Entrevista a la artista Maura Valin: “Mi influencia soy yo misma”

Por Victoria Abaroa

Un hombre estrafalario de bigote, un gato persa de humo, una bruja de piel azul y un estético galán de boina se reiteran en las pinturas expuestas en el Palacio Vergara, hasta el 11 de febrero, en Viña del Mar. Su creadora, Maura Valin, es una pintora autodidacta de 27 años. Su estética extravagante transmite la sensación de que podría haberse escapado del maravilloso mundo del que dan cuenta sus obras. En cada uno de los 12 cuadros de la muestra, la fantasía se desborda, revelando el potencial estético de la mente hiperactiva de una joven que ha logrado superar grandes desafíos, gracias a, y en conjunto con, las artes visuales.

Maura no tiene recuerdos del momento exacto en el que comenzó a pintar, pues tiene la sensación de haberlo hecho a lo largo de toda su vida. Durante su infancia realizó miles de dibujos, dándole prioridad a las artes por sobre las asignaturas académicas. Cientos de instantes de trance frente al lienzo derivaron en la creación de un estilo único, característico de un planeta ficticio llamado Mergumberg. A través de la exposición en el Palacio Vergara, Maura presenta su mundo, por primera vez, ante los ojos de quienes visiten el espacio expositivo.

¿Cuál dirías que es el origen de tu particular estilo?

Mi estilo surge a los 13 años, un día en clases, en el que para variar estaba dibujando. Recuerdo haber estado muy aburrida, por lo que estaba boceteando personajes. En un momento se me ocurrió inventar un personaje que me representara, y cree un ser asexuado, interesante y milenario, que vivía en un planeta que simbolizaba mi vida. Entonces el inicio de mi estilo surge a partir de Aleski, al que luego se van agregando más personajes, como Gauvin, el gato persa. Así se fue creando un mundo llamado Mergurmberg, el que utilicé como residencia de todos estos personajes.

¿Distingues alguna influencia artística en tu estética?

Entiendo que hay personas que puedan encontrar una semejanza en mi trabajo con, por ejemplo, el trabajo de Tim Burton, pero, sinceramente, me gusta admitir que mi trabajo es completamente original. No está copiado de nada en absoluto, sino que se origina en mi percepción de las cosas hermosas u horrorosas transformadas en arte. Mi influencia soy yo misma, porque mi imaginación es muy explosiva, y está todo el rato maquinando.

¿Por qué no estudiaste arte cuando saliste de la escuela?

Mi opinión personal es que la academización del talento ahoga la creatividad. Eso es algo que suelo decir mucho, porque he conocido personas muy talentosas, que tenían un mundo interno increíble, y que se han apegado a las academias, y su imaginación ha desaparecido, así de simple. Entonces yo no creo que la academia pueda definir lo que es un verdadero artista. Soy una persona autodidacta y me siento orgullosa de ello.

¿Consideras que utilizas la pintura como una especie de arte terapia?

No completamente. Aunque sé que el arte tiene mucha relación con la terapia, para mí es algo un poco distinto, porque luego de pintar, me siento exactamente igual. Lo que hago es plasmar en la pintura, qué es lo que siento y qué es lo que sentía. Entonces, la emoción, la pena o la alegría, van a seguir ahí no se van a mover ni un milímetro más ni un milímetro menos, pero mi trabajo es una copia de una fotografía de mi mente.

¿Cuáles son los aspectos más distintivos de esta exposición?

Lo que diferencia mi exposición del resto de las exposiciones, es que no es meramente estética, es muy simbólica. La muestra habla de una historia de superación, que si bien no todo el mundo lo comparte, me he dado cuenta de que hay personas que sí lo hacen. De hecho, tengo bastantes experiencias al respecto. Me pasa una cosa muy loca, con respecto de un cuadro, que representa a dos personas muy importantes y sanadoras en mi vida, que son Amapola y Galio. Lo que me llama la atención es que todas las personas que entran, le toman fotos a esta pintura, que según yo es la menos estética. Entonces, yo creo que es muy importante, para un artista, tener en cuenta que la espontaneidad de lo que hace crea una impresión.

¿Podrías relatarnos alguna instancia en particular en la que te hayas percatado de la reacción de algún visitante ante tu obra?

Sí, muchas la verdad, pero una de ellas es muy interesante. Antes de contarla me gustaría comentar  un poco acerca de este mundo que yo cree, Mergumberg, que es un planeta plano, en el cual está Mosno, la capital. Allí todo es hermoso y Amapola, que vive allí, es una bruja de piel azul, que suelo pintar. En los bordes del planeta vive Boro, que es un personaje maligno, que se encuentra en la primera pintura que uno se encuentra al entrar a la sala. En los estos bordes del planeta hay ratones, seres malévolos, y gárgolas. Por ello, este planeta plano simboliza, para mí, la oscilación entre los cambios de estado de ánimo, y va muy de la mano con mi personalidad. Dentro de esta historia que llevo escribiendo mucho tiempo, se habla acerca de cómo este ser llamado Aleski, quien busca personalidades tóxicas a propósito, logra salir de todo eso.

Volviendo a la historia, recuerdo que un día llegó una chica riéndose. Yo pensé que se estaba burlando de mi trabajo y me dio un poco de pena, pero después supe que no. Cuando me presenté como la artista, la niña casi gritó de alegría, y me conmovió tanto, porque esta persona había vivido experiencias similares. Encontré increíble cómo la conexión inconsciente con la pintura, puede conectar a las personas sin palabras.

Muchas de tus publicaciones de Instagram, en las que muestras tus obras, van acompañadas de narraciones auditivas. ¿Existe una pieza escrita para cada obra?

Sí, todos los cuadros tienen un elemento escrito. Existe un desorden increíble en mi Instagram, entonces tengo que reescribirla, pero hay un capítulo en particular, que es muy hermoso para mí, y que es uno de los últimos que publiqué, que se llama Carta a mis personajes es muy bonito, porque es un fin de toda esta historia tormentosa que estaba inconclusa, y que cambió de etapa.

Exposición «El Maravilloso Mundo de Mergumberg»

Maura Valin

Palacio Vergara

Hasta el 11 de febrero

Viña del Mar

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