PUERTO DE IDEAS Entrevista a la autora de “Las niñas del Naranjel” Gabriela Cabezón: «Yo creo que la conversación es una de las fuentes de conocimiento más sofisticadas que tenemos»

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos a una de las autoras más destacadas de la literatura latinoamericana actual en el Festival Puerto de Ideas. Su trayectoria comenzó con La virgen cabeza (Eterna Cadencia, 2009) y se consolidó con títulos como Romance de la negra rubia (Eterna Cadencia, 2014) y Las aventuras de la China Iron (Penguin Random House, 2017). La versión en inglés de esta última fue finalista del International Booker Prize 2020, y su versión en francés fue seleccionada entre los finalistas del Prix Médicis en lengua extranjera 2021.

Su más reciente novela, Las niñas del Naranjel, ha recibido los premios Ciutat de Barcelona (2023), Sor Juana Inés de la Cruz (2024), Fundación Filba–Medifé (2024) y Perfil (2024). Traducida a quince lenguas, la obra de Cabezón Cámara revisita la tradición argentina con una mirada crítica y contemporánea, explorando temas como la marginación y la resistencia frente a los sistemas represivos. Fue anunciada recientemente como finalista de los National Book Awards 2025 en la categoría de Translated Literature con We Are Green and Trembling, traducción al inglés de Las niñas del naranjel, realizada por Robin Myers.

Esto fue lo que la autora argentina nos contó sobre su última novela y sobre su participación en Puerto de Ideas 2025

¿Cómo partiste en el mundo de la literatura? Tu trabajaste en periodismo en tus inicios.

Trabajé de periodista un tiempo, hice periodismo cultural unos años. No merezco ese título; no tengo la curiosidad infinita y la fuerza investigadora que tiene un periodista. Realmente no merezco ese título. Siempre escribí.

¿Qué es lo que te gusta de la literatura propiamente tal y de la novela como género? Partiste con novelas cortas y luego te extendiste con las novelas ¿Qué te atrae de la novela como género?

De la novela como género me gusta que no se sabe qué es; que no se sabe dónde empieza y dónde termina; qué puede ser una novela y qué no puede ser una novela; y que puede meterse dentro de la novela todos los otros géneros. Es como que no tiene borde la novela.

Tú ya habías escrito otras novelas antes de llegar a esta, Las Niñas del Aranjel. Cuéntame cómo surgió esta historia, una historia que tiene elementos históricos, tiene ficción, tiene personajes, tiene inspiración, tiene un contexto histórico ¿Cómo llegaste a esta temática puntual y a este personaje, Antonio?

El personaje lo conocí en la casa de un gran amor que tuve. Había una acuarela con una persona vestida de conquistador, con armadura, asesinando a un miembro de un pueblo originario, y abajo decía La monja Alférez. Me asombró, por supuesto, la idea de una monja con un genocida vestido de armadura. No porque piense cosas especialmente buenas de las monjas, pero no pienso que son genocidas vestidos de armadura. Me quedó dando vueltas esa figura. Leí después la autobiografía, que es bastante peculiar, y me olvidé por años. Después, en la novela anterior a esta, Las aventuras de la China Iron terminaban en la selva, en la selva paranaense o Mata Atlántica, que es una selva que iba desde el norte de mi país hasta el norte de Río de Janeiro, gigantesca, y es un lugar que amo, que es muy hermoso. Yo siento que el tejido de la vida, que es la vida de la Tierra, de la que somos un pedacito no más, muy dañino pero un fragmentito, se ve más fácil en la selva, yo lo veo más fácil en la selva. Justo en los años en que empezaba a buscar una escritura que terminaría llegando a ésta, estuvieron estos incendios a escala geológica de Australia, la Amazonía, después en el delta del Paraná, en mi país, en la Patagonia. Justo sucedió la pandemia. Obviamente la pregunta era ¿Por qué? La respuesta es bastante simple: capitalismo, capitalismo tardío. Este extractivismo feroz, concentración de la riqueza y, por ende, del poder en muy, realmente muy pocas personas hay una concentración histórica como nunca antes, ni en la época de los reyes la riqueza estaba así de concentrada. Hay una decisión de estos lunáticos de hacer mierda todo, aunque se acabe el mundo, total, ellos, que son pocos, van a tener seguramente un lugar donde esconderse. Todo esto me remitió a la Conquista, que es tal vez el crimen que da origen a todos estos siglos de genocidio y ecocidio y racismo, asquerosidades de toda índole. Hablando con mi editora, Ana Laura Pérez, le dije: “¿Te acordás que a vos te interesaba este personaje, la monja Pérez?” Cuando me lo dijo, ¡pum!, es como que se me articularon todos estos intereses, o más bien inquietudes, angustias, alegrías y fascinaciones. Pareció ordenarse todo en torno a un eje. Después estaba toda la cuestión lingüística, de jugar a inventar un castellano antiguo, jugar a inventar un castellano todo atravesado de Guaraní, jugar a mezclar muchísimos puntos de vista, todo lo que pudiera, y salió esta novela.

¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Hiciste una investigación a fondo del tema, de la época de la colonia, del personaje o trataste de tomarlo como punto de inspiración y el resto fue más creativo?

Fue básicamente creativo, pero sí había leído su autobiografía. Sí recurrí a una profesora especialista en sexualidades en la Colonia, una profesora de CUNY, universidad de Nueva York, Ariana Sidney, que me pasó con una generosidad alucinante sus apuntes para dar clase. Entonces, en vez de estar investigando tres años, lo resolví en un par de meses. Sí, una suerte. Desde los seis años que lo que más hago en la vida es leer. Algo queda.

Mencionaste el mundo de la selva, los personajes, la vegetación, los animales. ¿Cómo funciona este contexto para ti para crear un mundo, un ambiente para narrar la historia? ¿Qué tan importante ese espacio?

Yo intento que no sea un ambiente, sino una parte importantísima del tejido de la vida de la tierra, que somos una partecita. Intento eso, intento jugar a tratar de representar algo que es imposible de representar, pero no por ser imposible iba a dejar de intentarlo.

Te iba a preguntar por las temáticas que aborda la la novela, ya que obviamente pasamos por muchos temas. Pasamos por el tema del personaje, su transición, el tema del género, las formas en que está construido el personaje, esa violencia, ese poder que tiene el personaje Antonio, la monja. ¿Qué elementos del personaje son los más importantes para ti. ¿Qué puedes destacar del personaje protagónico?

Su plasticidad, tal vez. Su posibilidad de transformación infinita. Al final hace una transformación mucho más grande, de género.

Eso es muy interesante porque se va construyendo desde el comienzo, es un personaje con muchas capas. Por eso me parece tan interesante. Que tu personaje protagónico sea alguien que tiene esa es ese poder, esa violencia,  también ese rol como combatiente. Puede resultar complejo de comprender o quizás empatizar con su conflicto. ¿Cómo lo haces también para abordar un personaje que puede tener esas complejidades como para acercarlo al lector?

Traté de imaginarme un punto de vista. Es como el punto de vista de él, con el que yo no empatizo mayormente, hasta un punto, hasta un punto en el que sí, no solo no empatizo, sino que no quiero tener a una persona así cerca. Fue un genocida, participó de la conquista de la Araucanía. Por suerte perdieron. Por suerte nadie puede con los mapuches, me alegro mucho. Abrazo a los hermanos y a las hermanas mapuches. No pudieron los españoles y no pudieron los chilenos, y no pudimos los argentinos. Aguanten los mapuches. Pero él participó de una cosa espantosa. Entonces, en muchos sentidos es un personaje con el que obviamente, no empatizo. Pero como es ficción, lo pude poner en otra situación en la que él es un personaje, vos lees su autobiografía, sea o no sea de su autoría, es un texto de la época y a mí, la verdad, me gusta pensar que es de él y se acabó el problema. Es un texto que es pura acción, es un texto en el que no hay reflexión. Las oraciones son cortas, muy sencillas: sujeto, verbo, objeto, se acabó la carrera. Es alguien que hace. Vive como si fuera una piedrita que se saca de una montaña y se va volviendo un alud. Y si tiene alguna página de reflexión o de algo que pareciera que tuviera algo de interioridad, es solo cuando mata al hermano, que sí, eso lo lamenta. Pero yo agarro y lo pongo en otra situación, una situación de ficción en la que él está obligado, tiene la oportunidad y casi no le queda más remedio de ver en dónde está, de ver realmente. Porque hay algo que es muy fuerte, de muchos cronistas españoles de su época, y es que, por ejemplo, no ven nada del lugar en el que están. Por ejemplo, cuando Antonio va a Lima, y de Lima le parece interesante subrayar la existencia de un convento, una universidad, un seminario, una catedral, la existencia de lo que es España. Y vas a Lima hoy y ves cosas que no son de Occidente. Imagínate lo que habrá sido en 1620, una maravilla inca, y el tipo solamente ve lo que es él. Eso es una cultura y una política muy occidental: allí adonde fueras “mata todo y lo que no mates volvelo igual a vos”. Empobrecer, simplificar, homogeneizar. Y él, en la selva, con las dos niñas, los dos caballitos, los dos monitos y la perrita, y rodeado de todas esas otras formas de vida, empieza a mirar. Empieza a oler, a sentir, empieza a ser afectado por la forma concreta que tiene la vida en ese lugar, y empieza a formarse algo así como un pliegue, una subjetividad con capacidad de reflexión, una conciencia. Ahí se vuelve más interesante, a mi criterio, a mi gusto.

Las dos niñas también me resultó bien impactante; el contraste de él con estas dos niñas. Cuéntame sobre esta conexión con lo de Miyazaki. es a través de las niñas, ¿Cuál es el también el vínculo de ese ese ese imaginario?

Miyazaki es un artista enorme, que sabe cómo construir personajes de niñas muy singulares, adorables y a la vez fuertes, y a la vez tiernas. También sabe cómo representar la vida más que humana, o distinta que humana, o directamente no humana, de una manera muy hermosa y muy elocuente. Yo creo que es un tipo que habla de lo que hay que hablar con un encanto, a la vez irresistible. Si piensas en La princesa Mononoke, es en la que luchan contra una empresa siderúrgica y matan al espíritu del bosque. Es una maravilla. Lo que me está contando ahí es una enormidad y lo hace con un encanto. También es un señor que sabe representar la ternura. La ternura es muy importante y existe. Es muy importante y hay que darle un lugar, es maravilloso.

Cuéntame sobre qué se viene para ti a futuro, si estás trabajando en algo nuevo . También el tema del capitalismo, el tema político, social son temas que te interesan o que abordas en tu literatura con todo lo que está pasando en tu país, este gobierno autoritario, capitalista, extremo. ¿Hay algo de ahí que te puede inspirar en una futura obra?

Seguramente, porque es algo que estamos padeciendo todos. Yo viajo mucho por mi trabajo, por esta parte de escribir que es más trabajo, que es la parte de ir a todas partes a hablar de lo que hiciste hace dos años. Hablo con muchísimas personas y estamos bastante angustiados, para decirlo con la palabra precisa, abrumados, con miedo. Pero acá, me refiero a la Argentina cuando digo ‘acá’; también en Chile, también en Brasil, también en Colombia, también en México, también en Estados Unidos, también en Francia, también en España. Entonces, dónde a mí me ha sido dado ir, hay muchísima gente que está muy preocupada y angustiada, y todas las conversaciones terminan en: “Vamos a ver qué pasa” y el “vamos a ver qué pasa” es casi la única hendija de esperanza que tenemos. A mí me parece que lo que está pasando, insisto, es que hay una concentración de la riqueza feroz, en la que el 1% de la humanidad tiene la riqueza que es el 16% del PBI global, y 2.500 millones de personas pasan hambre. Le dicen “inseguridad alimentaria” de texto, todas esas formas sociológicas de hablar de inseguridad alimentaria ¡hambre! Me parece que eso no es bueno para la democracia, no es bueno para la paz. Me parece que estamos en un momento jodidísimo. Encima tienen toda la información de cada vez que respiramos, porque se la entregamos voluntariamente con los teléfonos, con las redes. Es un momento muy loco, muy oscuro. La Tierra, la vida de la Tierra, está atravesando una crisis infinita y yo no sé hasta dónde pueden seguir cortando el tejido de la vida de la Tierra sin que desaparezcamos todas las formas de vida compleja. Me parece que no queda mucho para tirar del hilo. Y esto no es una opinión mía, me fijo en los artículos que publica el IPCC, que lo que hace es indexar, revisar miles y miles de estudios científicos de las instituciones más respetables. Estamos en un momento de mierda. Ojalá lo podamos parar, ojalá lo podamos revertir. Pero la verdad que también es muy raro cómo estamos reaccionando. Pienso en toda esa gente que dice: “Yo daría mi vida por mis hijos”. Dale, dale, ayuda a parar esto, no van a tener agua para tomar, no van a tener aire limpio para respirar. ¿Cuándo la vas a dar la vida? ¿Ahora? Y estamos ahí tratando de… pero estamos todos anestesiados, asustados, adictos a los teléfonos. Estamos todos medio tarados. Pero a la vez, también hay un montón de gente hermosa haciendo cosas. Está ahí la ternura. Están las plantas que vuelven a crecer en los lugares abandonados.

Cuéntame un poco sobre la charla que vas a tener más tarde en Puerto ideas. La temática de esta edición de Puerto de Ideas ha sido la escritura, a los procesos creativos, a la palabra, al lenguaje. Cuéntame un poco lo que vas a hablar en la charla, si puedes adelantar algo y contar como la importancia también de espacios como este de conversación con gente en torno a las ideas, a pensamientos, a reflexiones.

Me parece que espacios como este, que juntan a gente de distintos lugares del planeta, con un público tan maravillosamente acostumbrado a la alta poesía como es el chileno, con lectores muy, muy avezados, son espacios en los que se puede hablar lentamente, argumentando, se puede conversar. Yo creo que la conversación es una de las fuentes de conocimiento más sofisticadas que tenemos; es una tecnología de punta, de verdad. Y la lucha por el sentido, y por generar nuevos sentidos, y la cosa lúdica con la lengua, la cosa de deleitarse en la polisemia y escaparnos de toda esta mierda que hace siempre el poder, que es intentar que las cosas signifiquen una sola cosa… y acá estamos, jugamos a todo lo contrario. Y es muy chiquito y, a la vez, es enorme. Es enorme, y me parece importantísimo este tipo de encuentros que propician eso: la conversación, la belleza, la lucha por los sentidos, la generación en las conversaciones de nuevos sentidos, y las conversaciones que se dan en las mesas con micrófonos y también todo lo que pasa a los costados más tarde, que todo eso también es riquísimo. Estoy encantada de que voy a hablar con Daniela (Catrileo), que me encanta. Vamos a hablar de lo que la moderadora, que entiendo que es una persona brillante y exquisita, nos vaya tirando.

Ficha técnica

Título: Las niñas del Naranjel

Autor: Gabriela Cabezón Cámara

Editorial: Literatura Random House

Colección: Random House

Año: 2023

Idioma: Español

N° páginas: 256

Categorías: Ficción Histórica

Ficción: Temas Narrativos

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