Entrevista a la autora de “La noche del nunca más” Lyuba Yez: “Me gusta la universalidad de la historia”

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos a la autora de La noche del nunca más, una obra inclasificable, tan delicada como dolorosa, que narra –rompiendo el sentimentalismo de la frase hecha y el lugar común– el duelo, la rabia y las contradicciones de una mujer que ve frente a sus ojos el abismo. Heredera de la tradición de hacer de la vida una materia literaria, la narradora encuentra en la literatura, el cine y la música un refugio y una manera honesta de sobrellevar el dolor y la incertidumbre, y de revisitar el accidente que ha puesto en jaque su matrimonio.

En su cuarta novela, la periodista Lyuba Yez se aventura con una obra valiente y brutal, donde el minuto a minuto de una experiencia extrema toma al lector para no soltarlo.

Esto fue lo que la autora nos contó.

¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela, basada en tu historia personal?

Nunca pensé que iba a escribir una novela sobre esta historia. Lo que yo estaba haciendo era un registro diario de lo que estaba pasando, para sacarme la angustia, la ansiedad, la pena de encima. Era un ejercicio mío no más, super personal. Estaba leyendo mucho sobre duelo, entonces empecé a darme cuenta de que lo que yo estaba escribiendo lo podía conectar con estas citas de autores. Como tengo una obsesión de buscar citas, cuando encuentro citas buenas las copio, lo que nos pasa a las personas que nos gusta harto leer.  Empecé a hacer ese link entre las experiencias de otros y mi experiencia. Y de repente, llevaba un tercio escrito y se lo mostré a una amiga y después a una editora. Esta editora me dijo que encontró que era algo potente y que siguiera. Después me metí a un taller literario corto, de Carla Guelfenbein. Me metí un rato porque no podía estar y ahí también caché que movilizaba algo. Después de todo eso decidí que podía hacer algo con esto, pero que tenía que trabajar harto. Tenía que salir de ahí, tenía que tomar mucha distancia de lo que había vivido porque yo estaba escribiendo, había escrito igual que como estaba viviendo las cosas. Muy comprimida, muy desesperada. Entonces traté de darle un tono a todo, y cuando hice eso, dije ya, voy a empezar a hacer este ejercicio, que es terrible, de ofrecerlo en alguna editorial, como para ver si podía ser publicado. De ahí lo publiqué. Fue súper rápido, creo que es la publicación más rápida que he hecho. Pero al mismo tiempo fue paradójico. Al que menos fe le tenía. Decía: “Esto no les va a gustar, es tan personal”, además no sabía si iba a lograr llegar. Estaba bien equivocada porque yo creo que una de las gracias que tiene este libro es que se hace bien universal.

Justamente este año el tema de ser cuidadora ha sido un tema bien recurrente, sobre todo por la película La Memoria infinita que trata del cuidado de una persona, con otro tipo de enfermedad, pero también habla sobre ese rol de la cuidadora. Ha sido un tema que es importante visibilizarlo. A diferencia de La Memoria infinita que quedas con una sensación bien esperanzadora, acá quedas con una sensación desgarradora. No es una sensación de felicidad lo que te provoca. ¿Cómo fue para ti plantearlo desde este punto de vista?

La verdad nunca pensé cómo lo iba a plantear, creo que no tuve mucha opción. Como estaba escribiendo algo tan mío, que vivía y que viví con esa sensación tan áspera todo el rato. Pese a que reconozco que en mi caso hubo una elección de cuidar. No fue como que no tenía otra alternativa, porque yo elegí. Leí en una reseña que me pareció super bien escrita, decía; yo elegí no irme, cuando ocurre todo esto y me hago cargo. Pero eso es muy desolador, es solitario, es doloroso, es desesperante, te enloquece. Todo lo que pongo en el libro. Nunca pensé racionalmente “voy a hacerlo lo más honesto”. Como me han dicho, que hay mucha honestidad en la escritura. Nunca pensé en eso, solo lo hice. Lo que sí sabía es que no podía endulzarlo. No tenía cómo endulzar ese testimonio. No tenía cómo hacerlo más bonito. Porque no es bonita la experiencia del cuidado, es muy difícil, es muy injusta, es muy dolorosa, es muy solitaria, y te hace desaparecer como persona.

En La Memoria infinita como dices tú hay otra mirada. Pero también hay una mirada que probablemente no pudo estar ahí. ¿Qué pasa con la Paulina Urrutia como Paulina Urrutia? Es lo que cuento en el libro. Qué le pasa a esta mujer que tenía una vida y de repente tiene que hacerse cargo de tres vidas más. ¿Y qué pasa con la de ella? ¿Qué pasa con ella? Es joven y se supone que le quedaba un montón de vida por delante.

El libro llega a un punto, donde decidí “voy a llegar hasta acá”. Porque sabía que no tenía un final inmediato, que no lo podía inventar, y después se escriben dos libros más en mi cabeza, en la experiencia y todo. Me gustó mucho poder, a propósito de los cuidados, relevar eso. Pese a que yo nunca había tenido la experiencia, de repente me encontré con esto, me hice cargo de esto, de esta situación global de un sistema nuevo. Me parece que está super invisibilizado e insisto, es super injusto. Se da por sentado que tú tienes que hacerlo. En este caso yo y en muchos casos las mujeres de o las madres de o las hermanas de. Como que las mujeres tenemos que hacernos cargo de eso, cuando una ya lo tiene medio impuesto con la maternidad, que ojalá fuera de otra manera. Con cierta perspectiva de tiempo le encuentro valor a eso también, a parte de la historia y el desgarro. El poder decir “sabes esta cuestión es súper difícil, la gente lo pasa super mal”. Una cuidadora lo pasa muy mal.

¿Tú crees que tu testimonio pueda aportar como sociedad a visibilizar la importancia de tener una ley o un sistema que ayude, proteja y cuide también a las cuidadoras?

Yo espero que ayude, que contribuya. He percibido como parte del feedback de la lectura, que no solo personas que están en la misma situación que estuve yo, pero la mayoría que le ha tocado el cuidado o que ha visto el cuidado en otros, está muy de acuerdo en eso. En que esa cosa super erosiva de cuidar y super dañina no está en ninguna parte, y es un tema que, para mí, como periodista que trabaja en temas de contingencia, yo cada vez que podía relevaba el asunto como “oye esta no es una cuestión mía, es social”. Trabajo en un centro de políticas públicas donde este es un tema. Espero que ayude.

Me parece muy bien que exista la película de la Maite Alberdi y que exista este libro, pero me da rabia que si no existieran esos dos elementos que más encima se conectaron. Porque es super loco. El proceso creativo de Maite no tiene nada que ver con el mío, nos conocemos. Pero si no estuviera ni la película ni el libro encuentro que, sobre todo La Memoria infinita que tiene una masividad y un impacto mucho más global. Que rabia que no se esté hablando de esto, que haya que dejarlo para más adelante si esto sigue pasando todo el tiempo.

Como es una historia tan personal ¿Cómo fue para ti el proceso de escritura? Cuando decidiste que querías que fuera publicado ¿Cómo fue abrirte y exponer tu vida tan íntima y tan personal en este libro?

Esa pregunta yo me la hice harto cuando sabía que lo iba a publicar, cuando ya estaba el okey para publicarlo, porque yo nunca había escrito sobre mí, y no era mi línea de narración. Me di cuenta también, con autores que leí, que he seguido mucho y que me gustan harto, que a veces hay historias tan tremendas que no las puedes contar como si fuera otra persona. Entonces dije; “ya lo voy a hacer y voy a recibir los golpes de vuelta” Porque para mí siempre ha sido una exposición. Todas las novelas que publiqué antes, me dolía la guata, lo pasaba mal. Si alguien me criticaba mal sufría. He vivido un proceso tan expuesto y tan bestia todo. Sentía que ya mi exposición había sido absoluta. En el momento en que yo publiqué en mi cuenta de Twitter que a mi marido le había pasado esto y que yo estaba en la rifa del colegio y que teníamos que vender números, yo sentí que todo lo que yo hubiera querido proteger de mí, de lo que otros pensaran de mí, vieran en mí, era como decir; “Estoy quebrada. Tengo una casa destruida, tengo que reactivar muchas cosas, no tengo un peso, mi marido está así. Trabajo, estoy sola, tengo dos niños”. Siento que esa exposición para mí fue mucho más. Ya la había tenido. Me cuestioné harto antes de que saliera el libro, si esto me iba a afectar a mí en eso, si me iban a doler más las opiniones. Si alguien me decía “tu libro es pésimo, yo iba a sufrir”. Después me di cuenta de que esta historia es tan auténtica, que si no te gusta el libro es porque no te gusta la historia. Si no te gusta la historia es porque en realidad no es una historia linda. Traté de hacer esa separación. Efectivamente en un minuto siento que me solté más y conté muchas cosas que fueron pasando y que son muy tremendas en mi vida personal, pero también sentí que eran parte de ese viaje que hace la narradora. Hay omisiones enormes que yo hice en este libro. A pesar de que me dicen “oye qué serio”. Porque la historia es mucho más heavy, pero yo hice omisiones, que también tienen que ver con decisiones estéticas, narrativas, y de justicia, respecto de los personajes que estamos involucrados.

Me imagino que además cuando ya decidiste publicarlo también lo conversaste con “R”. ¿Qué opinó él? Porque también está súper expuesto él y con todo el drama que está viviendo él también. A pesar de que es tu punto de vista ¿Cómo lo enfrentó él?

Nunca dijo que no lo hiciera, y R siempre me ha apoyado. Yo le dije estoy escribiendo esto y le gustó a esta persona y le gustó a esta otra y ahora está en una editorial y es sobre esto. Me dijo dale, dale, dale. Cuando ya era una realidad que este libro se iba a publicar, yo me empecé a urgir, empecé a auto censurarme a decir “saquemos esto, saquemos esto otro. Que Juanito se va a enojar. La María va a decir no sé qué”. Le dije; ¿qué opinaba? y me dijo que lo único que no le parecía es que saliera su nombre. Porque no le gustaba ser reconocido en general en la vida, siempre le ha gustado estar muy bajo perfil y entonces yo le dije “¿Las iniciales te parecen?” y me dijo sí. “¿Pero quieres que saque algo?” Porque yo le conté, porque el libro no se lo había leído entero. Yo se lo fui leyendo de a poco, pero le contaba más menos de lo que iba. Las partes que tenían que ver conmigo, ni un problema porque yo misma me autoricé a hacerlo, pero lo que tenía que ver con él sí me importaba, si había una sensación, sobre todo lo que tenía que ver con su familia, Me dijo que no. Pero en la escritura tuve mucho cuidado de no irme al chancho en entrar en la cabeza de él. Nunca entro en la cabeza de él. Yo solo digo lo que pasa, o que de alguna forma pasaron, porque también hay ficción. Pero trato de no pensar por él, no sentir por él, salvo algunas manifestaciones de cosas. Por eso después el libro se centra mucho en ella, todo el rato en ella. Porque las mismas predicciones o la idea de lo que puede ser el futuro o la vida, que sigue para adelante. Me hice muchas preguntas éticas y estéticas para escribir esto y era como una paradoja porque yo enseño ética periodística y ética de las comunicaciones. Al final estaba entrampada en la vida privada, la intimidad. En fin, cosas que pasan. Cuando terminé el libro, se lo leí, no había mucho que hacer ya estaba publicado, no hubo un “oye nada que ver lo que hiciste”. Solo una cosa que es muy nuestra que es un detalle, a nadie le puede importar. Eso sí le importó, pero nada más.

Cuando incorporas diálogos de él o comentarios de él. Es en un tono positivo. Dentro de todo también te da un contraste entre todo lo terrible que está viviendo la narradora y que él tenga una visión tan esperanzadora, que todo va a mejorar, que va a salir adelante, como las pocas interacciones que él tiene son súper positivas. Entonces me llamó mucho la atención esa mirada de que él tiene la esperanza de salir adelante. Es interesante como la narradora queda menos positiva o menos esperanzada que él.

Todo el rato, ella es una drama queen. Es así, como que se me viene el piano en la cabeza y miren. Me gustó poder incluir eso que son, es super real. En esa etapa al menos, que fue un momento y es el momento que está narrado en el libro, “R” siempre está mucho más luminoso que ella. Ella está en un túnel todo el rato, porque también está en otras cosas sin parar. Pero esa luminosidad, a pesar de todo esto que es horrible horrible horrible. Me gusta poder plasmarla. Porque en el fondo nada es blanco ni negro, hay muchos grises en este libro. Espero que así se entienda, todo lo que se plantea es desde el punto de vista de las relaciones de pareja, de maternidad, de la vida en general, son cada cual en lo suyo. con muchos grises y nada muy tajante ni determinado. Sin receta al final.

Desde tu experiencia con tus otras novelas. Esta es tu cuarta novela. ¿Cómo sientes que fluyó el proceso a diferencia de las otras? siendo que esta historia era tan personal Empezó sin una intención de publicación, los otros me imagino que sí. ¿Cómo fue esa diferencia en el proceso creativo de escritura?

Lo que pasa es que este proceso fue puro sufrimiento. Porque como iban pasando las cosas y yo iba escribiendo, y después releía y editaba y me acordaba. Volví a vivir ese momento. Fue muy distinto a las otras escrituras que, si bien podían tener algún elemento de mi vida, no estaba tan expuesto, no se notaba, nadie lo podía saber, salvo yo. Entonces si se me caía un lagrimón por un personaje de la novela anterior, solo yo sabía por qué, pero en este caso no. Era todo el rato ahí lacerante. Eso lo hizo un proceso súper de emergencia, como de escribir en la urgencia, de no olvidar. No quiero olvidar porque necesito escribir tal como fue o lo más cercano a lo que fue, y por otro lado, sin ninguna expectativa. Yo de verdad no tenía expectativa de publicarlo. Con los otros libros tuve suerte por el síndrome del impostor. Pero este fluyó, al tiro. Y dije; “Si todo esto está pasando es porque tiene que pasar. No me queda otra, tengo que creer en todo ahora”. Entonces dije “es así ya démosle”. Pero fue un proceso de escritura muy distinto, porque yo no tenía espacios de escritura, como en otros momentos de mi vida en los que yo tenía más tiempo o los desarrollaba en un taller literario que tenía quizás alguien que me los revisara. Yo acá escribía arrancando del cuidado de los hijos, de R, de la vida en la clínica. A veces escribía en la clínica esperando las terapias. En las noches nunca escribía porque siempre estaba sacando cuentas o calculando cosas. Pero en el día, tenía no sé media hora y en media hora. Ahí quedaba.

La novela tiene un tono muy de reporteo. Cómo lo ves ahí. Desde tu mirada como periodista, ¿Sientes que tiene ese estilo más de registro?

Me pasaron dos cosas. La columna vertebral de este libro era una cuestión muy personal, muy diario de vida y por lo mismo muy apretado. Cuando tuve que tomar distancia, hice ese ejercicio periodístico. Objetividad. Yo no soy esa mujer. No soy exactamente esa mujer, tengo que construir una y tengo que tratar de que ciertas cosas funcionen. Esa fue una cosa. Y la otra, es que por primera vez yo estaba escribiendo algo que era verdad. Y no lo quería ofrecer como, “la novela de Lyuba Yez” porque es su historia. No era un reportaje, no era un testimonio. Siempre tuve la verdad respirándome en la oreja en términos de tratar de ser muy precisa en los términos médicos, en los tiempos, según lo que había vivido o evidenciado, en los conceptos. Y por otro lado, como tenía citas involucradas, tenía que tratar de que no pareciera un testimonial mezclado con citas. Entonces era como bien desafiante. Se me fueron mezclando todas las Lyubas; periodista, escritora, guionista entre medio. Eso lo disfruté a pesar de todo lo que sufrí cuando lo escribí. Igual disfruté eso, porque me desafiaba y me sacaba de una cotidianeidad que era muy dura.

Es bien interesante eso que dices de las citas, son tan precisas; Annie Ernaux, la Delphine de Vigan. ¿Tienes un registro de citas o realmente ibas leyendo mientras ibas escribiendo?

Me pasó que yo tenía algunas citas de la Delphine de Vigan, que es una de las escritoras que más he seguido, tengo temas en común de vida con ella y tenía citas guardadas. Pero hay muchos libros que cuando pasó esto, en esas cuestiones de conexión que uno no entiende por qué. Yo tenía hartos libros de duelo. Estaba leyendo harto de eso. Me interesaba el tema. Me había comprado cuatro. Me acuerdo de que, en unas recomendaciones de la María José Navia, fui sacando todos los títulos. Tenía cuatro en mi escritorio y pasa esta cuestión. Entonces la escritura y la lectura iban acompañadas de lo que estaba viviendo. En ese ejercicio, como yo estaba viviendo esto, no rayo los libros, sino que lo escribo en un cuaderno. Y empecé a escribirlas y a guardarlas. Después, cuando empecé a escribir esta historia, empecé a cachar que estas conversaciones como en la cabeza, que yo tenía con estos autores, me podrían ayudar como a conectar con lo que estaba viviendo. Porque en un minuto pensé que no la podía escribir en primera persona, como solo yo, porque va a ser agotador. Va a ser incomprensible y para hacerlo más cercano también y aterrizarlo, lo fui mezclando con otras autoras que escribieron de cosas verdaderas y otras cosas de ficción. Pero siempre con la reflexión respecto de perder algo.

¿Qué te queda después de plasmar tu historia personal en un libro que quede permanentemente? ¿Cómo lo ves a futuro y cómo ves la proyección del libro?

Me encanta mucho lo que ha pasado con este libro. Según el feedback que he tenido con los lectores y con las lectoras, por varias cosas. Primero por la conexión y la identificación, otro por la empatía y esa sensación de muchos que me dicen: quiero abrazarte, que lo encuentro muy lindo. Cuando escribes un libro no estas esperando eso. Pero esos abrazos en algún minuto yo los necesité. Pero por otro lado, me gusta la universalidad de la historia. A pesar de lo difícil que es todavía todo esto y que es publicarlo y hablar de esto, me gusta que yo haya podido escribir esta historia, y haberlo hecho de esa manera.

A mí, como escritora, me gratifica mucho que haya resultado así, que este haya sido el resultado, que no me haya ido, que me haya acelerado en haber hecho un diario o un testimonio que quizás no era el momento. Eso a mí me gratifica mucho como escritora. En términos personales, me encantaría que a este libro le pasaran muchas cosas buenas, que se leyera en muchas partes, que fuera muy conversado, más allá incluso de círculos literarios. Yo encuentro que es un libro que tú puedes conversar a nivel psicológico, psiquiátrico, periodístico, de políticas públicas. Me gustaría que esa vida también la tuviera, que no sea solo un libro sobre la historia de esta escritora que le pasó esto respecto al duelo y chao, sino que tuviera más proyección. Esta historia no termina. Al final uno dice; “qué estoy escribiendo ahora, qué voy a escribir”. Parece que uno no puede salir mucho de eso. En términos personales entra en la duda de si sigo en esta senda de escribir sobre mi o juego a la ficción un rato más y después vuelvo a esto.

Ficha técnica

Título: La noche del nunca más

Autora: Lyuba Yez

Editorial: Seix Barral

Temática: Novela contemporánea

Número de páginas: 240

 

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