Entrevistamos a la directora de la obra La Señorita Margarita, que ha sido estrenada en más de 20 idiomas, adquiere relevancia y fuerza en su discurso en las formas de dominación actuales. Es una obra escrita en clave de comedia negra sobre el ejercicio del poder, a través de su protagonista, una profesora de educación básica.
¿Cómo surgió la idea de montar esta obra del brasilero Roberto Athayde?
En diciembre del año pasado Loreto Cruzat, me presentó el texto y me invitó a trabajarlo juntas. Loreto es actriz, pero estos últimos años se ha dedicado más a la dirección teatral y esta vez quería actuar. A mí me encantó la idea de trabajar juntas y de inmediato le dije que sumáramos a Mer García Navas, directora de arte española, con la que nos encontrábamos trabajando juntas en otro proyecto.
Esta obra se ha montado en más de 20 países. ¿Cuál es la mayor diferencia con los otros montajes?
La forma de acercarnos al texto. Quisimos trabajar desde el estereotipo de la profesora estricta y conservadora para indagar en el tema del ejercicio del poder. La visualidad del montaje también opera desde ahí. Otros montajes han jugado poniendo a un hombre en rol de la Señorita Margarita, quizás para acentuar la comicidad. También hemos visto algunos montajes actuales de la obra, que muestran a la Señorita Margarita como una maestra actual, o una maestra sexy. Nuestra indagación parte desde el estereotipo de la maestra de colegio antigua, cosa que hace bastante eco en distintas generaciones, tod@s tuvimos alguna vez una profesora con al menos alguna de estas características.
¿Cuáles son las temáticas que te interesan de esta obra de las que te gusta hablar?
El ejercicio del poder. En este caso un poder autoritario y excluyente. Un poder que censura, desconfía e infunde miedo. No tiene rotación (ella dice, voy a estar acá siempre), permaneciendo en el tiempo sin cambios y no está sujeta a ningún control. En reiteradas ocasiones la Señorita Margarita menciona al director para decirnos que ella encarna al director en su sala, donde ella gobierna por completo. Es un poder ciego porque solo se mira a sí mismo. Pensándolo bien, es muy fuerte que un texto del año 73 (escrito en contexto de dictadura en Brasil) resuene tanto aún hoy en día.
La obra es una comedia negra, ¿cómo abordas este género?
La Señorita Margarita es una sátira, en donde a través del texto y del comportamiento de la protagonista se busca poner en evidencia como opera el que ostenta y abusa del poder. Si bien es una profesora quien encarna el poder, la crítica no está tan puesta en el sistema educativo actual (aunque lo retrata), si no en los gobiernos y la forma en que manejan a los pueblos. El humor aparece como la forma de llegar al espectador, es fundamental el tono de grotesco de la actuación, pues permite que el espectador extrañe lo que sucede en escena, luego se vuelva gracioso, por lo raro y luego le permita acercarse y entender que esas mismas situaciones las vivimos a diario. Sin el humor, la pieza sería una sucesión de intentos de moralizar al público.
¿Cómo fue el proceso creativo del montaje?
Comenzamos a trabajar en marzo pasado, primero realizando una adaptación del texto escrito por Athayde, para luego comenzar a probar en escena cual sería la forma de aproximarnos actoralmente a la Señorita Margarita e ir encontrando la forma que tiene actualmente. El proceso de diseño de la visualidad y la actuación corrieron en forma paralela, en tanto es el espacio el que otorga las acciones del personaje.
Al ser un monólogo, ¿Cómo fue el trabajo creativo con la actriz Loreto Cruzat?
Trabajamos desde el sentido musical del texto. Construimos pensando primero en la obra como una gran pieza sonora llena de contrastes, olvidándonos un poco del sentido mismo del texto. La palabra así aparece como un elemento más de la composición. En el proceso de ensayos fuimos experimentando con distintas formas hasta ir encontrando el camino hacia la composición del personaje y su discurso, elementos que también van a ir cambiando y ajustándose en el encuentro con el público función a función.
La obra es sobre una profesora que se enfrenta a sus alumnos con una visión muy particular. ¿Cómo ves el tema de la educación en Chile, y cómo lo incorporaste en la obra?
Es importante decir en primer lugar que la obra no se trata de la educación, docentes y estudiantes, no son el tema crítico de la obra. El texto nos sitúa en un contexto escolar que resulta muy interesante, pues es un lugar común para todos, todos fuimos al colegio y más de alguno tuvo una profesora con por lo menos uno de los rasgos de la señorita Margarita.
Sin duda alguna, la educación en nuestro país tiene muchas deficiencias: la desigualdad es muy grande entre colegios públicos y privados, cada vez más se establece la idea de la educación como un bien de consumo y no como un derecho, y la relación entre docentes y estudiantes no se adapta a los tiempos que vivimos, pretendiendo aún llenar de conocimientos a un otro para rendir ciertas pruebas que pretenden medir algo y que nos alejan de lo que como seres humanos realmente necesitamos. Pero para nosotras, no es el tema central, si no, el vehículo que nos permite hablar de otro tema más importante como son las relaciones de poder que se establecen entre las personas, en particular entre quienes ostentan el poder, en relación con quienes están bajo el yugo de esos pocos.
Una de las grandes temáticas de la obra es el poder. ¿Desde que mirada incorporas esta temática? Sobre todo pensando en la contingencia.
“La señorita Margarita está en el poder, a ella todo le obedece”, dice el personaje.
La temática del poder está presente en la palabra de la protagonista y en la manera despótica con la que se relaciona con el público-estudiantes. En esta relación prima la necesidad de una, la profesora, de imponer a sus estudiantes su mirada del mundo, una mirada desilusionada y amarga. Una relación de poder, que se establece en base a quien es poseedora del conocimiento y el saber y por lo tanto, dueña de la verdad, de la única verdad posible. Solo ella sabe lo que sus estudiantes necesitan aprender y lo que no. Por lo tanto, es necesaria la censura y la opresión para acallar las necesidades que aparecen en los otros.
La señorita Margarita es una metáfora de ese poder que quiere implantar sus pensamientos para adoctrinar a las nuevas generaciones. Humilla y se burla de sus estudiantes por ser incapaces de pensar: su verdadero poder está justamente en ello, en aniquilar la posibilidad de pensamiento.
La señorita Margarita, habla desde la amargura y el odio de cómo en el mundo todos quiere mandar a los otros, pero es ella misma la que desea imponer a la manera de una dictadora su única visión del mundo, sin querer oír las necesidades de los otros.
¿Cómo fue pensada la puesta en escena? ¿Cómo fue el trabajo de diseño con Mercedes García Navas?
Habíamos trabajado juntas en Madrigal, con un montaje más minimalista para un espacio teatral no tradicional y fue una rica experiencia de diálogo.
Así como la Señorita Margarita, como rol, fue trabajada desde el estereotipo, la exploración con el diseño guarda relación con ese mismo concepto. El espacio debía convertirse en un fragmento de un aula de clases antigua. Conservadora y retrógrada como el personaje que la habita. Al mismo tiempo queríamos que ese espacio fuera atractivo visualmente, por lo que los años 1950-1960, fueron la base elegida para trabajar.
Cuando desarrollamos la estructura de la puesta en escena, partimos pensando en que el espacio debía apoyar y dar paso a las acciones físicas de la Señorita Margarita, tanto en el desarrollo de lo que ella hace en escena, como en lo simbólico. Fue así como decidimos que la Señorita Margarita debía estar en una altura y tener otras diferentes alturas para crear un ritmo visual en el monólogo. Por otro lado era interesante que se encontrase en una especie de púlpito, en un espacio que la elevara por sobre sus estudiantes/público.
¿Qué se viene con la obra? ¿Tendrán más temporadas o giras?
Buscaremos tener otra temporada para el 2020, y principalmente girar y participar en festivales. Tenemos ya un par de invitaciones a Buenos Aires.
¿Qué otros proyectos tienes a futuro, personales o con La Máquina del Arte?
Como colectivo, con Mer y Loreto, estamos en el proceso inicial de un próximo proyecto. Al parecer será también un monólogo.