Entrevista al autor de «Mínimas» Francisco Díaz Klaassen: «El rol del escritor es descubrir cuál es su máxima»

Por Pilar Alcántara

Gatillados por la escritura y la lectura, estos concisos ensayos, engañosamente simples, permiten a Díaz Klaassen reflexionar sobre la literatura y sus implicancias con la experiencia. Con agudeza y humor, sin escatimar sus enfados y ocurrencias, el lector de estas Mínimas asiste a un universo de asociaciones en torno a la tradición, las genealogías literarias, el antagonismo entre los antiguos y los modernos, sobre el oficio de escribir y sobre la observación de los vicios y virtudes del mundo.

Este libro, ganador del premio del Ministerio de las Culturas al mejor ensayo inédito en 2022, propone un brillante espacio de pensamiento y consolida a Díaz Klaassen como un autor gravitante de la narrativa chilena contemporánea.

Esto fue lo que el autor nos contó

¿Por qué dices que eres un mal escritor?

Buena pregunta. Es parte de un juego. Recién estaba pensando algo, no sé si está relacionado, puedo dar una vuelta larga y a lo mejor llego a tu pregunta. Estaba leyendo una frase de este tipo alemán que dice en un momento: “Si tú no has puesto en peligro tu vida no mereces vivirla”. Una cosa así bien sentenciosa y pensaba: “Qué buena la frase, qué bien suena”. En teoría me hace sentido, pero luego le voy dando vueltas y en mi vida no le hace ningún sentido. Después tú lees los libros de él y dices: “Bueno la máxima funciona perfecta, calza con su literatura, calza con su vida”. Creo que, de alguna manera, esa es la literatura, es el rol del escritor, descubrir cuál es su máxima, cuál es su realidad, que no es la realidad porque a lo mejor no hay realidad, mientras que el lector puede ser más promiscuo e ir viviendo la realidad de los demás. Uno lee Jünger y dice: “Por supuesto que hay que sacrificar la vida, hay que ser valiente”. Y eso no tiene quizás nada que ver con tu vida, o al menos con la mía, yo valiente no soy y no pretendo serlo, tampoco creo que tenga muchas posibilidades de averiguarlo. Pero después puedo ser Sylvia Plath y entender los esquemas sociales que te obligan a vivir. Teniendo eso en cuenta, la idea del buen o el mal escritor, lo que le pasa un poco al narrador, siento que soy el narrador y no soy, siento que el libro me permitió estirar los límites de atreverse a decir esto o no, y de repente esa voz era muy articulada, sofisticada, más de lo que lo soy o no necesariamente, y tenía muchas contradicciones internas. La contradicción interna de no estar en las listas o no seguir esos rollos e igual decir de repente ¿por qué no me lee nadie? ¿por qué escribí ese libro? Y salen notas al pie criticando todo, entrando a la duda de ¿qué pasa si no soy buen escritor? Son varias cosas, uno sería quizás ingenuo si publica un libro y dice: “soy mal escritor”. Por otro lado, con los que me estoy comparando efectivamente, si miro mi producción para atrás, siento que algo falta, que estoy intentándolo, así que por ahí va. La sensación de: “Uff, ya ¿cómo consigo lo que no conseguí?”. Va por eso, pensando que es un camino.

El reconocimiento del año 2022 con el libro Mínimas por el cual obtienes el premio del Ministerio de las Culturas al mejor ensayo inédito. ¿Cómo recibes los premios?”

Soy relativamente paranoico con ciertas cosas, por ejemplo, el logro ese que estuvo muy bueno, mucha plata y que es la razón por la que lo publiqué en el fondo. Eso y la bondad infinita de mi editora que se la jugó que dijo: “Este libro es raro, me gusta”. Creo que ese premio no lo habría ganado con nombre y apellido, eso puede ser mi paranoia. No sé si tengo una base real, en un sentido quizás porque vivo en mi mundo y no soy demasiado parte del mundo literario. No conozco lectores, no he tenido buenas críticas, creo en general, no salí en la lista de nadie más allá que tú querías hacerlo, nadie dijo: “Este libro estuvo bueno”. Siento que pasó medio desapercibido, tampoco sé qué percepción habría uno que tener. Como que vivo en mi cabeza.

Mi impresión es que los premios han sido súper esporádicos, el Bolaño lo gané con un libro que siento que es el peor de todos que si por mí fuera debería desaparecer. Hay un par que les tengo harto cariño que no los leyó nadie, no fueron criticados en los diarios, en esa época en la que todavía había más prensa, ahora que la crítica está desapareciendo. Uno debería quizás aplaudir lo que llega solo que mi parte paranoica dice: “Eso llega porque es una multinacional. Aunque fuera cualquier otro libro llegaría lo mismo”. Y es algo que probablemente no se soluciona porque es un problema realmente mental, está alejado del rango de los libros. Así lo veo yo, siento que van separados. Yo en mi vida, luego la vida de escritor y luego la vida crítica.

¿Qué hizo que para otras personas sí fuera atractivo?  ¿Por qué atribuyes que te ganaste el Bolaño con el libro? ¿Por qué no cumplía todas las expectativas?

No tengo idea. Estaba bien escrito, tenía buen oficio, lo pienso para atrás y esto ahora no me interesa a mí. Lo siento ingenuo, que no lo escribiría, ahora probablemente. Eso creo que les pasa a todos los escritores, me imagino, al mirar para atrás. No me pasa con otros, por ejemplo, con el anterior a ese no tengo esa sensación, no me da vergüenza propia. Como decir: “No, no leas ese léete este otro”. Lo que te digo lo digo y después pienso: “Oye qué idiota si en realidad está bien que genial ganar algo y que alguien te diga que le gustó más que otras cosas”. Pero igual los premios cuando uno ya está al otro lado realmente saben que hay otras cosas, hay una política de por medio, hay buenas ondas. Está bien aprovecharlo, pero tampoco creer: “Mira soy el mejor o dejé de ser el mejor”. Hay libros que les tengo mucho cariño que no ganaron absolutamente nada y no los leyó nadie. Entonces ¿hay realidad o no hay realidad?

De acuerdo con lo que planteas en este libro. Sin querer spoilear, ¿qué es la literatura para ti?

El encuentro entre esas dos cosas. Una de representar la realidad, de así entenderla y otra persona que así la entiende durante el momento que dura la lectura. Creo que es comunicación entre muertos. Los muertos que están muertos porque están en el pasado y los muertos que somos nosotros, porque dejamos de repente de existir, cuando estamos leyendo algo que nos atrapa. Eso va variando, porque lo que me atrapa a mí no va a ser igual para el que está al lado mío. Siento que si se llega a esa especie de conexión todo tiene sentido.

El tiempo al que tú te refieres cuando terminamos el libro.

El tiempo mientras lo lees. Porque de repente estás rodeado de gente, pero estás leyendo algo tan bueno que te saca del mundo y no consigues encajar bien. Estaba leyendo un libro de Saroyan, que al final me decepcionó mucho, aun así, el libro me atrapó tanto que cuando lo iba a terminar alguien me habló y odié a esa persona, durante ese momento. Me pidió un favor y mientras ayudaba no estaba en ese momento, mi cabeza estaba atrapada en otro lado. Después vuelvo, termino el libro que me quedaban dos páginas, se acaba y estas raro después, no te quieres mover, no quieres hablar con nadie. Estás presente en el mundo, pero igual no estás. Te vas a otra parte que no existe, y eso a lo mejor lo escribió alguien que lleva 100 años muerto, a lo mejor 200. Y tú lo resucitaste un segundo. Eso para mí es la literatura.

El libro es directo, hay una visión crítica a la literatura chilena y a quienes quieren perpetuarse en ciertos lugares, habla de mediocridad, de que se perpetúa la mediocridad con los no cambios de ciertas figuras de la literatura. ¿Esa visión te ha traído problemas, o ya es parte de tu estilo? Entre escritores ya saben que eres agudo en ese sentido.

No me comunico mucho con escritores, siempre tengo la sensación de que nadie me toma muy en serio, todos se ríen de mí, eso puede ser de nuevo la paranoia. Igual es raro, porque yo creo que antes era más odioso. Hay una especie de personaje que lo he pensado para resguardar mi escritura. Si la persona es odiada, la escritura se salva. No sé si eso se entiende, pero si estuviera haciendo muchos amigos, estaría haciendo las cosas que veo en otros. Mi paranoia se explotaría. ¿Me publican porque escribo bien? ¿O me publican porque soy amigo de esto? Entonces si nadie me quiere, tengo que llegar a la conclusión de que la escritura quizás no es mala.

He sentido en el último tiempo mucha más ternura, a lo mejor me estoy poniendo viejo, que de repente alguien escribe un libro y tú dices: “Esta persona me cae mal, me cae pésimo”. Pero está tan pobre el panorama que ya escribir un libro me parece algo especial, aplaudible. Dicho eso, hay mucha mafia, pero hay mafia en todo. En las universidades, quizás si hubiera vivido aquí sería parte de esa mafia. Es fácil desde afuera decir que son todos terribles, porque no tengo que pagar, no tengo hijos, no tengo grandes gastos, he podido sacrificarlo todo a eso. Eso es una posición muy burguesa, cómoda, en la que me he mantenido, me he movido con cierta libertad. Es fácil desde esa perspectiva decir: “Estos tipos están vendidos”. A lo mejor esos tipos y tipas que están vendidas tienen que pagar cosas y la literatura no les importa tanto. Quizás eso es ahora que estoy más blando en mi vejez.

¿Hay un cambio entre la persona que escribe Mínimas y el escritor del 2024?

Claro, es que la persona que escribe es en ese espacio que te permite exagerar, verlo todo desde el vacío, del blanco y negro. Como esto es esto, si tú no sigues este camino, te estás vendiendo, o vendiendo la literatura. En realidad, en la persona misma que soy no sé si pienso eso, porque al final todos nos vendemos. Es estar vivo.

El libro se menciona esta dependencia que se tiene en el arte para poder sacar adelante los proyectos. Cuéntame de esa sensación de dependencia para poder hacer literatura, particularmente en tu caso.

Lo he visto siempre como una empresa muy individual. Porque solo soy como soy. En ese sentido quizás no transo, pero noto, por ejemplo, en los alumnos, en otras generaciones, que esa idea de la literatura individual no se ve tanto. Tuve alumnos que leían en voz alta las novelas que leíamos en clase. Casi los eché de la sala, quizás es otro mundo. Hay muchas aristas. Está la sensación del artista solitario, por otro lado, también aparecen los corpúsculos de la necesidad. Si postulas a unos fondos de algo más te vale que hagas clic en estas cajitas que son lo que te van a revisar y si no las tienes, no te vas a ganar eso. Entonces, al final hay que maniobrar dentro de la precariedad. Lo individual es raro. Es muy curioso, porque de repente en una entrevista se tergiversó mi opinión respecto al individuo. Decía que creía en el individuo y no en los grupos, sonó que estaba haciendo una apología del pensamiento libertario, un poco menos, el individualismo económico, personalizado. Y no, tiene que ver más bien con la idea del grupo como mafia, con la idea del grupo, de esconderse en esa cosa media mediocre y de que todos hacemos lo mismo, entonces todos llevamos el poder, mientras que el individuo tiene que valerse por sí solo. O sobrevives o te jodes. Y curiosamente que no tengan que ver ni con ideas políticas, todo lo contrario. Es raro eso, lo que no quiere decir que uno no esté a favor de las comunidades. Tiene que ver más que nada con la obra, cómo se genera una obra, cómo se piensa la obra. Mi experiencia siempre ha sido desde lo personal, siempre ha sido algo solitario, aunque uno tenga amigos, pero en el momento en que tú enfrentas eso, es una soledad bien extrema. La lectura es eso. Es una soledad bien extrema que realmente está compartida solo que con una persona con la que no puedes comunicarte. Quizás no hay nada más triste que conocer a un escritor o escritora y darte cuenta de que no cumplen ninguna de las cosas que tú esperabas, que son gente normal, gente probable, narcisa, desagradable, más tonta en general. En vivo todos somos más tontos porque no puedes pensar las frases ni el ritmo. Es eso, en el fondo eso solo funciona con los fantasmas que quizás no existen.

El narrador de Mínimas pareciera que conoció a todos los escritores, que estuvo en todos los tiempos. Me lo imagino sentado con Nietzsche y con Borges, quizás también con Shakespeare e imagino que estuvo en todos los tiempos, que sabe mucho. ¿Para quién estaba pensado ese libro? ¿Qué tipo de lector buscaba o simplemente a quién le llegará el mensaje?

Creo que era reaccionario. Por ejemplo, me acuerdo de que se lo di al jefe que tenía en la Católica y lo empezó a leer y me dijo: “Ah, se nota que tu formación es de literatura inglesa”. Y me lo quedé mirando, pensando que era todo lo contrario. Es esa cosa académica de: “Tú estudiaste esto, tú sabes esto, tú vas a enseñar esto, entonces esto sabes”. Y la literatura no es así, puedes pasar de Cervantes a quien sea, a Lawrence Stern, porque entre ellos se conectan. Quería escribir algo que fuera así, que fuera muy aleatorio, que hubiera europeos, que hubiera árabes, que hubiera ingleses, que hubiera contemporáneos. En general más que contemporáneos que hubiera más que nada viejos. Gente que ya pasó la hora, porque entre la academia y el mundo editorial es todo lo nuevo, nuevo, nuevo, lo único que existe casi. O todo lo que se puede etiquetar, marquetear, esto es esto, esto es lo otro. La literatura es mucho más gris, es mucho más imprecisa, es ambigua y se mezcla todo. Quería que fuera un mundo paranoico en el que solo existen las conexiones que hacen dentro de ese libro, que fuera una caja de resonancia infinita. De Borges puede saltar a Shakespeare, pero también puede saltar a este otro, que no fuera un pasaje o un caballo de carrera que solo puede ver el camino de: “Ya esto es mi tesis, entonces enseño esto”. Eso se ve mucho, si vas a hablar de la minoría entonces tienes que hablar de este libro, o si vas a hablar de la ecocrítica, entonces este es el libro, y es como que es temático y qué fome vivir temáticamente. Leer temáticamente, es casi que te digan que los lunes tienes que leer esto, los martes tienes que leer esto. Todo demasiado encasillado, eso me vuelve loco, me desespera un poquito.

Si bien el ensayo es breve, a veces lo tuve que leer más de una vez. Desde ahí es muy atractivo porque es un libro complejo, pero al mismo tiempo entretenido donde un lector puede aprender mucho y te invita a mejorar para no ser una, como mencionas en el libro, “ignorante literaria”.

Si te fijas, es un poco el juego. Buscar autores rebuscados que no conozca nadie y los voy a proyectar de una manera tan casual que es como que cualquiera los conoce. Cuando en realidad hay unos que los conocí solo porque estuve en un doctorado y un profesor me mostró. No porque yo esté ahí en un archivo, es el engaño de la literatura, poder darle vuelta a la frase 40 veces para sonar mucho más inteligente de lo que soy. Al final ese es el juego. Cómo presento a alguien y cómo lo va a leer el otro. Buenísimo que se disfrute. 

En el libro se menciona que «La barrera del Lenguaje es la que permite formar parte – o vedar el acceso- de la sociedad humana» ¿Cómo se relaciona esta idea con la precariedad de vocabulario y las distorsiones del lenguaje en la actualidad?      

Si no me equivoco, la cita habla de Conrad. En su literatura el lenguaje es mucho más que una herramienta para la comunicación; es un sistema cultural que separa a la gente en burbujas solipsistas. Si no hablas el lenguaje del otro, ese otro va a permanecer en la oscuridad. Y tú serás su oscuridad. Yo no veo precariedad de por sí en el lenguaje (esa es una valoración moral de un fenómeno natural), pero sí veo tal vez burbujas solipsistas. Lenguajes que ignoran los otros. Mundos autosuficientes.

El lenguaje pensado en la letra mayúscula. En este caso que hay una brecha y una situación bien interesante generacional. Me recuerda a los años 50, los jóvenes que escuchaban a Elvis y la generación más vieja que tenían una brecha que parecía que no se podía traspasar. En el sentido de las nuevas generaciones, crecí viendo cosas, películas, que eran de antes de que hubiera nacido, que era algo obvio, leyendo libros hacia atrás. Para las nuevas generaciones posteriores a las redes sociales, la historia empieza el año que nacieron.

¿Qué se viene para este 2024 desde lo soberbio de la escritura y desde la humildad de la literatura para ti?

Estoy trabajando con dos novelas hace mucho tiempo y quiero creer que puedo terminar al menos una este año, ojalá antes de cumplir los cuarenta y ser ya oficialmente no-joven.

Ficha técnica:

Título: Mínimas  

Autor: Francisco Diaz Klaassen 

Editorial: Alfaguara

N° de págs.: 236

Año: 2023

Idioma: español

P.V.P.: $17.000

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