Entrevista a la autora canadiense Margaret Atwood: “Ahora hay un diluvio de distopías”

Por Galia Bogolasky

En una conferencia de prensa organizada por Penguin Random House tuvimos la oportunidad de entrevistar a una de las escritoras más visionarias y canónicas, y alabada como «la mejor narradora de nuestra era», Margaret Atwood. La autora canadiense regresa al terreno de la ficción con Perdidas en el bosque, una colección de quince historias en las que la mítica autora de El cuento de la criada aborda -con su acostumbrado ingenio, mordacidad, imaginación y talento para subvertir el orden establecido- las relaciones familiares, el matrimonio, la pérdida y el significado de vivir en pareja.

Teñidos de una fuerte intensidad nostálgica, todos los relatos nos ofrecen una visión sincera, apasionante e inequívocamente autobiográfica de las minucias de la vida. Desde los protagonizados por el matrimonio formado por Tig y Nell, que forman una novela mosaico, hasta Morte de Smudgie, sobre la muerte de un gato, pasando por Mi maléfica madre, que sigue una relación entre madre e hija a través de los años y muestra cómo y por qué muchas personas acaban siendo como sus padres, La entrevista post mortem, que contiene una improbable conversación entre la autora y su admirado George Orwell, con quien se encuentra a través de una médium en trance o Muerte a golpe de concha, en la que Hipatia de Alejandría cuenta su propia ejecución.

Con una prosa tan inteligente como conmovedora y unos personajes inolvidables, Margaret Atwood muestra en estas historias, profundamente íntimas e impregnadas de una gran humanidad, su genio como exploradora intrépida y desinhibida de estos tiempos convulsos y nos presenta un cuadro único de nuestro lugar en el mundo y del sentido de la vida.

Margaret Atwood (Ottawa, 1939) es una de las escritoras más prestigiosas del panorama internacional. Autora prolífica traducida a más de cuarenta idiomas, ha practicado todos los géneros literarios. Entre su amplia producción destacan las novelas Por último, el corazónAlias GraceEl cuento de la criada Los testamentosOryx y CrakeEl año del DiluvioMaddaddam y Ojo de gato, la colección de relatos Nueve cuentos malvados y el ensayo Penélope y las doce criadas, todos ellos publicados por Salamandra. Ha recibido, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Governor General’s Award, la Orden de las Artes y las Letras, el Premio Booker (en dos ocasiones), el Premio Montale, el Premio Nelly Sachs, el Premio Giller, el Premio Literario del National Arts Club, el Premio Internacional Franz Kafka y el Premio de la Paz del Gremio de Libreros Alemanes. 

Esto fue lo que nos contó.

Cuéntanos sobre los relatos de esta nueva publicación Perdidas en el bosque.

La entrevista post mortem nació a través de un médium; tuvimos una sesión. Así que él estaba hablando a través del médium y, como verán en la historia, sigue fumando en la otra vida. No tuvo que dejarlo. Espero que no le sea tan perjudicial en esa forma como lo era cuando estaba vivo. Algunas historias son así. Otra se llama La impaciente Griselda. Obviamente, es una historia sobre el COVID. Nos pidieron que… ay, ay, ay, por favor, por favor, por favor, escribe algo.  Elegí una historia del Decamerón, que también fue escrita durante una terrible plaga, la peste negra, y tomé la última historia del Decamerón, que nunca me había convencido del todo. Así que tuve la oportunidad de reescribirla. Algunas de ellas son así. Otras son materiales que podrían haber pensado en incluir en una novela, pero no hay suficiente contenido. Si lo hicieras más largo, la novela tendría demasiadas palabras, y si lo hicieras más corto, sería solo una anécdota. Normalmente, tienen entre 10 y 30 páginas. No solo deben centrarse en un momento específico en el tiempo. Pueden abarcar una narrativa que quizás haya durado años, pero la historia es mucho más condensada que una novela. Es una forma de arte diferente. Todas las obras de arte, sin excepción, son patrones con variaciones. En una historia corta, las variaciones aparecen mucho más cerca que en una novela. Así que, grande, medio, pequeño, grande. Las ondas son muy largas. En las historias cortas son más compactas, y en poesía pueden ser aún más. Los patrones se aproximan.

Sobre la diferencia entre novelas y cuentos. ¿Hay un creciente interés por los relatos e historias cortas? ¿Cree que esto es un reflejo de que vivimos en una era de la atención líquida por lo que es un formato idóneo donde la atención es esquiva en este formato corto?

Esta es una pregunta misteriosa. Hablemos de audiolibros. Los audiolibros están creciendo en popularidad, en parte porque puedes ponerlos en el auto mientras conduces, y los tacos han hecho que esto sea aún más atractivo. También porque puedes hacer otras cosas mientras los escuchas, como lavar los platos o barrer. Puedes seguir escuchando una historia. A algunas personas les gusta que estas historias sean lo suficientemente cortas como para escucharlas en ese tiempo. No vas a sentarte en el coche escuchando una novela sin interrupciones durante 12 días. No es La Guerra y la paz. En el siglo XIX, las novelas eran bastante largas porque la gente las leía en familia por las noches, un capítulo a la vez. Así que digamos que los relatos cortos son historias de la longitud de un capítulo. Creo que la gente está cada vez más interesada en ellos porque son del tamaño de una cucharada. No necesitas un gran, enorme almuerzo, te sirves un pequeño bocado.

Sobre el conjunto de relatos de componer este libro. La entrevista post mortem de Orwell

¿Cómo ha influido George Orwell en su literatura? ¿Por qué admira tanto a este autor? En la entrevista con George Orwell como en el monólogo de Hipatia y en el cuento titulado La metempsicosis o el viaje del alma se habla de la vida después de la muerte y de una existencia incorpórea o la reencarnación. ¿Por qué el interés en estos temas y también en la memoria? ¿Qué papel ha desempeñado la memoria a la hora de dar forma a esta colección de relatos, su experiencia personal?

Yo conocí a George Orwell cuando era muy joven. Leí Animal Farm cuando era muy joven y no sabía que era una alegoría política. Pensé que era sobre animales, como una historia divertida de animales para niños. Luego, me fui asustando cada vez más a medida que leía, y después mataron al perro, lo cual me arruinó. A veces no se encuentra esto en las historias sobre animales para niños. Me causó una gran impresión y, por supuesto, después aprendí que era una alegoría. Luego leí 1984 cuando salió en paperback. Debo haber tenido unos 13 ó 14 años y, en ese momento, entendí que se trataba de política. Como habíamos pasado por la Segunda Guerra Mundial con un par de dictadores, Stalin y Hitler, y, por supuesto, Mussolini, el menos eficiente de ellos. Me interesaba mucho la pregunta de cómo sería Inglaterra bajo una dictadura totalitaria. Esa es la misma pregunta que me hice sobre Estados Unidos cuando escribí El cuento de la criada. Entonces, mi interés en las formas totalitarias de gobiernos comenzó con Orwell y con el hecho de crecer en ese ambiente. La otra cosa que me influyó sobre 1984 fue que, en estas historias sobre el futuro y los gobiernos horribles, siempre se necesita una explicación de cómo se llegó a ese punto. Orwell lo coloca en el centro del libro, en un grupo de trabajo que puede o no existir, por un enemigo que puede o no existir. Cuando Smith lo lee, piensa que es real. No sabemos si lo es o no, porque en un gobierno que controla todos los medios nunca puedes estar seguro de qué es real. Así que en El cuento de la criada no podía incluir un texto en el medio del libro para que la narradora lo leyera, ya que estaba prohibido leer. Además, no tiene acceso a ningún tipo de análisis detallado de las noticias porque el gobierno controla la televisión. Recuerda que escribí esto antes de que existiera internet, antes de que hubiera teléfonos inteligentes. Aunque, de todos modos, no habría estado permitido tenerlos. Por supuesto que no. Entonces, en lugar de incluir esta información sobre si el sistema realmente estaba funcionando o cómo había llegado a ser, la puse en un apéndice académico ficticio al final del libro, ambientado 200 años después.

La tercera cosa que me influyó sobre Orwell fue que mucha gente pensaba durante años que 1984 era muy negativo, terminando de forma desalentadora, con Winston Smith finalmente quebrado, diciendo que amaba al Gran Hermano. Sabemos que probablemente nunca saldrá de esa situación. Sin embargo, el libro en realidad no termina de esa manera. Termina con una nota en inglés, el idioma que el régimen intentaba imponer a todos, pero esa nota está escrita en inglés estándar y en pasado. Con esto, sabemos que el mundo de 1984 finalmente termina. Así que, en realidad, es un libro mucho más esperanzador de lo que inicialmente imaginaba. Yo también quería poner un futuro en mi libro, un futuro donde este régimen ya no existiera, y donde las personas estuvieran estudiando ese pasado. Porque, una vez que algo termina, puede convertirse en un tema de estudio, en un museo, o incluso en un restaurante o en un estadio.

¿Hasta qué punto existimos en un momento en el futuro que no ha pasado aún? La gente ha especulado sobre esto por mucho tiempo. ¿El presente? ¿En realidad existe el presente? Porque cada momento que pasa, es el pasado. Sabemos que tenemos memoria corta y memoria larga. Por eso nunca podemos encontrar las llaves del coche.

¿Cuánto influyeron sus experiencias y las pérdidas que sufrió a la hora de levantar este libro?

Si, hay tres secciones del libro. Hay historias que no son sobre estas dos personas. Así que las primeras y las últimas secciones son bastante cercanas a mi experiencia, y las medianas no lo son. Nunca he entrevistado a George Orwell muerto. Nunca me he convertido en una serpiente en una persona. Mi madre no pretendió ser una bruja. Así que son números extraños. Hay tres secciones en el libro, y la última sección es una continuación de la primera sección, pero en un período diferente.

Usted ha escrito más de 60 libros en su vida. Perdidos en el bus, este libro en concreto, es un abanico de historias sobre la condición humana a lo largo de toda su vida ¿Cuál es la mayor enseñanza que le ha dejado la literatura como ser humano?

La escritura te enseña sobre la escritura. La publicación de libros te enseña bastante sobre los seres humanos, porque estás leyendo las reseñas. Aprendes mucho de eso, pero no estoy segura de que el escritor y el ser humano sean separables. Son mucho más como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Comparten una memoria. Son dos funciones diferentes, pero son la misma persona. Creo que aprendes cosas al escribir un libro, porque le prestas mucha atención al tema. Así que aprendes más sobre lo que escribes, sobre lo que no sabías. Cuando escribí Alias Grace, situada en el siglo XIX, tuve que aprender mucho sobre ese periodo y ese lugar para asegurarme de que era preciso. Pero, si quieres una respuesta metafísica, como “me hizo ser una persona más espiritual” no lo creo. Es como preguntar a un altavoz: «¿qué te ha enseñado el altavoz a ser una persona?» Hay un gran libro llamado Escribir y el fracaso, por un hombre llamado Stephen Marche. Es muy divertido, pero también es cierto. Una de las cosas que aprendes al escribir es el fracaso, porque mucho de lo que escribes fracasa. Lo pones en el basurero. Puedes pensar que algunos de tus libros publicados son fracasos, y si lo hicieras de nuevo, lo harías de una manera diferente. Así que te enseña mucho sobre el fracaso, porque los escritores siempre fracasan, la mayoría de las personas, la mayor parte del tiempo.

Vamos con la temática de las utopías y distopías. En tiempos tan delirantes como los que vivimos, ¿Las distopías han perdido su sentido?

No, porque siempre puede ser peor. El siglo XIX era una época de utopías, porque siempre creían que todo podía ser mejor. Avanzaban en una dirección, en un sentido de mejora constante en el tiempo. Esta creencia venía de todos los progresos que habían hecho en el ámbito médico, por ejemplo. Soñaban en poder volar. Habían creado el sistema de alcantarillado, por ejemplo. Entonces, ¿por qué no iban a ser las cosas cada vez mejor? Solo se podía mejorar.  Además, a finales de siglo aparecen las bicicletas, el inicio del automóvil, la máquina de escribir. La gente imaginaba un futuro mejorado, halagüeño en ese sentido, pensando en los avances, en los progresos, tanto físicos como tecnológicos. Sobre todo en Europa y en América del Norte, en Estados Unidos en particular. No sentían el desaliento del futuro. Se sentían alentados precisamente por esas utopías literarias e intentaban también desarrollar utopías reales, sin mucho éxito, porque sus utopías no eran muy prácticas. Así que, ¿cuándo cambia la situación? Cambia con la Primera Guerra Mundial. El futuro no iba a ser tan brillante ni tan halagüeño como había podido imaginar. Incluso antes de ese periodo, aparece la primera novela de ciencia ficción, La guerra de los mundos, que presenta un futuro fatal, con marcianos que llegan de Marte y que devoran a la gente. Tienen un conocimiento mucho más avanzado que los humanos, que les permiten hacer esas cosas. Aunque los humanos sobreviven, pasan por una experiencia absolutamente horrenda del futuro. Por tanto, ya incluso antes de la Primera Guerra Mundial, empiezan a pensar de una manera más sombría, y después mucho más. Está la novela Nosotros, que no se pudo publicar en la Unión Soviética, esta novela de C. Martin, quien hizo una previsión de Stalin. Después llega la Segunda Guerra Mundial, que acaba completamente con esa idea de un futuro positivo o maravilloso, y luego la bomba atómica. En los años 50, la gente creció pensando que en cualquier momento cualquiera podía morir por una bomba atómica y que no te iba a salvar esconderte bajo tu mesa de trabajo. Así que la gente empezó a sentir esa ansiedad en ese momento, y aparecen una serie de distopías en los años 50 y en los 60. Después, esa tendencia se modera. Es decir, cuando escribo El cuento de la criada, en realidad no hay ni utopías ni distopías que se escribieran. Ahora hay un diluvio de distopías. Muchas que tienen que ver con el cambio climático, con épocas oscuras para las mujeres. Algunas también piensan que hay momentos para los hombres, pero estamos en una era en la que hay muchísima gente, muchos autores escribiendo distopías, y realmente la gente incluso llega a preguntarse ¿Qué es una utopía? si no deberíamos tener alguna utopía para alegrarnos. Muchas veces las utopías pueden ser un poco aburridas también, porque no hay crisis; todo en el futuro es perfecto, y el conflicto normalmente viene de un viaje en el tiempo o algo del pasado que introduce un conflicto. Puede haber repúblicas, como la República de Playdos, que te hace preguntar: ¿y ahora qué? ¿Por qué hay que seguir explicando constantemente las cosas maravillosas que van a pasar? Pero yo creo que hay muchos jóvenes que están realmente alarmados por el cambio climático, y esa preocupación la he sentido siempre. Hay novelas que he escrito que son muy inventivas, pero fui jurado en el premio de Ursula K. Le Guin. La historia que ha ganado es una historia de zombis, no una historia típica que dice: «duró para siempre», y en realidad se acaba. Es una historia que puede parecer divertida, pero al mismo tiempo es muy triste y claramente es una distopía sobre el duelo.

La gente daba por sentado de dónde venían los alimentos o el ganado, o incluso el tipo de gobernanza, si tenía que ser una democracia o una dictadura. Tenían que reflexionar y comentar sobre estas cuestiones. También tenemos a Jonathan Swift planteando una utopía en Los viajes de Gulliver, que evidentemente es una sátira sobre la sociedad. La gente ha vivido en estas comunidades alternativas durante mucho tiempo. Entonces, ¿cómo se desarrolló el trabajo de los equipos que debían construir estas utopías? Les asignamos una serie de facilitadores para mediar en las luchas que tenían entre ellos, que eran inevitables. Además, contamos con ilustradores que hacían una foto de lo que estaba sucediendo. En algunos casos, hasta inventaban artefactos culturales. Después de unas ocho o diez semanas de sesiones, cada grupo tuvo que presentar su versión de la utopía a los demás. Lo hicieron realmente bien: algunos contaron historias, otros hicieron películas o canciones. Fue un proceso entretenido e interesante. Al final, surgieron dos cuestiones que se repitieron mucho. Una de las preguntas que surgió fue: ¿qué hacer con la gente que no está de acuerdo contigo o que rompe las reglas? ¿Vas a tener una fuerza policial? ¿Vas a montar un ejército? Los pensamientos utópicos, en principio, no quieren abordar estos temas, pues en un mundo utópico, se supone que nadie desearía ser criminal o delincuente. Pero lamento decir que esto no concuerda con lo que sabemos de la naturaleza humana, y eso representó un problema. Tampoco querían hablar de dinero en las utopías. No querían hablar de economía concreto. Había comercio o trueque, pero, por ejemplo, nadie quería abordar qué sucede si alguien prospera más que otros. ¿Se permitiría que uno sea más hábil o competitivo? ¿Cómo se gestionaría esta situación? ¿Habrá pagos? ¿Se contemplaría un salario? Eran temas que no les gustan n a los pensadores utópicos, especialmente cuando se trata de interacciones con el mundo exterior.

¿Puede una utopía existir en un planeta donde todos son utópicos, o en un mundo donde también hay que no es utópica? ¿Qué sucedería si estas otras personas intentan invadirte? Estas preguntas, entre otras, se reflexionó. Considero que todos en el mundo real deberían plantear esas preguntas. Hay una novela llamada Women on the Edge of Time, que plantea un viaje en el tiempo hacia una sociedad más avanzada. A través de la experiencia del viajero, surgen precisamente estas cuestiones fundamentales. ¿Qué haces con la gente que no está de acuerdo contigo? Y la respuesta es: bueno, se les envía a un campo de reeducación. Pero después surge la pregunta: ¿Y si siguen discrepando, si siguen sin estar de acuerdo contigo? Y la persona del futuro responde: “Entonces los matamos porque no están de acuerdo”. Lo dicen de manera muy directa, sin rodeos.

Respecto al presente, la evaluación de lo que ha pasado de las elecciones estadounidenses, Piensa como escritora y como mujer ¿Cree que la reciente victoria de Trump puede ser un ejercicio distópico? ¿Y qué piensa que puede haber pasado?

Hay mucho debate al respecto, ahora mismo. Es tan reciente que no he leído muchas de las cosas que se están comentando, pero vamos por puntos. La campaña ha sido breve, y Harris no ha tenido mucho tiempo para hacer esa campaña, y además es una mujer. Mucha gente tenía miedo de tener una presidenta mujer. ¿Por qué? Y además una mujer de color, porque mucha gente temía que les hiciera a ellos lo que ellos habían hecho a gente como ella. Es decir, dicho en otras palabras, mucha gente tenía miedo de perder estatus y poder identitario con una presidencia a cargo de Kamala Harris. Ella se cuidó mucho de no hacer campaña como mujer o como persona de color. Sin embargo, con la historia de los Estados Unidos, la gente tenía miedo. Mucha gente que votó a Trump tenía miedo de ella como mujer negra. No era tanto que pensaran si era fantástica o no. Había gente, evidentemente, muy a favor de ella, pero había mucha gente nerviosa respecto a lo que ella podría hacer. Ese es un punto, al menos en mi opinión, que puede explicar lo que ha sucedido. Después tendríamos que empezar a hablar más de otra cosa. En la conversación respecto al pasado, a lo largo de los últimos años, ha sido una conversación mucho en torno a la identidad y no a la clase. La clase, entendida como en 1930, no existe igual, pero sí que hay clases: de gente pobre, clase media, clase rica, pudiente y clase muy rica. Yo creo que esa conversación va a volver. La conversación respecto a la clase, en los Estados Unidos, la afiliación o las afiliaciones de clase han cambiado. Los demócratas representaban a la clase trabajadora y los republicanos a los ricos. Sí, esa percepción ha cambiado; en cualquier caso, la percepción es que los republicanos ahora representan a la clase trabajadora y a la clase media, y los demócratas representan a las élites.

Eso no quiere decir los ricos, porque había gente muy rica en ambos lados. Pero sí que significaba gente educada, snob, que creía saberlo todo. Ahora hay que preguntarse lo que creo que pasará o tal vez lo que creo que va a pasar en el futuro, si va a ser algo distópico.

Los republicanos muy inteligentes han separado, por ejemplo, el tema del aborto de las elecciones, manteniendo como referéndum de Estado distintos, separados. Eso significa que, como mujer, tú podías votar en el referéndum y decir que se debe proteger el aborto y, al mismo tiempo, votar por Trump, y mucha gente lo ha hecho. Lo ha hecho porque hubo 10 referéndums, 7 ganaron. En muchos de estos Estados, como por ejemplo Montana, rojo, votaron por la protección de la salud de la mujer, y los republicanos después dijeron: “Bueno, vamos a hacer un tema aquí nacional, sin excepciones de ley”. Yo creo que lo que él intentó fue distanciarse cuanto más mejor de este tema, diciendo que él representaba a los Estados Unidos y que 7 Estados que había habido referéndum en 10 Estados y 7 habían votado lo que habían votado. ¿Qué creo que va a pasar? Vamos a tener una especie de dictadura Hitleresca, lo dudo. Depende de si podemos creer en algo de lo que dice Trump, porque miente tanto. Él dice que va a ejecutar al jefe del ejército, curioso. Dice que va a construir campos de concentración y que va a poner en esos campos de concentración a los demócratas.

Ficha técnica:
Título: Perdidas en el bosque
Autora: Margaret Atwood
Sello: Salamandra
N° de págs.: 304
P.V.P.: $19.000

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *