Foto: Mara Catalan
Por Alejandra Ricciulli y Pablo Troncoso
En 2017, Manuela Viera-Gallo expuso en Art Basel Public Art Miami una instalación llamada Matriz Nula, en Collins Park, basada en workshop que realizó la artista durante 10 años con distintas víctimas de violencia doméstica en diferentes partes del mundo, comenzando en Chile y expandiéndose hacia Inglaterra, Praga, EE. UU., etc.
La instalación consistía en 10 columnas de loza quebrada sostenidas con cordel en una caja de vidrio en la mitad del parque. Se mantenían suspendidos inertes como en una especie de arqueología de la violencia como testigos inertes de un trauma en constante transformación, denunciando un problema mundial de sociedad que traspasa toda frontera y estrato económico.
Viera-Gallo ha estado exhibiendo internacionalmente, teniendo exposiciones en Nueva York, EE.UU, Santiago, Bogotá, Génova, Italia entre otros. Ha participado en diferentes residencias en New York, Buenos Aires y Praga a lo largo de su carrera.
Este año, Manuela (ig: @manuelavieragallo) es parte de una nueva aventura más radical. Fue invitada a ser parte de las 9 mujeres en The Locker Room (ig: @thelockerroomnyc), una residencia en Williamsburg, NYC, un espacio de creación multidisciplinario creado por Samara Bliss donde convergen artistas plásticas, performance, una banda de rock y cineastas. Es la segunda instancia de la residencia para despertar e incentivar la creación artística de artistas neoyorkinos después de la pandemia.
En su primera Residencia crean el concepto Lock Down, en plena pandemia con aforo limitado a 10 personas, por eso decidieron finalmente dejarlo en esa cantidad para crear la fórmula de The Locker Room, teniendo una experiencia de arte y vida, donde crearon el lema: «New York is death don’t come back».
En esta segunda instancia, después de los movimientos sociales como #MeToo y la necesidad de la voz femenina de ser escuchada en este sistema artístico patriarcal, convocaron a nueve artistas mujeres por el mes de febrero, que finalizará con una exposición que se inaugura el 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer. Teniendo actividades para la comunidad, el motor de esta instancia es dar a conocer la voz de estas artistas con performance, conciertos, happenings, fashion show, y screanings de película que se complementan con la intervención de 6 frases impresas en un póster que será desplegado durante 6 semanas en las calles de Manhattan y Brooklyn. Todo ello bajo el apoyo de la compañía Creatively.
También, en la conferencia con Manuela, tuvimos la oportunidad de conversar con Mara Catalán, fotógrafa documentalista originaria de España, que ha dedicado décadas a capturar el paisaje urbano y las escenas de arte underground de Nueva York; y Daniel Mc Donald, un videasta mexicano/estadounidense, quien ha centrado su carrera en experiencias profundamente enriquecedoras tanto en el mundo de tiempo completo como en el mundo independiente, según él en su sitio web. Ambos, nos contaron su experiencia en los inicios de la residencia y sus percepciones de la comunidad neoyorquina y cómo es el ambiente entre los artistas.
Esta residencia dura un mes con nueve mujeres, ¿Cómo nace esta idea?, ¿Cómo llegaste allí?
Manuela Viera-Gallo: A mí me invitaron a participar, yo investigué, miré y me pareció interesante, fresco, nuevo. Era la segunda vez que se hacía y esta vez con puras mujeres, lo que me pareció una razón más fuerte para participar. Esto queda en Brooklyn, Nueva York. Acá es invierno y yo recién terminé de producir mi obra para el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, que se realizará el mes de Julio 2022, entonces estaba en una pausa y me invitaron. Me lancé a experimentar, esa era la invitación, abrirse a la transformación, a dejarse influenciar por otras artistas de distintas nacionalidades y edades, pero lo que nos unía era el ser neoyorkinas, y que, a pesar de la Pandemia, esta cuidad siguió siendo el eje neurálgico, en un principio. Tomaron la decisión de quedarse aquí y seguir ejerciendo su arte/voz. Lo mejor es que es mi barrio, donde vivo hace 12 años, me queda muy cerca, me acomoda mucho y me gusta estar y poder vivir esta experiencia.
Daniel Mc Donald: La residencia comienza porque durante el Covid nos dimos cuenta de que había mucho talento, arte y comunidad, sobre todo. Somos una comunidad que confía mucho en nosotros. Eso fue el motor que nos echó andar para confiar en que podíamos hacer algo, como la primera residencia que fue el año pasado, que fueron integrantes con las que teníamos algo de historia y con las que confiábamos y fueron esas personas las que nos hicieron pensar que podríamos hacer una segunda residencia. Si no hubiera sido por esa primera, claro que no hubiéramos visto lo que queríamos lograr y no hubiera sido posible esta segunda. Esta vez integramos nuevos personajes a nuestra comunidad, que por “x” razón nos topamos en Instagram, que habíamos visto en galerías anteriores o que eran amigos de un amigo, por aquí por allá: «Nos gusta tu arte, tenemos este proyecto, y aquí Manuela es el perfecto ejemplo de quien desea participar».
Es una mezcla bastante grande de artistas, es un mix super entretenido ¿Qué te parece?
M.V.G: Locker Room me pareció un concepto, algo nuevo-fresh, algo post-pandémico. Yo he estado en unas 3 ó 4 residencias, se trabaja desde otro formato. En las que yo he participado no fueron multidisciplinarias, acá está mezclado con música, cineastas diseñadoras, etc. Es un producto pensado para que cada artista esté haciendo su obra 24/7. En este espacio la creatividad de cada integrante va tomando espacio, como el ejemplo de Winnie Cheung qué va desarrollando su película de terror en un mezcal de ficción/realidad y documentación de lo que va pasando en la casa. Eso siento yo. Pero lo que me motivó y, que me pareció un riesgo al mismo tiempo, era estar con 9 mujeres después de todo lo que ha pasado en la sociedad. Las mujeres tenemos una voz y tenemos que seguir creciendo con distintas disciplinas, eso me pareció fascinante, y que estuvieran en NY después de toda la pandemia. Había cosas que decir, me pareció increíble.
Cuéntanos sobre la fundadora Samara Bliss.
D.M: El Locker nace por una comunidad de la que ella estaba rodeada y de la que ella se sintió super apoyada. Poco a poco fue abriendo puertas al realizar eventos o realizar tocatas de bandas en la casa. Fue creciendo este movimiento de arte. Nos dimos cuenta de que estábamos rodeados de muchos artistas dejando el talento, artistas a los que queremos mucho, y durante el Covid, yo siendo artista también lo viví, hubo una baja en todo y hubo una cierta angustia. Se sentía como que nadie podía hacer nada, porque nadie estaba haciendo nada y porque todos tenían que estar encerrados y ahí fue cuando dijimos: «¿Por qué no hacemos que estar encerrados sea una oportunidad para crear? El gobernador nos puso un límite de 10 personas en cada cuarto, y de ahí sacamos la idea de que fueran 10 artistas, porque si ese era el tope que podemos tener en el cuarto, que sean esos. Si no podíamos hacer arte afuera, lo podemos hacer acá adentro. El primero fue un experimento, y el segundo es una fórmula. El año pasado identificamos qué cosas pudimos haber hecho mejor, qué cosas hicimos mal, pero ahorita se trata de arreglar cualquier error que hayamos podido cometer en el pasado, para poder seguir aprendiendo. Al final del día queremos que esto sea una residencia que perdure. Queremos crear una compañía en la que el día que yo muera sea tan grande como Playboy.
Una de las cosas que tuvimos muy presentes es que los artistas fueran diferentes uno del otro. Para que llegaran a un punto de divergencia y convergencia entre ellos, que se entiendan. Literalmente, todos en cuanto a sus mensajes, materiales, formas o maneras son todos muy diferentes, es un experimento, y nosotros solamente esperamos que los artistas no se están pareciendo.
M.V.G: Lo bueno también es que te valoran como artista, te pagan, una diferencia importante, ya que hoy en día te invitan a, por ejemplo, Italia y te ordenan el empaque, la hora, etc. Siempre somos los artistas los desvalorados del sistema y como mujer más aún. Yo veo esto como una oportunidad para valorar todo lo que conlleva ser mujer, por ejemplo, yo soy mamá y van a haber ciertos minutos en que yo voy a traer a mi hija. Si traes a nueve mujeres tienen distintos roles. Me parece inclusivo, mirado desde la diversidad, siento que es un lugar super importante y ojalá hubiera una réplica así en Chile y en distintos países, porque es una oportunidad, pero es muy procesal, de vanguardia y nueva. Ahora no hay tanta gente, porque entran y salen cuando quieren. Hay veces en que están durante el día, hay veces que están durante la noche.
¿Qué se siente estar con una cámara todo el día?
M.V.G: Me acostumbré, ella es super cool (refiriéndose a la cineasta Winnie), entiendo su momento de creatividad. Jamás nos filman en secreto, ella está todo el tiempo acá y tú le puedes preguntar. Hay mucha confianza, hay gente que dice que no quiere ser grabada y no pasa nada.
Mara Catalán: Acá todos ponemos un cachito de nosotros para que todo funcione y la armonía fluya. También estuve en la primera residencia, entonces conozco a Daniel y a Samara. Yo documento mucho lo que pasa por acá, es un sitio muy especial. Yo llevo en este barrio desde el 94′, entonces yo soy una pionera cómo artista de lo que había aquí y de repente ellos aparecieron junto a su grupo. Muchos artistas de los que están por acá son muy especiales, como una generación nueva que está apostando por algo bastante nuevo y siento que es también nuevo en el sentido cultural, EE. UU. es muy individualista y estos proyectos de comunidad se trabaja mucho en conjunto y creo que es algo muy auténtico y experimentarlo, verlo y vivirlo es maravilloso. Es un espacio seguro en donde tú puedes venir con tus problemas, con tus pasiones y todo vale. Nadie te juzga, nadie te va a decir no y tú puedes poner lo que tú sientes en la mesa y de ahí nace tu creatividad, de ahí floreces.
Como la residencia termina en el día de la mujer ¿Harán una exposición sobre aquello?
D. M: Durante todo el mes de marzo, empezando el día de la mujer vamos a poner una exhibición en Little Italy, entonces vamos a usar un espacio que conseguimos. La idea es tener proyectado el arte de todos estos artistas durante todo el mes y esperar lo mejor.
¿Cuánto llevan?
D. M: Recién cumplimos una semana (a inicios de febrero).
M. C: Van cogiendo el tiempo. Primero la gente se conoce, está ansiosa, está cambiando, va rotando, va transformándose un poco con la energía de lo que está pasando en el lugar, entonces ahora lo ves así, pero si llamas en 2 semanas, me imagino que el espacio va a parecer algo totalmente distinto.
¿Es como una familia?
M.V.G: En términos de arte, lo bueno es que te valoran, son profesionales, te dan libertad y creen en tu creatividad y te financian, lo que es super importante, aunque suene feo. Nueva York es caro, acá te dan comida, sueldo, te compran los materiales porque creen en ti.
¿Cuál fue el momento más intenso a nivel artístico que has tenido dentro de la residencia?
M.V.G: El momento más intenso fue la colaboración con Winnie, donde soy parte de su película de terror. Está realizando una película sobre las integrantes de la residencia, una mezcla entre ficción y realidad. Había una cámara todo el tiempo encendido y en esa situación tuve que sobrellevarla y decir ok… estoy en el proceso creativo de ella. Pensé en si quería colaborar o no, pero al final decidí que sí. Uno se pone a disposición como material creativo, proceso muy interesante, muy de la sociedad de hoy en día.