Por Victoria Abaroa
El proyecto de título de la actriz, guionista y escritora Mirella Granucci involucró redactar más de 1000 cartas relatando su quiebre amoroso. Años después, realizó un segundo experimento para olvidar otra ruptura amorosa, saliendo con 12 hombres durante un año, o sea, iniciando una nueva relación cada mes. A partir de los resultados de aquel proyecto escribió su primer libro 12: un año para entender el amor. Posteriormente, a finales del año pasado publicó un segundo libro titulado Casi 30. Si bien no se trata de una secuela al texto anterior, la novela continúa la historia de la protagonista, un personaje que se encuentra altamente inspirado en la escritora. Si bien la Mirella del libro tiene una cuota de ficción, su historia de aprendizaje se muestra paralela a la de la escritora, reflejando su proceso de autoaceptación. Este fue uno de los temas centrales de Granucci en la charla que dio en el Festival Aprender.
La artista estructuró su charla en torno a uno de los principales aprendizajes que adquirió de una de sus hermanas: una actitud de confianza que tituló «La cucharada de coraje”. El nombre del ejercicio surge a partir de una comparación con un plato de comida desconocida, porque implica atreverse a probar todas las oportunidades que presenta la vida. La hipótesis es que aunque los alimentos pueden parecer desagradables en un principio, después de una primera cucharada, la comida puede resultar sorprendentemente agradable.
¿Cómo relacionamos los aprendizajes que tuviste a través de la escritura de tu tesis y el libro 12 con respecto al amor?
Yo creo que el aprendizaje en relación al proyecto de las cartas es que cada uno es un universo, y noto que esa enseñanza se relaciona con 12 también. Al final del día, siempre estamos relacionándonos con nosotros mismos a través de los otros. De las 1000 cartas que escribí, me llegaron seis respuestas, que hablaban mucho más sobre quienes las escribieron que sobre mi carta. Eran como una fisura por donde yo alcanzaba a ver cada uno de esos seis universos. Creo que 12 también tiene un poco de eso. Si bien el personaje está relacionándose con distintos hombres, finalmente está relacionándose con ella misma. Termina entendiendo dónde están sus límites y dominando sus propios territorios. Antes del proyecto de las cartas, yo experimentaba el amor desde un lugar romántico, con 12 fui a un lugar muy séptico y ahora estoy buscando un lugar donde me acomode.
¿Dirías que el libro Casi 30 es un reflejo tuyo buscando ese lugar?
Casi 30 es una historia de amor conmigo misma, hablando de las relaciones en las que he estado. Hay una de amistad, y una relación de amor con un hombre mayor. En el libro cuento lo que descubro de mi a partir de esas relaciones. No creo que seamos medias naranjas. Estoy segura de que somos naranjas enteras, pero cuando uno se presiona con un otro, uno puede percibir mejor el propio gusto. No sabemos quiénes somos hasta que no nos relacionamos con alguien que nos enseñe cosas.
En la charla hablabas de cómo tratamos de calzar en lo que el resto quiere de nosotros, sin embargo, en tu Instagram siempre te has mostrado como una persona muy genuina. ¿Dirías que te fue difícil lograr llegar a esa actitud?
Yo creo que sí y mucho. En algunos momentos me caigo en ese lugar, pero pienso que tenemos que bancar nuestras contradicciones, aunque el mundo nos quiera obligar a seguir un formato. Las portadas de mis libros, por ejemplo, tienen un estilo juvenil y colorido. Sin embargo, y hago un spoiler: ningún libro termina con un final feliz. A mí me parecen conclusiones bonitas, pero no son tradicionalmente felices. No como la gente lo esperaría para un libro con esas portadas. Entonces si la directora me dice, “tú tienes que poner esa cubierta, porque eso hará que la gente compre el libro”, yo digo “vale, ok”, me banco una portada comercial para que la gente se interese, porque lo que quiero es que la gente lea el libro. Al final, mi principal objetivo es que la gente sienta emociones con mi escritura.
Tú decías que una buena razón para hacer la cucharada del coraje es que a lo mejor no te gusta la primera, pero la segunda o la tercera sí. ¿Nos podrías dar algún ejemplo de una cucharada que te supo amarga al principio, pero que ahora te gusta?
En mi libro cuento que tenía adicción a las primeras citas, porque me generaba mucha curiosidad escuchar cómo los hombres hablaban, y cómo yo estaba muy cerrada para conocer a alguien de verdad, me gustaba analizar a mi interlocutor. Después con un tiempo, decidí que ya no pruebo más de eso.
Quizás 12 fue mucho.
Sí, ya cuchareé intensamente. Para mí era muy difícil alimentarme de sentirme sola, y yo creo que por eso tenía la necesidad de encontrar otras personas. Aunque yo estaba con el corazón cerrado, igual quería interactuar. Antes yo cuchareaba la soledad y me parecía muy amargo, pero cuando empecé a escribir eso cambió, porque la escritura es soledad. Ahora estoy en lugar donde siento que soy mucho más selectiva con los demás, porque soy muy selectiva con mi tiempo. Hoy tengo la tranquilidad de vivir en espacios de soledad absoluta y sentirme en paz, entenderme e ir dentro de mí misma. Creo que el sabor de la soledad es algo que fue cambiando con el tiempo, y hoy me parece riquísimo.