Entrevista a dramaturga y directora de «El Abismo de los Pájaros» Fabiola Ruiz: “La desaparición de una cultura es irreversible, pero podemos resignificar su memoria en el presente»

Por Alejandra Delgado

A una década del estreno de El Abismo de los Pájaros, Fabiola Ruiz reflexiona sobre la evolución de la obra, el proceso de remontaje y su relevancia en la conversación actual sobre identidad, memoria indígena y resistencia cultural. La pieza, inspirada en la historia de la etnia Kawésqar, vuelve a los escenarios con las destacadas interpretaciones de Otilio Castro, María Angélica Luzzi, Víctor Montero y Maricel Muñoz, quienes encarnan personajes que enfrentan el choque entre tradición y modernidad. A una década de su debut, con el financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, en el marco del Proyecto Fondart de Artes Escénicas/ Trayectoria Nacional 2025, vuelve con un renovado montaje el próximo viernes 4 de octubre en el Teatro Municipal de Viña del Mar.

Este montaje, que mezcla ficción y crónica testimonial, ha sido visto por más de 12 mil personas en todo Chile. A través de la figura de Luisa Edén, una de las últimas Kawésqar, la obra profundiza en temas como la conexión con la naturaleza, la memoria ancestral y la lucha por mantener vivas las culturas originarias. Con una nueva puesta en escena, El Abismo de los Pájaros desafía al público a reflexionar sobre el valor de la memoria indígena en el Chile contemporáneo.

A 10 años del estreno de El Abismo de los Pájaros, ¿Cómo ha sido para ti revisitar esta obra y qué nuevas capas de interpretación o significado has descubierto en este proceso?

El remontaje ha sido como revisitar una casa. Nos hemos reencontrado quienes formamos parte de la versión de 2014, y hemos podido profundizar en aspectos discursivos que en su momento no alcanzamos a explorar del todo. Aunque la obra se dejó de presentar en 2018, como compañía quedamos con la inquietud de abordar más el aspecto femenino. Si bien el centro de la obra es el personaje principal, Luisa Edén, una de las últimas Kawésqar, descubrimos que había una capa femenina vinculada a lo ancestral, proyectada en la joven mestiza que defiende a Luisa. Este reencuentro nos permitió integrar aspectos del maritorio, la conexión de los Kawésqar con el agua y el canto femenino que recogimos durante la investigación original. Ahora, ese material ha cobrado vida y aporta una emoción más profunda, concretamente relacionada con el agua como textura esencial de la obra.

Tratándose de la extinción y la resistencia cultural de los Kawésqar, ¿Qué te motivó a explorar este tema y cómo crees que resuena hoy en un Chile más consciente con la memoria indígena?

Es un tema que, aunque ha ganado más visibilidad y respeto en los últimos diez años, sigue sin resolverse por completo. Siempre estamos en conflicto entre una cultura occidental y europea, y nuestra verdadera identidad, profundamente anclada en nuestras culturas originarias. Este es un tema que debemos seguir revisitando, especialmente para las nuevas generaciones, porque está intrínsecamente ligado a nuestra identidad. Nuestra identidad es una mixtura y un sincretismo que aún no comprendemos del todo. Confío en que las nuevas generaciones nos llevarán a un lugar con menos pugna. El aspecto político de la obra también es clave: la desaparición de una cultura es irreversible, pero podemos resignificar su memoria en el presente, especialmente cuando consideramos que las expresiones culturales son patrimonios vivos.

El montaje ha sido elogiado por su combinación de ficción y testimonio. ¿Cómo fue el proceso de dar voz a Luisa Edén, una de las últimas mujeres Kawésqar, y qué impacto crees que tiene esta representación en el público?

La obra siempre ha sido bien recibida en los distintos territorios donde la hemos presentado. Luisa Edén habla desde una fragilidad que también es su fortaleza. Me impresionó la precariedad en que vivía y su dignidad interna, algo que quise transmitir en la ficción. El personaje de Luisa representa esa resistencia de los pueblos originarios, no solo en la Patagonia, sino en todo el mundo. Es un testimonio que logra tocar capas emocionales profundas, lo que resuena especialmente en las nuevas generaciones, que se identifican con su lucha por la legitimidad de la diferencia y el derecho a pertenecer. ​​Soy una mujer urbana, occidental, no pertenezco a pueblos originarios, pero sí comprendo su cosmogonía y la dimensión desde donde hoy ellos se levantan y defienden su pertenencia y su lugar, su derecho a vivir del modo que quieren vivir. He visto que la obra, tanto por la profundidad de la temática del texto como por la escenificación, ha logrado activar y remover. ​​Si tú ves la gente que hemos visto, las entrevistas en Matucana 100 o en el sur, en la Patagonia o en el norte donde hemos estado, se genera una conmoción, genera un remueve y abre la pregunta sobre el legítimo derecho a la diferencia y sobre el pertenecer y sobre nuestra propia identidad.

¿Cómo ha sido el trabajo colaborativo en esta reposición con el equipo original y qué aportes nuevos han surgido?

Ha sido un proceso maravilloso. Nos hemos reencontrado, y aunque siempre hay cierto miedo al cambio, hemos trabajado en integrar nuevas texturas. Por ejemplo, hemos incorporado mapping y otros elementos audiovisuales, algo que antes no habíamos explorado tanto. La colaboración con Jorge Espinosa en iluminación y Valentina San Juan en vestuario ha sido enriquecedora. A nivel actoral, el trabajo de Víctor Montero y Otilio Castro ha aportado nuevas capas a los personajes, fusionándose con la experiencia de estos 10 años que han acumulado las actrices protagónicas, María Angélica Luzzi y Maricel Muñoz. Ha sido un proceso prolífico que nos ha permitido crecer como creadores.

Después de casi una década de presentaciones, ¿qué te ha sorprendido más del impacto que provoca en el público la obra?

Siempre hemos tenido una recepción muy positiva. Esta obra genera una experiencia emotiva y profunda que conecta al público con temas políticos y culturales, pero también con conflictos humanos más universales, como la relación padre-hija. Esther, uno de los personajes jóvenes, encarna esa resistencia contra la violencia institucional y familiar, algo que sigue siendo muy vigente, especialmente tras el movimiento feminista de 2018. La obra toca múltiples temas y colores, y esperamos que continúe resonando tan bien como lo ha hecho hasta ahora.

¿Tienes planes para seguir explorando temas relacionados con la memoria o con las culturas indígenas en tus próximos proyectos teatrales?

Sí, tengo dos obras a medio escribir que abordan estos temas. Una está relacionada con el proceso de Ralco y otra con la memoria política de André Jarlán. Mi motivación sigue siendo revisar nuestra memoria política y social, y elevarla a la ficción para tocar la fibra humana de la emoción. Creo firmemente que el teatro está para conmover, y seguiremos trabajando en ello.

¿Cómo resuena Juan Radrigán en estos momentos para ti?

Radrigán es un lucero. Florece el hombre todas las noches. Radrigán es, para mí, mi maestro. Este texto fue el resultado de un proceso de investigación y escritura guiado en 2013 por este gran dramaturgo, Premio Nacional de Artes de la Representación. La maravillosa magia que tenía Juan en sus textos nos traía personajes desde lejos que en el cotidiano no vemos. Nos ponía en el centro, mirándonos a los ojos; guardando la proporción, porque él es un grande. Yo creo que eso es lo que he intentado transmitir a los actores que entraron ahora y volver a remover al equipo. Juan está ahí permanentemente.

FICHA ARTÍSTICA

Título: El abismo de los Pájaros

Compañía: La Malinche Teatro

Año: 2024

Dirección y Dramaturgia: Fabiola Ariadna Ruiz

Elenco: Otilio Castro, María Angélica Luzzi, Víctor Montero, Maricel Muñoz

Escenografía y Vestuario: Valentina San Juan

Iluminación: Jorge Espinoza

Música: Claudio Clavija

Sonido: Ignacio Núñez

Propuesta audiovisual: Jorge Aguayo

Diseño gráfico: Daniel Fuentes

Registro fotográfico: Jorge Aguayo

Producción general: Cecilia Miranda, Gris Vega

Prensa: Claudia Palominos

Coordenadas

FECHAS

4 y 5 de octubre

Viernes y sábado, 19 h

Teatro Municipal de Viña del Mar.

Entrada liberada previa inscripción en www.munivina.cl

Martes 15 de octubre, 19 h

Teatro Parque Cultural de Valparaíso – Ex Cárcel.

Entrada liberada

Viernes 18 de octubre, 20 h

Teatro Municipal de Ovalle TMO.

Entrada liberada.

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