Por Tania Sáez
Entrevistamos a la actriz María Debesa y a Venjamín Villalobos, quien junto a Humberto Adriano dirige Una deliberada crueldad, una producción de la Asociación Por La Irrelevancia (A.P.L.I.). Este innovador concierto narra la historia de una mujer atrapada en un laberinto por un extraterrestre. Desde la perspectiva de la víctima, las canciones y coreografías exploran sus emociones y sensaciones en torno a la crueldad. La música permite diversas interpretaciones de la historia, invitando al público a reflexionar sobre sus propios laberintos mentales, así como la necesidad de escapar de ellos
El proyecto musical está inspirado en el cuento Laberintos de Úrsula K. Le Guin y fue interpretado por la banda de A.P.L.I., compuesta por María Debesa (Cotín), Maite Muños y Francisco Sánchez (Chute), en el Teatro del Puente.
Esto fue lo que nos contaron
La historia fue inspirada en el cuento Laberintos de Úrsula K. Le Guin, ¿cómo llegó a la idea de interpretar esta historia a través de un concierto?
Venjamín: Este proyecto enmarca lo que es la Asociación por la Irrelevancia. Lo que hacemos como asociación, es levantar proyectos que nos gusten de sobremanera. Lo hacemos por amor al arte y a nuestras propias vidas. Nos divierte mucho hacerlo y es un espacio muy bacán para nosotres como grupo. En esa línea, la Cotín tenía muchas ganas de hacer una obra de teatro, pero a mí me carga el teatro. Entonces, en algún momento, yo leí este cuento de Úrsula K. Le Guin, una escritora que me gusta mucho, y la Cotín me había dicho que también lo había leído y que hace tiempo quería hacer una obra con eso. Fue bacán porque partimos en la misma línea, pero yo dije que bajo ninguna circunstancia íbamos a hacer una obra de teatro, porque me da lata, no responde al espíritu de hacer cosas que nos divierten. Por lo tanto, jugamos a la idea de levantar caprichos, cada integrante del grupo dijo distintos caprichos que le gustaría cumplir. Por ejemplo, la otra actriz dijo que le gustaría cantar, otro chico dijo que le gustaría que haya coreografías, yo propuse magia, aunque no cumplimos ese capricho. Y como en esa conversación inicial, muy de tirar ideas, yo dije, bueno, hagamos un concierto. Mi primera idea fue con una arpa, después con tres baterías en escena, pero terminó siendo solo una.
Por otro lado, el concierto nos permitió hacer muchas cosas. Porque, la música tiene la capacidad de transmitir una gama mucho más amplia de emociones de las que las personas pueden experimentar en cualquier obra de teatro. En un concierto yo veo gente desmayada, gente gritando desaforadamente o llorando y nunca he visto algo así en el teatro. Entonces, nos parecía interesante acercarnos ahí.
Después, el cuento era lo suficientemente extraño como para narrarlo musicalmente. Fue como una intuición, sentíamos que en la música y el ritmo había algo que nos podía ayudar a contar esta historia, y no la historia como relato, sino como el imaginario de sensaciones e ideas que se desprenden. La trama es súper simple en realidad: Una mujer que está atrapada en un laberinto por un Alien y no entiende por qué. Esa historia así de simple, es aburrida de contar. Lo interesante es qué siente esa mujer ahí, cómo es ese espacio y cómo es su relación con él Alien. Es mucho más amplio que solamente esa anécdota y la música nos podía ayudar a hacer ese viaje de una forma más profunda.
María: Úrsula K. Le Guin tiene muchos universos, muchos libros y creo que en la Asociación por la Irrelevancia hay cierta fascinación por el mundo extraterrestre e inter-especies. Entonces calzaba muy bien ese capricho dentro de este cuento que nos invitaba a hablar de eso.
Venjamín: Había un sueño de hacer una banda y no era la primera vez que habíamos rondado ese imaginario. Somos gente muy buena para el karaoke o para andar cantando cosas, entonces nos venía bien cumplir ese sueño. Por otro lado, los conciertos proponen una forma de performear diferente. Le da a los intérpretes la posibilidad de entrar y salir de un estado, y eso es algo que a mí me gusta mucho ver. Lo último que descubrimos del concierto, es algo que como asociación nos gusta y en los conciertos es muy evidente: La posibilidad del error, de fallar y que la música siga. Siempre citábamos a la Paloma Mami, estrella del pop reggaetón, que en el Festival de Viña, simplemente en una canción para y dice, “no, no, no, vamos de nuevo, es que me tiene que salir bien”. Entonces, si Paloma Mami puede hacer eso en un concierto, nosotres también. Ese espacio yo no lo puedo hacer en el teatro. Fue como un descubrimiento que nos permitía liberarnos y fallar. Esa dimensión del concierto apareció y terminó siendo muy interesante para nosotres. Todo eso nos dio el concierto, partimos tirando ideas y terminó en todas esas dimensiones.
Hace la historia más multifacética y más cercana con el público, ¿no?
María: Sí, eso provoca la música. Digamos que la dimensión del público y nosotras como performers, cambiaba dependiendo de cómo el público recibía las canciones y los momentos, si es que levantaban la mano o querían interactuar, era mucho más relajado. En el teatro es mucho más pudoroso cuando se interpela al público, pero aquí era una invitación demasiado real a que fuesen partícipes, y eso también era una búsqueda que intencionamos, era uno de nuestros desafíos a la hora de pensar en el concierto.
Si bien este espectáculo fue creado por la Asociación de la Irrelevancia, la temática no fue totalmente irrelevante, ya que a pesar de tratarse de extraterrestres, las experiencias de la protagonista podrían desarrollarse en otros contextos emocionales, ¿me podrían hablar un poco más de eso?
María: Nosotres no buscábamos establecer en un contexto tangible, sino uno que quedará a libre interpretación. Gente mayor que fue a ver el concierto comprendió cosas que niñes pequeños no comprendieron. Por ejemplo, no instalamos una temática sobre los 50 años del golpe, que era lo que estaba ocurriendo en septiembre, por eso decimos que es irrelevante, pero no por eso es poco profundo y no por eso no tiene miles de capas de lectura. Este concepto tan extraño permite que cada quien haga su propia vinculación con lo que está viendo y con lo que están sintiendo la protagonista. Eso creo que es lo más bello, es como lo más artístico, al menos en términos de la temática. Realmente cada quien puede interpretar el concierto de diferentes maneras, “esta era una relación de pareja” o “esta era una mujer torturada en el 73”, como hay capas, cada quien puede decidir dónde colocarlas.
Venjamín: Yo ahí pienso dos cosas. Sentí que nos hubiésemos pisado la cola al querer hacer algo irrelevante, pero que resultó no serlo. Sin duda nos pasó algo, al menos desde mi perspectiva. De repente empezaba a pensar en la crueldad y era una cosa terrible, sobre todo cuando uno pone desde el lugar de las víctimas.
María: Claro, ¿Cómo te haces cargo de algo así?
Venjamín: Pensábamos, “¿por qué nos metimos en este tema que pareciera ser nada irrelevante?” Pero entonces, comprendimos que lo que estábamos haciendo era una metáfora. Que es otro concepto con el que yo al menos no suelo trabajar y creo que como A.P.L.I. tampoco. Pero esta vez nos vimos inmersos en la metáfora y nos permitió eso que decía la Cotín, cada uno la podía entender de forma distinta. Entonces si alguien juntó el concierto con el golpe militar, con una experiencia personal o con nada, está genial. En ese sentido, lo irrelevante, es la historia de una mujer atrapada en un laberinto por un Alien, una historia con cero contingencia, pero sí alguien junta los hilos, maravilloso.
Uno se pone a hablar con la gente que fue a ver el espectáculo y resulta que hicieron lecturas que son muy interesantes de escuchar, confirmando esta idea de que la música transmite emociones, sensaciones, más allá de una cosa tan rígida como una idea. Si a eso le sumamos otros elementos, como la tela, los Alien y las pequeñas intervenciones, sentimos que entregamos un montón de estímulos, más o menos direccionados, que pueden llevar al público hacia otro lado, o hacia ninguno. Abre esas posibilidades.
La irrelevancia es parte de lo que nos mueve a hacer estas cosas y creo que, en el caso del teatro, es partir desde que este es irrelevante. Hacer una obra de teatro es irrelevante, nosotres jamás creeríamos que con una obra de teatro se contribuya a que el mundo sea mejor, jamás creeríamos que con una obra de teatro se pueden levantar consignas sociales, jamás creería que por hacer una obra de teatro se va a cambiar una ley en el Congreso, por ejemplo. Bajo esa óptica, pensamos en hacer teatro porque nos gusta, nos divierte, porque nos permite que nos pasen cosas y porque quizá alguien conecta con lo que queremos decir y le pasen otras cosas. Esa es también la postura, al menos el teatro de lo irrelevante no cambia el mundo, cambia mi mundo.
¿Te refieres a que cambia el mundo interior de las personas?
Venjamín: Yo al menos lo veo desde nuestra perspectiva, sobre lo que hacemos. Sin duda me cambia más a mí hacer esa obra de teatro, que a un público, porque es una anécdota que se les va a olvidar y va a pasar a ser algo momentáneo. A mí al menos, desde la creación, me cambia todas mis perspectivas.
María: Por supuesto, con mucho respeto a nuestros colegas que se esfuerzan día a día por hacer obras que sí logren generar un impacto. Es solo que nosotres creemos que en nuestros gustos y caprichos solo hay irrelevancia. Insisto en que no tiene que ver con que sea poco profundo, porque creo que la irrelevancia es algo súper profundo. Para mí, decidir ser irrelevante es aceptar que no eres nada y eso te libera un peso. Al tiempo que hace que te tienes que hacer cargo de tu vida que es irrelevante. Me divierte hacer un concierto en el teatro y eso es bello, es lo que nos mantiene unidos como asociación. Por eso le ponemos empeño. Somos un proyecto financiado por la asociación, nosotres mismos ponemos la plata para que esto ocurra. Decidimos perder el tiempo haciendo esto, que en realidad pudo haber salido pésimo, pero queríamos disfrutar de un proceso juntos.
Además de las canciones, a través sus expresiones corporales se lograron transmitir los sentimientos de la protagonista en cada etapa de esta de la historia, ¿Cómo fue para ustedes lograr eso?
María: Partimos ensayando en una sala muy pequeña, que era la del baterista, el único músico verdadero que participó en este proyecto. La Maite y yo no somos cantantes, entonces cuando cantábamos en los primeros ensayos, el Chute salía con cara de “¿en qué proyecto me metí?”. Era un espacio muy pequeño donde nuestro cuerpo en realidad no tenía muchas posibilidades de manifestarse más que vocalmente. El proceso se dividía en dos partes fundamentales, que eran la creación de las canciones y luego pasar a una sala de ensayo más grande, en donde el cuerpo iba a comenzar a entrar en escena. Obviamente, observamos muchos conciertos, yo estuve mucho tiempo observando a chicas del K-Pop o bandas de pop, para ver cómo era ese desplante escénico y así intentar llegar de alguna manera a ese lugar, porque teníamos la conciencia de que el cuerpo iba a generar una narrativa distinta.
En ese proceso, sucedió una anécdota. Estábamos en una sala de ensayo más grande, por lo que decidimos hacer una pasada con el público, pero resulta que en esta pasada fue a vernos un chico que era coreógrafo y le encantó. Él nos ofreció ayuda, yo le dije como “por favor, ¿qué hay que hacer?”, porque igual es muy distinto actuar desde el teatro a performear cantando, es otra cosa. Sobre todo, saber qué haces con tu cuerpo mientras cantas una canción, en donde apenas llegas a las notas, ya es otro desafío. Alan, nuestro coreógrafo, fue como dos o tres sesiones a fijarse en nuestros impulsos y fue tratando de explotar más nuestros movimientos. De pronto llegó un momento en que cuerpo, voz y espacio hicieron un clic y todo terminó fusionándose, fue algo espontáneo y complejo. Ahí con la Maite nos pasamos distintos rollos, una pensaba “yo creo que aquí estoy deambulando por el laberinto” pero la otra, “no, yo creo que aquí estoy tratando de entender un pensamiento” todo igual similar, pero con interpretaciones corporales distintas. Con la Maite tenemos cuerpos distintos y eso también me parece bacán, porque éramos efectivamente una banda muy ecléctica, donde está el Chute interpretando algo, yo algo y la Maite otra cosa. Eso creo que generaba como que se complementaran las cosas e incluso aparecieron más lecturas a partir de eso.
Venjamín: Como director soy nulo en todo lo que sea coreográfico, entonces llegó el Alan, en mi perspectiva, como un milagro. No nos conocíamos, pero Alan dijo cuatro cosas, y yo enseguida le dije “sí, me hacen sentido”, le di la confianza al toque. También aprendí del Alan, desde su perspectiva, que es más corporal que corográfica.
¿Cómo fue el proceso de creación de las canciones?
Venjamín: Comenzó como una cosa más ortodoxa, que fue desglosar el cuento. Lo hicimos con el Nino, el otro director. Fueron ocho partes del cuento que seleccionamos. Como paréntesis, en las letras de las canciones, si bien no hay palabras de más de la escritora, hay palabras de menos. Después, viene toda la parte más entretenida y de aprendizaje, que es que trabajamos con el Chute, el baterista, y el Chamelo, el sonidista y compositor. Ellos eran los que nos empezaron a guiar en la composición de las canciones, con premisas que yo iba dando, y he de decirlo, Cotín compuso el 50% de todas las canciones, solo jugando a cantar. El proceso fue como entre jugar y aprender, guiar, intencionar y desglosar el cuento. Cada canción representaba un estado en específico, que llevaba a otro sentimiento, así lo fuimos descubriendo. Encontramos cosas que no se nos ocurrían si no las cantábamos.
María: Teníamos esta idea de que la banda fuese bien ecléctica, entonces intentamos que ningún tema se asemejara demasiado al otro, con la dificultad de que solo había una batería y maquinitas. Entonces, como había que atreverse a encontrar ritmos nuevos y a generar sonoridades a partir de elementos muy pequeños. De alguna manera, fue minimalista la forma en que creamos las canciones, entonces fue muy entretenido. Terminamos la primera canción, pero mientras avanzábamos con las demás, encontrábamos formas más complejas de crearlas, que nos parecían más bacanes, entonces decidimos cambiar esa primera canción. Habíamos encontrado una forma de crear que nos funcionaba mejor y nos podíamos arriesgar, a pesar del poco tiempo, a cambiar esa canción y crearla de nuevo.
La crueldad se ve explícita en varias canciones, ¿Cuál fue la que más significó para ustedes en términos de crueldad? Para mí la canción llamada Una deliberada crueldad, fue en donde más sentí que se notaba
Venjamín: Para mí Me Contempló, que es la que cantan las dos chicas a capella pero con efectos. Porque tiene una mirada de epifanía y tierna, pero puesto desde el lugar de la impotencia. Me parecía super delirante cantarlo así, casi como una revelación. Esa, a diferencia de la otra que dijiste tú, trae fragilidad. Además, era una canción difícil, que a las chicas les costaba cantar, entonces tenía mucho riesgo. Era cada vez más frágil, y mientras más frágil, más emocionante para mí, pero sin actuar la fragilidad. Yo veía una salida interesante al respecto de quien se siente observado por un otro, me parece extrapolable esa impotencia del “solo me está mirando”.
María: Para mí también Me contempló, es como el tema más cuático. En la canción que tú mencionas, decimos que es el single del disco, porque es súper cruel en su temática, porque está contando qué le hace el alienígena específicamente. Que en este caso era dejarla comiendo comida, que no la nutre, que no le sirve de nada y esa la tortura más clara que narramos en las canciones. El cuento, por supuesto, tiene bastantes más formas de tortura pero escogieron esa Venja y Nino. Entonces, es más concreta tal vez, pero Me contempló, tiene un espacio de fragilidad desnuda, no hay una batería que esté reforzando nada, sino que incluso está el público contemplando directamente. Hay una interpelación también ahí, que yo como performer, también interpretaba algo muy heavy, como algo que ocurre en realidad, está ocurriendo en este momento, que solo te miran, tú puedes estar pasándolo pésimo y solo te miran. Entonces eso a mí también me parece cruel, es una conexión con la crueldad humana.
¿Les gustaría agregar algo?
María: La aparición de la tela es algo que viene a complementar el show y fue algo que apareció súper tarde, porque obviamente no teníamos un espacio en donde probar esa tela antes de llegar al Teatro del Puente. Pedimos una sala, un par de veces para probar que funcionara el sistema de poleas. Pero no fue hasta que llegamos al Teatro del Puente donde pudimos implementar realmente canción por canción y probar qué ocurría con este increíble mecanismo, que iba a ser al final el gran laberinto alrededor de estas prisioneras. Entonces, creo que está la música como elemento, están las narraciones como elemento, está el cuerpo y las coreografías como elemento, y luego también está esa tela que también genera como un entorno lleno de simpleza, que yo siempre voy a admirárselo a las creadoras de esto, a las directoras de arte, que dentro de la simpleza lograron generar un entorno muy capaz de describir un laberinto sin ser literalmente un laberinto, y eso para mí es precioso. El trabajo colectivo y la invitación de la asociación a todos nuestros colaboradores y colaboradoras fue tan bien recibido. Se sintieron tan libres de poder jugar que realmente se creó como un universo que a mí me encantó y amaría hacerlo todos los días de mi vida.
Venjamín: Para mí es muy importante que las ideas raras o las cosas como más desapegadas de la realidad, sean entendibles y digeribles, ya que no nos interesaba hacer algo que nadie entendiera y que sea demasiado denso. Hacia el final de la obra yo me encontré con una frase de la Úrsula K. Le Guin, decía que debajo de la memoria, debajo de la imaginación, debajo de los recuerdos, como en todo lo que habita mentalmente, hay ritmos. Lo que ella hacía era escribir ritmos para despertar esas imaginaciones. Yo le leí, y dije “hemos hecho eso todo este tiempo”. Úrsula estaría de acuerdo con todo lo que hicimos, entonces eso logró cerrar el círculo, tenía que suceder.
FICHA TÉCNICA
Título: Una deliberada crueldad
Creación: Asociación Por La Irrelevancia (A.P.L.I)
Dirección: Humberto Adriano y Venjamín Villalobos
Dramaturgia: A.P.L.I e inspiración en el cuento Laberintos de Úrsula K. Le Guin
Elenco: María Debesa, Maite Muños y Francisco Sánchez
Arte y Vestuario: María Barrera y Amanda Tapia
Realización del vestuario: Confecciones del Fín
Producción musical: Samuel Buzeta y Francisco Sánchez
Iluminación: Ignacio Tolorza
Apoyo técnico: Daniel Marabolí, Alan Ibáñez e Ignacio Tolorza