Por Ángela Aguilar
La nueva postal es una exposición de 49 impresos que reúne al fotógrafo y artista visual chileno Carlos Bogni y al poeta, ensayista y cronista Roberto Merino en un mismo proyecto artístico. Esta exhibición, que se presenta hasta el 10 de julio en el Centro Cultural la Moneda, combina texto y foto para dar vida a un relato no lineal que se puede apreciar tanto en su unidad como en su conjunto.
La historia de Bogni y Merino data de su época de estudiantes, pero no es hasta hace poco tiempo que deciden reunirse para recopilar el trabajo individual en un tercer cuerpo. Fue un café inesperado lo que llevó a dar cabida al proyecto de La nueva postal, que también se configura en un libro, que aún no ha sido publicado. De esto y otras cosas Carlos Bogni conversó con Culturizarte.
El título de la muestra hace referencia al texto La Nueva Novela (1977) del poeta chileno Juan Luis Martínez. ¿Existe alguna similitud entre la obra literaria y esta muestra fotográfica? ¿Dónde convergen artísticamente?
No, solo son guiños hacia la obra de Martínez. Merino era bien amigo de Juan Luis y yo tuve la suerte también. La tipografía de la muestra es la misma que utilizaba Martínez, ahí hay un guiño hacia su obra, esa es una forma de acercamiento tangencial.
El texto de presentación de la exposición, titulado Siete, es de Federico Galende que abre su relato asegurando que la fotografía “es el medio de transporte en el que viajan los ausentes” ¿Qué significa para usted esta descripción?
Galende -aparte de argentino- es rosarino, lo que le da un plus, él escribe muy bien, es seco. Es una buena lectura, una linda forma de escribir. Siete es por la cantidad de cuadros (de imágenes) que hay en la muestra; porque para cerrar la exposición (para que no fuera infinita) me fijé en un número: siete veces siete es cuarenta y nueve, entonces son 49 imágenes. En base a eso le pedí a Federico que escribiera el texto, como para dejar constancia de ese efecto, pero terminó siendo un texto Galende, muy bueno.
Cuando la fotografía se compara con un medio de transporte, ¿En qué parte ve usted esa metáfora aplicada en la exposición?
Son lecturas personales, tú tienes tu lectura propia como cada uno que se enfrenta y tiene su discurso. Todo depende del background personal y también del cómo lo leas. Es un encuentro muy, muy personal, depende de lo hay atrás y de lo que ya has leído anteriormente que sirva para la asimilación de estos textos que tiene la muestra, para hacer correlaciones, que sé yo.
En la Galería de Fotografía se exhiben 49 impresos con imágenes tomadas en Nueva York y Chile desde el año 1994 a la actualidad, y textos del ensayista, poeta y cronista, Roberto Merino. ¿Cómo fue el proceso creativo para montar una exposición que converge fotografía y texto a partir de dos exponentes culturales diferentes?
Nada fue premeditado. Fue bien sincrónico, yo estaba en el Tavelli con una amiga tomándome un café, porque en dos días más presentaba un proyecto al Fondart de una exposición visual, y a ella se le ocurre -porque Merino tiene de oficina el Tavelli- y me pregunta que porqué no hago algo con él. Entonces yo fui donde Merino y le dije: «Merino, ¿hagamos algo juntos? Yo rescato líneas de tus crónicas y les meto fotos mías». No, me dijo, “voy a escribir” y se enganchó a la primera. No fue premeditado, lo cual le dio un gustito aparte. El segundo punto fue decidir editorialmente y elegir las fotos, que fue bien complejo. Uno, con su formación de fotógrafo, tiene su set de fotos por lo difíciles, por los cuevazos (cuando estás con la cámara en el momento justo cuando pasan las cosas y tuviste suerte o cueva de sacar la foto cuando no son premeditadas) por composición, por dificultad… entonces le mostré mis 200 mejores fotos a Merino. Él enganchó con muy pocas, entonces se me desarmó el esquema editorial: «¿Cómo resolvemos esta huevá?» Decidimos juntarnos en mi casa y tirar tandas de fotos (yo tengo millones). En Nueva York yo viví 10 años, entonces de ahí ya tengo 18.000 fotos seleccionadas. El detalle, es que Merino empezó a enganchar con fotos desenfocadas, con cosas que un fotógrafo jamás te mostraría, fueras de focos, fotos difusas, fotos absurdas como el techo de mi casa, como un horizonte de piedras. Con todo su cuento, calzaba y se generó una tercera instancia que no manejaba yo y que no manejaba él. Un tercer cuerpo autónomo, y eso es lo bueno de la exposición, que genera otro tipo de conexión. La gente que no sabe de este proceso dice: «Hay fotos buenas y fotos más o menos» por no decirte malas. Han venido fotógrafos históricos y esa es la crítica, me dicen: «Muy dispareja la muestra». Entonces ahí les explico, pero son fotos que jamás estarían en primera selección, y ese es otro punto que -yo creo- es a favor de la muestra, pero desgraciadamente necesitas al lector estar al tanto, o ni tan al tanto tampoco. Perfectamente puede pasar desapercibido y funcionar por sí solas las imágenes.
¿Merino terminó eligiendo las fotos?
Sí, porque él tenía que enganchar sus textos y, además, los textos -casi la mitad- no tienen que ver con la foto. El texto que acompaña la imagen no necesariamente es una lectura de la foto, lo cual le da otro punch.
La exposición es considerada como su único trabajo finalizado ¿Es esta muestra particularmente especial en su carrera?
Sí, lo que pasa es que.. yo soy un gallo medio raro, dentro del ambiente. Soy pintor de la U. de Chile, hice clases ahí cuatro años en mis comienzos, pintor al óleo, que es más difícil todavía y tengo una forma de ver el cuento relativamente diferente al normal. Por ejemplo, yo no puedo vender mi trabajo. Me gusta tanto, que termino quedándomelo. Considero el óleo un ejercicio técnico pero personal. Una vez que se supera la técnica se supera un problema propio. Básicamente pintar significa aprender y dominar tu propia técnica. En la Escuela te dan las bases, pero con el tiempo generas tu propia forma de hacer. El óleo es complejo porque necesita tiempo: tiempo de secado, tiempo de sapeo y al final te gusta tanto, que es tuyo. A mi me va a quedar la cagá cuando me muera, porque seguramente va a llegar alguien y van a convertir todo en números y van a vender, pero para mi es un total, es complejo. Llegan las viejas a mi casa a comprar y me dicen: “quiero ese” y 40 veces he dicho que no por una tela específica que tengo y no no más. Entiendo que hay gente que pinta y que tiene que vivir de la pintura y tiene familia, etc; pero yo prefiero vivir de otra cosa y en Nueva York yo hice de todo, dormí en el metro… Me jode que los óleos tengan precio. Me joden los huevones que especulan con la venta de arte y toda la parafernalia que hay alrededor, porque es todo un enjambre de gente que se sirve del personaje.
¿Del personaje o de las obras?
De las obras que ejecuta el personaje. También tiene veinte variantes y cada una con sus bemoles.
En esta exposición se muestra vida cotidiana, lugares no específicos, escenas y personajes de trastienda que alguna vez motivaron e inspiraron tanto para sus fotografías como para la palabra de Merino. ¿Qué lugares o escenas recuerda en especial? ¿Existe alguna escena que haya sido particularmente especial para usted?
Lo raro de las fotos es que siempre aparecen situaciones nuevas. Por ejemplo ayer, una amiga encontró un pajarito en una escena (por lo general yo hago muchas fotografías de pájaros) que es de esta postal que imprimí para repartir a los visitantes de la muestra, y en esta imagen hay una niña sentada en una roca y además hay un pajarito mirándola a ella, y yo nunca había visto ese pajarito, me lo mostraron ayer. La foto tiene esa cosa instantánea del momento, puedes tener la suerte, por ejemplo, de presenciar un accidente, donde puede morir gente, o puede salvarse alguien de milagro, me ha tocado y de estar ahí con la cámara fotografiando. Esas fotografías tienen cierto valor anecdótico, pero por lo general las fotos yo las encuentro en el proceso de edición, cuando estoy en mi casa frente al computador. En el momento el fotógrafo dispara no más. Me pasa con los retratos, puedo hacer 20 o 40 fotos porque yo tengo ese sistema, tomo varias, no es la foto, sino que entre 40 se te va a soltar la cara y vas a generar una situación desprovista que puede ser la foto. Pero de repente me pasa que hay retratos en los que encuentro profundo dolor, y no me doy cuenta hasta que estoy en mi computador viendo las fotos. Después lo converso con el personaje y me lo niega y a los dos minutos me lo afirma. Las fotos están tan brutalmente directas, transparentes y al margen de uno, porque -eso es lo bueno, también, de la fotografía- es una camarita que funciona por sí sola; eso del “ojo del fotógrafo” es toyo, es cosa de tener dedicación y -como todo- del trabajo, la obsesión. En la medida que seas obsesivo logras la eficiencia con el tiempo.
¿Se considera usted una persona obsesiva respecto a la fotografía?
Absolutamente.
¿Qué sentimiento es más recurrente en las fotos que están exhibidas?
Hay fotos muy buenas, hay fotos muy raras, fotos que yo no hubiera pensado y que terminaron siendo parte de la exposición igual. Por ejemplo, las que están movidas. Yo soy miope y tengo cierta cercanía con las fotos movidas, no las descarto. Para fotos publicitarias no te sirve que estén, aunque sea un poco movidas, quedan descartadas. Pero se puede cambiar el paradigma y generar el tuyo propio, y puede ser tan eficiente en ese movimiento que generas estilo; por eso la cultura es activa y te sorprende. Las fotografías las eligió Merino. Perfectamente pudo haber sido una exposición de textos de Merino con fotos de Bogni. Yo me puse en modo ausente (con el respeto absoluto que le tengo a Merino desde chico, nosotros somos amigos desde la época de la Escuela). Yo trato ser frío lo más que puedo, o de estar al margen, porque no da para ponerse muy sentimentalista o aplicar sentimiento, ese es otro campo.
En el comunicado de prensa de la exposición se menciona que La nueva postal también se configura en formato de libro, que aún no ha sido publicado ¿puede adelantar algo de este material? ¿Es un libro que complementa la muestra o es ella por sí misma en formato físico?
No me gané el Fondart de la exposición que estaba postulando tres veces seguidas (con dibujos de Dávila) y que nunca me lo han dado ¿Cuándo se han mostrado seis dibujos de Dávila en Chile? Me gané el Fondart libro, siete millones de pesos me dieron, pero me los gasté en la pandemia. Menos mal que de forma paralela yo había pensado en esto como formato exposición también y postulé a esta cosa, que debió haberse montado en el 2019, pero que por pandemia se mostró recién ahora. La exposición está lista hace dos años. Mi principal pendiente ahora es hacer el libro; porque La nueva postal es un libro. Esta exposición son las láminas desplegadas de un libro que no hice, pero que básicamente lo constituye. Tengo que hacerlo sí o sí.
¿En qué etapa del proyecto está?
Tengo el libro listo, tengo que conseguir las lucas, que son entre siete a doce millones, pero está llegar y entrar a imprenta. Ya está todo diseñado y revisado cuarenta veces, sin ni un error.
¿Considera usted que el encuentro entre el espectador y la obra es personal?
Absolutamente. Tú te enfrentas a la obra en relación a tu background, tu lectura depende de tu(s) lectura(s). La Nueva Postal no tiene un mensaje específico que transmitir, eso sería muy pretencioso de mi parte. Está el contenido en condiciones de ser leído por quien quiera leerlo, discutirlo, especularlo, ese es el tipo de aproach.
Según el texto de presentación, esta exposición está montada de cierta forma que se asemeja a una recopilación de “volúmenes de poesía” ¿Qué nos puedes contar acerca de la distribución de las fotografías y del montaje de la exposición?
En Italia se generó una corriente artística que se llama poesía visiva, por ahí en la década de los 80’. Se podría entender cierto tipo de visualidad como poesía visiva, básicamente también la fotografía, con algún carácter literario, porque hay fotos literarias que te generan todo un desarrollo, una trama o incluso un guion. Lo vemos, por ejemplo, en las fotografías de un primer plano de una persona que murió en un accidente, o en la foto de La Moneda después del bombardeo, incluso en la foto del perro que está en la exposición. Tú te puedes desviar en lecturas románticas, o el calificativo que quieras, la poesía está en una hormiga, todo depende de tu background y en la forma de generar conexiones con la realidad. La diferencia es que la foto es una instantánea de ese microsegundo en que pasan las cosas y que queda perpetuado, impreso, proyectado.
¿Por qué son cuadradas las fotos? ¿Fue una decisión editorial?
Sí. Yo soy pobre, digamos, bastante precario, y siempre he tenido fijación con la Hasselblad y con el formato 4×4. Como no tengo una Hasselblad, las fotos las edito así cuadradas como una suerte de juego de composición. El formato cuadrado es mágico también, si no tengo la Hasselblad, hago la Hasselblad. También está el asunto Polaroid, que a mi me gusta mucho. La postal que entrego es en formato Polaroid, aquí se nota más este formato que en la exposición, pero también tiene que ver con la impresora, porque la impresora tiene 1.10 metros de ancho, entonces eso me dijo que tendría que hacer dos fotos por impresión. Lo cobran por metro cuadrado, te cobran aparte lo que no alcanzaba en el formato de impresión, porque es más caro el papel que la tinta. Además, también tenía que darle espacio al texto. Es una composición que tiene que ver con las lucas, y también porque me gusta.
¿Qué tipo de fotos podemos ver en la exposición?
Hay de todo. Hay fotos oscuras, fotos que yo no hubiera elegido pero que engancharon con Merino. Por ejemplo, la foto de una casa cuica en Cachagua, esa yo no la hubiera elegido, pero Merino enganchó con ella así que está incluida. También está la foto de la calle donde Merino jugaba a la pelota cuando era chico y una de los techos del barrio de mi casa. Hay una foto de la Patricia Rivadeneira también, el texto de esa imagen te hace ver otros detalles de la fotografía, entonces te permite dar una nueva lectura. Varias fotos son muy anecdóticas, podría detenerme en cualquiera.
Coordenadas
Exposición La Nueva Postal – De Roberto Merino y Carlos Bogni
31 de marzo al 10 de julio 2022
Martes a domingo, 10:00 a 18:00 horas
Galería de Fotografía, Nivel -3 – Centro Cultural La Moneda
Entrada liberada
Más información https://www.cclm.cl/exposicion/la-nueva-postal/