan con la situación hídrica, que aquí es muy potente, algo que aqueja a su gente día día, en lo más básico, que no es tener agua.

En lo específico, esto fue financiado por un proyecto FONDART, que dividimos en dos líneas. una en relación con la historia misma de Las Petorquinas y otra investigación de campo sobre el tema medioambiental, con las comunidades locales y rurales. En ese sentido tuvimos una alianza con las organizaciones de APR (Agua Potable Rural) de cada sector, ya que nuestro interés primario era llevarles la obra a ellos, a ese público. Nuestro objetivo no era llegar a los grandes centros de las capitales, ni a las salas de algún circuito particular. Por eso la importancia de trabajar en alianza con las APR, porque nos permitía llegar a nuestra gente, gente que si no tiene agua, menos iba a tener acceso a esta experiencia estética, de reflexión, de teatro.

¿Cómo logran romper el cerco provincial? La experiencia de muchos creadores regionales y provinciales, está dada dentro de los límites de su financiamiento, el cual en su mayoría es público o autofinanciamiento, y desde ahí queda encapsulada sin posibilidad de ser vista o tener mayor itinerancia.

El ganar este fondo y llevarlo a cabo, nos permitió hacer una gira de carácter provincial, lo cual permitió que mucha gente nos viese y fuese dándose algo muy interesante. La gente conectaba con la obra, con lo que planteaba y cómo lo hacía. Eso nos permitió vincularnos con el Cecrea de la Ligua, espacio importante en la zona para el arte, la cultura y la reflexión, y ahí nos vio la directora del Parque Cultural de Valparaíso y nos invitó. Ya hemos estado en dos oportunidades con sala completa y buenos comentarios. Eso nos tiene contentos como colectivo y reafirma el trabajo, que siempre es importante. Porque ese es nuestro viaje y nuestra ambición, hacer arte, hacer teatro desde la provincia, desde acá, con nuestro lenguaje, con nuestras temáticas.

En el ejercicio expresivo y en la necesidad de establecer un vínculo con tu espectador y la comunidad que te soporta y recibe, encontrar el lenguaje más apropiado para comunicarte con ellos involucra un ejercicio de humildad pedagógica, en la dimensión creativa. Porque se desprende luego de ver la obra, que uno de sus objetivos es que exista un impacto frente a su propia historia, más que buscar una complejidad estética o de los soportes.

La configuración de esa dramaturgia se debió a una investigación bien respetuosa con la comunidad. Y como la obra misma trata de una compañía de la zona que está tratando de armar una sobre Las Petorquinas, a pesar que el grueso de la dramaturgia es previa a conocer a todos los integrantes del elenco, fue muy gracioso cómo algunas personas tuvieron eco en las historias de muchos de ellos. Yo siento que tiene ese algo de pedagógico que tú dices, y me lo cuestioné muchísimo. Porque también me parecía, leyendo mi propio texto: “hay mucha redundancia, hay mucha insistencia”, pero ¿sabes qué? Hay momentos en que hace falta la palabra, y creo que estamos en un momento en que hay que resucitarla. Hay que volver al decir, al recordar, hay que estar como una mosca en la oreja para que ciertas cosas no se nos olviden. Y no pasa porque vea a mi público como ignorante de ciertas cosas de la historia de Chile o de esto o aquello, sino porque me las repito a mí misma. Porque parte del proceso de hacer esta obra, ha sido deconstruir ciertos elementos patrióticos que yo misma tenía instalada, sin saberlo, por cómo me educaron. Entonces me hago cargo de esta investigación y comienzo a dialogar conmigo misma de estos hechos, hitos, que hacen que piense como pienso, que no es más que el proceso que tuve con Camila Donoso y luego con las chicas de la obra, lo que en el fondo es la obra misma.

Ficha técnica

Título: Las Petorquinas

Actrices: Carola Abarzúa, Aline Chacana y María Paz Martínez

Dirección y Dramaturgia: Paula Acuña

Composición y dirección musical: Cristóbal Osses, quién con Marcela Donoso

interpretan las piezas en vivo que incluyen guitarra, arpa, acordeón,

pandero y guitarrón chileno.

Escenografía: Felipe Oyanedel

Iluminación, soporte técnico y registros: Andrés Acevedo

Producción ejecutiva: Camila Donoso

Coordenadas:

Tercera versión del Festival de Teatro Valle del Liwa

22 de abril

Sede de la junta de vecinos de Pichicuy a las 19 horas.

 

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