Entrevista a la artista visual Paola Vezzani: “Las artes sirven para transmitir desde la emoción sensaciones que invitan a reflexionar”

Por Catalina Ferrer

La escultora y artista visual Paola Vezzani González (Punta Arenas, 1968) ha dedicado gran parte de su obra a explorar el vínculo entre arte, territorio y naturaleza. Formada en la Pontificia Universidad Católica de Chile y con estudios en la Universidad Politécnica de Valencia, Vezzani ha exhibido internacionalmente, desde América hasta Europa, siempre con una profunda conexión con el paisaje austral.

Tras años de docencia en Santiago y el extranjero, en 2004 regresó a su lugar natal, Punta Arenas, donde ha impulsado proyectos que cruzan arte, ciencia y medio ambiente. Su trabajo de esculturas, presente en espacios públicos como el Parque San Borja o la Universidad de Helsinki, se caracteriza por su fuerza poética y su diálogo con el territorio.

En Subantártico, su más reciente exposición, Vezzani pone en el centro la fragilidad de los ecosistemas australes y la memoria geográfica del sur del mundo. A través de formas orgánicas, materiales nobles y una sensibilidad casi geológica, la artista invita a reflexionar sobre el habitar humano en zonas extremas y la urgente necesidad de preservar lo que aún resiste al olvido y a lo contemporáneo.

Esta exposición estará disponible en la galería Patricia Ready hasta el 2 de julio. En ella podrán encontrar obras que tiene una propuesta desde la estética de sistemas de bosques, canales, montañas y glaciares, dando la posibilidad de estudiar y monitorear el cambio climático. Además, busca cuestionar y reflexionar sobre una nueva forma de relacionarnos como seres humanos con la naturaleza desde diversas culturas y disciplinas.

Esto fue lo que la artista nos contó sobre su exposición

¿Cuál fue el primer impulso creativo o emocional que dio origen a su exposición?

Llevo muchos años trabajando en algo y el impulso es un proceso, más que un impulso creativo puntual, se van mezclando cosas. Por ejemplo, si voy y hago una caminata en el bosque en Punta Arenas, ahí está la reserva forestal de CONAF, que está muy cerca y tiene un sendero maravilloso dentro del bosque, voy allí y veo ciertas cosas. En la medida que voy conectando, lo que voy viendo con lo que estoy haciendo, se me ocurren nuevas ideas. Entonces el impulso creativo viene directamente de esta experiencia en la naturaleza. Eso por un lado y se alimenta además por el otro lado de que de repente, cosas que aprendo de otros pueden, ser científicos, o veo una película y esa película es un documental, por ejemplo. Vi un documental sobre Martín González Calderón, que era hijo de la abuela Úrsula Calderón, que ella era la última hablante fluida de yagan por así decirlo, porque todavía quedan hablantes, ella enseñó a su nieta, se ha preocupado recuperar la lengua. Al ver ese documental como que de la guata entendí de otra forma la emoción y la carencia del pueblo yagan al quitarles el mar, porque eso está en ellos, su pasión y de repente dejaron de navegar por normas de la Armada, por cosas de lo contemporáneo, a lo cual ellos obviamente no pertenecen. Es muy extraño que les digan de golpe a un pueblo que es canoero, que vive en la conexión con el agua, con la tierra, su vida, su naturaleza, no puede navegar porque no tiene el permiso y porque no tienen salvavidas. Eso pasó hace muchos años. En ese documental se muestra un poco esa historia y verla desde la emotividad te nutre. Ese sentimiento de compañía, esa emoción que muchas veces no es grata, sino que es más pena, dolor, no por ver eso, por entender eso y entenderlo desde la guata también. Otra cosa, un científico conversando con una amiga me dice: «Mi marido está estudiando los hongos en el bosque de Nothofagus, el cuerpo de los hongos corre por debajo, es enorme y corre kilómetros y está conectado con las raíces». Cuando me dijo eso no lo podía creer. Yo he visto callampas, no hongos, en el bosque, toda mi vida nunca había leído que es un enorme cuerpo bajo la tierra. Además, este cuerpo se conecta con las raíces de los árboles, hacen intercambio de nutrientes, entonces es como esta conexión en el bosque, cosas que nosotros no vemos, no conocemos, no nos imaginamos, de repente se hace invisible y eso me fascina y eso también es una forma para mí de inspiración, porque de inmediato me voy imaginando formas que dan cuenta de esto como metáfora. Entonces ahí tenemos tres fuentes, por un lado es mi experiencia directa en la naturaleza, mi fascinación con lo que veo, que soy una persona que se queda pegada en todo. No vayas a caminar al bosque conmigo porque me vas a odiar, porque si el objetivo es llegar en dos horas a un punto x, no es posible. Segundo, conocer historias humanas, pero entenderlas desde el contacto o con las personas o el contacto cercano a Martín González me tocó conocerlo, él ya falleció hace dos años. Por último, este contacto con filósofos, científicos que alguien te cuenta una historia real de la naturaleza o alguien te dice: «Mira, cómo esto se puede pensar y ver», que es rol del filósofo. Son todas esas cosas, toda esa amalgama de cosas que se transforma en ideas y una especie de efervescencia en tu interior que va apareciendo de a poco.

¿Visitó personalmente algunos de los territorios en los que están inspiradas las obras?

Sí, la experiencia personal es fundamental y en Puerto Williams está el parque botánico Mora que es un lugar, un parque, donde se puede visitar y hay ciertos senderos. Hay un sendero dedicado a mirar con lupa las pequeñas especies que crecen en el sotobosque, musgos, líquenes, hepáticas, que son muy distintos y hay una tremenda variedad de especies mucho más que en bosques de más al norte, tan así que está visto por los científicos como lo que ellos llaman un hot spot, que es un lugar con mucha concentración de especies en el mundo. Entonces tiene esa característica, no son pocos, tal vez las especies arbóreas, pero abajo son, no quiero decir un número para no equivocarme, pero digo que son como seis mil especies me dijo un filósofo, un amigo, un gringo. Todo esto que estoy explicando del Parque botánico Mora, trabaja con la ética ambiental al centro. Eso quiere decir, porque hay filosofía, hay ciencia, investigación sobre aves, insectos, musgos, líquenes, algas, son muchas las líneas de investigación que convergen, no solamente en el parque, sino que en la isla Navarino, en los canales, en el Cabo de Hornos. Hay un equipo grande de científicos, de filósofos, de artistas y también de representantes de los pueblos originarios, porque la gracia es el cruce de saberes, entonces, por ejemplo, la doctora Tamara Contador, ella desarrolló una manera de estudiar los insectos acuáticos en los cuales no los saca ni los mata. Los ve con respeto, los estudia y los devuelve al mismo lugar en el río, porque la casa de cada insecto es debajo de cierta roca. Ella estudia esos marcadores de pureza del agua. Si el agua está contaminada, estos insectos no pueden vivir. Si el agua aumenta de temperatura, tienen que ir a buscar aguas más heladas más arriba y si sigue aumentando la temperatura desaparecen. Estos insectos están en cadenas de relación en todo un ecosistema, si desaparecen ellos, van a desaparecer otras especies. De su forma de ver a los insectos como un ser vivo, como un otro, como una persona, no como así se ve bonita la mariposa con el alfiler. No, yo estoy trabajando con una vida de un pájaro, de un pez, de un ciervo. ¿Cuál es más valiosa, la vida de un ser humano? Son todas valiosas, la vida de una planta, son todos seres vivos. Nosotros vivimos con ellos y cohabitamos con todos los seres vivos y es muy importante mirarlos con respeto y entender el valor intrínseco que cada uno tiene. No solamente que tú puedas usar o es un mero recurso, esa es la diferencia.

¿Qué técnicas y materiales decidió utilizar en sus obras y por qué?

Llevo muchos años trabajando con distintos materiales, tal vez el material que más me caracteriza, que la gente más reconoce como esa obra de Paola es la plancha de acero. Me pasa algo muy especial con la plancha de acero, porque corto con un sistema que es con calor, por plasma manual, entonces para mí es como tener un lápiz de fuego con el que voy dibujando y voy logrando cada vez tramas más finas de textura. Es muy parecido a hacer croquis para mí, me interesa que las líneas y el dibujo fluya como fluye en un croquis. Entonces no es un contorno perfecto, es la sensación del movimiento, la gracia que lo hace más vivo y eso lo puedo hacer con el metal, con el fierro, con la plancha de acero, porque no es tan complejo porque no tiene por ejemplo beta. Igual que tener un papel en blanco tiene condiciones y su materialidad y es complejo, sí, pero no tiene beta, no tiene otras características, como por ejemplo, la madera que también la uso, pero es madera encontrada y cuando encuentro esta madera no la puedo tallar porque la encuentro tan maravillosa que no puedo transformarla. En cambio, el fierro es una hoja de papel que tiene condiciones, que tiene también un sentido detrás de un material más industrial, pero no me molesta contrastarlo con esta otra cosa, que es orgánica, que tiene un tiempo de vida diferente a la del acero, distinto a la de la piedra también. No me hace problema.

¿Qué papel cree que puede jugar el arte en la conversación sobre el cambio climático?

Pienso que es una conversación fundamental y es fundamental darla de todos los ámbitos que se puedan. Me parece que el arte puede aportar en estos cruces, sobre todo cuando son cruces informados. Me refiero, para mí es fundamental poder despertar mi conciencia. Primero sé que quiero hablar de algo y no solamente desde un punto de vista. Si miramos como miran estos minutos Trump, nos va a parecer que no existe el calentamiento global. Si miramos desde el punto de vista de la ciencia, vamos a decir acá hay una alteración del clima que es muy extraño y que se debe a la acción antrópica, se debe a la contaminación, se debe al haber arrasado bosques, al haber exterminado esto qué es parte de nosotros, porque la naturaleza y nosotros, somos parte de la naturaleza y dependemos de la naturaleza, entonces nos estamos haciendo un daño a nosotros mismos, pero pareciera que no lo vemos, no existe. Entonces el arte ¿qué puede hacer? El arte en comunicación con la ciencia, en comunicación con la sabiduría ancestral mapuche, por ejemplo, ¿cómo lo hacían los mapuches para vivir? ¿Qué pensaban los mapuches o cómo consideraban que era la naturaleza? No era algo aparte, era algo que vivían en ella, con ella, como respetan a la tierra, ahí vamos a encontrar otra forma de mirar. Eso es maravilloso cuando empiezas, y eres capaz de observar otras maneras de ver, la manera occidental, la manera oriental, la manera de pueblos originarios, la filosofía, la ciencia. Si todos estos saberes confluyen, puede ser que empecemos a encontrar soluciones y las artes sirven para transmitir desde la emoción sensaciones que invitan a reflexionar estas cosas que mencionan.

Mencionó una nueva forma de relacionarse con la naturaleza, ¿cuál cree que debería ser este nuevo vínculo?

De respeto, primero que nada, de respeto, de comprensión. No es que no se pueda, no sé, no es que no podamos vivir de cultivar la tierra, obviamente tenemos que vivir de algo. No es que no podamos comer ¿Qué hacemos con los pollos? Pobrecitos, cómo los criamos. Hay muchos problemas que resolver y puede sonar tremendamente ingenuo, pero también en el minuto en que estos problemas se plantean aparecen también las soluciones. El tema es que hay que plantear el problema, no hay que eliminarlos, hay que mirarlos, vivir con esos problemas, buscar soluciones, buscar alternativas y el ingenio humano está, el tema es de dónde queremos mirar.

¿Qué espera que sientan o piensen las personas que se enfrentan a sus obras por primera vez?

Es difícil, habría que preguntarles a ellos. A mí me gustaría, en primer lugar, que sintieran que hay una trama de vida, que están todos entrelazados y por eso hay capas, por eso hay capas en las esculturas, por eso parece que son unas sobre otras cosas y unas cosas que se transforman en otras. Eso creo que ayuda a que esto sea, y también que se transmita esta idea de que es frágil, que nosotros también somos frágiles porque somos parte de la naturaleza, la vida es frágil. Nosotros estamos aquí hablando y mañana puede ser que no, anda tú a saber, y la naturaleza también es frágil, pero existen ciclos, entonces hay esculturas que hablan primero que nada del viento, entran por la emoción, por el recuerdo de la gente que ha estado en Magallanes, que se siente muy identificado con estos árboles al viento o estas cosas que fluyen, pero también está esa sensación de fondo de que esto es frágil, de que esto en cualquier momento se puede romper y eso tiene que ver con lo que me gustaría que la gente sintiera.

¿Hay artistas, movimientos o referentes que hayan influido en esta exposición en particular?

Los referentes tienen más que ver de todo lo que gira en torno. Yo hablé del parque botánico Mora y creo que no mencioné que existe ahora un gran edificio, precioso, que es como la Catedral, como digo yo, la Catedral siempre es un lugar de encuentro no es de comercio, podría ser un Mall, podría ser un hotel gigante, moderno, este edificio, que es el Centro Internacional Cabo de Horno, está destinado a la educación, a la investigación científica, a la confluencia de saberes y a la conservación biocultural. Entonces ahí no hay un sentido de lucro, hay un sentido de buscar y pensar, encontrar nuevas salidas, desde lo cotidiano. Hay hasta cursos de cocina a ciencia y postdoctorado en cambio climático en arista x.

¿Qué papel juegan los pueblos originarios en la inspiración para hacer toda esta exposición?

Mucho, porque no es sólo los pueblos originarios, no es sólo la visión desde la filosofía y la ética ambiental contemporánea, no es sólo lo que un científico piensa, es esta mezcla que finalmente aparece a través mío, a través de este tamiz en las obras, que no necesariamente dan cuenta de todo porque por una parte, no soy evangelista, no lo creo. Mi intención es sólo despertar curiosidad, que la gente pueda sentir algo y pueda querer buscar algo y con los pueblos originarios me pasa un profundo respeto. Por ejemplo, yo no usaría una obra que abuse de la imagen, por ejemplo, de los cuerpos pintados del Haín. Porque yo no soy Selkman, así de simple. Creo que hay que hacerles homenaje, pero no usando las cosas que para ellos fueron o son especiales y propias. Entonces hay dos esculturas que están dedicadas a culturas y a personas de la comunidad Yagan. Porque yo los conocí, porque aprendí de Julia, que era hermana de Martín, Julia González Calderón. Aprendí a verla a ella con sus nietas, a sacar junco para tejer y hablar con una naturalidad que sorprende del cariño, del afecto al otro y al otro ser humano y el otro, pero muy transparente muy sin pantallas, sin máscara es la persona.

¿Qué viene después de Subantártico?

Vienen varias cosas. No sé si decirlo todavía, pero en octubre hay otra exposición individual en la sala de Gasco que está en el centro. Es una exposición completamente distinta a esta. Así que es un gran desafío también y a partir trabajando para eso y entremedio hay varias otras cosas que tienen que ver con también con encargos específicos y siempre hay una reflexión en torno al paisaje y búsquedas de representar todo esto de maneras distintas porque el lenguaje es infinito.

Ficha tecnica

Artista: Paola Vezzani

Exposición: Subantártico

Técnica: Escultura en acero calado, instalación y arte contemporáneo

Coordenadas

Lugar: Galería Patricia Ready

Dirección: Espoz 3125, Vitacura, Santiago, Chile

Fecha: 4 de junio al 2 de julio de 2025

Horario: lunes a viernes 10:30 – 19:30; sábados 11:00 – 17:00

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