Por Galia Bogolasky
Escrita en 1994, desde su primera puesta en escena – una sinopsis presentada como parte de la selección de la II Muestra de Dramaturgia Nacional en enero de 1996– la obra La pequeña historia de Chile ha contado con múltiples representaciones, adelantándose y acompañando trascendentales movimientos sociales chilenos gatillados por la crisis educativa local. A 31 años de su debut y ya convertida en un clásico del teatro contemporáneo chileno, regresa del 10 de julio al 3 de agosto a Teatro Finis Terrae con un renovado montaje dirigido por Francisco Krebs (recientemente galardonado con el Premio Ópera XXI a la Mejor Producción Latinoamericana, España) y protagonizado por Paola Volpato, Camila Hirane, Cristián Carvajal, Manuela Oyarzún y Mauricio Flores.
Cinco profesores habitan una sala de clases vacía, poblada solo por pupitres, donde representan distintos rostros y épocas del Chile profundo. No sabemos si los profesores están vivos o muertos y el liceo parece más un naufragio que un instituto. No queda otra cosa que la fábula o el sueño o la amnesia. No queda otra cosa que el teatro y el relato desesperado y desesperante de un país que parece sobrevivir apenas como quizás un mito. A través del humor negro y con un lenguaje ágil y simbólico, la obra propone una perspectiva crítica de la educación pública y la construcción de la identidad nacional. Escrita en 1994 por uno de los dramaturgos más importantes de Hispanoamérica, el premiado escritor chileno Marco Antonio de la Parra, esta nueva versión escénica cuenta con la dirección del también galardonado director Francisco Krebs.
Esto fue lo que Manuela Oyarzún nos contó de la obra
La pequeña historia de Chile es una obra de Marco Antonio De La Parra que se reestrena después de 31 años en el Teatro Finis Terrae. Es una historia sobre la educación en Chile, que en su momento era muy contingente, pero hoy día también. Cuéntame un poco cómo surgió este proyecto y cómo te integras a este elenco.
Este proyecto nace de estos fondos nuevos, de los teatros universitarios, donde universidades postulan con proyectos teatrales, culturales, y que son llevados a cabo dentro de la universidad con estudiantes, profesores, externos y profesionales. En este caso, el proyecto está impulsado por la Universidad Finis Terrae, por el departamento de teatro, con la idea de tomar textos clásicos y contemporáneos, en este caso, como lo es La Pequeña Historia de Chile de Marco Antonio De La Parra, texto relevante para su época, pero que lo sigue siendo para hoy, por algo lo hace un clásico. A mí me convoca Francisco Krebs, que es el director, con un elenco de profesionales, y también de personas que están ligadas a la Finis Terrae.
¿Qué te pareció interesante del texto en sí? Porque como es una obra, que es un clásico, se ha hecho muchas veces. ¿Habías tenido la oportunidad de verlo antes? y ¿Cuáles fueron los mayores cambios que les pidió Francisco Krebs para esta puesta en escena?
Esta obra se estrenó el 94. Fue seleccionada para la Muestra Nacional de Dramaturgia, después tuvo un elenco, se estrenó en el Teatro Antonio Varas. Yo recuerdo haber ido a ver la obra, pero no recuerdo mucho de la obra, porque era chica, estaba en el colegio todavía. Pero me acuerdo de que era una obra importante del momento. Me acuerdo de una imagen con una bandera, me acuerdo de Sergio Aguirre, que era en ese momento el personaje del rector. Con esa idea de que es una obra importante, llega a mí el texto. Lo leo, es una obra difícil y compleja de leer, porque raya en el absurdo, la comedia negra, pero tampoco es tan claro, es bien delirante, y tiene muchas capas, donde uno tiene que ir hurgando. Eso lo hace súper complejo para el proceso de ensayo, porque hay muchas cosas que uno no alcanza a entender hasta mucho después. Pero es parte del ludismo que tiene también llevarlo a escena.
Cuéntame un poco de tu personaje, porque tú eres una profesora, que está con otros profesores, lidiando con esta situación, que no hay alumnos, se pierde el mapa, no se sabe si están vivos o muertos, suceden un montón de cosas. ¿Cómo es tu personaje y en qué se diferencia de los otros personajes?
En el caso de mi personaje que se llama Laureiro, Marcia Laureiro. Todos somos profesores de historia, de un liceo, que está en la mente de Marco Antonio (De La Parra), debe ser el Instituto Nacional, que es de educación pública. La educación es difícil, para los profesores, para los estudiantes. Todos estos profesores están tratando de agarrarse a esta situación bastante miserable, que la pone como en un purgatorio, una especie de condena. No hay mucho que hacer ahí, hay que tratar de hacer lo que se puede, el país no tiene memoria, no se sabe cómo contar la historia, se intenta tratar de recordar cómo es, pero parece que no es tan fácil. En ese ejercicio, yo siento que es una obra bien coral, pero si tuviese que rescatar características, es un personaje que está tremendamente solo, como los otros personajes también, pero cada uno vive esa soledad de manera diferente, en una característica. En este caso, es un personaje que tiene muy exacerbada la necesidad y el deseo de otro, de conquistar a otro, de seducir a otro, para tenerlo, para tenerlo para sí, para tener algo. Pero en el fondo hay una fantasía y un anhelo de encontrar el amor, en este mundo terrible y sin esperanza. Además, yo siento que el texto, como no es realista, no es que uno diga que este personaje es de esta manera, porque cambia de un momento a otro, se desdice, pero sí creo que hay una tendencia a tratar de mantenerse en los márgenes de lo que la educación establece que hay que hacer: cómo enseñar esto, ajustarse a esto, estas son las normas, se fundó Santiago en esta fecha y nada de andar cambiando las cosas, como lo hace el personaje Sanhüeza, por ejemplo, que quiere cambiarlo todo. Es el que viene a revolucionar.
¿Cómo fue el trabajo con Francisco Krebs? ¿Habías trabajado con él antes? ¿Cómo fue, cómo fue el proceso de ensayo? También agarrar el tono, la puesta en escena, a parte del vestuario, el maquillaje, pelucas. Cuéntame un poco sobre ese proceso.
Sí, yo creo que eso fue lo más desafiante. No había trabajado en un proceso creativo con Francisco Krebs. Había hecho un reemplazo de una obra que había montado, que se llamaba Réplica, de Isidora Stevenson, pero es muy distinto cuando uno entra en un proceso que ya se hizo, que una viene a suplantar a la actriz que ya estaba. Pero en este proceso creativo, para mí fue súper difícil, porque creo que la obra es muy compleja, y tiene muchos modos de pensarse y de hacerse. Entiendo que la obra, la primera vez que se hizo, era mucho más dramática que la que estamos viendo hoy día. En ese sentido sí creo que Francisco acierta, en este tono más de comedia negra, más sarcasmo, más esperpéntica, porque permite que el espectador se distancie y empiece a escuchar el texto, pero también a poder disfrutar del juego escénico y de esta escenografía que es enorme, que tiene muchos reflejos, y permite también otras lecturas. Creo que Francisco, con su aprendizaje de la ópera, que ha ido haciendo en el camino de su trayectoria, le permite generar esta obra más como un espectáculo, para que el espectador la pueda disfrutar como un texto clásico que es. Él no quiso cambiar ningún texto, quiso montar el texto tal como era, y a mí eso me parecía muy difícil, porque hay cosas que uno dice: “¿Cómo digo esto hoy día? ¿Cómo hablo de ciertas memorias del país, que en ese momento eran muy susceptibles, muy sensibles, y que hoy día siguen siéndolo, pero de otra manera?” Es una obra que siento está destinada para los jóvenes de esa época y también para los de hoy, por el modo en que está montada y la estética que tiene, también creo que es una obra muy hecha para que los jóvenes, para que puedan escuchar por primera vez este texto y pensar en su propio proceso contemporáneo, en relación a la educación y la cultura, lo que me parece muy relevante y contingente. Para mí no fue tan fácil; por lo mismo, creo que para nadie fue tan fácil, porque la obra es muy críptica y compleja, tiene demasiadas capas, y cada uno puede entenderlas de manera diferente..
Traspasa lo que uno ve también de gente que está metida en el sistema educacional, las típicas críticas de cómo funciona hoy en día el sistema educacional.
Sí, pues eso solo nos habla de que la historia es bastante cíclica, y que cuesta salir de los patrones repetitivos de un sistema que se agota una y otra vez.
Marco Antonio de la Parra, siendo un dramaturgo muy prolífico, que ha escrito muchísimas obras, contó en el estreno que esta es una de sus tres obras favoritas que ha escrito. ¿Habías tenido la oportunidad de trabajar en alguna otra obra de él, escrita por él?
De una obra de Marco Antonio, creo que no, pero lo conozco desde hace tiempo, nos conocemos, no tan profundamente, pero sí del teatro. Cuando yo salí de la escuela, él participaba en una especie de encuentro de teatro de pequeño formato, y ahí lo conocí. Me parece que es una persona muy interesante como aporte a la dramaturgia, porque, al venir de otra área, aporta otra textura textual, que tiene mucho que ver con tomarse el texto como un juego. Eso está súper plasmado en esta obra. Siempre es interesante poder abordar a dramaturgos que, además, están vivos hoy, con quienes uno puede conversar e interactuar.
Tienes una larga trayectoria como actriz, pero también una larga trayectoria como directora teatral. ¿Cómo es para ti ponerte en este lugar de actriz, abstraerte un poco de tu experiencia y conocimientos dirigiendo?
A mí me fascina actuar. Para mí los procesos actorales son muy liberadores, porque justamente cuando uno toma una obra desde la dirección, hay un trabajo intelectual y racional más profundo, en el sentido de aplicar códigos a la escena. En el ámbito actoral, tú estás aplicando corporalidad; aunque siguen siendo códigos, son corporales, vocales, rítmicos. Es otro trabajo, y para mí ese trabajo es fascinante, maravilloso y liberador, me gusta porque es como un descanso, un bálsamo dentro del proceso de otras cosas que hago.
En este caso, no me fue tan fácil llegar a comprender la visión primera que tenía el director, porque, obviamente, yo estaba tratando de entender. Hice un proceso mixto, como el texto era tan texto, había puesto también mucha reflexión y discurso en la obra, porque hay muchos discursos, y parece ser que todos son muy importantes y dicen cosas muy profundas y grandes que tienen que ver con nuestra historia. Entonces, me llevaba hacia la racionalidad, a poder entender. Pero por otro lado, el proceso te llevaba a no entender, a jugar y a volverte loca en el escenario, sin preguntarte por qué estás diciendo la memoria, y qué sé yo. Entonces, era un trabajo bastante dual, en el cual estábamos todos en ese conflicto, que es como: “Pero esta escena, ¿de qué se trata? Ya no importa, hagámosla nomás”. Pero uno, como actor, también siente que no puede actuar tan radicalmente si uno no ha entendido realmente lo que está haciendo. Ese proceso fue el más complejo, pero, finalmente igual soy una actriz obediente y me entrego también, quiero llegar a ese lugar donde el director está enfocando, porque si no, uno también queda afuera, y no es la idea. La obra tiene una característica difícil; no es una obra fácil de llevar. Pero se logró, y eso me hace muy feliz.
Has transitado por muchos géneros, tanto dirigiendo, como actuando, has hecho musicales, has hecho teatro familiar, ¿Cómo esto se conecta con otros trabajos que estés haciendo? ¿Tienes algún otro proyecto que se venga luego en dirección, o actuando? Algo que nos puedas contar.
Sí, este año en particular yo dirigí A los pies del árbol, que es una obra sobre el pensamiento Humberto Maturana, con la Patricia Rivadeneira, como actriz. Vamos a montarla en octubre, para el mes de la ciencia, al aire libre, en el Parque Bicentenario, así que va a ser hermoso. Estoy muy contenta con esa instancia, que es muy particular. Tengo un proyecto para el próximo año, de un texto que escribí, que se llama Furias, que va a dirigir Víctor Carrasco en el GAM. Todavía no sé la fecha, pero el proyecto ya está en marcha y se va a realizar. Tengo ahí unos pololeos con la ópera, como libretista, pero no voy a decir nada porque está muy naciente y no sé nada todavía, pero me interesa mucho indagar ahí igualmente. También tengo otro proyecto con una arquitecta, que se llama Macarena Urzúa, que trabajó también en A los pies del árbol, en el diseño espacial, que es un proyecto más ligado al Land art, que es a partir de residencias en paisajes hermosos, crear símbolos que nos conecten con el planeta, que tiene que ver más con una cuestión de ecosistema y medio ambiente. Yo deambulo de género en género. La verdad es que no tengo límite de poder abrir espacios creativos, porque eso es lo que a mí me llena. Tengo una gira de Mi cuerpo celeste, una obra familiar que escribí, donde también trajo, así que vamos a una gira al sur, con un Fondart de itinerancia que tenemos del año pasado.
¿Qué le podrías decir a la gente para invitar a ver Una pequeña historia de Chile en el Teatro Finis Terrae?
Que vayan con toda seguridad de que va a ser una experiencia grata, entretenida, pero también reflexiva. Es un texto importante, interesante para escuchar, para pensar, porque tiene que ver con nuestra historia, con nuestra memoria y con la educación, que es un tema muy relevante en este momento, en todos los momentos, pero no va a dejar de ser relevante hasta que no se resuelva, y hoy día no está resuelto. El montaje está súper bueno, el diseño está interesante, es atractivo, los personajes son atractivos, hay un racimo de locura.
FICHA ARTÍSTICA
Título: La pequeña historia de Chile
Dramaturgia: Marco Antonio de la Parra
Dirección: Francisco Krebs
Elenco: Paola Volpato, Cristián Carvajal, Camila Hirane, Manuela Oyarzún y Mauricio Flores
Diseño integral: Pablo de la Fuente
Composición musical: Alejandro Miranda
Realización vestuario: Nicole Salgado
Asistencia de dirección: Fernanda Letelier
Asistente diseño: Spike Blanch
Participación especial: Fernando Solís
COORDENADAS LA PEQUEÑA HISTORIA DE CHILE
11 julio a 3 agosto
jueves y viernes 20.30 h
sábados y domingos, 19 h
Duración: 75 min
Recomendada para todo espectador desde 14 años
$13.000- Gral. / $8.500, personas mayores/ $6.500, estudiantes y Preventa hasta el 10 de julio.
Teatro Finis Terrae
Av. Pocuro 1935, Providencia.
https://teatrofinisterrae.cl/