Entrevista a la autora española Inma Pelegrín: “Así como la vida, Fosca está hecha de maldad y de ternura”

Por Julio Olivares

La escritora española Inma Pelegrín (Lorca, 1969) ha sido galardonada con el III Premio Lumen de Novela, dotado con 30 mil euros y la publicación en todo el territorio de habla hispana, por la obra Fosca. En esta edición del galardón, que busca “alentar la creatividad y continuar dando protagonismo a las escritoras en todo el ámbito en español”, el sello especializado en literatura femenina recibió 402 manuscritos, incluyendo dieciséis novelas chilenas.

Fosca es un inquietante thriller rural sobre la pérdida, la crueldad y el fin de la infancia ambientado en un mundo donde la ternura escasea y la violencia se multiplica. El jurado destacó que en la obra “un chico dotado de una sensibilidad especial debe aprender a defenderse en un entorno claustrofóbico y hostil donde sin embargo es posible la ternura”, que “el lenguaje es un personaje más en esta antinovela de iniciación” y que se trata de “una historia que se lee con los sentidos y el corazón”, y que conversa con autoras como Selva Almada, Dolores Reyes o la película As Bestas de Rodrigo Sorogoyen.

En Culturizarte tuvimos la oportunidad de acceder a una conferencia de prensa organizada por Penguin Random House desde Madrid en que entrevistamos a Inma Pelegrín acerca de su laureada novela, que además es su debut en la ficción, pues su carrera había estado dedicada hasta ahora a la poesía, con títulos destacados como Trapos sucios y Cuestión de horas.

Esto fue lo que nos contó.

¿Cómo se enteró de que había ganado el premio?

Estaba tendiendo la ropa cuando sonó el teléfono, un número desconocido. Para nada se me ocurrió que podía pasar algo así. Fue una sorpresa gratísima, una alegría muy grande, y la verdad es que estoy todavía un poco abrumada y necesito unos días para hacerme la idea de lo que me ha pasado. Significa muchísimo para mí estar aquí en Madrid hoy y sobre todo publicar con Editorial Lumen.

¿De dónde viene el título Fosca?

Fosca es una palabra un tanto extraña. En algunos lugares del norte de España significa niebla. En el sur, de donde soy, se le llama fosca a los días en que hace un calor insoportable, con más de 40 grados, y viene una nube de tierra desde el desierto de Sahara que hace que el cielo se ponga turbio. No vemos el sol, no vemos las nubes, ni prácticamente nada a menos de 100 metros. Ahí la gente dice “Pero que fosca”. Entonces es una palabra diferente según donde la digas. El libro no aclara demasiado dónde ni cuándo sucede, entonces utilizo esa misma imagen porque a veces en la vida las cosas no quedan claras. De ahí viene el título. La historia transcurre en unos días de muchísimo calor y los personajes andan inmersos en esa fosca que, al final, es un personaje más de la novela.

¿Qué elementos de su propia persona podemos encontrar en la novela? ¿Qué tan identificada se siente con ella?

El protagonista de Fosca tiene una dificultad para reconocer los rostros, para conocer a las personas por el aspecto de su cara. Eso se llama prosopagnosia y es una condición que yo también tengo. Quería hablar de ese rasgo en una novela y sí, me siento identificada. Así como la vida está hecha de maldad y de ternura, creo que la novela también está hecha de maldad y de ternura, y de que todos somos capaces de hacer cosas que a lo mejor no queremos que se sepan.

¿Hay en la novela algo de expiación de sus demonios internos?

Sí que tengo muchos (demonios). Sí, quizás la literatura sirva (o me sirva) para experimentar cosas que en la vida real no puedo. Me gusta poder vivir vidas que no voy a vivir en la realidad, pero me gusta imaginar que soy otra persona. Al fin y al cabo para eso son la literatura, la fantasía, el arte. Y sí, me sirve también para comprender que todos en una determinada circunstancia podemos ser quien no queremos ser, que esas circunstancias pueden arrastrarnos a lugares en los que no queremos estar.

En la novela los personajes manejan distintos niveles de habla. ¿De dónde viene esa mezcla de lenguajes y de registros?

Sí, hay una diferencia en el lenguaje que utilizan los miembros de la familia. El chico -protagonista- es el único que ha tenido la oportunidad de ir al colegio. Los demás no han podido o han dejado de ir. De hecho el padre no quiere que vayan. Entonces su conversación consigo mismo tiene un nivel diferente al que utiliza cuando dialoga con los demás, que es un habla muy característica de la zona de Murcia, donde transcurre la historia. Me gusta pensar que cualquier lugar puede ser un lugar literario y que cualquier lengua puede ser una lengua literaria, no solo los que conocemos. Mi idea era explotar esa parte.

¿De qué manera el paso de la poesía a la novela influyó en su proceso creativo?

Más que un paso, creo que ha sido lo natural. Para mí hay cosas que puedo transmitir utilizando un poema, y hay cosas como esta que no podría escribir en un poema o ni siquiera en un poemario. Es como cuando estamos hablando: a veces utilizamos un lenguaje más lírico y otras veces uno más prosaico. Pero he estado muy a gusto cuando escribo poesía y he estado muy a gusto escribiendo esta novela.

No sé si fue la mejor manera de decir lo que quería decir, pero es la única que encontré y lo que me pidió esta historia. En este caso, Fosca me pidió una novela corta -de 100 páginas aproximadamente-, a lo mejor porque no sabía escribir una larga (ríe). Pensé que ya estaba, que con lo que había dicho ya estaba dicho lo que quería decir, que más sería rellenar.

Así comienza Fosca, disponible en librerías desde septiembre:

“Todavía no se han callado los grillos y ya están cantando las chicharras. A pesar de lo temprano que es, chillan como si fuera mediodía. Es un ruido aburrido, tanto que a veces se te olvida que las estás escuchando y de pronto, no sabes por qué, te das cuenta de que las habías dejado de oír aunque no han parado ni un segundo de chirriar, entonces es como si subieran el volumen, todas a la vez. Como si crujieran dentro de tu cabeza.

Las oigo desde la cama. Mis hermanos duermen. Por suerte no han empezado todavía con el festival de peos. Todas las mañanas lo mismo. En cuanto se despiertan, empieza el concierto y cuanto más fuerte se escuchan los peos más asco me da y más lo disfrutan, retorciéndose en el colchón, apretando todo lo que pueden, que cualquier día se les darán la vuelta los culos como a las gallinas cuando se les atasca el huevo. Luego salen corriendo a mear a la calle en calzoncillos, haciéndose la zancadilla y dándose, unos a otros, empujones y castañetas en la picha.

Mejor me levanto ahora antes de que lo hagan estos tres y empiecen con sus mierdas. No quiero llevarme una colleja por estorbarles en su carrera hacia la tapia. Me ponen de muy mala leche y a ellos les gusta hacer todo lo que me encangrena. Su deporte favorito es verme jodido, a ser posible llorando. Mejor me voy con Madre a la cocina.

Esta noche no se movía una gota de aire. Padre salió a la calle a fumar un celtas y al final terminó el paquete. A mí me gusta sentarme en el poyete de la placeta cuando Padre no puede dormir. No hablamos de nada. Él sabe que estoy ahí pero es como si no me viera. Enciende un cigarro tras otro y mira, sin mirar, hacia la noche. Como viendo algo que nadie más puede ver.

Sombra vino a poner la cabeza sobre mis rodillas, a reclamar su ración de mimos nocturnos. Metió su cabeza bajo mis manos para hacerse sitio y la movió hacia los lados para autoacariciarse. Sombra siempre está conmigo. En cuanto escuchó que salía, aún no había puesto yo un pie en la calle, ya estaba pegada a mí. A mi pierna derecha. Me sigue a donde vaya excepto dentro de casa. Sombra tiene prohibida la entrada. Según Madre, es una guarrería. Las casas son para las personas y sólo para las personas.

Sombra tiene su hoyo frente a la placeta. Allí es donde duerme y pasa la siesta. Allí es donde se queda a esperar a que salga de la casa cuando estoy dentro. El hoyo le ayuda lo mismo para el calor que para el frío, allí se acurruca y espera pendiente de la puerta. Ella sabe que soy yo antes de que se abra. Si es otro el que va a salir, levanta la cabeza y empina la oreja, que tiene gacha, con desinterés, sin sollisparse. Si soy yo, antes de que pueda verme, antes de acabar de abrir la puerta, ha dado un salto y está en la baldosa meneando el rabo”.

Ficha Técnica

Título: Fosca

Autora: Inma Pelegrín

Editorial: Lumen (Penguin Random House Grupo Editorial)

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