Joaquín Pinto Godoy
Conversamos con Malu Furche, autora de Islas de calor, publicado por La Pollera Ediciones, un libro que ronda el misterio, la rareza y la sensualidad. En un futuro no tan lejano en el que la crisis climática se sale de control, las altas temperaturas transforman nuestra forma de vida, la noche es el nuevo día y el día prohibido por el calor. En este libro de cuentos, Furche se vale de una escritura ágil y concisa para explorar un mundo que aún no acaba y sus habitantes viven una tragedia universal.
En la presentación del libro explicabas de que fue muy trabajado, muy pensado. Si pudieras comenzar contándonos sobre eso y también recordar la anécdota de cómo se te ocurrió imaginar este mundo de Santiago de Chile a 46 grados de calor.
Voy a partir por la anécdota, para ir del principio hasta ahora. Se me ocurrió más o menos en una ola de calor que hubo en diciembre, hace unos cuatro o cinco años. Iba en la bicicleta bajando por la ciclovía de Portugal y hubo un momento –esto fue diciembre justo antes de navidad– en que me tocó un semáforo en rojo y me acuerdo que miré a mi alrededor y vi a la gente super cargada con un montón de regalos y hacía mucho, mucho calor; era la una de la tarde. En ese momento pensé: sería tremendo que esta sensación y que este estado de calor durara para siempre. En ese contexto, empecé a imaginarme este mundo posible.
Yo había trabajado como guionista y estudié dirección audiovisual, por lo que en general pienso las cosas como historias. Es como si una estuviera buscando las posibilidades narrativas, pero me parecía interesante explorar esa misma premisa desde el género narrativo, desde los cuentos y lo literario. Así me aventuré a escribir algunos cuentos que, viniendo de otra área, quizás no eran tan buenos o les faltaba mucho trabajo. Se fueron dando una serie de situaciones donde pude trabajar más este libro. Primero con el fondo del libro, después en la maestría de NYU, donde tuve lectores muy buenos, desde mis profesores hasta mis compañeros. Y tuve la suerte de poder dedicarme y trabajar el texto dos años. Por eso creo que es un libro que ha tenido mucho trabajo, ha sido muy pensado y ha tenido muchos lectores. En ese sentido, es muy bonito porque no ha sido un trabajo solitario, sino que, todo lo contrario, ha sido un trabajo absolutamente colectivo. Además, sí, está muy trabajo porque yo también necesitaba trabajarlo mucho viniendo desde otra área, otra disciplina. Empezar a escribir es cambiar el switch, es como aprender a escribir de nuevo. Es muy distinto la escritura del guion a la escritura literaria.
Encuentro muy interesante pensar este calor eterno como mundo posible, como un marco para generar una variedad de historias, de personajes, de plantear escenarios que quedan muy bien plasmados. Ya habiendo trabajado en guiones audiovisuales antes ¿Cómo fue para ti explorar este trabajo de elaborar la ficción de este mundo posible a partir del ámbito literario?
Me acuerdo una conversación que tuve con Lina Meruane, que hacía las clases en el taller en el que estaba, y en un momento ella me dijo que me apuraba mucho en llegar al final. Después, reflexionando a propósito de los dos lenguajes, creo que la escritura audiovisual es una escritura que se desarrolla en el tiempo, obviamente la literatura también, pero es una cuestión más horizontal si se quiere, porque estás en el vector del tiempo donde las cosas deben ir pasando hacia un punto. No es que la literatura no tenga que hacerlo, pero me parece que la escritura literaria quizás es un poco más vertical, porque tienes que ir cavando más profundo e ir metiéndote más en el detalle. En una película ideal «cuéntalo todo 90 minutos», entonces pasan muchas cosas a la vez. En cambio, en la literatura, solo tienes el lenguaje y solamente tienes que ir deteniéndote y pensando dónde detenerte, cuándo detenerte y en qué. En ese sentido, por eso retomo esta anécdota de la Lina, creo que ella no me dijo: «no te apures tanto por llegar al final», sino detente en ciertas cosas, lo que fue algo que también trabajamos harto con Simón Ergas y el Nicolás Leyton, mis editores, pensar a qué detalles sacarle puntas.
En un momento mi escritura fue un poco más visual, justamente por lo mismo, pienso mucho en las imágenes, pero también fue necesario –y a propósito del calor– pensar cómo el calor pasa por el cuerpo. No solo cómo se ve el calor, sino cómo se siente, cómo se huele, en términos sensoriales, incluso, cómo se siente el calor en la boca. Desde ahí, fue interesante salirse un poco de esta visualidad, para empezar a explorar otras sensaciones y otros detalles en relación a los lenguajes.
Sobre eso último, ¿Qué aspectos fueron una dificultad mayor o una ventaja para la escritura del libro? Considerando posibles cruces entre la escritura literaria y de guion.
Me quedé pensando después de la presentación del libro, cuando dije que me costaba más escribir literariamente que cinematográficamente. Creo que los dos lenguajes tienen dificultades y complejidades propias, pero sí, me parece muy extenuante el trabajo de escritura literaria. En mi proceso de escritura me sirve mucho derramar la historia, contar la historia y escribirla sin preocuparme tanto por el lenguaje. Ahí tomo elementos de lo audiovisual, cuando, antes de hacer un guion, una trabaja con un argumento, una sinopsis, después una escaleta y cuentas todo con escenas, luego desarrollas el guion. De alguna manera, a mí me sirve ese trabajo previo de escritura de «voy a contar esta historia» y una vez que cuento esa historia, me sorprendo y lo paso bien escribiendo, viene la parte que me toma más tiempo, que es más difícil y donde más sufro que es reescribirla. Escribirla de nuevo pensando en el lenguaje, pensando en con qué palabras quiero decir esto, de qué manera se puede entender más, complejizar o también simplificar más, porque también uno tiende a sobre narrar cosas. En ese sentido, creo que el proceso de trabajo de escritura sigue siendo, en mi caso, similar al audiovisual, desde donde parto con un esqueleto para luego ir enriqueciendo todo. Entonces, en ese inicio que contaba quizás es más audiovisual, pero en ese proceso de reescritura comienzo a alejarme de lo cinematográfico. Desde ahí trato de meterme solamente en lo que implica trabajar con la palabra, el lenguaje y cómo vas moldeando lo que estás haciendo.
Me llama la atención que, cuando uno se acerca a la escritura, hay una delimitación o barrera entre las formas que se dan entre lo audiovisual y lo literario que, como artes, se trabajan distinto. En la escritura queda muy patente.
Sí, es muy compleja la escritura, cuando estás tú sola enfrentándote a un papel y que todo se trabaje desde las palabras. Encuentro que eso es una locura, y es muy bonito, pero también es muy complejo.
En la presentación mencionabas que no te gustaba hablar del libro como uno postapocalíptico ¿Por qué? ¿Cuál es tu idea al respecto? Porque el mundo que presentas es uno con la crisis climática totalmente fuera de control.
No tengo tan claro por qué, pero yo no escribí el libro pensando en que estaba haciendo un libro postapocalíptico, sino que, para mí, era un libro donde hacía mucho calor y me interesaba narrar la cotidianidad, la intimidad y cómo distintos personajes femeninos hacían frente a ese calor. Para mí es un libro de ver esta situación y cómo nos arreglamos. Es una situación extrema, sí, pero en general una historia trata de qué pasa si algo de la vida se vuelve distinto. Desde ese volverse distinto, empiezas a narrar algo, porque si no estarías contando algo absolutamente normal y plano y quizás no habría historia. En ese sentido, pensé cómo contar estas historias bajo este marco de calor. Evidentemente sí tiene tintes de postapocalípsis y cosas que se van poniendo raras, también hay cuestiones de género. A mí me gusta mucho el género. Me encanta el terror, el gótico, creo que en ese sentido es genial escribir y utilizar quizás estas situaciones extremas para echar a volar la imaginación, crear situaciones y contextos.
También pensando en la crisis climática y en las crisis en general, hoy en día están desatadas absolutamente. No sé si sea tan lejano lo que estoy presentando. Quizás cuando empecé el cuento, hace cinco o seis años, se veía super lejano. Pero mientras seguía escribiendo y entre medio de la pandemia, llegué a la idea de que no era tan raro. Me acuerdo que hubo un incendio en el Cerro San Cristóbal mientras estaba escribiendo los cuentos.
Debió ser un poco extraño que esa ficción cada vez pareciera más no ficción. Pero, fuera de esto apocalíptico o no, como decías, son situaciones críticas y extremas que sacan a flor de piel las emociones y las relaciones humanas. En ese sentido, hay un mal y una bondad que atraviesan todo el libro, pero también hay una mezcla entre estos polos. Eso genera una sensación espeluznante que es muy atrayente al mismo tiempo ¿Qué podrías decir sobre ese misterio? ¿Es un gusto personal?
Sí hay un gusto personal, absolutamente. Cuando era chica los primeros libros que a mí me encantaron fueron estos de “Escalofrío”. Yo era fanática y me los leía todos. Me gustaban mucho las películas de terror, alucinaba mucho con eso, desde lo más pop. Ya grande, admiro mucho la escritura de las chicas que están en Argentina, Mariana Enríquez, Samanta Schweblin. Encuentro muy bacán no tenerle miedo al gótico y al terror. Quizás me salió natural escribir eso porque es un género que me gusta mucho y me entretiene cuando sientes ese estremecimiento que produce. En paralelo me parece muy importante -quizás esto es ya una cuestión política si se quiere-, que nadie es absolutamente bueno o malo. Las personas más malas tienen algo de bondad. Es importante que los personajes sean tan buenos como malos. En eso hay una búsqueda literaria de ir complejizando los personajes. Incluso los personajes que a mí no me caían tan bien, por ejemplo. En el primer cuento está Pastora y Mónica que son antagonistas, pero sí me interesaba que a lo largo de la historia y las escenas en las que estaba Mónica, no siempre fuera una señora despiadada con su empleada doméstica, sino que también hubiese momentos en que pudiera mostrar rasgos de cariño hacia el otro personaje. Esa búsqueda está pensada a propósito de trabajar el libro. Creo que mientras más capas de trabajo, de relectura y de escritura tengo de los cuentos, aparecían pequeños gestos que iba agregando para ir sintonizando la radio más hacia el mal o la bondad, pero que aparecieran ambas cosas siempre.
De toda la variedad de personajes, las mujeres son protagonistas en cada historia ¿Hay algo en particular que busques representar? Pienso que en esta mezcla entre bondad y maldad se representan mujeres que, finalmente, detentan un poder.
Me interesaba mucho que las protagonistas fueran mujeres, esto también fue parte de la génesis de mi libro. Desde los primeros cuentos que ya no están en el libro, las protagonistas siempre fueron mujeres. Para mí es más natural y orgánico escribir desde ahí para establecer mi narración. También creo que muchas veces a las mujeres se les ha negado, entre tantas cosas que se nos han negado en la historia, la maldad no es una característica deseable en una mujer, salvo que sea una femme fatale. En ese sentido, creo que está bien que haya personajes femeninos que sean complejos y sean tan oscuras como luminosas, o a lo mejor son más oscuras que luminosas y eso está bien. Tener que matar a la cabra para alimentar tu casa y que eso genere un equilibrio oscuro en este contexto de calor, a veces hay que hacer lo que hay que hacer.
Vivir así me recordó un poco a José Donoso y Coronación, entre este mundo patronal y que se manifiesta muy absurdo ¿Cómo ves tú, en ese sentido, la permanencia de estos sistemas de valores?
Tuve muy presente a Donoso al escribir ese cuento, tanto por las relaciones de poder, de esta idea de la apropiación del cuerpo y extremar una situación de una patrona y su empleada, donde hay una relación de dependencia. Me acuerdo que estaba leyendo El obsceno pájaro de la noche, leí esa frase y se me quedó en la cabeza y la recordé al momento de estar escribiendo Vivir así. Una no puede hacer nada sin la otra. Se necesitan mutuamente, sino este equilibrio se rompe. También me interesaba esta idea de que ambas se quedaran juntas para siempre, que una no se pudiera ir y la otra la mantuviera en su casa a pesar de que estaban solas en este lugar gigante.
Me pasaba que, cuando escribí el capítulo dos del cuento, el pasado de estas mujeres, de cómo se conocieron y la relación con el patrón, yo decía: “que heavy que esta historia está super contada”. Esta historia la conocemos todos, está escrita en los libros, está grabada en las películas y es real. Es algo que ha sucedido un montón de veces. Es difícil imaginarse que pase de otra manera, obviamente hay variaciones en cada historia particular, sea ya desde la ficción o desde la realidad. Sí me conflictué en un momento al pensar por qué estoy contando esto de nuevo. Pero, en relación a esto que hablábamos de la literatura que va calando y profundizando, sí me parecía que fuera necesario. Por ejemplo, este arco en el que Pastora se quedara con todo, necesitaba ir tirando estas líneas verticales. Aunque ya lo hayamos escrito, ahí me parece importante darle poder a las mujeres y quizás otra arista de esta misma historia que ya conocemos, donde hay un patrón abusivo que termina violando a su empleada doméstica. Me gustaba la idea de que a Pastora le gustara leer y de que Mónica siguiera casada con su primo, pero que ella tuviera su propio rollo, su propia intimidad. Es contar lo que ya está contado, pero dándole particularidades y complejidades, quizás mostrando otros aspectos de los personajes que ya hemos visto anteriormente.
Los cuentos del libro me dejaron con ganas de más ya que en cada historia, se podía presentir una novela completa ¿Cómo ves esa posibilidad?
Mi hermano hace muy poco me dijo lo mismo. Creo que es difícil, porque este universo de calor rinde mucho. A veces era agobiante pensar en todas las posibilidades que podía tener cada historia y en todas las otras cosas que podía narrar. Hay un montón de situaciones posibles que se me ocurrieron y no desarrollé porque no quería que fuera eterno y quizás no me interesaba tampoco. Vivir así es casi una nouvelle dentro de estos cuentos. Por eso también son cuentos largos que me permitían ir desarrollando cada cosa. Es un universo tan rico y ofrece tantas posibilidades que probablemente pudieron haber pasado muchas cosas más. Ahí creo que una buena brújula para ponerle un límite a este mundo, era pensar las historias más desde los personajes y las temáticas que me interesaba explorar en cada cuento, más que en el universo del calor mandara. Por eso también no pienso tanto en una novela apocalíptica, porque estoy más centrada en los personajes. Para mí los personajes son los que van mandando y cuando obtienen lo que ellas necesitaban, los cuentos se acaban. Para mí esa fue la premisa para finalizar el libro, porque si no podría hacer Islas de calor 8 y nadie quiere eso.
¿Cómo ves tu futuro como escritora? ¿Tienes algo en mente o algún proyecto dentro o fuera de la literatura?
Estoy con dos proyectos importantes ahora. Uno es un proyecto de novela en el que estoy trabajando. Tuve la suerte de ganarme el fondo del libro hace poco, lo que es un buen impulso para escribir. Es una novela que no tiene una continuidad tan evidente con el calor, pero sí hay temáticas que se repiten como el fuego, la Virgen -es una novela ambientada en el norte de Chile- y una acción ocurre en la Fiesta de La Tirana. Veremos que sale.
Además, en paralelo estoy trabajando con mi partner de muchos proyectos, Stefania Malacchini, un cortometraje que se llama Petra y el sol. Es un corto en stopmotion que, como técnica, es trabajosa y difícil. Ahí tenemos un equipo bacán liderado por mujeres, donde estamos desarrollando este corto y que esperamos que de aquí a unos dos o tres años salga a la luz.
También estoy trabajando en proyectos audiovisuales, como guionista para algunos largometrajes de ficción.
Sobre esta novela que contabas ¿Tienes algún interés en escarbar estas figuras del imaginario chileno?
Yo creo que sí, pero no tan conscientemente, es algo que aparece. Cuando escribo a veces tengo ciertas intuiciones y cosas que me interesan, pero no sé hasta dónde voy a llegar cuando empiezo a escribir, o hacia dónde voy a apuntar. Pero me doy cuenta que sí, es algo que aparece y está en mi inconsciente. Me imagino que alguno estaría más presente o quizás se vuelvan mis temáticas, pero dejo que nazca.
¿Qué le dirías a la gente para invitarla a leer el libro?
Ojalá les entusiasme leer el libro y creo que está pensado para distintas audiencias, me gusta pensarlo como un proyecto amplio. Creo que se puede disfrutar desde gente joven y más adulta y espero que lo lean, les guste y, si no, también esta súper bien. Si les interesa este proyecto en stopmotion y quierem más información pueden buscarlo en Instagram @petrayelsol, donde siempre estamos subiendo información sobre el proyecto.
Título: Islas de calor
Autora: Malu Furche R.
Género: Cuentos
Páginas: 137
Año: 2022
Editorial: La Pollera