Entrevista a la autora de “El asilo contra la opresión” Alejandra Matus: “Si puedo hacer una contribución al proceso de memoria, me parece que hay que partir por reírse”

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos a la reconocida periodista, que incursiona en la dramaturgia con la obra El asilo contra la opresión, la nueva apuesta de humor negro de Los contadores auditores, que pone en un asilo de ancianos en Miami a Salvador Allende, Augusto Pinochet, Lucía Hiriart, Juan Gabriel, entre otros. La obra es encabezada por Natalia Valdebenito, Claudio Arredondo, Jaime Omeñaca, Carmen Disa Gutiérrez, Tatiana Molina y un gran elenco.

Es una ficción de humor negro donde se inyecta a Salvador Allende y a Augusto Pinochet con un suero experimental que los vuelve inmortales por un acuerdo entre los servicios de inteligencia de Chile, Rusia y Estados Unidos. Alojados en un asilo de ancianos ultrasecreto en Miami, entablan algo parecido a una amistad gracias a la amnesia de Allende. También recibe el suero Lucía Hiriart, que además de ser inmortal, rejuvenece 40 años. Sin embargo, la coexistencia pacífica que han logrado los residentes se ve interrumpida por la llegada de una inesperada paciente, que se transformará en una amenaza para todos. El asilo, donde se encuentra también el cantante Juan Gabriel, es controlado por la Alianza de Inteligencia Internacional, quienes desarrollaron esta fórmula para la eterna juventud que fue perfeccionada por un acuerdo entre Moscú y la CIA tras la caída del muro de Berlín. 

Esto fue lo que la autora nos contó. 

¿Cómo desarrollaste la idea? 

El texto ha crecido con el tiempo. La primera versión era corta, tenía el mismo arco dramático, los mismos personajes, pero era una obra mucho más breve. Cuando la terminé para este ramo no tenía pretensiones de montarla, el Chato Moreno, que era el profe que dirigía el ramo, me dijo: «¡Esta obra no te la van a montar nunca en Chile!».

Cuando volví a Chile, me dieron ganas de mostrársela a Carmen Romero, que yo conocí cuando las dos éramos muy jóvenes y periodistas en la Radio Nuevo Mundo. Se la mostré para ver qué pensaba, si tenía algún destino la obra y ella se demoró mucho en contestarme, pensé que le había parecido mala y no se atrevía a decirme. Luego me puso en contacto con Los Contadores Auditores, quienes, por su parte, habían escuchado de la obra en un taller que dio el Chato Moreno y en el que me invitó a mí y a otra tallerista de su curso para que leyéramos un extracto de la obra y a ellos ya les había gustado. Fue como una sinergia, una conjunción de cosas. Nos conocimos, hablamos de la obra y ellos inmediatamente, fascinados, y con la idea de hacerla. Ahí empezamos a trabajar, desarrollamos subtemas que ya estaban en la obra, como los diálogos entre Pinochet y Salvador Allende, la escena de Pinochet jugando videojuegos con Maggie Lay y desarrollé mucho más el final.

¿Cómo nació la idea de juntar a estos personajes históricos chilenos, que uno nunca vería juntos, como Pinochet, Allende, Lucía Hiriart y Juan Gabriel, en este asilo de ancianos en Miami?

La verdad es que cuando hice este taller de dramaturgia, casi todas las cosas que escribí me salieron en tono de comedia. La dramaturgia se expresa en mí en comedia. Si puedo encontrarle una explicación, es que, en mi trabajo de periodista, las cosas son muy tremendas, muy duras o densas, hay poca alegría en lo que hago. Creo que el sentido del humor se me manifiesta en la faceta creativa, también, como un ánimo de sobrevivencia. El humor es una herramienta de sobrevivencia y también ayuda para sintetizar todo lo que se ha aprendido por otras vías, ya sea a costa del dolor o por experiencia, la comedia permite sintetizarlo en diálogos muy breves. Entonces, cada frase o cada diálogo tiene raíces enormes, la gente puede ver la superficie, pero también se puede conectar con esas raíces y eso a mí me parece mágico. No necesito hacer un gran tratado respecto de cada tema porque está contenido en pocas palabras.

Esta es tu primera incursión en la dramaturgia ¿Te ves escribiendo nuevamente una obra de teatro? 

De todas maneras. Mi línea de estudios es escritura creativa, pero yo iba buscando ficción, novela. Durante los dos años que duró este máster estudié separadamente del programa, todos los ramos optativos los conduje a escribir guiones para series de televisión, que era a lo que yo realmente me quería dedicar más. Este ramo era obligatorio, pero yo podía elegir entre poesía y dramaturgia. No estaba en mi horizonte esto y elegí dramaturgia porque para mí la poesía me parece que son palabras mayores, por respeto a ella también. Me metí a la dramaturgia y para mí ha sido como algo que explota por dentro, ya me contaminó y tengo el virus de la dramaturgia y ya no lo me lo puedo quitar de encima. Hice otras pequeñas piezas que quedaron ahí, pero hay una de esas ideas que quiero rescatar y quiero convertir en una próxima obra.

Además de tu trabajo de periodista, escribiste un libro sobre Lucía Hiriart, Doña Lucía ¿Cómo fue traspasar el conocimiento que tenías sobre ella para plasmarlo en la obra? 

Es innegable que hay una continuidad acerca del personaje histórico real que yo reportié, sobre la que yo hice esta biografía no autorizada, hay un ejercicio de narrativa, de que se genere un vínculo emotivo entre los lectores y esa obra, emociones que pueden ir de la rabia al amor, aunque menos probable. Hay un ejercicio narrativo de no ficción en la biografía de Lucía Hiriart. Para la obra rescaté ciertos aspectos de su personalidad documentada, para ponerla en acciones que son de ficción, por supuesto. Lucía también está construida no solo con el personaje de Lucía Hiriart, sino que también con las mujeres y esta idea de que para ganar un espacio hay que convertirse en un monstruo, cuando los espacios son muy estrechos, en ese sentido tiene más capas que Lucía Hiriart. Todos los personajes tienen algo de lo que he trabajado como periodista, pero también algo de lo que he vivido, por ejemplo, nunca he escrito sobre Juan Gabriel, pero él me sirve como arquetipo para mostrar otras cosas.

¿Siempre estuvo considerado tener esta mezcla de personajes? 

Sí, siempre Juan Gabriel estuvo en la obra. Hay aspectos puntuales que han crecido para que la obra tuviera una extensión mayor y para desarrollar ciertos aspectos. Todo lo que está hoy en la obra también estaba en un comienzo, no se agregaron nuevos personajes, sino que escenas o diálogos.

¿Te imaginabas que al trabajar con Los Contadores auditores el resultado iba a terminar así? 

Yo no los conocía para nada, pero en el proceso de estar en contacto con ellos, empecé a ver sus obras y creo que enganchamos porque nos comunicamos en el mismo lenguaje. Para mí ha sido todo muy orgánico y natural, no me lo imagino de otra manera, porque la obra es kitsch, tiene a Juan Gabriel. Pienso que para ellos ese fue el atractivo para dirigir esta obra, no es una obra que tuvieron que transformar a su lenguaje, sino que le dieron vida a algo que calzaba e iba en el mismo registro.

¿Qué te pareció la interpretación de los actores? Natalia Valdebenito haciendo de Lucía, Claudia Arredondo, Jaime Omeñaca. 

No hay ningún personaje que yo diga que es el personaje idealizado, si eres pinochetista, Pinochet no es el personaje que te gustaría ver y para los allendistas tampoco es el Allende que les gustaría ver, aunque es el personaje que termina siendo el héroe de la jornada, igual se muestran aspectos de Allende que no calzan con el personaje idealizado. Creo que lo mismo han vivido los actores con sus personajes, Natalia (Valdebenito) con Lucía para qué decir, Claudio (Arredondo) con Pinochet, Jaime (Omeñaca) con Allende, las chiquillas con  Fresia Soto y Maggie Lay. De alguna manera, han tenido que trabajar los personajes y superar las resistencias propias que cada cual tiene con sus personajes, lo entiendo y se los agradezco mucho porque había que tener esa amplitud de registro para saber que no ibas a hacer a Allende ni a Pinochet ni a Lucía en su formato más cómodo.

Este año se conmemoran los 50 años del golpe militar y esta obra es parte de la cartelera del GAM con la programación en torno a la conmemoración, ¿cómo es para ti ser parte de esta cartelera en un espacio tan importante como es el GAM y en este contexto?

Lo agradezco mucho, me siento muy afortunada de haber podido montar esta obra en los 50 años del golpe, no tenía la efeméride en la cabeza antes, porque esto ocurrió el 2020. Junto con otras obras no es la única de su tipo, me parece, que, con los sistemas de transición política en Chile, nunca terminan la transición hacia la democracia y hay retrocesos. Sin humor y sin comedia, como ha ocurrido en otros países, con similares experiencias, es como que nunca llega el momento de decir que esto es lo que vivimos y para allá queremos ir, en esta otra dirección, hasta que te paras y te ríes. Creo que, si puedo hacer una contribución al proceso de memoria, al proceso de evaluar qué nos falta para recuperar la democracia, realmente me parece que hay que partir por reírse y a eso quise contribuir.

El nombre llama mucho la atención, que es El asilo contra la opresión, ¿cómo llegaste a ese nombre?

No sé por qué lo hice, estábamos en pandemia, las agujas, los sueros y hace rato que venía escuchando una noticia de que se había inventado algo para lograr la vida eterna, para no morir nunca. Este contraste en el que, por un lado, muchas personas morían como moscas, al comienzo de la pandemia, con la idea de que hubiera un suero para la vida eterna, al cual podían acceder personas con dinero, fue lo que alimentó mi imaginación para hacer esta obra, pero yo no sabía cuando empecé a escribirla, que me iba a salir esto. No lo planeé, no es que pensara en escribir una obra con estos personajes, de hecho, pensé en meter a Elvis Presley que es parte de los personajes icónicos que supuestamente no han muerto. Está la fantasía muy gringa de que Elvis no murió y está en una isla. Justamente cuando estaba escribiendo la obra, salió el primo de Juan Gabriel diciendo que no se había muerto. No fue una decisión racional, fue parte del momento que estaba viviendo al escribir la obra.

Sobre lo que mencionas de la eterna juventud, que en este asilo está la inyección para la eterna juventud. Uno piensa que estos personajes ya eran mayores en su época de poder ¿Cómo te imaginas a los personajes cuando jóvenes?

La única que rejuvenece es Lucía, los demás se mantienen. Allende, además, tiene alzhéimer. Pienso que me funcionó así porque necesitaba que Allende no tuviera memoria para que pudiera desarrollar esta amistad con Pinochet, pero también habla de cosas que están ahí y que no vemos porque el golpe de estado es inesquivable, por ejemplo, tanto Pinochet como Allende tenían fama de mujeriegos y está documentado. El Bim Bam Bum que es otra referencia que hacemos, es un lugar al que iban políticos de todo el espectro, entonces, también hay un intento deliberado de mi parte en demostrar que tenemos que hacernos cargo de las violaciones a los derechos humanos y de todos los horrores que vivimos, pero una vez que nos hacemos cargo de eso, también tenemos que hacernos cargo del machismo, de cómo se da la relación entre los hombres en política, porque si no hubiese existido golpe esa relación de amistad entre Allende y Pinochet era perfectamente posible.

¿Qué le dirías a la gente para invitar a ver la obra? ¿Por qué tienen que verla?

Lo que he escuchado de la gente que ha ido a verla, es que más allá de la incomodidad que les pueda provocar a las personas, es muy catártica, que el público se siente empoderado riendo sobre cosas de las que antes no podría haberlo hecho. De ver a Lucía Hiriart sufriendo en el escenario, le da a la gente un momento especial, un momento de catarsis especial y eso ya es buena razón y, por supuesto, espero que la vean porque es una buena historia, cómica y profunda al mismo tiempo.

Ficha técnica 

Título: El asilo contra la opresión

Dramaturga: Alejandra Matus

Dirección: Los contadores auditores

Elenco: Jaime Omeñaca, Natalia Valdebenito, Claudio Arredondo, Francisca Ortiz, Carmen Disa Gutiérrez, Tatiana Molina, Nicolás Pavez, Camila Le-Bert, Handra Huequemán, Carlos Medina, Paula Magné Palacios, Germán Pinilla, Elvis Fuentes

Diseñadora: Laurène  Lemaitre

Diseño Sonoro: Felipe Martínez

Maquillaje/Caracterización: Carla Casali

Asistente de vestuario: Malú Munita

Producción: Daniela Moraga

Asistente Producción: Heny Roig

Fotos: Patricio Melo-GAM

Coproducción: GAM, FITAM y TBB

Esta coproducción estará en cartelera entre el 5 y el 28 de mayo en GAM, y desde agosto en Teatro Biobío. 

5 al 28 Mayo
Mi a Sá — 20.30 h. Do — 19 h. $8.000 Gral., $6.000 pers mayores, $4.000 est.

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