Por Galia Bogolasky
Entrevistamos a la documentalista chilena, quien nos contó sobre su documental Haydee y el pez volador que se estrenó esta semana en Ondamedia y que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el reciente festival REDFECI.
La directora Pachi Bustos (Actores secundarios, 2004; Ángeles negros, 2007; Cuentos sobre el futuro, 2012), nos ofrece un retrato de Haydee, una mujer que lleva 40 años luchando por la justicia para las víctimas de violaciones de Derechos Humanos, pero hoy enfrenta una batalla más íntima: el fin de un largo juicio que condene a sus torturadores, los asesinos del hijo que llevaba en su vientre.
¿Cómo llegaste a la idea de contar la historia de Haydee y el pez volador? ¿Cómo llegaste a Haydee?
Conocí a la Haydee mucho tiempo antes de empezar la película. La conocí porque me tocó trabajar en un proyecto de investigación sobre historias de sobrevivientes de prisión política y tortura y así, investigando e investigando, por algún dato llegué a la Haydee. Nos conocimos, la entrevisté, se convirtió en el piloto de ese programa, pero un programa que nunca vio la luz, pero se quedó en el guion, en el piloto. A raíz de ese contacto iniciamos una relación más cercana, más cariñosa, cada tanto nos juntábamos a tomar café, nos mandábamos correos de qué ha sido de la vida.
Entonces se fueron dando las circunstancias hasta que, en 2014, en una de esas juntas, ella me cuenta que su proceso judicial, que se había iniciado hace diez años, entraba en su trama final. En esta misma circunstancia ella se había reencontrado con Alejandra Matus, a la que tampoco había visto en diez años, y que juntas habían ido a conocer a Vicente, que era este señor ciudadano anónimo, que había presentado la querella en nombre de ella aún sin conocerla.
Todos estos puntos se empezaban a unir. Me contó, que Alejandra había escrito un segundo nuevo reportaje para The Clinic que se llamaba Un héroe improbable. Yo leo ese reportaje de la Alejandra que relata cuando ellas dos van a conocer a Vicente, sin saber si estaba vivo o muerto, cuando tocan su puerta esperando a ver quién salía. Finalmente, un día 11 de septiembre se reúnen con él. Alejandra describe tan maravillosamente ese encuentro, describe a Vicente, por primera vez veo fotos. Inmediatamente se me armó una película imaginaria que tampoco tiene que ver exactamente con la película que resultó.
Pero ese fue mi punto de partida, la inspiración de haber conocido a Haydee y conocer toda su historia, pero también de haber leído el reportaje de Alejandra. Ella puso en valor todos estos personajes anónimos que se habían cruzado, que habían hecho algo por otros de manera solidaria, desinteresada y que estaban vivos. Yo dije; esta historia hay que contarla y el primer proyecto se llamó Vidas cruzadas, pensando en relevar la historia de Vicente, de Alejandro Solís, de Haydee y de Alejandra Matus. El proyecto fue mutando, pero ese fue el punto de partida. La posibilidad de unir a esos personajes, contar esa historia del pasado y, además, ser testigo de la última trama de la recta final de un proceso judicial que ya llevaba diez años y que podíamos ser testigos de un fallo que podía ser potencialmente histórico, así empezamos.
Ella es un gran personaje, es adorable. Uno se conmueve profundamente con su historia. Han sido 40 años de un proceso súper largo y llega el juicio. Además, está enferma de cáncer. La escena de cuando le están haciendo el examen y empieza a recordar las torturas es súper fuerte. ¿Cómo trabajaste este tema de su enfermedad?
Esas son cosas que sucedieron durante el rodaje, que no estaban en ningún guion, en ninguna planificación. De hecho, este cáncer que aparece es posterior al fallo judicial. En la película está entremedio, pero en los hechos históricos sucedió después. Cuando nos cuenta que está con estos síntomas y que ya se detectó que tenía un cáncer de mamas y que tendrá que iniciar estos procesos, nosotros nos vimos enfrentados a la decisión de si incluir o no eso en la película. Decidimos incluirlo por varias razones; porque todavía estábamos grabando, porque sentíamos que tenía mucho que ver con lo que ella había vivido, todo este estrés postraumático, el largo y desgastante proceso judicial que ella había vivido, obteniendo finalmente un fallo histórico, pero muy poquito de justicia. Esto tiene que ver justamente con la memoria del dolor, con todos estos eventos traumáticos que experimentó en su vida y que en algún momento detonan en este cáncer.
Decidimos incorporarlo, se lo contamos a Haydee, ella estuvo de acuerdo, como siempre estuvo de acuerdo con todo lo que le propusimos. Es una persona muy dispuesta, abierta, comprometida, generosa de abrirnos su vida, pero llegar a esa escena fue otra cosa. Nosotros sí podíamos estar en todas las instancias, pero yo no sabía exactamente cómo ella iba a reaccionar. Nos había dicho que en exámenes previos estaba súper nerviosa, grabamos una sesión con una masajista, como una especie de reiki porque la tenía muy nerviosa, la sola posibilidad de someterse a estas intervenciones. En todas las sesiones de tortura siempre hay médicos, entonces, la situación de hospital, metales, todo ese universo, le producía mucho trauma.
La acompañamos y todo empezó a suceder de manera inesperada, porque la enfermera realizó una entrevista de rigor como la que le haría a cualquier paciente, sin saber que la paciente que tiene al frente le va a relatar: «sí, yo he sido a sometida a muchas intervenciones quirúrgicas porque yo soy sobreviviente de prisión política». La enfermera estaba muy impactada. Un relato increíble por parte de Haydee que quedó registrado. Acto seguido viene el procedimiento de extraer sangre, que es una cuestión de rutina para cualquiera de nosotros, pero que para ella tiene otra connotación. En esa situación nosotros no sabíamos que ella iba a reaccionar así y después en el montaje tuvimos nuevamente ese discernimiento. ¿Esto es materia de película o no? Es muy fuerte, genera morbo, es muy doloroso, lo ponemos o no lo ponemos y al final fue: «Sí, tenemos que ponerlo, de alguna manera hay cosas que tienen que quedar suficientemente claras en esta película». Y una de ellas es justamente esa memoria del dolor que queda, aunque hayan pasado 40 años, queda impregnado en tu cuerpo, en tu piel, en tu memoria, eso que viviste no se va, es como un espiral que siempre vuelves a pasar. Estás en situaciones semejantes y vuelves a pasar por el mismo lugar y queda ahí.
Habíamos tenido el desafío para dar cuenta del tema de la tortura, y cuando se presenta esta situación tan dolorosa sentimos que realmente nos permitía mostrar lo invisible, lo que no era accesible, que tenía que ver justamente con esa huella de la tortura que permanece en los cuerpos, aunque las cicatrices ya no estén. Es un gran tema para condenar en un caso de tortura, porque ya no hay huellas, ya no hay evidencia, tu cuerpo se borró, tus huesos se volvieron a formar, pero acá habían muchos factores que permitían hablar de eso y en este caso ésta fue una manera de mostrarlo. Fue heavy también porque están todos eso gritos, esas expresiones de un dolor muy genuino que incluso las cortamos un poco porque ya era mucho, pero era muy potente para nosotros que estábamos allí al lado. Yo le tenía tomada la mano y fue muy fuerte para todos. Y para ella de verse también.
¿Cómo fue el proceso para ella? ¿Quería ver el material o esperó al final que estuviera lista la película?
Al final. Nunca vio nada, nunca pidió ver nada, fue muy generosa, nunca me dijo «ya, yo les doy permiso, pero ustedes me muestran antes un corte, porque necesito estar de acuerdo porque estoy exponiendo mi intimidad, mi vida», no. Ella siempre fue súper abierta. Lo que facilitó esto es que también tuvimos un diálogo permanente durante todos estos años, estuviéramos grabando o no, siempre nos juntábamos a un café o a almorzar una vez cada un par de semanas, nos íbamos actualizando. Ella siempre me contaba: «La próxima semana tengo que ir al Congreso a exponer». Para mí era muy importante estar atenta a todas las cosas que ella iba realizando, que eran miles de acciones, porque hace miles de cosas. Entonces, ver qué cosas nos eran más interesantes para grabar, siempre tuvimos ese diálogo y yo también le iba contando en qué estábamos, en qué proceso, que ya empezamos el montaje, que tal persona iba a ser la montajista, pero aún con todo ese conocimiento y sabiendo todo lo que habíamos grabado, ella no sabía cuán lejos o cuán cerca estaba cuando yo grababa, que con un lente podía estar acá o con otro grabando cinco metros más allá y está más cerca.
Hay escenas como la del cementerio, que es una conversación íntima con su mamá, que parece que fuera como un acto más performativo, una puesta en escena de que ella vaya a conversar con su mamá, pero son cosas totalmente genuinas. Hay varios momentos en la película que reflejan esa fragilidad, esa intimidad y ese dolor. Ella no tenía tanta conciencia de que estaban esos momentos en los miles de cosas que grabamos. En principio fue chocante para ella, verse de esa manera, no se reconocía: «yo no soy esa llorona que está ahí». Debes pensar que ella es una dirigente de Derechos Humanos, va a la cabeza de reuniones representando a los familiares. Se enfrenta a los ministros, a la gente del Congreso. Ha tenido, en los últimos 40 años, que hacer un personaje, una mujer firme, sólida. En el fondo, ha tenido que hacer un personaje para hacer ese rol de dirigenta, entonces, verse en esta otra situación también la descolocó un poco. Al principio no se reconocía y le daba un poco de pudor, pero después ya se fue abuenando con esa mujer, fue reconociéndose, permitiéndose llorar, mostrar de esa manera que es algo que no había hecho. También ayudó que muchas personas cercanas le decían: «Esto también me pasó a mí, gracias por mostrarte porque también es mi historia». Finalmente, no creo que le fascine verse de esa manera, pero sabe que también que es algo que ella reproduce, «pero para qué queremos más héroes sobre pedestales, para qué va a ser una mina súper bacán el personaje, las personas son de grises y oscuros, que tienen matices y también que es cómo lo mínimo de una persona que ha tenido una experiencia de esta manera».
Este proceso fue de muchos años y esto fue a raíz de un caso que conociste a raíz de este reportaje de la Alejandra Matus, cuéntame ¿Cómo fue el proceso con Alejandra? Porque también aparece en el documental, ¿ella fue parte de la investigación del documental?
Alejandra es un personaje muy importante de la película, es una fuente de inspiración muy importante para mí. Pero la verdad es que más allá de las entrevistas que le hicimos, y las veces que participó en algún rodaje no tuvo mayor presencia en el desarrollo de la película, ni de la investigación. Obviamente para mí, tanto el primer reportaje que publicó en Plan B que detonó este caso y luego el que hizo este Un héroe improbable y las conversaciones que yo tuve con ella cuando la grabé como personaje fueron muy inspiradoras, muy reveladoras. A Alejandra la adoro y es parte de nuestro petite equipo que tenemos con Paola (Castillo), y con Haydee. Siempre estuvo muy cercana, dispuesta, generosa. Tiene el gran mérito que gracias a ella existe esta historia. Sin el reportaje que ella escribió, sin haber tomado la decisión periodística de llevar esta historia en la portada de Plan B, este señor nunca hubiera conocido a lo mejor de este caso, no se habría impactado, no hubiera presentado la querella y no hubiera pasado todo lo que pasó.
Ella es el detonante de todo esto. Es bonito porque Alejandra decía que era la primera vez que algo que ella denuncia que se traduce en un fallo concreto de algo que es este caso, que es la condena a todos estos agentes de la Armada por las torturas en contra de Haydee. Ni siquiera por torturas, porque en el momento en el que se emite este fallo todavía no estaba la Ley de Tortura, no existía, no estaba tipificada en nuestro país. Eso pasa junto dos meses después de esta condena.
Este es un caso súper emblemático, ella es la primera mujer que embarazada, tuvo un juicio por la pérdida de su guagua durante las torturas. Fue histórica la condena que obtuvo para sus torturadores.
La sanción para estas personas que cometieron estos crímenes tan atroces, es súper chiquitita, son como de tres años y un día, que en nuestra legislación eso es arresto domiciliario. Esos señores, de cuatro, tres sobreviven, están en sus casas, salen a comprar a la esquina. Es un fallo simbólico, porque la Armada es de las instituciones de las que menos ha sido tocada, no así Carabineros, el Ejército o la Fuerza Aérea. Por otra parte, las condenas por tortura son súper pocas, son cerca de 40 mil calificados de acuerdo con el informe Valech 1 y 2. Obviamente sabemos que son muchas más personas porque hay mucha gente que ni siquiera declaró, alrededor de 40.000, de esas son poco más de 20 las que han tenido condenas, entonces es un porcentaje insignificante.
Todo eso tiene un mérito, no había ninguna condena a una mujer y menos a una mejor embarazada, que es un tema que no se toca, no existe, porque a pesar de que Vicente, el abogado que puso todo su empeño y su conmoción estaba justamente en qué culpa tendría esa criatura en su vientre y, finalmente, la Corte no se pronuncia por el tema del aborto porque como es un bebé en gestación no alienta vida, como no alienta vida, no existe y no es sujeto de derecho. Entonces, ahí viene una contradicción bien tremenda, es como todo esto de los providas, “¿no qué la guagüita existe desde el día 0,1, inmediatamente desde que ha sido engendrado como que ya tiene vida?”. Y acá es como “no, no ha nacido, no es sujeto de derecho, no alienta vida, no existe”, no se le menciona en ninguna parte del fallo. Es súper complicado y Haydee ha sido muy insistente el tema del aborto forzado en tortura. Que no es lo mismo decir que ella era una mujer embarazada, la detienen, la torturan y como consecuencia de las torturas ella pierde la guagua, como consecuencia. Esto no es eso, es un aborto forzado en tortura, este es un caso de eugenesia, de extirpar a los malos chilenos desde el vientre porque ahí venía un futuro terrorista, entonces, se le hace un aborto, se le simula una autopsia, se abre su cuerpo desde el esternón hasta el pubis para dar muerte a esa criatura que venía en su vientre, es súper importante ese matiz. El aborto no es una consecuencia, aquí se buscó el aborto forzado.
Eso es una segunda querella, que se está llevando adelante junto con otros sobrevivientes del cuartel Silva Palma y en este caso decía por aborto forzado directamente y van a la Corte Interamericana y esto sigue. Lo bonito es que este documental forma parte como un documento probatorio de esa nueva causa.
¿Cuánto tiempo duró el rodaje, el pre y post? ¿Fueron muchos años?
Más o menos, sí. Digamos que empecé el 2014, que postulé a un Corfo y de ahí estrenamos en abril de 2019. Como cinco años, que es un promedio más o menos estándar bajo de lo que uno demora en llevar a cabo estos proyectos, desde que surge la idea, la empiezas a desarrollar, partes en la búsqueda de financiamiento, el rodaje no es todo el tiempo, es por etapas. Por ejemplo, toda la parte del seguimiento cuando entramos a la Corte Suprema y rebotábamos una y otra vez, eso se hizo antes de obtener ningún financiamiento. Simplemente estaba sucediendo y estábamos ahí y nos las arreglamos para cubrir. Después, cuando nos ganamos el fondo y se gesta esta coproducción con Brasil, hicimos un plan de rodaje y fuimos a buscar todo aquello que necesitábamos que tenía que ver con la reconstrucción de ese pasado, porque el presente lo habíamos venido siguiendo a través de lo que pasaba en tribunales y el fallo de la Corte Suprema. Pero teníamos que reconstruir todo lo otro y eso fue lo que hicimos gracias al fondo. Terminamos la película en 2018 y en enero del 2019 nos fuimos a hacer la postproducción a Brasil y estrenamos en abril del 2019. Fue nuestro primer estreno mundial.
Tuve la oportunidad de verla online en el Festival Redfeci, pero también entiendo que el estreno chileno ha sido durante pandemia online. No alcanzaron a estrenar en salas en Chile.
No, nosotros teníamos previsto el estreno para noviembre del año pasado, el 7 de noviembre y tuvimos el estallido el 18 de octubre. Entonces, todos los afiches se quedaron impresos, toda la difusión por redes se quedó en redes, se suspendió todas las funciones presenciales. Quedó stand by, en un momento pensamos para el verano. Finalmente se pospuso. Como Miradoc siempre va de abril a noviembre, pensamos que sea la primera película que abre Miradoc 2020 en abril y en marzo nos guardamos por pandemia y quedó todo pospuesto. Suspendimos dos estrenos presenciales, nos quedamos en dos casos con todo el material, los afiches pegados en las calles. Quedamos de esperar un escenario que es súper incierto, no sabemos cómo va a volver lo presencial, cuando vuelva, entonces, surgió la posibilidad de Miradoc a través de este estreno online y dijimos bueno, vamos. Lo importante era que la película llegue y también nos hacía sentido que fuera en este contexto que era tan difícil y doloroso. Porque la gente estaba en sus casas con más disposición de ver películas, más proximidad con plataformas, pero también por el tema. Es una película que habla de los gestos desinteresados, de la solidaridad y la película está llena de esos gestos como los de Vicente. Veíamos acá gente organizándose para las ollas comunes, con un montón de temas que nos hacían sentido como de relevar esos temas.
Le cambiamos la bajada, antes era como «la mujer que llevó a la Armada a la justicia» a «cuando la solidaridad hace posible la justicia», que es otra mirada de la película que tiene que ver con todas estas cosas que tenían mucho más sentido de lo que estábamos viviendo hoy día como país.
Los tres grandes temas de la película son la memoria, la justicia y la solidaridad. ¿Podrías describirlo así, que son los temas que retrata la película? Y todo lo que decías antes de todo este proceso judicial que es tan injusto, lo visibilizas, en un caso puntal de una persona, pero es un ejemplo que de lo que sucede para muchos casos. La solidaridad, porque aquí, además, hay varios personajes que la apoyan a ella y apoyan el proceso y que se notan al final en la última escena con el ritual en el mar que es maravilloso.
Voy a partir por la solidaridad, que es lo que primero que nos cautivó, estos gestos solidarios, anónimos, desinteresados. Que Vicente, este señor que, sin conocerla, haya decidido presentar una querella porque le parecía simplemente atroz lo que ella había vivido, era ya una cuestión muy inédita. Es algo que nadie hace por otro, desde ahí nos marcó una cierta mirada de valorar ese gesto de Vicente, de valorar del gesto de Alejandra, del médico, todos fueron haciendo cosas sin pensar que podían obtener algo a cambio. Es lo que Haydee ha hecho toda su vida, ella fue una dirigente de Derechos Humanos y nunca fue con su historia por delante, ella siempre fue en nombre de otros. Ahí la solidaridad, estos gestos anónimos, ciudadanos, desinteresados, nos hacen mucho sentido, sentíamos que tenía mucho que ver con algo que queríamos relevar.
La justicia es algo que había sido tan esquivo para los familiares, para los sobrevivientes y que en la película también es un tema que tratamos todo el tiempo de poner de relieve. Todas las veces que nosotros estamos en tribunales, y que se suspende la audiencia una vez, luego otra vez. Fueron más veces, para que se sienta que hay ese dispositivo. Reflejaba lo largo y desgastante que es para los familiares la búsqueda de verdad y justicia. Ahí cae un caso y dato muy importante, en el caso de los sobrevivientes de prisión política y tortura, ese informe Valech no quedó sujeto a ningún apoyo del Estado en la búsqueda de justicia. Distinto es en el caso del informe Rettig que es por los ejecutados y desaparecidos. Allí hay una oficina de Derechos Humanos que depende del Ministerio del Interior y que tiene que acompañar en la búsqueda de justicia en todos esos casos, pero no es lo mismo para los sobrevivientes, quedaron como a la deriva. Si uno fuera sobreviviente de prisión política y tortura y quisieras buscar justicia, tienes que hacerlo por tu cuenta, con tus medios, con tu abogado, un camino solitario desgastante a lo cual tienes que sumarle 50 años de silencio que se impusieron por la Comisión Valech, que impide que los tribunales conozcan tu causa por interno, sino que cada vez tienes que relatarlo a un juez y a otro juez, entonces, la revictimización es grande. Ese es un largo camino desgastante y que lo dice en una escena, «teníamos alrededor de 20 años, ahora tenemos sobre 60 años, llevamos 40 años en búsqueda de la justicia. Lo que el sistema hace es desgastarte, enfermarte y que te mueras, en algunos casos.
Haydee ha investigado este dato y, según las cifras del Registro Civil, los sobrevivientes de prisión política y tortura mueren diez años antes que una persona normal. Tienen una expectativa de vida más reducida. Tiene que ver con todo este desgaste, entonces, por eso para nosotros era tan relevante mostrar el difícil camino para obtener justicia para los sobrevivientes, hombres y mujeres, pero en particular para las mujeres. Porque para las mujeres todo es mucho más difícil, lo vivido por ellas, el tema de la violencia sexual también está más tapado y ese era otro tema muy relevante.
El tercer tema que es el tema de la memoria, para nosotros era muy importante situar esta película en el presente, no solo en el pasado. Siempre dijimos que el documental chileno tiene una tradición de documental político y de Derechos Humanos notable, pero que, en este caso, nos interesaba no solo dar cuenta de un episodio que había pasado hace 40 años y que íbamos a recontar esta historia, sino que se sitúe en el presente, hoy día en Santiago de Chile el 2018-2019, y que las personas no están muertas. Están en las calles, tienen hijos, tienen familia, han rehecho sus vidas de alguna manera, pero permanece la memoria del dolor. Queríamos dar cuenta que la memoria del dolor sigue, que es importante contar esta historia para enfrentar la impunidad para que estos casos no se olviden porque es algo que no pasó hace 40 años, que sigue pasando, que no habido justicia. Mostrar que la única manera que no se repitan los hechos del pasado es que tengamos una verdad acerca de lo sucedido, en ese sentido la memoria es súper importante para contribuir a eso y situarlo más desde el presente.
¿Cómo llegaron a la escena final? La del mar con el pez volador, que es el gran concepto que lleva el título, es el hijo, que finalmente lo puede liberar y hacer una ceremonia, un duelo. ¿Era algo para el documental o ella lo quería hacer?
Es un gran final. No estaba en ningún guion, en ninguna planificación. Hay un momento poco antes de la sentencia final de la Corte Suprema, Haydee un día me dice: «¿Sabes qué? Soñé con Sebastián y lo veía en el cuartel y sentí que tenía que sacarlo de ese lugar», porque ya se veía venir que la justicia iba a ser muy simbólica, muy poca. Ella sentía que, de alguna manera, tenía que hacer un acto reparatorio. Se le empezó a meter esa idea, soñó con Sebastián, ese niño había quedado condenado para siempre ahí y ella toda vez que mirara a ese lugar, ella es de Valparaíso, ahora vive en Santiago, siempre su vista miraba ese cuartel y su hijo había quedado ahí. Entonces, sintió que más allá de lo que pasara con la justicia de los hombres, ella tenía que hacer una justicia simbólica. Sacar a Sebastián del Silva Palma y liberarlo, finalmente, parirlo, darlo a luz. Y como ella es una mujer de mar, de puerto, eso es una clave en la película súper importante: el agua, la admiración por la Marina, toda la relación con el mar: se le ocurrió a ella esta ceremonia de despedida. Con padrinos; Vicente es el padrino, la Ale es la madrina. Se le ocurrió esta ceremonia, que, por estas cosas del montaje al final no lo pusimos, pero es una ceremonia que hace Mariano Puga como cura, que bautiza a la criatura y se le ocurre este rito de tirar los pececitos voladores.
Ella empezó a embarcarse en ese viaje y nosotros la seguimos, como todo lo que ella hacía. A nosotros nos pareció perfecto, si esa es su idea ahí íbamos a estar grabando en todo momento. «¿Qué quieres hacer?» «No, voy a ir al bar, voy a ir a Valparaíso que con unos amigos que me van a regalar el bar como el pago del arriendo del bote voy a ir a mirar los barcos a cotizar» «Bueno, vamos a cotizar». «Voy a hablar con un amigo que tiene una imprenta y se me ocurrió que otro amigo me lo va a diseñar» «Ya perfecto, hacemos eso». Así se gestó esa ceremonia que se le puso fecha que es más o menos cuando Sebastián hubiera cumplido 40 años, la planificamos, fue a invitar a cada uno de los personajes de la película, cuestión que no se sabe, pero fue a invitar al juez Solís, a Vicente, y así se gestó esto, que es súper bonito, que no estaba planificado de esa manera. La situación se dio así, nosotros nos subimos a un barco, que, más encima, se movía y estábamos todos súper mareados, y se hizo así la ceremonia que le dio el cierre precioso a la película.
¿Cómo ves la diferencia con tus trabajos anteriores? Esta película, con Actores secundarios, Ángeles negros. Todos tus trabajos anteriores que son cine documental tienen un tema social, en general, un estilo súper propio. ¿Cómo ves el desarrollo de tu trabajo a diferencia del anterior?
En el caso de Actores secundarios y Ángeles negros, son películas bien hermanas, son distintas en sus temáticas, pero son muy contemporáneas, las hicimos en paralelo en codirección con Jorge (Leiva). Se remiten a otras etapas de nuestras vidas, de empezar a esperar más, en el documental, nosotros en la línea periodistas-documentalistas, entonces, son películas que tienen un afán más de exhaustividad, de contar muy bien una historia. En ambos casos son historias un poco perdidas y nuestra intención fue rescatarlas del olvido y traerlas al presente. Actores Secundarios es una película que nadie sabía mucho en ese momento de la existencia de un movimiento de estudiantes secundarios en la dictadura, y nosotros, como habíamos sido parte de ese movimiento y como era un tema recurrente en las conversaciones con los amigos dijimos «Contemos esta historia, ¡es muy buena!». De los 15 años, cabros chicos tomándose los liceos, tenía todos los ingredientes para hacer esa película.
En el caso de Ángeles negros, que es una película más coral, tiene ese propósito de rescatar una historia que estaba olvidada, nadie sabía aquí en Chile de la banda de música romántica más importante de América Latina, pero completamente denostada, desconocida, poco valorada, acá en la sociedad chilena. Pero no así por los músicos, que eran para ellos referentes súper importantes. Entonces fuimos a contar esa historia, de los Ángeles negros. Jorge, además, es periodista musical, entonces, venía más de él esa motivación y la hicimos. Son dos películas hechas muy a pulso, sin muchos recursos, por puro placer de hacer las películas.
Después pasan los años, seguimos juntos con Jorge, pero ahí decidimos, cada uno hacer sus películas que tenían sus intereses personales. Ahí yo empecé a hacer Cuentos sobre el futuro, que tenía una búsqueda más cinematográfica. Sentía que las películas anteriores estaban muy bien, muy bonita, pero que quizás eran todavía un poquito más periodísticas y yo quería desarrollar este lado más cinematográfico y opté por una película más de observación, con un retrato más íntimo de estos niños que había conocido, con Jorge también, en los noventa haciendo un taller de video en una población. Eso se transforma en un documental de observación que es un retrato a estos cuatro jóvenes, en el fondo, una mirada de las decepciones de la transición democrática, también de las expectativas que había por la democracia.
Creo que se parece con Haydee y el pez volador en ese retrato íntimo, en esa búsqueda más cinematográfica, a pesar de que todas son estilos muy distintos. Creo que en todos los casos hay una búsqueda que tiene que ver con tus derechos humanos, con historia, con memoria, con historias más periféricas y desconocidas. No sé si se puede reconocer un sello en mis cuatro películas porque yo las veo súper distintas. Creo que, finalmente, hay una búsqueda del tipo de personajes que a mí me interesa, el tipo de temas que a mí me interesa. Finalmente, yo los considero todos documentales súper políticos, desde sus distintas perspectivas. Ángeles negros, porque había un desdén con ese tipo de música, por lo tanto, es político reivindicarlo y no seguir insistiendo que es música cebolla. O en el caso de Cuentos sobre el futuro, súper política, una mirada muy crítica a todos esos niños que tenían tantas expectativas de futuro y que tienen todas las posibilidades de serlo por sus talentos, pero que no tienen las oportunidades para desarrollarse en su ser, y Haydee y el pez volador, que es muy pertinente en estos tiempos porque los derechos humanos, como vemos, no son tema del pasado sino que son temas del presente.
¿Qué se viene para la película próximamente y qué otros proyectos tienes?
La película entró recién a OndaMedia, está liberada, porque hasta ahora estaba en estas plataformas pagas, si bien ha estado en muchos festivales liberada y también tuvo una pasada de temporal de documentales en Cooperativa que tuvo 12 mil vistas, que quedamos impactados con la cantidad de visionados que tuvo la película ahí. En OndaMedia está abierta para todo el mundo en Chile. Para el resto de otros países siempre va a estar disponible en estas plataformas como Vimeo, Itunes, y como diez otras, a través de las cuales se puede ver en cualquier país del mundo.
Seguimos participando en algunos festivales, vamos a estar en Fecils, nos ganamos esta mención en REDFECI. Seguimos participando en festivales tanto acá como afuera. Esperamos más adelante retomar algunas funciones presenciales, de todas maneras nos gustaría en el verano y apenas se pueda programar en alguna sala, porque hemos tenido un bonito diálogo a través de estas plataformas, con cine-foro, con distintas salas y con paneles de conversación en torno a los temas de la película, que hicimos cuatro que fue súper interesante porque nos permitieron conversar con gente súper interesante respecto a distintas lecturas de la película, desde feminismo, violencia de género, salud mental, muchas cosas. Eso no sustituye lo presencial, nos gustaría tener este contacto más directo con el público.
En lo personal de otros proyectos, siempre uno está pensando cosas, en este contexto me fue más difícil retomar ciertos proyectos que requerían terreno, contacto, estar en ciertos lugares, están ahí un poquito stand by. Estoy ayudando en otros proyectos, desde otros lados que quiero incursionar, más desde la producción y de la asesoría de guion y haciendo clases de documental todo el tiempo, así que sigo en esa tecla.
Título: Haydee y el pez volador
Dirección: Pachi Bustos
Producción: Paola Castillo
Idioma: Español
Países: Brasil, Chile
Rodada en: Santiago (Chile), Valparaíso (Chile)
Fecha de Estreno: 2019 (Sanfic)
25 de junio de 2020 (Estreno streaming)
Estreno Internacional: 2019 (Hot Docs, Canadá)
Distribución: Miradoc