Por Galia Bogolasky
Entrevistamos a la reconocida actriz de teatro y cine Paulina García, quien nos cuenta sobre el reestreno de Moscas sobre el mármol en Teatro UC. La obra se centra en una caballeriza de la casa de campo familiar, donde Julián prepara junto a su madre, su esposa y un trabajador del lugar, una fiesta en honor a su amigo de infancia Enrique, a quien no ve hace más de 10 años. Vertiginosamente, el esperado encuentro traerá lo que estaba enterrado en el pasado y Julián, poseído por un estado de exaltación, provocará el enfrentamiento con quienes más quiere.
Con las actuaciones de Paulina García, Jorge Arecheta, Antonia Santa María, Nicolás Pavez y Felipe Zepeda, la obra estrenada recientemente en el Teatro Municipal de Las Condes se presentará entre el 3 y el 20 de julio en el Teatro UC
La soledad, la incapacidad de amar, la crisis de la fe, el vacío existencial y la subjetividad de los afectos, son algunos de los dilemas que la escritura de Luis Alberto Heiremans (El tony chico, Versos de ciego, Arpeggione) aborda en Moscas sobre el mármol (1958), obra estrenada recientemente en el Teatro Municipal de Las Condes, bajo la dirección de Álvaro Viguera (Lo crudo, lo cocido, lo podrido; La gata sobre el tejado de zinc caliente; Happy End).
Hablamos con la actriz sobre esta obra, y sobre su extensa carrera, tanto en cine como en teatro. Esto fue lo que nos contó.
Quería hablarte del montaje que van a estrenar en el Teatro de la Católica, que estuvo el año pasado en el Teatro de Las Condes, Moscas sobre el mármol, dirigido por Álvaro Viguera, basado en el texto del dramaturgo Luis Alberto Heiremans, gran clásico del teatro chileno. Cuéntame un poco sobre esta obra, esta nueva temporada y de tu personaje.
Esta es una obra de Luis Alberto Heiremans, que es conocido por una dramaturgia más vinculada al realismo mágico y vinculada a un teatro que apunta hacia otro lado más místico y que apunta hacia una cosa más popular también. Esta es una obra que ocurre en una casa fundo, en una ex capilla, hoy convertida en una caballeriza, y eso también está abandonado, como caballeriza, porque ocurre en los años 50, ya no se tienen caballos para traslado, ni carrozas, ni nada de esas cosas, sino que se usa el auto. Es una obra que apunta hacia una cosa más existencial, que tiene que ver con el sentido de vivir y el sentido del amor. ¿A qué amamos cuando amamos? ¿Y cómo nos amamos cuando amamos? Heiremans usa la excusa de la familia, en este campo que ya es decadente, que ya no tiene una familia aristocrática, que ya no tiene tanto dinero, que recibe la visita de un amigo del protagonista, de un amigo de la infancia, que fueron amigos cuando eran niños en Santiago, y que viene ahora a visitarlo al campo.
El protagonista tiene una mujer, no hay hijos, hoy día tendrían cerca de los 40 años, un poquito menos, y tiene una madre, que es una madre de esa aristocracia laica, loca, pero al mismo tiempo muy conservadora, pero no conservadora en términos religiosos, sino que, en términos políticos, de conservar una clase. Ese es el personaje que me toca hacer, es Amalia, es una mujer educada en Francia, separada para la época, el marido la ha dejado, y cuando el marido la deja, a los pocos años, ella decide volver a Francia y se queda 10 años. En esos 10 años, en que su hijo, el protagonista de la obra, creció, y se bancó lo que hubo que bancarse solo, como pudo, por supuesto no sabía hacer dinero, sólo sabía ser rico, y se casó. Estaba en un momento de crisis existencial, del sentido, de para qué está, y en qué está. La visita del amigo desata todos los fantasmas amorosos, y todos sus conflictos.
Es una historia muy vinculada al mundo relacional, de los amigos, de los amores, además ocurre en tiempos reales, una fiesta que están organizando, una especie de noche de brujas en el campo. Hay un personaje pequeñito, que es un peón, es como el eslabón perdido de lo que queda del patronazgo. Entonces está dando cuenta de varias cosas la obra, de una clase decadente, de un cambio de época, de una clase que no entiende el cambio de época y se resiste y que no tiene armas para esa resistencia. Al mismo tiempo, de cómo influye eso en las decisiones que tomamos en relación al amor.
Tu personaje es una madre con mucha personalidad, con mucho carácter, que además es muy manipuladora con su hijo, que lo interpreta Jorge Arecheta, y también es súper celosa de su nuera, Antonia Santa María. Es muy “la madre chilena” el típico estereotipo de que la suegra es la que está metida ahí en la casa, tomando decisiones, y se roba el lugar de la mujer de su hijo. ¿Cómo fue para ti interpretar esta mujer, esta suegra manipuladora, con carácter, y la relación media rara que tiene con su hijo?
Sí, está en un límite bien delicado la relación. Ella tampoco permite que el límite se pase demasiado, está en un límite peligroso. Fue bien interesante porque es un personaje que a uno le puede caer muy bien, pero también es muy difícil de digerir, esa manera de operar, que es lo que ella hace. Es difícil de salvar entonces a un personaje con todas esas contradicciones. Lo más difícil para mí fue que lograra ese bálsamo que da la simpatía, que te acondiciona cualquier mala intención, la acondiciona porque pareciera que está haciéndolo por el bien de los otros. Eso fue muy interesante, manejar ese nivel de egoísmo y acondicionarlo para que se pueda convivir con ella, porque también la podrían echar, llegar y decirles: “¿Sabe que más señora? ¡Váyase! ¡Basta!”, que el hijo le diga: “¡Ya sale de aquí, mamá! ¡Vete!” En cambio, no, porque también tiene una relación de un juego intenso con él.
Fue interesante descubrir cuáles eran sus fragilidades. La mandan a estudiar a Francia sola, y se quedó allá botada y la familia acá en Chile, que se suponía que era lo máximo que le podía pasar. Es muy bonito porque Heiremans escribe una frase y dice: “¡Mi papá odiaba a las monjas y me mandó a estudiar allá!” Y la deja a punto, y dije: “¡Qué fuerte esta frase! ¡Es fuerte!”, la dejaron botada allá. Ella lo resiente y a mí me gustó mucho poder meterme por ese intersticio de las réplicas, de los argumentos que va dando para encontrar dónde está doliéndole todo esto a ella.
Tú tienes mucha experiencia, una gran carrera en el cine, el teatro, en los distintos formatos. En el teatro has dirigido, has escrito, has hecho dramaturgia, estuviste incluso a cargo también de la Muestra de Dramaturgia y has actuado en muchísimas obras. ¿Qué representa para ti el teatro como arte?
Tengo la impresión de que el teatro viene a instalar una réplica de los terremotos, creo que el teatro tiene ese deber. Cuando es buen teatro, es capaz de producir una réplica de un terremoto que te mantiene en un estado de “¡Ah, mierda! Va a temblar de nuevo, va a ser otro terremoto”. El teatro tiene esa posibilidad de hablar de los momentos coyunturales de una sociedad para decir esto, nosotros podemos repetir esto y eso está muy bien.
A veces el teatro funciona como una especie de espejo de la realidad, pero pienso que eso que espejea, más bien espejea algo y crea una nueva posibilidad con eso que te muestra. Te muestra algo que tú no habías visto, pero al mismo tiempo crea algo nuevo en esa imagen y entonces parece que estuvieras viendo otra cosa. Puedes pensar con calma, porque si estás muy abrumado no puedes pensar y el teatro tiene que permitir un espacio en que el espectador pueda pensar sobre lo que estamos hablando. Brecht decía que esa nueva realidad que se creaba debe ser necesariamente entretenida, y que siendo entretenida te permite participar de una diversión y en esa diversión, de vez en cuando, te inocula veneno y empiezan a sentir que: “¡Ah! se me inflamó acá, se me inflamó allá”, y de repente tienes el corazón inflamado de cosas.
Creo que eso es para mí lo más interesante del teatro, porque es en vivo, y como es en vivo entonces tu inconsciente está ahí sin protección. El teatro tiene una labor, una conexión con el resto que es muy profunda, justamente porque es en vivo, por eso no ha muerto nunca, por eso cambian los formatos, cambian los formatos del cine, del audiovisual, de las pinturas, aparecen las performances, las instalaciones, cambian los formatos, pero el teatro inclusive si opera con innovación tecnológica, todavía permanece en el espacio teatral del escenario y con actores en vivo, todavía sigue siendo una experiencia ritual única.
Dentro de estos tres ámbitos de interpretación, de la dramaturgia y dirección ¿En cuál te sientes más cómoda o qué te gusta cada una?
Más que una preferencia, es lo que significan en mi vida, el teatro para mí es mi casa, es estar en mi casa y estar en mi casa es de las cosas que más me gusta. Antes huía harto de mi casa, pero hace muchos años que se acaba el día y quiero volver a mi casa, quiero estar en mi casa.
¿Qué significa el cine para ti?
El cine es como viajar, es algo que te da un aire inesperado, es totalmente nuevo, nunca sé con qué me voy a encontrar. Voy a filmar películas y a veces no conozco a nadie de los que están ahí. Es la primera vez que trabajamos juntos, todas las personas que estamos ahí. Es como llegar a un país desconocido, a veces a un lugar muy recóndito, a veces a un lugar deseado, a veces son lugares ambivalentes. No sé si tengo tantas ganas de ir a Calama, pero a veces me toca ir a Calama, y de pronto encontrarme cosas ahí y encontrar una vida entera en Calama. Otras veces tengo la impresión de estar en el sudeste asiático, en un lugar recóndito, impresionante, por donde me lleva la película. Como no está el ejercicio de la repetición, como está en el teatro, que son dos meses de repetir lo mismo hasta que sucede, hasta que dice “ya, acá apareció el material”, el cine te obliga a que estés con una especie de frescor interior para que todo salga como por primera vez y salga lo mejor posible, aunque lo repitas diez veces, lo repites un día diez veces, o si lo repites veinte, es un día, no lo vuelves a repetir al otro día ni ningún otro día, de esas veinte el director elegirá, tú no eres el que elige. En cambio, en el teatro yo puedo elegir, yo voy haciendo los planos de la película, entonces puedo elegir cosas que prefiero más que otras. En el cine hay momentos que eliges, pero no eliges el plano, no eliges la escena.
Has trabajado en el cine con los más grandes cineastas chilenos y también con varios internacionales. Has tenido una carrera internacional también gracias a Gloria, que fue la película que te llevó al reconocimiento internacional, ganaste El Oso de Berlín, y eso te permitió internacionalizar tu carrera. Con toda esta experiencia de los viajes, que has viajado no sólo en Chile, sino que internacionalmente haciendo cine ¿Cómo ha sido trabajar con los distintos cineastas y en estas diferentes locaciones que te han permitido conocer el mundo desde otra visión?
Aparte de fantástico, creo que lo que es alucinante del cine es que operan tantos factores para que la escena ocurra. La actuación es uno de los factores, pero también hay una cámara, hay una iluminación, hay una escenografía que sucede, a diferencia del teatro que solo operan los actores hasta que aparece la última semana la escenografía y uno configura una cosa, pero en cambio en el cine es inmediato, opera el actor, opera la cámara, opera el arte del lugar. Tienes que estar tan atento. Hay directores, que es una maravilla, que si el director tiene la pedagogía de explicarte qué significa todo, cómo está operando en el personaje, todos los elementos, para mí por lo menos, me abre una posibilidad de actuación tan distinta, tan desconocida. Trabajar con el tercer actor, que es la cámara, porque siempre uno trabaja de a dos, aunque sean varios personajes, voy de uno a uno, no hago más que eso. Hay un tercero que yo nunca miro, pero que sé que está, y sé que es a ese al que le tengo el ojo más echado encima, del que más pendiente estoy, porque ese es el ojo que me está mirando a mí, entonces entender ese juego. Cuando un director te lo explica, y hay directores que son tremendamente pedagógicos al respecto. Con eso he aprendido, he subido el Everest con esos directores, que me han llevado a otro nivel de problemáticas. Transforman todas esas dificultades, por lo menos para mí, en pura diversión, todo funcionando, y uno enganchándose con todos los elementos, porque te los han explicado para qué están ahí, cuál es el sentido, y entender eso es maravilloso.
¿Hay algún cineasta que podrías destacar, con que te ha gustado mucho la experiencia de haber trabajado?
Pero por distintas razones. Sin duda que Sebastián Lelio me hizo una inmersión profunda en lo que es hacer cine. Ahí se me abrió la cabeza, entenderlo. Después de hacer Gloria, hice una película sobre una obra de teatro que habíamos hecho, que se llama Las Analfabetas, y aunque era una película muy chiquitita, con muy bajo presupuesto, esa película me enseñó la diferencia entre actuar en el teatro y actuar en el cine. Todo lo que hicimos en esa película durante el rodaje, después lo trasladamos a la obra, porque volvimos con la obra de teatro, y cuando volvimos dijimos: “¿Sabes qué? Esto queda mucho más lindo como lo hicimos en el cine”. Esa lección de cambio de lenguaje fue bien clave para entender cómo mostrar lo que no se dice, pero se entiende.
Un director colombiano maravilloso que se llama César Acevedo, con él aprendí que uno puede también hablar en el cine en poesía, y que eso tenga todo el sentido del mundo. Atreverse a hacer otras cosas en el cine, meterse en otro universo mágico, me voló la cabeza. Hay veces que es tal la comunión que logras con un director, que puedes permanecer en una conversación constante sobre la actuación, sobre lo que estás haciendo, sobre lo que está sucediendo. Me ha sucedido eso un par de veces con películas también inesperadas, que no lo veía venir. Cuando hice La novia del desierto en Argentina, la tríada entre las dos directoras y el director de foto, ellas son Cecilia Atán y Valeria Pivato, y el fotógrafo chileno Sergio Armstrong, y esa tríada a la cual yo entré e hicimos como la especie de cuarteto ahí, me enseñó a entender el otro personaje que es el territorio, ese otro personaje que era el desierto, y como ella queriendo que fuera paisaje, no le quedó otra, el territorio le exigió que ella lo ocupara como territorio, no como paisaje, no fue a turistear allá. Han sido experiencias alucinantes.
Tu coprotagonista en La Novia del Desierto, Claudio Rissi falleció el año pasado ¿Cómo fue para ti recibir esa noticia?
La muerte de Claudio fue un golpe muy duro, no lo esperaba para nada, no sabía de Claudio hace mucho rato, yo me salí de Instagram, entonces eso te aleja de gente que no estás viendo constantemente, y he ido a Argentina, pero no vi a Claudio ninguna de las veces, porque Claudio estaba trabajando un montón el último tiempo, entonces no lo veo hace rato. Me golpeó muy duro, me sorprendió muchísimo, una pérdida enorme, porque es un actorazo.
Estuviste en Cannes presentando esa película, estuviste también en Berlín con Gloria, y has ganado un montón de premios en Chile, con el Altazor y APES y un montón de otros premios, El Oso de Berlín. ¿Cómo ha sido para ti este reconocimiento internacional a tu carrera, tanto en el cine como en el teatro?
Es sorprendente, aunque había recibido en Chile varios premios antes, de muy joven recibí, cuando salta a un reconocimiento internacional, es muy extraño para uno “¿Por qué? Estoy en el culo del mundo, no estoy en Europa, no estoy en Estados Unidos, no estoy en el mundo anglosajón”. Ha sido impresionante digerir y todavía me sorprendo. El Oso lo tengo acá al frente en mi biblioteca y lo veo y digo: “Qué increíble que me gané ese premio, tan importante”.
Me sorprende haber estado en los lugares que he estado. He sido jurado de festivales importantes, como el festival de San Sebastián, he participado en festivales más pequeños, ser jurado en Toulouse. Eso hace que me pone en un lugar que me parece extraño, como que fuera una estrella de cine, pero al mismo tiempo, es mi trabajo. No sé si soy la misma persona que parece que fuera de eso. Sé que es parte de mi vida, pero no la vivo, no sé cómo lo viven las otras personas también, seguramente lo viven igual que lo estoy viviendo yo, que dicen, son cosas que pasan.
Cuando vino el éxito con Gloria, ya llevabas muchísimos años trabajando en teatro, con mucho reconocimiento en el teatro chileno, pero al internacionalizar tu carrera y recibir premios internacionales y tener esta exposición a nivel internacional fue a en un momento en que estabas más madura, fue distinto absorber esa fama y ese reconocimiento.
Sin duda, porque tampoco es que yo no pueda caminar por la calle, al contrario, puedo caminar tranquilamente y la gente es súper amable con el trato que me da, porque está desprovista de un brillo, está desprovista de oropel y está más provista de un cierto reconocimiento más prestigioso y por lo tanto es muy respetuosa en general. Entonces, eso por un lado, y por otro lado, seguramente si hubiese sido más chica habría lidiado con más dificultad, pero siendo grande no tengo ningún problema en negarme a hacer algunas cosas.
Debe ser difícil porque te deben llegar muchos proyectos.
Me llegan, pero no sólo por los proyectos, sino que por la publicidad que implica estar en una posición de reconocimiento. Por esa presión que existe, que estés todo el tiempo dándote cuenta de algo, puede ser muy difícil para una persona más joven, que ha recorrido poco, pero para mí fue más bien cansador y es cansador cuando estoy estrenando una película, sobre todo afuera. Cuando estreno afuera es muy cansador, pero luego eso se tranquiliza y te pone en otro lugar, y se calma y ya está, y vuelvo a mi casa.
Teniendo esa visión internacional de lo que se está haciendo afuera, ¿Qué opinas de lo que se está haciendo a nivel de la cultura en Chile? Tanto de la producción teatral como la producción audiovisual, ¿Cuál es el estado del arte en este momento?
Yo creo que ha pasado algo maravilloso en el teatro, y es que hay una diversidad enorme de producciones teatrales que te permiten reconocer el grado de complejidad con que se está pensando la escena. También convivir con obras que son mucho menos complejas o de frentón nada de complejas, sino que están solo en el nicho del entretenimiento puro y duro. Convivir todas y que eso hace que haya público para todas. Eso a mí me sorprende, a mí me emociona y creo que ha sido un trabajo largo de mucha gente para que esto suceda y que nosotros, los teatristas, tenemos mucho que ver en ese trabajo largo, de buscar conectarse más con el público.
Siento que el cine todavía sufre lo que el teatro sufrió en los años 90, que es la falta de público. Eso es lo más grave, creo que hace rato que está haciendo películas que conectan con la gente, pero no existe la difusión necesaria, no la hay y eso son políticas gubernamentales, y es necesario para el cine, y el teatro también, pero nosotros hemos hecho una labor muy a pulso y durante muchos años. El cine está recién todavía en esa labor, a pulso, para lograr que los públicos vayan, pero también es porque se necesitan políticas de Estado para que la campaña sea efectiva; abrir espacios nuevos, que no sean solo las multisalas, que hayan otros tamaños de cine, más barriales, que lleguen a zonas más retiradas del país, que logren esa conexión y por lo tanto cuando hay una conexión del público, sin duda que el público quiere ver, si el público ve una vez y ve otra vez, la tercera vez dice “Pero estos compadres actúan increíble, hay que verlo”, “este señor cuenta historias increíbles, hay que ver lo que produce”, “estos son los no sé cuántos”. Hay algo reconocible. Creo que es necesario que haya políticas de Estado para eso, que no sea solo la intervención del dinero, en el sentido de que no sea solo dejárselo al libre mercado, porque eso no va a ser así, eso no funciona así, no es una teleserie que está en el libre mercado funcionando. El cine no tiene la capacidad de la televisión de llegar de Arica a Magallanes. Hay que crear instancias para que las sociedades puedan verse a sí mismas en lo cinematográfico, que es muy distinto a verse en la televisión. Es un país que tú ves desde otra ventana cuando lo ves en el cine.
Reseña
En una caballeriza de la casa de campo familiar, Julián prepara junto a su madre, su esposa y un trabajador del lugar, una fiesta en honor a su amigo de infancia Enrique, a quien no ve hace más de 10 años. Vertiginosamente, el esperado encuentro traerá lo que estaba enterrado en el pasado y Julián, poseído por un estado de exaltación, provocará el enfrentamiento con quienes más quiere.
Ficha artística
Título: Moscas sobre el mármol
Dramaturgia: Luis Alberto Heiremans
Dirección: Álvaro Viguera
Elenco: Paulina García, Jorge Arecheta, Antonia Santa María, Nicolás Pavez y Felipe Zepeda*
Diseño Escenografía e iluminación: Rodrigo Ruiz
Diseño de vestuario: Andrea Carolina Contreras
Composición musical: Niña Tormenta
Diseño sonoro: Marcos Salazar
Asistencia de dirección y producción: Pascale Zelaya
Asistencia de escenografía y directora de escena: Viviana Araya
Producción general: Antonia Santa María
Coproducción La Santa y Teatro Municipal de Las Condes.
Coordenadas
*En las funciones del 13 y 17 de julio, el personaje de Segundo será interpretado por Juan Carlos Haniez, en reemplazo de Felipe Zepeda.
Temporada: 3 al 20 de julio, miércoles a sábado, 19.30 horas, sala Ana González, Teatro UC, Jorge Washington 26, Ñuñoa.
Entradas: En Ticketplus y boletería del teatro (horario de atención: 15 a 20 horas).