Por Victoria Abaroa
La artista chilena, María Elena Naveillan, se sumerge en la creación artística con una dedicación excepcional, llegando a invertir múltiples meses en una única obra. Inmersa en la soledad y en el silencio de su estudio, va ensamblando meticulosamente letras de papel para componer un sólido discurso acerca de la recuperación del lenguaje auténtico. Para María Elena, la esencia genuina de la comunicación se desdibuja en muchos aspectos de la vida cotidiana, aunque permanece inalterada en el ámbito de las artes visuales. Este espacio sagrado nos permite evadirnos del bullicio diario, marcado por la aceleración de la globalización y la inmediatez de las redes sociales.
Del 7 al 11 de febrero, la artista presentará su visión crítica en la Feria de arte contemporáneo, Zona Maco, que se desarrollará en Ciudad de México. Acompañada por otras dos artistas que exploran la temática del lenguaje, María Elena busca inspirar a los espectadores a sumergirse en un momento de pausa, reflexión y silencio.
Tu obra aborda el concepto de lenguaje a través de una variedad de alfabetos. ¿Cómo comenzaste a investigar la temática de la comunicación?
La verdad que yo siempre he pensado que una persona, y especialmente un artista, tiene que hablar desde lo que vive, y a mí me pasó que hace un par de años murió mi mamá. Para ese entonces, mi papá había muerto unos años antes, y con mi familia nos encontramos un cajón lleno de recuerdos y recortes de diarios. Allí estaban todos los obituarios de mi papá, y a esa imagen se sumó la visión de todas las necrológicas de mi mamá. A partir de ese momento aluciné con la expresión de las distintas letras y símbolos, entonces, empecé con una pregunta: “Si así es acá en Chile, ¿cómo serán en otros países?”. A partir de esa interrogante me puse a investigar diarios de todas partes del mundo: China, Japón, Rusia, Egipto, España, Alemania. Ahí empecé a darme cuenta de que todos son muy diferentes, y que el lenguaje en realidad es un mundo.
Al inicio de tu carrera como artista comenzaste pintando y ahora haces otro tipo de obra más relacionado a la escultura o a la instalación. ¿Cómo relacionas el formato de cada trabajo con las temáticas que tratas en ellos?
La primera exposición que realicé una vez que comencé a interesarme por el tema de la letra se llamó Trance. La muestra abarcaba la interpretación y juntaba en diferentes capas, todos los distintos obituarios que fui recolectando de los diarios internacionales. Ahí fui acumulando niveles, hasta que un día, mirando un letrero en la calle, dije ¿y por qué no hacer obras tridimensionales? Entonces empecé a cortar, calar y a juntar letras. Ahora, estas obras que estoy presentando en Zona Maco son unas esferas en las que la idea es que tu entres y empieces a buscar. Miras una letra, miras a otra y te percatas de que hay un aire entre medio, que te habla también del silencio. Hoy día está todo tan invadido de ruido que necesitamos silenciarnos, necesitamos esos momentos con uno mismo para realmente poder hablar, pero en forma genuina de lo que tú eres.
¿Cuál dirías que fue tu principal aprendizaje en el Taller 99?
El Taller 99 me amplió, cualquier cantidad, la mirada de las distintas cosas del grabado. Yo ya venía a la Universidad Católica donde hice grabado, con Vilches. Imagínate la maravilla y el privilegio, pero como estaba en el mundo de la investigación de la letra, los diarios y el volumen, quise ir al Taller 99 por el tema del gofrado, que es una técnica de relieve en papel. Ahí investigué y creé nuevas técnicas, en que juntaba el gofrado con impresiones de diario. Algunas obras las dejaba 100% blancas, y a otras les agregaba pequeñas incrustaciones de letras de los diarios internacionales, para reflejar este mundo globalizado.
¿Cómo describirías las obras que vas a presentar en Zona Maco?
Son obras que reúnen el dilema que hay entre el ruido de las redes sociales y el lenguaje genuino, principalmente a través de la representación esférica. Aunque no todas tienen ese formato, hay una obra en la que las letras caen hacia abajo, en unos pequeños hilos, simulando una desintegración. Allí me interesa que la gente observe, se acerque y se pregunte cómo lo realicé. Se produce una inquietud en el espectador, y me doy cuenta porque realmente me pasa mucho que me preguntan ¿y cómo haces esto? La verdad es que yo lo paso muy bien haciéndolo, porque es un trabajo que hago totalmente sola en el silencio mi taller. A veces estoy trabajando y de repente me doy cuenta de que llego a más de 1.200 nudos en una obra. De hecho, tengo muchas heridas en las manos.
¿Cuánto tiempo te demoras en realizar tus obras?
Un mes, más menos, y en Desprender, como tres meses, porque era tal lo que me requería de minuciosidad y de trabajo. Fue una obra muy larga, por lo que tenía que parar un poco, y hacer otra cosa antes de continuar.
Hay tres artistas representadas por la misma galería que tú, Pedro Ávila, que van a participar de Zona Maco ¿Podrías relacionar tu obra con la de cada una de ellas?
Sí, Florencia Pozo trabaja mucho con las cápsulas, para referirse a la problemática de las personas en este mundo globalizado, destacando cómo, a veces, se está tan encapsulado y ensimismado. Por un lado, representa al ser humano, en algunas cápsulas y, por otro, en otras cápsulas, representa muchas palabras que han pasado al olvido para mucha gente, como la esperanza, la solidaridad, el querer y el sentir. Hay muchos conceptos que ella rescata que se relacionan con el interior de una persona, y eso se une mucho a mi trabajo. Por otro lado, la artista Victoria Molina, hace un rescate y una posterior transformación de elementos que ella encuentra. Utiliza revistas, por ejemplo, de un tema en específico y saca recortes hechos a mano, a partir de los cuales hace una mujer contemporánea, pero que si tú te acercas son puras palabras recortadas del tema que abordaba la revista. Entonces, si ves la obra de las tres y te acercas, te percatas de que hay palabras marcadas, aunque de distintas formas.
Coordenadas:
Feria Zona Maco Arte Contemporáneo
7 al 11 de abril
Booth Sur 14 , Centro Citibanamex, Ciudad de México.